Por: EL SACAPUNTAS. El Salto Dairio. 03/09/2020
Analizamos las normas para la vuelta al cole y al instituto. Una avalancha de cambios que trastocan la vida escolar por completo, mermando la libertad de los chavales y deteriorando su proceso de socialización. Este cambio marca un intento de transición a una educación más homogénea, controlada, simplificada y unidireccional. Y las consecuencias de la digitalizacón, lejos del optimismo tecnológico de muchos, serán desastrosas a nivel pedagógico.
Acaban de anunciar las medidas para este curso escolar. Lo dijimos hace meses y nuestros temores se han hecho realidad: La nueva tele-educación ya está aquí. Y más que probablemente, ha venido para quedarse. La pandemia está sirviendo como excusa para cambiar muchas cosas y la nueva política educativa parece ser uno de los pilares de la “nueva normalidad”. Al fin y al cabo la escuela es un lugar clave para aprender e interiorizar normas a edades tempranas.
El PSOE, tal y como nos tiene acostumbrados, ha vuelto a jugar el rol de policía blando del sistema. Ha delegado en las Comunidades Autónomas “el marrón” de imponer las medidas educativas “anti-Covid” (aunque obedezcan, al menos las gobernadas por el PSOE, tan fielmente como antes) y Pedro Sánchez aprovecha para recomendarnos a todos los ciudadanos que nos descarguemos la ‘app’ de rastreo y vigilancia de cada persona, creada por Google y Apple. Mientras tanto, muchas Comunidades ya han presentado sus medidas, procurando “sacar pecho” y tratando de evitar futuros escándalos mediáticos por lo que pueda suceder en sus colegios. Salta a la vista como cada comunidad trata de tener sus propias medidas, pareciera que todas quieran distinguirse. Quizás, siendo un poco malpensados, esto pueda servir a las autoridades como un experimento para después ver cuales son las más eficaces. Sea lo que sea, todas las medidas van hacia un mismo punto: imponer la tele-educación y distanciamiento social.
El PSOE, tal y como nos tiene acostumbrados, ha vuelto a jugar el rol de policía blando del sistema
Yendo al grano de las medidas, aunque cada CCAA tiene sus puntos de desmarque e incluso preveen diferentes escenarios, existen unas líneas claras para la nueva política educativa. Primero las enumeramos y luego las comentamos:
1) Gran parte de la educación será telemática. Generalmente, a partir de 2° de ESO. E intuimos que no se aplicará a edades más tempranas porque es imposible, no porque no quieran. Se dice que se procurará garantizar una presencialidad de mínimo un tercio de las clases.
2) Se reducirán los grupos de alumnos para garantizar el “distanciamiento social”. Y para ello se tendrán que contratar, por necesidad, más profesores.
3) Se habilitarán los espacios del centro educativo para poder garantizar el “distanciamiento social”. Para ello, los centros educativos se dividirán en sectores para evitar el cruce entre grupos de alumnos. Dentro de los espacios, en algunas CCAA se prevé la instalación de mamparas separatorias, así como también la habilitación de “salas de aislamiento” para “quienes presenten síntomas de la enfermedad”.
4) En algunos casos también se preveen horarios especiales por grupos para entrar y salir del centro educativo o al patio de recreo, con el objetivo de evitar cruces entre diferentes grupos de alumnos.
5) Todos los centros tendrán “coordinadores Covid” (incluso en algunas aulas se pueden nombrar “delegados Covid”) con el objetivo de vigilar el cumplimiento de las medidas, observar posibles síntomas de enfermedad, hacer rastreos cuando proceda y comunicar incidencias a las autoridades sanitarias.
6) En algunos casos se harán test masivos a los trabajadores antes del inicio del curso. También se harán test cuando alguien tenga síntomas. Y preveen aislamientos cuando aparezcan positivos.
7) Dentro de las aulas habrá medidas de “seguridad” y “distanciamiento social”, tales como llevar mascarilla obligatoria, no compartir materiales y garantizar distancias de 1,5 metros entre alumnos.
8) Se utilizará más tecnología en las aulas, “para evitar los contactos y la movilidad”, así como para garantizar la tele-educación. De ahí que, por ejemplo, la Comunidad de Madrid vaya a comprar masivamente ordenadores e instalar cámaras en las aulas “para que los alumnos desde casa puedan seguir las clases”. Así mismo, se invita al profesorado a organizar a principios de semana las tareas de forma telemática, para que éstas puedan ejecutarse pese a cualquier imprevisto que impida la presencialidad.
¿Qué pueden suponer estas medidas a nivel pedagógico?
Dichas medidas, aparentemente lógicas por motivo de un riesgo sanitaria, van a suponer un cambio importante en la educación. Un cambio histórico. Podemos decir que, aunque en realidad es un proceso que se inició hace tiempo y al que todavía le queda mucho por desarrollarse, intenta marcar la transición a una educación homogénea, centralizada, controlada, simplificada y unidireccional. Y las consecuencias, lejos del optimismo tecnológico de muchos, serán desastrosas a nivel pedagógico.
Que más de la mitad de la formación se desarrolle en casa a través de una pantalla es un golpe brutal a la educación. Desde casa, los chavales no sentirán el “calor” y la motivación que ofrece un aula educativa con gente de su misma edad. Desde casa, la comunicación es mucho más fría y distante, y no podrán apoyarse en sus compañeros. Desde casa, es mucho más fácil distraerse y aburrirse. Y abandonar. Desde casa, a veces es incómodo (o imposible) estudiar y atender una clase (salvo que tengas una casa grande y buen acondicionada, que no suele ser el caso). Desde casa, se elimina la socialización con tus semejantes, que es igual o más importante en el proceso pedagógico.
Las escuelas van a ser así lugares de menor socialización, manteniendo eso sí la función de reproducción ideológica, de normas y de aquellos conocimientos y “aptitudes” necesarias para que los estudiantes puedan convertirse en mano de obra en el futuro.
En cuanto a la reducción del número de alumnos por grupo, es significativo que esta medida no llegue para mejorar el aspecto pedagógico (como se lleva pidiendo desde hace décadas) sino para garantizar el distanciamiento social. No obstante, esta es quizás la única decisión que puede llegar a ser positiva, junto con el aumento de profesores.
Sobre la habilitación de espacios “anti-Covid”, es un claro impedimento a las relaciones sociales entre chavales, conduciendo a que sólo se relacionen con los de su clase y además, de manera limitada. Dado que el ser humano, y más especialmente en edades tempranas, necesita relacionarse desde la cercanía, esta medida puede ser un duro golpe para el desarrollo de los chavales, que muy probablemente se educarán en un actitud más individualista y asocial. Separar a los niños de diferentes edades es una manera de impedir que desarrollen su propia cultura (su lenguaje, valores, juegos, conocimientos, trucos, resistencias) o que los pequeños aprendan de los mayores; y facilita que las directrices marcadas sean acatadas, al encontrarse más divididos. Las escuelas van a ser así lugares de menor socialización, manteniendo eso sí la función de reproducción ideológica, de normas y de aquellos conocimientos y “aptitudes” necesarias para que los estudiantes se conviertan en mano de obra en el futuro.
Dado que el ser humano, y más especialmente en edades tempranas, necesita relacionarse desde la cercanía, esta medida puede ser un duro golpe para el desarrollo de los chavales, que muy probablemente se educarán en un actitud más individualista y asocial.
Asimismo, tal y como muchos pedagogos explican, el ser humano desarrolla su libertad en gran parte a partir de su libre movimiento por los espacios que recorre. También desarrolla su identidad a partir del conocimiento y práctica del espacio que ocupa. Y dado que los espacios estarán llenos de normas y obstáculos, resultarán hostiles e incómodos a esos chavales que están en pleno expansión de su libertad y su identidad. Aquí podríamos hablar de los “dispositivos” de Foucault. Las personalidades que salgan de esto van a ser diferentes.
Por otra parte, el aislamiento tras dar positivo en una prueba PCR, a pesar de que estas tienen un alto porcentaje de falsos positivos, puede conducir a estigmatizar a los alumnos que den positivo, así como a generar una paranoia frente a quienes presenten síntomas, del tipo que sea. Por no hablar de la interiorización de la culpa que estos procedimientos van a generar en los niños.
En cuanto a la figura de “coordinadores o delegados Covid”, cabe malpensar que pueda convertirse en una nueva autoridad en el centro, que haga funciones de política sanitaria. Algo que lejos de ser positivo puede utilizarse para disciplinar aún más al alumnado y generar actitudes policiacas entre alumnos.

Sobre las medidas de seguridad y distanciamiento social, podemos imaginar que harán mucho más difícil la comunicación en el aula, perjudicando los resultados pedagógicos. No poder compartir cosas, no poder hablar, tener que estar con mascarilla 6 horas seguidas, no poder relacionarse con chavales de otras clases, todo va en contra de la solidaridad de grupo y crea frustración entre los chavales, los cuales saldrán mucho más disciplinados y obedientes tras convivir con tantas normas y medidas a su alrededor.
En cuanto a la figura de “coordinadores o delegados Covid”, cabe malpensar que pueda convertirse en una nueva autoridad en el centro, que haga funciones de política sanitaria.
Por último, la guinda del pastel: la digitalización de los materiales educativos y el control de la actividad pedagógica. Aquí no nos extenderemos porque ya hemos hablado en otras entradas sobre esto. Pero estudiar a través de pantallas y dispositivos digitales reduce el desarrollo de las habilidades personales y psicológicas. La capacidad de memorizar o de pensar críticamente sufrirá una gran merma. En cuanto a las famosas cámaras en las aulas de la Comunidad de Madrid (que quizás sea una de esas iniciativas pensadas para extenderlas luego al resto del país) puede suponer toda una herramienta de control sobre el profesor y los alumnos. Un control que reducirá la libertad del profesor en dar los contenidos, así como la libertad de los alumnos en discutirlos. ¿Quieren que seamos robots? Estar vigilados por cámaras, lógicamente, resta naturalidad en la actitud de cualquiera, modifica sus pensamientos y acciones y crea una sensación coactiva. Acostumbrando a los chavales a ser vigilados desde pequeños. De nuevo algo que no habríamos aceptado ni de broma en otras condiciones. Por cierto que varias empresas llevan mucho tiempo intentando colarlas en los institutos españoles y en EEUU ya lo hicieron hace años. A algún malpensado se le ocurriría que meter cámaras en las aulas no tiene nada que ver con el covid.
Las plataformas para dar clase telemáticamente pueden servir para desvincular los métodos y conocimientos del profesor de su propia persona. La plataforma digital los recopila para que puedan utilizarse sin contar con el profesor y prescindir de él más adelante si se desea, hay voces que ya han denunciado que esto mismo está ocurriendo en las universidades. Todo apunta a que este es el primer paso hacia esa digitalización de la educación tan anhelada desde hace años por ciertos poderes y empresas. Con estas medidas, los alumnos y profesores serán más vulnerables, menos autónomos, más manipulables, y las escuelas cada vez se parecerán más a las cárceles. En este contexto, no es raro que la gente acabe prefiriendo quedarse en casa, o que la educación se acabe privatizando del todo, o se de una polarización: escuelas para la clase alta por un lado y escuelas ghetto por otro. Esto cada vez recuerda más a la gestión de los servicios públicos que hace el PP: primero los deterioran, los hacen indeseables o se los cargan y luego venden la privatización como la única solución.
La educación de la vieja normalidad era una mierda. Pero la que viene en la nueva normalidad tiene pinta de ser peor. Ya nos han dado el primer golpe que abre la veda de futuras medidas todavía más agresivas. De nosotras depende levantar la voz para que esto no ocurra. Necesitamos, ante todo, proponer una nueva educación que no tenga que ver ni con la vieja ni con la nueva normalidad, sino con todo lo contrario.
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Fotografía: El Salto Diario.