Por: Raúl Prada Alcoreza. 21/12/2024
Se puede decir que del siglo XVIII al siglo XIX pasamos de la acumulación originaria de capital, que dura como tres siglos, a la acumulación ampliada del capital, es decir, a la revolución industrial, cuando, según Karl Marx, se da lugar al modo de producción propiamente capitalista,que produce con medios de producción generados por la revolución industrial, técnicamente, propiamente, capitalistas. Cuándo cambia la composición orgánica del capital haciéndose más densa, más importante, la parte que corresponde a la composición del capital fijo, volviéndose menos preponderante, relativamente disminuida, la proporción que corresponde el capital variable. Refiriéndose a este cambio Marx observa que se produce también una revolución productiva, una disminución del tiempo socialmente necesario para reponer el salario, dándose lugar a un aumento de la plusvalía relativa, de la tasa de explotación. Cuando el capitalismo responde a la demanda de la disminución de las horas de trabajo con la conformación de las condiciones de posibilidad más productivas, a partir de la introducción de las máquinas. Interpretando esta situación Marx analiza y observa lo que enuncia como la tendencia a la disminución de la tasa de ganancia, debido a la mayor densidad del capital fijo, del capital constante, del capital muerto, respecto al capital variable, es decir, al capital vivo.
El contexto del sistema mundo capitalista ha cambiado con la revolución industrial; se puede hablar de un proletariado no solamente formado sino consolidado y organizado en sindicatos, en lucha por sus propias demandas y reivindicaciones. Incluso cuando deja de ser conciencia en sí para llegar a ser conciencia para así, de acuerdo a la interpretación hegeliana de la lucha de clases. Se trata no solamente del contexto histórico y político de la formación de los Estados nación, de las luchas por las independencias nacionales, que tienen un carisma nacionalista, sino también y, sobre todo, porque se desatan las luchas sociales, que apuntan a la revolución socialista.
En este contexto se da la Comuna de París, cuando la Comuna deja claro que se lucha por la autonomía social y política, que se lucha contra el capital y la burguesía, que se lucha contra el Estado, que se lucha por el socialismo, por un socialismo autónomo, por el autogobierno y la autogestión. Alrededor de la mitad del siglo XIX se desatan una combinación de luchas sociales y nacionalistas, que buscan liberarse de las monarquías absolutas, de los imperios, que buscan constituir Estados nación independientes, que buscan conformar la República moderna.
Frente a la avalancha social y política, los Estados antiguos, las monarquías absolutas y los imperios responden también con una modernización conservadora. Se dan lugar reformas estatales, que buscan, a la vez, mantener el control por parte de las noblezas, también las oligarquías, y a la vez ceder a reivindicaciones y concepciones de carácter nacionalista, a proyectos republicanos, incluso, en algunos casos, de reformas sociales. Estas reformas conservadoras adquieren un carácter singular, dependiendo del contexto nacional en el que se dan estas revueltas sociales y políticas, las respuestas no dejan de ser conservadoras y estatales. Frente a la revolución de 1848 Otto Eduard Leopold von Bismarck-Schönhausen responde, después de cañonear a las barricadas con una reforma estatal, que incorpora reivindicaciones nacionalistas y sociales. Mientras esto ocurre en Alemania en el Oriente Lejano el emperador Meiji opta por reformas modernizadoras buscando la industrialización del Japón, para afrontar el avance de lo que se viene en llamar la acometida occidental, tanto comercial, industrial como militar. La era Meiji, 23 de octubre de 1868 – 30 de julio de 1912, dura menos de medio siglo. Durante este período, Japón comenzó su modernización y occidentalización, estableciéndose como potencia industrial. Se emprenden reformas políticas e institucionales que buscan adecuar la sociedad japonesa a la modernidad. También en Rusia se dan lugar de reformas modernizadoras, que tienen que ver con la suspensión de la servidumbre, que afecta a la nobleza, sin embargo, fortalecen al Zar en un proyecto modernizador autoritario. El Zar Alejandro II liberó a los siervos, sin embargo, los campesinos tuvieron que pagar por su libertad, en cuotas dilatadas en medio siglo. Podemos continuar con una lista, pero la dejaremos ahí, para sólo mostrar el contraste en los procesos de modernización, que se dan, por un lado, de manera republicana, con Estados nación modernos, repúblicas, y se dan, por otro lado, mediante reformas conservadoras, que preservan la estructura y organización del poder dominante, las monarquías absolutas y los imperios.
No olvidemos al respecto que la respuesta de la monarquía británica fue también la de una reforma conservadora, dando lugar a una monarquía constitucional. Sin embargo, estas reformas que se dieron después de la revolución política y religiosa protestante, dirigida por Oliver Cromwell, reformas que demandaba la burguesía. La nobleza logró conservar el poder de los lores en el Senado, en tanto que entregaba a la burguesía la Cámara de los Comunes. La monarquía constitucional pactada es la que acompañó políticamente e institucionalmente a la revolución industrial británica. Es de este modo que arranca la revolución industrial en la isla de Gran Bretaña.
Después de la ejecución del rey, el 30 de enero de 1649, se instauró parcialmente la república, denominada Mancomunidad de Inglaterra. Se conformó un Consejo de Estado para para administrar el país, del que formaba parte Oliver Cromwell. El ejercicio del poder radicaba en el ejército. Desde mediados de 1649 hasta 1651, Cromwell estuvo ausente en campaña, con el Rey depuesto, las distintas facciones del Parlamento se encontraron inmersas en disputas internas. Cuando volvió Cromwell de la campaña buscó que los miembros del Parlamento establecieran la fecha de las siguientes elecciones, uniendo a los tres reinos bajo una sola política y poniendo en marcha una iglesia nacional tolerante. Sin embargo, el «Parlamento Rabadilla», Rump Parliament, no consiguió resolver varios problemas pendientes, políticos, institucionales y religiosos. Constatando el fracaso Cromwell acabó disolviendo el Parlamento en 1653. Es el año cuando Cromwell se proclamó Lord Protector. Cromwell continuó en el gobierno hasta su muerte en 1658, cuando fue sucedido por su hijo Richard Cromwell. El nuevo Lord Protector demostró poco interés en gobernar, pronto abdicó, dando lugar al breve restablecimiento de la Mancomunidad. En este corto tiempo se desató el malestar social, además del desacuerdo militar, dándose el ambiente para la restauración. La restauración tuvo lugar en 1660, cuando el hijo de Carlos I, Carlos II, fue declarado rey. La monarquía retornada consideró que el establecimiento de la Mancomunidad y el Protectorado fue ilegal. Carlos II fue reconocido como el rey de iure desde la muerte de su padre en 1649[1].
La transición final a una monarquía constitucional se efectuó durante el reinado de la sucesora de Guillermo IV, la reina Victoria del Reino Unido, Alexandrina Victoria. Como mujer Victoria no podía gobernar Hanover; por esto la unión personal del Reino Unido y Hanover había llegado a su fin. La era victoriana fue importante en la historia de Gan Bretaña, se caracterizó por cambios culturales, acompañados por la revolución industrial, así como por el establecimiento del Reino Unido como imperio mundial. En reconocimiento al poder británico sobre la India, Victoria fue declarada emperatriz en 1876[2].
Con independencia de los Estados Unidos de Norteamérica se da lugar a la primera República moderna, al primer Estado nación moderno, con características propiamente liberales. En contraste con lo que ocurría en Gran Bretaña en Estados Unidos de Norteamérica se ingresa a la revolución industrial contando con una estructura política liberal, con perfil republicano que, además, tuvo que resolver el problema político de la composición y combinación institucional de la centralización y la descentralización, combinadas en el Estado federal.
Hacia el sur del continente de América se dan también Estados nación con características republicanas y con constituciones liberales. Sin embargo, las composiciones políticas y sociales son diferentes a lo que ocurre en Norteamérica. Como dijimos en otro ensayo, en Norte América prácticamente se extermina a las naciones y pueblos indígenas, dando lugar a una gigantesca desposesión y a un abrumador despojamiento de los territorios indígenas, en pleno desenvolvimiento de la República y del Estado liberal. Esta es la primera contradicción con la que nace la República de los Estados Unidos de Norte América. La segunda contradicción tiene que ver con la preservación de la esclavización de la población afrodescendiente. ¿Cómo puede haber una república, un Estado moderno, un Estado liberal, en un continente que ha sido poblado por naciones y puebos indígenas? ¿Cómo puede darse una república, un Estado moderno, y una constitución liberal manteniendo la esclavización? La primera contradicción no se resuelve, queda en el crimen, en el genocidio y en el etnocidio hendidos en la historia política como marcas culpables de Caín. En consecuencia, sólo hay constitucionalmente una república, empero una república moderna no puede sostenerse en el genocidio inicial y en el crimen de las naciones y pueblos indígenas. Entonces, este problema no se ha solucionado hasta ahora. La segunda contradicción se resuelve con la guerra de secesión y la victoria del Norte antiesclavista contra el sur esclavista.
Por otra parte, la independencia de los trece Estados de la Unión, que se constituyen en una república, en un Estado moderno, con características federales, tiene inherente otra contradicción, que tiene que ver con el imperialismo. De manera inmediata, esta República moderna contiene el germen imperialista, sólo que dado de otro modo, a diferencia de los imperialismos europeos. Mientras éstos se muestran de manera descarnada como totales, como imperialismos patentes, como geopolíticas imperialistas, devenidos de una larga conformación de proyectos de expansión y dominación, conformándose imperios multinacionales y multiculturales, en el caso de los Estados Unidos de Norteamérica se presenta el imperialismo de manera paradójica, pues proclama que está contra los imperialismos, contra los imperialismos europeos. Esto lo deja claro la Doctrina Monroe. La Doctrina Monroe establece que Estados Unidos de Norteamérica no acepta la intervención europea en el hemisferio occidental, en el continente americano. Fue promulgada por el quinto presidente de los Estados Unidos, James Monroe, en un mensaje al Congreso en diciembre de 1823. Sin embargo, el imperialismo queda para ejercerlo, en principio, dentro del continente mediante una constante expansión hacia el oeste y hacia el sur, contra las naciones y pueblos indígenas, a los que se extermina; después, contra los territorios del Estado nación mexicano; posteriormente la expansión va a continuar en el Caribe, desatando la guerra contra España, buscando expropiarla de sus últimas colonias caribeñas. Una vez consolidado este imperialismo, que no se llama a sí mismo imperialismo, sino se concibe como un proyecto “liberador” respecto de los imperialismos europeos, la expansión imperialista norteamericana se va a desplegar en todo el mundo, en todos los continentes y océanos.
Entonces, tenemos tres contradicciones; la contradicción inicial, que consiste en el crimen y el genocidio de las naciones y pueblos indígenas; la contradicción del esclavización y la contradicción imperialista. La segunda contradicción no se resuelve, sino de una manera diferida, alargada, en una constante pugna contra el racismo dado en los comportamientos de la población, que se considera blanca, sobre todo en el sur. A pesar de los avances democráticos en relación a los derechos de los afrodescendientes el problema racista no se ha resuelto hasta ahora. Inclusive se ha complicado con la presencia, desde antes del independencia norteamericana, de poblaciones que los norteamericanos, la burocracia norteamericana, llama hispanos o latinos. También hay que mencionar la migración asiática que, en principio, fue importante con la llegada de la población china, que vino a trabajar en la construcción de los ferrocarriles, a la que tampoco se les reconoció sus derechos, a pesar de encontrarse en una república moderna, bajo el marco de una constitución liberal. En la actualidad es conocido el problema y los desafíos de las nuevas migraciones que se dan hacia Estados Unidos de Norteamérica. La respuesta de los gobiernos, las administraciones de los Estados Unidos de Norteamérica, es represiva; ahora se proyecta como una guerra total contra los migrantes. Esto es una paradoja porque Estados Unidos de Norteamérica está conformada precisamente por poblaciones migrantes. Esta sería una cuarta contradicción, que tampoco no es resuelta hasta ahora.
No se puede desenvolver una república con contradicciones, contenidas en su seno, durante de un largo tiempo. Las contradicciones que no se resuelven estallan y termina hundiendo a la estructura de poder, a la organización política y social en las que se asienta la ilusión de una república y de una Constitución liberal, en un continente que fue indígena, que lo sigue siendo en parte hacia el norte, en Canadá, con la presencia reconocida de pueblos indígenas. Que sigue siendo hacia el sur, con la presencia más densa de poblaciones indígenas y con la densidad demográfica de los mestizajes. Aunque en la República de Argentina, sobre todo en sus inicios, se ha querido imitar el exterminio de las naciones y pueblos indígenas de Norteamérica con la “Campaña del desierto”. En gran parte el exterminio de las naciones y pueblos indígenas ha ocurrido. Sin embargo la resistencia de la nación y pueblos mapuches ha podido preservar su descendencia en los territorios del sur de la Argentina. Esto ocurre con mayor intensidad en la República de Chile, donde se ha dado categóricamente la victoria de la nación y pueblos mapuches en la guerra contra los españoles. Tanto en Chile como en Argentina no se puede negar la presencia importante del mestizaje; en Argentina con las poblaciones gauchas, en Chile con un claro perfil del mestizaje en la mayor parte de su población, además de una presencia también significativa criolla.
Como hemos dicho, se puede decir que la acumulación ampliada del capital corresponde a la revolución industrial, cuando se ingresa a los ciclos del capital. Hablamos de los ciclos cortos y los ciclos medianos de capital, que cambian constantemente sus propias condiciones de producción, dando lugar a una transformación de los medios de producción. No solamente producen medios de producción, sino se producen medios de producción de medios de producción. De esta manera la revolución industrial se convierte en permanente. Sabemos que después vienen las revoluciones tecnológicas, científica y cibernética, además de las revoluciones comunicacionales, pero esto se da en otro contexto, el nuestro, en el actual, el reciente.
Los estados nación no solamente se forman y se consolidan, sino se producen en ellos mismos desplazamientos en sus composiciones, en principio, imperceptibles, para después ser perceptibles. Se producen desplazamientos y transformaciones en la misma composición de las sociedades, incluso en la misma composición de la burguesía. En relación a la acumulación originaria de capital hemos hablado de la burguesía comercial, no solamente a escala local, nacional y regional, sino también a escala mundial. En el caso de la acumulación amplia de capital, tenemos que hablar de la burguesía industrial, que ya es hegemónica, que también se da a escala nacional, a escala regional y a escala mundial. En estas condiciones se dan desplazamientos y transformaciones en las estructuras y composiciones económicas, tanto a nivel local, a nivel nacional, a nivel regional y a nivel mundial. Es cuando, acudiendo a una perspectiva panorámica, se da lugar un gran crecimiento económico en el mundo y un desarrollo económico sostenido, tal como les gusta hablar a los economistas. Pasando por las crisis detectadas en los ciclos medianos del capitalismo. Esta bonanza económica pronto va encontrar sus propios límites, los encuentra en la gran recesión mundial de 1929, el gran crac. No hay que olvidar, que antes se desata la primera guerra mundial, la recesión mundial acaece en medio de las entreguerras, primera y segunda guerras mundiales.
Se ha hablado con respecto a la primera guerra mundial como una guerra imperialista por el reparto del mundo y de los mercados del mundo, también por el reparto de las colonias, sobre todo las que se daban en el África. La potencia económica y militar de Alemania se enfrenta a las potencias económicas y militares ya constituidas, que son Gran Bretaña y Francia. Se incorpora a esta guerra la Rusia zarista, el imperio ruso, en alianza con Francia y Gran Bretaña, contra Alemania, Austria e Italia, además de declararse la guerra contra del imperio otomano, que es aliado del eje de Alemania, Austria e Italia. ¿Cómo interpretar esta primera guerra mundial?
Tenemos que decir que no solamente se dan desplazamientos y transformaciones en el crecimiento y desarrollo del sistema mundo capitalista, en las condiciones que se dan a lo largo del siglo XIX y comienzos del siglo XX, sino también se está asistiendo a una transformación estructural de la composición del sistema mundo capitalista, quizás también de la composición orgánica y técnica del capital. Nos referimos, en el ciclo largo del capitalismo, al paso de la dominancia del capital industrial a la dominancia del capital financiero, del paso de la dominancia de la burguesía industrial a la dominancia de la burguesía financiera. No nos olvidemos que varias veces hemos caracterizado a esta transformación del capital como relativa a la conformación de los imperialismos modernos, cuando el capital financiero se articula al Estado y despliega una geopolítica de dominación espacial a nivel mundial. Se puede hablar entonces de la primera guerra mundial como la primera crisis estructural orgánica manifiesta del capitalismo, a escala mundial, que pasa de, lo que podemos llamar figurativamente, la madurez industrial del capitalismo a la etapa senil del capitalismo, que corresponde al dominio del capital financiero. Sin embargo, estas transformaciones solamente son entonces iniciales, síntomas de las transformaciones mismas de la composición del capital y de la estructura del sistema mundo capitalista.
La segunda guerra mundial se desata como revancha de Alemania, una Alemania que opta por el totalitarismo ultraconservador y racista. En este caso ya no se trata solamente del reparto del mundo, del reparto de los mercados, tampoco del reparto de las colonias del África, sino se trata del dominio continental europeo y asiático. Se trata de un proyecto ultra-imperial, que va más allá de los propios imperialismo. Un proyecto geopolítico de Alemania sobre el mundo. Aliado de Alemania está el imperio japonés, que también tiene un proyecto parcialmente ultra-imperialista, que corresponde al dominio de Japón sobre el Asia. En principio, Italia es aliada de Alemania, con un proyecto parecido, que corresponde al fascismo italiano. Se trata de un proyecto más nacionalista que ultra-imperialista, pues Italia no está en condiciones de semejante proyección, para decirlo en términos económicos, por su rezago económico. Su incursión imperialista y colonialista tardía en Etiopía resultó un fracaso y en derrota militar, a pesar de su imposición posterior, mientras dura la segunda guerra mundial. ¿Cómo interpretar la segunda guerra mundial?
Ciertamente corresponde a una continuidad y extensión de la crisis de la primera guerra mundial, que implica la transformación de la composición orgánica del capital y la transformación de la composición y estructura del sistema mundo capitalista, el paso a la dominancia del capital financiero, en condiciones de una inclinación compulsiva por la solución geopolítica. Considerando las características mismas del alcance de la conflagración bélica, teniendo en cuenta las nuevas consideraciones sobre las nuevas características en la segunda guerra mundial, de manera clara y patente se busca el exterminio, no solamente del pueblo judío, sino también de otras minorías, como la de los gitanos, incluso cuando se ocupa territorios hacia el este, de contingentes de poblaciones eslavas, así como internamente se da lugar al exterminio de lo que consideran los “anormales” o retrasados mentales. Estamos ante un proyecto de exterminio demográfico y social. ¿Por qué las contradicciones del capitalismo llegan a semejante situación, a comportamientos delirantes de parte de estos proyectos ultra-imperialistas?
Alain Badiou se refirió al siglo XX como el siglo ultimatista, del todo o nada. Esa determinación ultimatista se dio como expresiones ideológicas totalitarias, tanto en su versión nacional socialista como en su versión estalinista, marcando también a las versiones totalitarias del imperio Nipón y a las versiones totalitarias de menor escala del fascismo italiano y del franquismo español. Al respecto, de la diferencia entre la primera y segunda guerra mundial, podemos decir que los proyectos geopolíticos del ultra-imperialismo buscan no el reparto, ni tampoco solamente el dominio, sino la dominación absoluta, aplastante y demoledora. Esto equivale al genocidio. ¿Por qué se llega a esta obsesión genocida en esta crisis del capitalismo y del sistema mundo capitalista, en su etapa crepuscular, de dominancia financiera?
Ya no se trata solamente del enemigo, sino del que hay que aniquilar. Se trata de guerras de aniquilamiento. Una versión extraña y barroca de la revolución industrial, de la dominancia del capitalismo financiero, de la geopolítica, del colonialismo tardío, que se propone el despojamiento, la desposesión y el exterminio, además de la esclavización, que se ha dado en las fábricas militarizadas.
Conocemos los resultados de la segunda guerra mundial; frente la geopolítica de exterminación de los ultra-imperialismos se opone la alianza de Gran Bretaña y Francia, involucradas desde el principio de la segunda guerra mundial, los Estados Unidos de Norteamérica, que ingresan a la guerra de manera abierta después del bombardeo de Pearl Harbor, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Es esta alianza la que vence en la segunda guerra mundial; se trata de las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial, que van a imponer un orden mundial. Frente al exterminio de la geopolítica de los ultra-imperialismos se opone y vence una alianza, por así decirlo, capitalista y socialista, por cierto, una alianza barroca, que todavía contiene proyectos para toda la humanidad, tanto del lado liberal como del lado socialista. En contraste con los otros proyectos que sólo son proyectos abiertamente supremacistas y descarnadamente de exterminio.
La revolución industrial, la revolución administrativa, la revolución de la división del trabajo y del especialización pasa a la hegemonía estadounidense del ciclo largo del capitalismo vigente. Después se dan lugar las llamadas revoluciones tecnológicas, científicas, cibernética y comunicacionales. La potencia industrial de los Estados Unidos de Norteamérica y la potencia de la organización social y militar de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas vencen a lo que llamó Wiston Churchill el mejor ejército del mundo, la Wehrmacht.
De la segunda guerra mundial emergen dos superpotencias, la superpotencia liberal de los Estados Unidos de Norteamérica y la superpotencia socialista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Con esto ingresamos a lo que podemos considerar nuestra contemporaneidad, nuestra actualidad, la que corresponde al acuerdo de las superpotencias vencedores de la guerra, a su jerarquía, sobre todo ingresamos, hasta la caída de la URSS, al mundo bipolar. Después de la caída del socialismo real de la Europa oriental se ingresa a un dominio unipolar, provisional y relativo, en un contexto geopolítico donde emergen bloques de potencias, sobretodo emerge la hiperpotencia de la República Popular de China.
¿Qué es la acumulación ampliada de capital?
La acumulación ampliada del capital es la revolución industrial, es la constante transformación de las condiciones iniciales de producción. En términos concretos, se da una revolución productiva permanente, en términos abstractos, se habla de la valorización del valor en el sentido ampliado. No hay que olvidar lo que dijimos, que puede entenderse esto como una dialéctica entre la acumulación originaria del capital, que en términos cabales es despojamiento y desposesión, colonización y esclavización generalizadas, y la acumulación ampliada de capital, que en términos históricos y económicos es revolución industrial, transformación de las condiciones de producción, una revolución productiva permanente. La acumulación originaria de capital no desaparece, sino se convierte en el substrato de la acumulación ampliada de capital.
El ciclo largo del capitalismo supone una etapa comercial, donde domina el capital comercial, una etapa industrial, donde domina el capital industrial, y una etapa financiera, donde domina el capital financiero. Desde esta perspectiva hay que hablar también de la acumulación financiera del capital, que hemos llamado, en otros escritos y exposiciones, acumulación especulativa del capital. En consecuencia, hay tres formas de acumulación de capital, la acumulación originaria de capital, la acumulación ampliada de capital y la acumulación especulativa de capital. Se puede decir que también se da una dialéctica del capital o que continúa la dialéctica del capital en la fase dominante financiera del ciclo del capitalismo. En este caso, la acumulación originaria de capital y la acumulación amplia de capital hacen de substrato de la acumulación especulativa del capital. Es decir, no desaparecen, sino que sostienen la acumulación especulativa del capital. En este sentido, se entienden los desplazamientos y cambios de composición del capital a lo largo del ciclo largo del capitalismo. También se comprende la complejidad de la crisis orgánica y estructural del capitalismo; hay crisis comercial, es decir de realización del capital en el mercado; hay crisis industrial del capital, es decir, cuando se da un vertiginoso cambio abrupto de tecnología, sin antes haber cumplido su ciclo técnico, todo esto por la competencia; por último, hay crisis financiera que corresponde a la administración de la crisis de sobreproducción, diferimiento de la crisis hecho en términos financieros. En consecuencia la crisis orgánica y estructural del capital se da en distintos planos y espesores de intensidad de lo que es la heurística capitalista, es decir, la maquinaria y el funcionamiento del capital.
La acumulación ampliada de capital no sólo es revolución industrial, sino que implica transformaciones estructurales e institucionales de la sociedad, así como transformaciones estructurales e institucionales en la cultura social. La acumulación ampliada del capital transforma los territorios, continuando expansivamente la desterritorialización. Se puede decir que construye el espacio nacional mediante redes articuladas de comunicación y transporte. Se trata de un espacio articulado e integrado, donde el Estado no solamente administra, sino que hace de síntesis operativa de todos estos procesos inherentes.
Historia mundial del capitalismo y los Estados naciones
Anteriormente, en otros ensayos y exposiciones, dijimos que el Estado y el capital, son las dos caras de la misma moneda, que el Estado y el capital son, cada uno, la otra cara de la misma medalla. En pocas palabras, podemos decir que no hay capital sin Estado y no hay Estado sin capital. Ciertamente estamos hablando del Estado nación moderno y del capital, en el sentido de la acumulación de capital, dada en el sistema mundo capitalista. De aquí se puede derivar que el Estado construye al mercado, así como el mercado sustenta al Estado. No se puede separar campo político de campo económico, ambos campos se encuentran articulados, son cada uno como el reverso del otro, usando la misma figura anterior de las dos caras de la misma medalla. Desde esta perspectiva no se puede oponer la política a la economía y la economía a la política, pues el desenvolvimiento de ambas fortalece, por si decirlo, a ambas. Claro que estamos hablando de la política, del sentido institucional de la política institucionalizada, de la política que ya se encuentra limitada institucionalmente por el Estado. Asimismo estamos hablando de la economía ya institucionalizada, de la economía organizada, de la economía del mercado, que hacen al mito de la nación en la geografía política del Estado nación.
Cuándo se habla de otra economía o una economía alternativa, cuando se habla de otra política o de una política alternativa, se está hablando de otro contexto, desde otro paradigma histórico, cultural, político y jurídico. En este caso puede uno hacer referencia a una anterioridad histórica, donde se daban lugar intercambios compuestos y operados por otros ámbitos de relaciones. Así mismo se habla de otro tipo de pactos, acuerdos y alianzas que se establecen sobre la base de las filiaciones y las confederaciones locales o regionales. Si este es el caso no se puede hablar estrictamente de política y tampoco de economía, tal como se hace desde la ciencia política y desde la ciencia económica, como si se tratara del mismo ámbito sociocultural relativo a la modernidad. El problema es que los intelectuales confunden ámbitos históricos y políticos diferentes. Esto no ayuda a esclarecer, al contrario opaca y niebla la posibilidad de una visibilización adecuada.
Pierre Rosanvallon, a propósito de la formación del Estado nación y el desarrollo de la sociedad de mercado, tomando en cuenta el caso de Francia, escribe:
“El Estado nación constituye una forma particular de invención del espacio por parte de la política. Se construye por la producción de un territorio, es decir, de un espacio de soberanía política homogéneo y claramente delimitado. Así, se distingue a la vez del imperio y de la Ciudades-Estado medievales (cuyo verdadero territorio es un espacio comercial y no un espacio político). Su homogeneidad se da primero a través del derecho: La unidad del territorio no es el producto de una geografía natural: Resulta ante todo de la uniformidad y de la validez de las normas jurídicas. Por otra parte, se conoce el papel motor desempeñado por los legistas reales en la formación del Estado. Por lo tanto, históricamente, las primeras instituciones estatales fueron cortes de justicia; el poder real empezó a afirmarse a partir del momento en que su justicia se volvió una justicia de apelación. Paralelamente a este encuadre jurídico del espacio, productor de territorio estatal, el Estado nación se construye geográficamente por medio de una política de reducción de los enclaves y de delimitación de las fronteras, que contribuyó a construir un interior en su diferencia con el exterior. Como lo ha señalado atinadamente Lucien Febvre: ‘Poco importa el marco, el margen. Lo que cuenta y lo que hay que considerar ante todo es el corazón. En otras palabras, el problema de las fronteras nunca es un afuera, una exterioridad: Hay que abordarlo desde el interior‘. Mientras que los límites en la Edad Media sólo tenían un sentido jurisdiccional impreciso (cf. la complicación inextricable de las cartas de todo tipo) y se concebían como espacios de separación, como zonas limítrofes bastante vagas, la frontera estatal, en cambio, cobra un sentido jurídico, político, militar y fiscal preciso. Al constituir un espacio territorial, afirma al Estado en su papel de organizador estratégico. Por otro lado, no es casual que las primeras administraciones (guerras, correos, vías de circulación, etc.) hayan tenido por función principal estructurar el espacio como medio de acción del Estado. El territorio deja así de ser solamente un soporte pasivo de la soberanía política, un marco geofísico de competencia; se convierte en un instrumento dinámico y activo de construcción del Estado como modo particular de relación política entre el espacio y la sociedad.”
“Así pues, el Estado prosigue el trabajo de desterritorialización de las relaciones feudales, operado por la ciudades, otorgando al mismo tiempo a este movimiento un nuevo sentido“. [3]
Rosanvallon dice que el Estado no se limita a la producción de un territorio político y jurídico homogéneo, también trata de territorializar, a su manera, a la propia sociedad, la concibe de alguna forma como su territorio profundo. Al respecto, es importante recordar la concepción cíclica, que supone la articulación de los planos de intensidad, de Gilles Deleuze y Félix Guattari, sobre el movimiento, desplazamiento y transformación de los conceptos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización. La territorialización corresponde a la memoria cultural, que marca los asentamientos y recorridos de manera consanguínea, es decir, por filiaciones y alianzas territoriales. La desterritorialización corresponde a la sobrecodificación de los códigos, establecidos por las comunidades, dando lugar a una plusvalía de código. De esta manera se homogeneiza el espacio complejo de las territorialidades comunitarias, imponiendo una concepción estatal del espacio, construido por el desconocimiento de las territorialidades concretas. Se da una segunda desterritorialización con la expansión e irradiación capitalista, que, en vez de volver a sobrecodificar, lo que hace es decodificar, deculturizar, poniendo en suspenso todo código, dando lugar al flujo flexible de los axiomas, se produce entonces la axiomatización, sobre las que operan y se mueven las relaciones capitalistas. La reterritorialización corresponde a un replegamiento hacia el interior del espacio estatal, dando lugar a un mapa institucional, a un imaginario religioso, que coloca en el centro al déspota, la encarnación del mito. La territorialización de la sociedad, de la que habla Rosanvallon, es pues esta reterritorialización institucional e ideológica realizada por parte del Estado.
Ahora bien, el caso francés no es el único caso de referencia, al observar los procesos históricos de articulación entre Estado y mercado, entre Estado y economía. Rosanvallon menciona otros, por ejemplo, el modelo italiano o alemán, donde la economía de mercado se ha edificado sin la ayuda del Estado. Donde, más bien, el mercado se ha desarrollado gracias a la debilidad y a la división de los espacios de soberanía política. El otro modelo es el inglés, que aparece como una combinación entre el modelo francés y el modelo italiano-alemán. En este caso, el desarrollo del mercado tiene que ver tanto con la participación estatal, así como con las iniciativas privadas. A diferencia del Estado francés el Estado inglés no es exactamente omnipresente, entonces se da lugar a cierta flexibilidad en un intervalo acotado institucionalmente.
En relación al análisis histórico político, económico y geográfico de Pierre Rosanvallon, en El capitalismo utópico, haciendo las observaciones correspondientes, debemos anotar lo siguiente:
El desarrollo del mercado y de la economía capitalista en el continente de Abya Yala conquistado, rebautizado como América, se da de otra manera, diferente a los modelos concebidos por Rosanvallon. El principal promotor del mercado y del comercio son las coronas, es decir, los imperios conquistadores, particularmente la Corona española, la Corona portuguesa y la Corona británica. Es decir, que la invención del espacio del mercado es impuesta y organizada por las administraciones coloniales de las coronas mencionadas. En este sentido, hay una emergencia del mercado y de la economía desde la genealogía colonial. Hablamos del comercio de minerales y de metales preciosos, también del comercio del azúcar, del café y del tabaco. En relación a estas “exportaciones”, si podemos hablar así, puesto que se trata de colonias, en complementariedad concurren las “importaciones”, si podemos hablar así, desde la Europa colonizadora hacia el nuevo continente. Estas “importaciones” consisten en textiles y manufacturas, además de armas, fuera del azogue, que se utiliza en la explotación minera. Los puntos nucleares de este comercio, que extiende sus redes hacia el interior, son los puertos. Como hemos dicho antes, no se trata exactamente de una extensión del comercio y la economía europeas, sino, más bien, de una invención del comercio y de la economía mundial a partir de las conquistas y colonizaciones. Se imponen sobre las territorialidades, los espesores territoriales de las comunidades, de las confederaciones y de las sociedades piramidales, las cartografías coloniales, en extensos espacios continentales de las territorios conquistados.
Quizás tendríamos que decir que el principal comercio de Europa, respecto del nuevo continente, fue el comercio de esclavos, la esclavización del África subsahariana, que artícula al continente africano al nacimiento del sistema mundo capitalista, trasladando contingentes humanos cosificados, más bien, nadificados, al centro fáctico de la naciente civilización moderna, que es precisamente el continente conquistado, abarcando los archipiélagos del Caribe en el Atlántico negro, a decir de Paul Gilroy. Este centramiento de la geopolítica colonial y capitalista naciente corresponde también a descentramientos en Europa, en primer lugar, respecto de los centros comerciales y económicos europeos, dando lugar a circuitos y recorridos marítimos mundiales, de un comercio y una economía a escala planetaria. Se crean nuevos dispositivos de administración de semejante economía y comercio, se conforman, dispositivos de poder y máquinas de guerra, de conquista, para garantizar el torrente de flujos desbordantes del comercio colonial y capitalista.
Cuando emergen los Estados nación independientes, después de la guerras de la independencia, supuestamente anticoloniales, se constituyen repúblicas constitucionales y liberales. Sin embargo, esto se lo hace sobre la base de la gran matriz colonial anterior, que desconoce de entrada a las sociedades, a las naciones y pueblos, a las civilizaciones y transcivilizaciones nativas, a las que prácticamente se extermina o, en su caso, el de las conformaciones sociales piramidales, se las subsume y subordina al orden de poder colonial. En otras palabras, emergen los Estados nación subalternos, salvo en el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, que se convierte en un Estado hegemónico, una república moderna, en pleno sentido de la palabra, bajo los códigos de la expansión, desposesión, despojamiento y conquista, dadas al interior del continente; todo a nombre del liberalismo. Pero el caso que nos ocupa no es exactamente éste, sino entender que se trata de otro modelo de la relación entre Estado y mercado, entre Estado y economía, entre campo político y campo económico.
En este caso, no se puede hablar ni de aproximaciones al modelo francés o al modelo italiano y alemán, tampoco en lo que respecta al modelo inglés, modelos que toca en sus análisis Rosanvallon. Como hemos dicho, se trata de otro paradigma, es el paradigma colonial, que corresponde, de manera inmediata, al nacimiento del sistema mundo capitalista, que no toma en cuenta Rosanvallon. El autor citado tiene una mirada eurocéntrica. Podría justificarse si se tratara de un estudio histórico anterior a la conquista y a la colonización del continente de Abya Yala. Sin embargo, no es así, pues los Estados europeos, incluyendo a las monarquías absolutas, se reorganizan sobre la base de los logros, los alcances e irradiaciones enriquecedoras de la conquista y la colonización. La colonización no es una problemática que sólo afecta al continente conquistado y al continente africano, sino que afecta también a Europa, siendo el subcontinente conquistador. Así mismo, por extensión, afecta al mundo entero, incluyendo, claro está, a la parte del continente euroasiático que es Asia. Es notorio que la problemática de la colonización afecta de manera diferente, en los distintos continentes y a las distintas poblaciones de los diferentes países, trayendo como consecuencia diferentes composiciones en la conformación de los Estados, en el contexto del sistema mundo capitalista.
¿Cómo puede comprenderse la relación entre Estado y mercado, entre Estado y economía, en la modernidad, sin tomar en cuenta la conquista y la colonización interminables del continente de Abya Yala, del continente del África y del mundo? No se puede, a no ser que solamente nos quedemos con un recorte de realidad sesgado, que impide, precisamente por sus límites, la comprensión, el entendimiento y el conocimiento de lo que acontece en el mundo. Vamos a volver a repetir lo que de manera intermitente lo decimos: No hay una historia nacional del capitalismo, tampoco hay un historia nacional de los Estados nación, hay una historia mundial del capitalismo y una historia mundial de los Estados nación. Estos se dan en la genealogía el sistema mundo moderno.
Notas
[1] Consultar Corona británica: Enciclopedia Libre: Wikipedia.
[2] Ibídem.
[3] Pierre Rosanvallon: El capitalismo utópico. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires 2006. Págs. 112-113.

Devolver los territorios a las naciones y pueblos indígenas
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Fotografía: Pradaraul