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El desasosiego

por RedaccionA abril 8, 2024
abril 8, 2024
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Por: Amparo Mañes. 08/04/2024

Hace unos días, la televisión pública de este país encumbró una canción que contiene más de 40 veces la palabra “zorra”, con una puesta en escena propia de un sórdido prostíbulo. El presidente del Gobierno, la Ministra de Ciencia, Innovación y Universidades y la Ministra de Igualdad encontraron la canción divertida. Todo el lobby gay y, desde luego, las personas trans con Cambrollé a la cabeza, la encontraron, no sólo divertida, sino merecedora de ser considerada un himno. Y no cualquier himno, un himno feminista.

Esa situación sembró, en muchas mujeres, lo que yo llamo «el desasosiego patriarcal». Me refiero a ese malestar en el que el sistema coloca a menudo a las mujeres con sus propuestas y que se basa en una aparente y excluyente dicotomía: o somos rancias y amargadas por no verle la gracia a las -con demasiada frecuencia- indignas proposiciones patriarcales; o comulgas con las ruedas de molino que constantemente nos proponen.

Así, numerosos varones hetero u homosexuales, insisten machaconamente en que leamos la letra, en «que no la hemos entendido» en que en realidad es una canción «transgresora y reivindicativa». Y ponen el ejemplo de gays llamándose entre ellos «maricón». Pretenden que nos olvidemos de que ese insulto solo lo aceptan entre ellos, y no dudan en tachar de homófoba a cualquier persona que se lo llame fuera del circuito gay. Por eso tengo mis dudas de que estuvieran contentos con promocionar el término «maricón» mediante una canción promocionada por la TVE pública y que esa canción representara a España en un festival internacional, por decadente que sea.

Afortunadamente, cada vez más mujeres sabemos desprendernos de ese desasosiego que antes mencionaba porque hemos aprendido que nada hay más rancio y estomagante que el sistema patriarcal. Y también porque sabemos que asumir o callar ante proposiciones indignas refuerza el patriarcado.

Aunque algunos varones se sorprendan, las feministas hemos leído la letra de esa canción. Pero, en cambio, estamos seguras de que esos varones que nos interpelan no han leído ni una línea de feminismo. Deberían saber que ya conocemos de lejos las trampas patriarcales y no pensamos asumir, ni de lejos, que el precio de que una mujer pueda ser libre, consista en aceptar ser considerada,-o considerarse a sí misma- una zorra.

Y es que eso ya lo intentan desde antiguo. Pongo como ejemplo de lo que digo el libro de Virginie Despentes «Teoría King Kong» donde la autora, víctima de violación, viene a proponer que, si el sistema posibilita que a las mujeres se nos viole, solo es posible adoptar una de estas dos posiciones (de nuevo una dicotomía): o bien asumir el rol de víctima, o bien «empoderarte» (volveré luego sobre este término) y exigir que te paguen por esa violación. Como siempre en estos casos, se omite interesadamente la opción más natural, lógica y ética: que nadie se crea con derecho a violarte o -en el caso de la cancioncilla de marras- con derecho a insultarte. En fin, quiero dejar claro que no cuestiono a Despentes, porque, al fin y al cabo, lo que hace es utilizar un mecanismo de defensa que le permite sobrevivir a un sistema que ella sola no es capaz de cambiar. Lo que critico es la descarada promoción patriarcal de su propuesta, que tan bien se aviene a sus intereses.

Y, volviendo a la canción de Eurovisión, creo que es radicalmente cuestionable la posición de RTVE. Este medio de comunicación pública que financiamos entre toda la ciudadanía, incluidas las mujeres a las que ese medio ha permitido que se insulte impunemente, viene especialmente obligado a un comportamiento ético y no sexista. Pero, por el contrario, en línea con la tradición tan española de “sostenella y no enmendalla”, lo bien cierto es que RTVE está promocionando y publicitando una cancioncilla cutre con un contenido claramente vejatorio y sexista hacia las mujeres (hasta el punto de que en la traducción que realizó al inglés, ocultó ese sesgo).

Por tanto, con la publicidad que gratuitamente le otorga, la televisión pública está incumpliendo clamorosamente el artículo 10 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral de la Violencia de Género que declara ilícita la publicidad que utilice la imagen de la mujer con carácter vejatorio o discriminatorio. Y sólo por eso, ya deberían haber abandonado sus cargos los responsables públicos de semejante desaguisado.

Hay quien alega que, como no se trata de un anuncio publicitario en sentido estricto, no aplican las leyes que regulan el comportamiento ético de la publicidad. Pero resulta innegable que la publicidad no puede hoy en día restringirse al ámbito de los anuncios. Tanto más cuando sabemos que, sin el masivo apoyo publicitario que otorga RTVE a la canción y al sexismo que destila, todo el mundo podría intuir, sin espacio para la duda, cuál sería su recorrido comercial: ninguno.

En fin, como antes decía, ninguna mujer, ninguna feminista, tiene obligación -ni ganas- de apropiarse o resignificar un insulto que a menudo está presente en la violencia machista más cruel y despiadada y en la boca de cualquier misógino. Por eso, lo que reivindicamos es que aquellos varones -heterosexuales u homosexuales- que lo tienen siempre en la boca, dejen de insultarnos con ese vocablo.

Y que dejen de insultar también nuestra inteligencia al pretender que, si yo me llamo a mí misma zorra, se desactiva el insulto. Al pretender que al autodenominarme zorra, me estoy «empoderando». Porque, en esta sociedad, que una mujer se autodenomine «zorra» lo que es seguro es que, no solo no le abrirá las puertas a un buen trabajo, a espacios de poder, o al respeto y reconocimiento social, sino que, con mucha más probabilidad, le cerrará la mayoría de las salidas.

Por cierto ¿saben en qué entornos usan los varones el insulto «zorra»? Se lo diré. Cada vez que no estamos dispuestas a estar sometidas a la voluntad de nuestra pareja. Cada vez que reivindicamos o luchamos por nuestros derechos. Cada vez que señalamos a puteros y proxenetas. Cada vez que denunciamos la violencia sexual contra las mujeres, omnipresente en la pornografía. Cada vez que llamamos por su nombre a la explotación reproductiva. O cada vez que decimos que ser mujer no es un sentimiento. Sencillamente, cada vez que las mujeres hablamos y no es para dar la razón a los varones.

¿Y saben lo que también me va quedando meridianamente claro? La diferencia entre «poder» y «empoderarse». Porque en la práctica, llamamos “poder” al que ejercen los varones. Y denominamos “empoderarse” a que algunas mujeres les den la razón en todo a esos mismos varones. Las demás… unas zorras.

Hora es pues de que las mujeres rechacemos empoderarnos. Como dice la admirada filósofa y maestra feminista, Amelia Valcárcel, lo que queremos las mujeres es tener poder. No todo, como por miles de años han detentado los hombres sin ningún pudor- sino la mitad del poder. Porque es nuestro legítimo derecho. Solo así podremos poner fin a todo el desasosiego que nos produce el sistema patriarcal con sus propuestas «empoderadoras».

Tener poder en lo absoluto nos convierte en zorras, como pretenden hacernos creer algunos varones misóginos. Muy al contrario, nos hace feministas. Porque, ya saben, «El feminismo es la idea radical que defiende que las mujeres somos personas». Y, como tales personas, queremos ser iguales en derechos y dignidad a los hombres. Esa es la propuesta feminista: ser poderosas igual que los varones. Ya sé que con ello estamos originando desasosiego en muchos varones, el desasosiego feminista. Ya va tocando.

#JuntasHaremosHistoria

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