Por: Carlos Rosas. Liberación. 14/12/2016
El joven Feliciano Jacinto Dolores tomaba tanto que perdía el control de sí mismo. En una ocasión, intoxicado, golpeó a su madre, Juana Dolores, y a su padre, Eufemio Jacinto. Los dos ancianos, que viven de la tierra, no toleraron más la situación y pidieron ayuda a la Policía Comunitaria de Cacahuatepec. Feliciano fue arrestado y sometido a reeducación durante tres meses.
“Ya no soy como antes, que estaba tomado. Ya cambió mi mentalidad”, dijo Feliciano ante la asamblea que se efectuó el domingo 11 de diciembre en La Concepción, una comunidad de los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en la zona rural de Acapulco. En el acto estuvieron consejeros y policías comunitarios, con los que el joven convivió durante 12 semanas.
En la asamblea estaban sus padres, para llevárselo de regreso a casa. Don Eufemio –un campesino que iba vestido con un short, camiseta de tirantes, sombrero y sandalias, que es la combinación más común en esta zona, le expresó a la asamblea: “Estamos agradecidos con la Policía Comunitaria, fue un beneficio para nosotros y para él; para mí, esto es un bien”.

Otro padre de familia pidió la palabra para denunciar que su hijo también tiene problemas con el alcohol, que pierde el control, que ya le pegó a su hermana, a su mamá, y malbarata las herramientas que él usa para sembrar. Pidió la ayuda de la Comunitaria para reeducarlo en este sistema. La petición de ayuda se aprobó, y para cuando usted lea esta información, seguramente el joven ya está en la casa de La Concepción donde deberá pasar al menos tres meses.
Esa casa, que construyó la Comisión Federal de Electricidad (CFE) como muestra de las que harían para los campesinos a cambio de, prácticamente, regalar sus tierras y construir la presa hidroeléctrica La Parota, sirve de cuartel para la Policía Comunitaria.
Los agentes comunitarios, igual que en otros municipios del estado donde opera el Consejo Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), van desde jóvenes de 20 o 21 años hasta personas que ya tienen el cabello cano. En lo que también se parecen es en los ataques. Las agresiones contra la CRAC-PC de Cacahuatepec son parecidas a las que han sufrido otras corporaciones indígenas y campesinas de seguridad y justicia: el gobierno estatal y federal usa a integrantes de la delincuencia organizada para amedrentarlos, desaparecerlos, matarlos, según denunciaron en la asamblea.
Aunque la población indígena ha disminuido, derivado precisamente de la violencia y la falta de oportunidades de mejorar la vida, aún hay algunas zonas de los bienes comunales, como en Apalani, donde se habla el mexicano, por lo que se puede aplicar la Ley 701, que prevé la organización de cuerpos de seguridad emanados de las asambleas indígenas, como la Policía Comunitaria, que ha lleva a cabo una campaña permanente y efectiva contra la delincuencia. El resultado es que “la maña” –como se le dice en Acapulco a la delincuencia organizada– fue expulsada de la zona y los delitos que se cometen no involucran armas de fuego.
La visión es muy distinta a la del sistema de justicia federal y estatal. Las personas que se someten a reeducación son integradas al trabajo en la comunidad. Lo mismo pueden estar barriendo una calle que desyerbando en el panteón local. El enfoque es que el infractor reflexione sobre su papel en la comunidad, cómo la afecta con su comportamiento, cómo afecta a su familia. Acá no hay cárcel, no hay castigos corporales, tortura, abogados, burocracia, pero sí disciplina. En Cacahuatepec, lo que buscan es que el reeducado regrese a sus actividades. Por eso se les dan pláticas de alcoholismo y drogadicción, participan en actividades culturales, reciben consejos de los agentes comunitarios mayores, los de mayor experiencia, para que puedan enmendarse y volver a la vida productiva.
También se dio una lista de los pueblos que han pedido que la Comunitaria vigile su territorio, lo que habla de un crecimiento sostenido, producto de los logros, como pacificar la zona, lo que ha convertido a los Bienes Comunales de Cacahuatepec, en palabras de Marco Antonio Suástegui Muñoz, dirigente del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa La Parota (Cecop), como “la más segura de México”, y eso que está ubicada a una hora del puerto más violento del país.
En declaraciones recientes, el gobernador Héctor Astudillo Flores aceptó que uno de los problemas para disminuir la violencia es que no se han podido limpiar de corrupción las policías municipales. La Policía Comunitaria de Cacahuatepec demuestra que cuando las autoridades emanan de los pueblos, hay paz.
Al terminar la asamblea, con una actitud tranquila, siguiendo a sus padres, Feliciano Jacinto se va a su casa.
Fuente: http://liberacionguerrero.net/la-reeducacion-comunitaria-una-alternativa-en-el-municipio-mas-violento-de-mexico/
Fotografía: liberacionguerrero