Por: Macaón y Podalirio. Trabajadores del IMSS Bienestar. 27/01/2025.
Conclusiones
La situación de los trabajadores de salud de la Ciudad de México es la misma que la de sus compañeros en todo el país: La política de “austeridad republicana” es una forma de recabar recursos sin tocar a los grandes millonarios, cargándole los costos a la base y encima acusándola de ser privilegiada. La supuesta condición de éstos nada tiene que ver con las prebendas verdaderamente excesivas de los ministros de la corte o directores de los organismos autónomos. Lo que se enuncia falsamente como “privilegios”, son bonos de puntualidad, asistencia o productividad, prestaciones básicas con las cuales apenas y se acompleta el gasto familiar. Nada que ver con los seguros de gastos mayores, los viáticos costosos o las pensiones millonarias. Las demandas que se hacen de infraestructura no son para comprar vehículos lujosos ni viajes paradisíacos, son para material de curación y equipo de diagnóstico, necesarios para que los usuarios, que también son trabajadores, reciban una atención digna y de calidad.
Las reformas institucionales muchas veces son un eufemismo para aumentar la explotación laboral o el despojo de recursos y derechos colectivos. Como ejemplo tenemos la liquidación de la compañía de Luz y Fuerza del Centro en 2009, donde decenas de miles de trabajadores se vieron en la calle de la noche a la mañana, incluso los que estaban a punto de jubilarse. Esta experiencia traumática se mantiene en la memoria colectiva de toda la clase obrera mexicana, y es usada por los gobernantes para sembrar temor. Sin embargo, la memoria también puede ser una herramienta poderosa, cuando le permite a la clase recuperar la confianza en sus métodos de lucha.
Con la transferencia de la base laboral al IMSS-Bienestar se viene una revisión silenciosa y unilateral de las condiciones generales de trabajo. Son estas las que corren peligro, porque a pesar de llenarse de frases contra el neoliberalismo, el nuevo régimen no se ha planteado una reforma fiscal para recaudar más impuestos a los grandes burgueses, pero sí mantiene una ofensiva para borrar los contratos colectivos de trabajo haciendo aún más complicadas e inestables las ya frágiles condiciones de vida de los trabajadores. Esta nueva embestida contará con el silencio cómplice de las agrupaciones sindicales alineadas al poder en turno.
A todos se nos permite opinar sobre cualquier detalle, con tal de que jamás miremos el todo. Fragmentar la resistencia es una estrategia de guerra. Por un lado, se manifiestan los trabajadores de Morelos, por otro lado, los de Veracruz. A veces son los galenos, a veces las promotoras de salud, a veces los de Médico en tu casa y a veces los de limpieza. Unos por sus adeudos, otros por su regularización. Todos estamos siendo golpeados a la vez, pero todos estamos impedidos de ver que se trata del mismo golpeador con la misma macana.
Y la fragmentación no solo ocurre dentro del gremio, también fuera. Enfrentar a los profesionales de la salud con la población es una estrategia que se usó ya con los profesores o con los electricistas. Un temor real del Estado es que la solidaridad de la comunidad abrace a los trabajadores, lo que imposibilitaría cualquier estrategia represiva.
Al día de hoy varias agrupaciones están luchando por sus agremiados, por ejemplo, la asamblea de enfermeros democráticos, los colectivos de interinos, los frentes sindicales, además de delegados honestos que no se limitan a su burocracia. Romper con esa división, organizarse sin importar distinción de rango o afiliación, entre todos los trabajadores de la unidad, es un aspecto clave para defender las conquistas laborales, o por qué no, ganar nuevas.
El patrón dirá que no hay nada de qué preocuparse, que todos los derechos serán respetados, que se saldarán las deudas. Pero el llamado a la paciencia solo es un llamado a la desmovilización, los trabajadores no pueden caer en esa trampa. Recuperar sus asambleas, sus órganos de decisión, su diálogo con la comunidad a la que atienden (tan golpeada como ellos) es fundamental. Todo está por decidirse aún.