Por: Jorge Salazar García. 29/01/2018
Nadie puede saber con exactitud el resultado de la elección presidencial del próximo 1 de julio. Sin embargo, hay quienes utilizando las matemáticas (estadística, probabilidad, etc.) realizan estudios intentando pronosticar el desenlace final. Otros, menos técnicos, hacen sus apuestas guiándose por la información proporcionada en los medios masivos de comunicación e instituciones. Los políticos y empresarios ya andan tras su candidato buscando atrapar aunque sea sólo gotas de las mieles del poder. Los que ya están adentro harán cualquier cosa para mantenerse muy cerca de la colmena. Algunos, incluso, no dudarán en recurrir al crimen, si eso salva sus privilegios; tal como sucedió, por ejemplo, con los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, atribuibles a los Salinas (Carlos y Raúl, creadores del “nuevo PRI”). Ellos y el grupo Atlacomulco perfeccionaron el fraude, la traición y la violencia. Eso lo dejaron muy claro en 1988 cuando el PRI despojó a Cárdenas del triunfo e impuso a Carlos Salinas con el apoyo del PAN (Diego Fernández de Ceballos). El PRI no podía ganar limpiamente: lo supieron desde que millares de sus militantes, hartos del “dedazo y la corrupción”, renunciaron (Corriente Democrática de Cárdenas, Muñoz Ledo, etc), para sumarse al Frente Democrático Nacional y postularon a Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia. El fraude no se revirtió a pesar de las evidencias que el hijo del “Tata” y Manuel J. Cloutier, (candidato del PAN) presentaron. Al año siguiente, Cárdenas fundó al PRD y Cloutier muere en un extraño accidente.
Debido a que la ilegitimidad lastimaba el ego de mister Salinas, este busca el reconocimiento de la dirigencia del PAN y lo consigue. Con estos arreglos inician un amasiato (PRIAN) incestuoso y muy lucrativo para ambos: las pruebas del fraude son destruidas y el PAN recibe su primera gubernatura (B. California). En el año 2000 el PRI, teniendo los hilos del poder, negocia la presidencia con Fox. Después, este GATO con botas, obedeciendo a Salinas, arrebata a López Obrador (2006) su triunfo e impone a Calderón. Para Salinas y su grupo fue fácil seguir gobernando tras bambalinas: tuvieron a un disminuido mental (Fox) y a un alcohólico (Calderón) empedernido en los pinos. Al término de estas dos trágicas administraciones panistas, el priato regresa en la figura del Dorian Gray (Peña Nieto) de Salinas. El amasiato convertido en poligamia, al incluir al PRD, vuelven a legitimar otro fraude.
Afortunadamente, no todo esta escrito sin remedio. Existe algo en la Física llamado Entropía que también aplica en lo social y hay indicios de que funciona. De manera simplista se define como “la tendencia natural a la pérdida de orden en un sistema”. Y este, generalmente se define como un “conjunto ordenado de elementos interrelacionados y que interactúan entre sí”. Como el gobierno es un sistema; entonces también está sujeto a esa ley. Su desorden interno tiende a aumentar con el tiempo, de manera natural. Su deterioro es inevitable y conforme más energía se aplique para mantenerlo inalterable, más se acelera su descomposición. Lo único que se puede hacer (y lo hacen) es acompañar esa inercia natural con medidas políticas y militares (válvulas de escape) para evitar un colapso violento. Sirven a este fin el aumento salarial, asesinato de opositores, baja de impuestos, juzgar a políticos ladrones, sesión de cotos de poder, etc. A pesar de lo anterior el SISTEMA está a punto de reventar. Por eso, para permanecer, en cada elección tiene que incrementar la compra del voto, el saqueo y las alianzas con el crimen (organizado y desorganizado). Fatalmente para ellos, el proceso de descomposición no se detiene y terminará por derrumbarse. Es una ley universal.
La ley podría enunciarse así: “La cantidad de recursos (Cr) empleados para detener el cambio es directamente proporcional a la velocidad de propagación (Vp) de la metástasis en sus órganos e inversamente proporcional al tiempo (t) de existencia del sistema. Su expresión matemática sería:
Cr=Vp /t
Ahora mismo (2018) Salinas y el grupo Atlacomulco re tejen su red de trampas para exorcizar la posibilidad de cambios reales. Son muy detectables por donde pasan, siempre dejan olores sulforosos y de inmundicia. Este domina desde hace 30 años los puestos estratégicos en la economía, fuerzas de seguridad, Congreso, Poder Judicial y los monopolios de la comunicación. Son los responsables de la quiebra, inseguridad y el terror que vive México.
Mister Salinas sabe que la preferencia mayoritaria la tiene López Obrador por eso infiltra a MORENA, divide el voto (independientes) alimenta la guerra sucia, prepara el fraude y saca a su cancerbero (Diego Ceballos). El objetivo es que el peje no gane. Indudablemente, deben tener planes alternos; por ejemplo: unir a Meade con Anaya, formar un gobierno de coalición, dar un golpe de Estado, nombrar a un gobierno interino, suspender las elecciones en todo el país o sólo en regiones. Lo único seguro es que Salinas, gane quien gane, ya tiene asegurada su impunidad otra vez.
No obstante, la historia completa del proceso electoral no se ha escrito todavía; falta lo que usted decida hacer por el futuro de sus hijos y el de su Patria. Créalo, nunca podrán derrotar a quienes están dispuestos a luchar acompañando a la Naturaleza en su evolución. Ninguna fuerza por muy poderosa que sea puede detener el cambio por siempre.