Por: Luis Bonilla-Molina. Facebook. 14/08/2017
¿Que significa enseñar a aprender?
A quienes piensan que es fundamentalmente dialogar diluyendo el papel de maestro.Enseñar a pensar es eso, pero implica procesos y dinámicas que hacen que sea, mucho mas que eso.
Primero, aprender a enseñar demanda un proceso de muy buena apropiación del conocimiento disciplinar de base, no como saber cerrado en si mismo, sino como punto de partida, como apertura del saber; se trata en consecuencia de enamorar de seducir a los estudiantes con las enormes posibilidades de comprensión de su mundo que se le abren con aquello en lo cual el educador, el maestro, el profesor, les está iniciando. En consecuencia, el docente debe, no sólo estar muy bien formado y actualizado respecto a lo que va enseñar, a aperturar en la cognición del estudiante, sino que debe aprender a trasmitirlo en la lógica comunicacional del siglo XXI (síntesis discursiva, alternativas de desarrollo de narrativas que amplíen esta síntesis, palabra asociada a consecuencias como compromiso ético, imágenes que representen el presente en dialogo con la historia y el futuro).
Segundo, enseñar a aprender significa resignificar el debate, auspiciar la duda, incentivar la disidencia razonada. Implica cultivar no el diálogo como palabrerio sino como camino a la sustentación de una posición propia fundamentada en el saber existente, el análisis, la exploración propia y la utilidad de ese saber para el vivir, el convivir y el trabajar juntos. Eso demanda un maestro que este constantemente aprendiendo, no solo en la letanía de postgrados, sino en el saber emergente en tiempo real, ese que luego legitimara en algún estudio de postgraduado pero que no emerge de postgrado llenos de moho académico; implica un docente que esta en permanente cuestionamiento de su propio saber y en esa búsqueda transparentada emociona al estudiante y lo invita a recorrer esa senda inquietante del aprendizaje.
Tercero, implica construir una mirada transdisciplinaria solo posible con el adecuado manejo de las disciplinas; pero lo transdiciplinar es solo un nombre bonito si no se articula alrededor de la comprensión y/o solución de un problema de la vida real, de la cotidianidad, del entorno. Ello implica que el/la maestra(o), el profesor(a) trabaja problemas desde los saberes no como recetas sino como caminos abiertos que incentiven a los estudiantes a buscar su propia solución.
Cuarto, es urgente procurar el retornar de la construcción de una relación no dependiente ni represiva entre docente y alumno, fundamentada en la autoridad de ser el maestro un eterno e insaciable buscador de conocimiento, que haga posible que el alumno regrese cada cierto tiempo a el, no como una condena edipica sino como un referente en el plano de explorador de conocimientos. Es urgente, en términos sociales recuperar el binomio maestro/discípulo desde una perspectiva liberadora.
Quinto, es urgente vincular lo cotidiano a la innovación de punta en lo tecnológico. Pero ello no depende simplemente de la dotación escolar sino del hecho que el/la maestro(a) este en la vanguardia del manejo tecnológico. La maestra, el profesor debe tener una actitud ante el conocimiento más novedoso que lo haga parecer tan joven como el más joven de sus estudiantes. Ello exige mentalidad de apertura en las maestras y profesores respecto a las generaciones de punta tecnológica. Eso enamora al estudiante, dota de estatus contemporáneo a la enseñanza y seduce en la búsqueda de nuevas fronteras. No significa abandonar la tradición sino fusionar tradición con innovación. No basta impulsar huertos escolares sino le incorporamos manejo de robótica y tecnologías emergentes de fácil acceso; no podemos parecer el pasado, el maestro tiene que representar el presente con una mirada hacia el futuro y la conciencia en la historia. El maestro(a) debe saber jugar fútbol o voleibol, pero también vídeo juegos y ser capaz de analizar de manera critica con sus estudiantes, la canción más popular del momento.
Sexto, dejemos a un lado la obsesión por lo curricular; el currículo es uno de los componentes de las pedagogías. recuperemos la centralidad pedagógica que posibilita estudiar no solo el ordenamiento de contenidos sino también lo más peligroso el currículo oculto de la sociedad de clases. La obsesión por el currículo es solo obsesión por controlar lo que se enseña y aprende que no necesariamente es un ejercicio de liberación humna. Demos la importancia real que tiene el currículo dentro de una perspectiva pedagógica integradora.
Séptimo, es urgente aprender a conversar, a dialogar, a escuchar y hablar en el aula para construir juntos sentidos al conocimiento. Pero la palabra tiene que ser viva, cuestionadora, no castradora, incentivando el dialogo que parte en búsqueda de lo nuevo pero que tiene un punto de referencia clave en lo que se aprende en el aula, no para atar, sino para volver a el cada cierto tiempo cuando las incertidumbres agobien.
Octavo, el maestro del siglo XXI debe tener capacidad para saber aprender todos los días, al tener claridad sobre la movilidad permanente del saber, tiene que ser un indagador que ilumina pero que se deja acompañar por sus estudiantes en la búsqueda de sus propias respuestas. No se trata de que nadie enseña a nadie, al contrario el maestro enseña métodos para aprender cuando muestra ante sus alumnos como aprende y se actualiza el mismo.
Estos son solo algunos elementos del esfuerzo por comprender y construir caminos para un ejercicio de la profesión docente que enseñe a aprender; seguiremos reflexionando al respecto.
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Fotografía: maestroviejo