Por: Raúl Prada Alcoreza. 26/11/2023
La banda de moebius para pensar la inmanencia social
La banda de Möbius o, dicho de otro modo, banda Moebius, corresponde a una superficie, única, continua, que cuenta con una sola cara, además de un solo borde. Tiene la propiedad matemática de ser un objeto no orientable. La banda de Moebius tiene la propiedad de ser una superficie reglada. Esta banda matemática o topológica es concebida por los matemáticos alemanes August Ferdinand Möbius y Johann Benedict Listing, en 1858. De todas maneras, haciendo remembranza, sus primeras representaciones pueden verse en el mosaico romano de comienzos del siglo III, hallado en una villa de Sentinum, Gliptoteca de Múnich, donde se representa al Dios Aion dentro de una banda de Möbius circular.
Se puede decir que la banda de Moebius posee las siguientes propiedades:
Corresponde a una superficie que solo posee una cara. Si se colorea la superficie de una banda de Möbius, comenzando por la “aparentemente” cara exterior, al final queda coloreada toda la cinta, en consecuencia, solo tiene una cara; no tiene sentido hablar de cara interior y cara exterior.
Tiene solo un borde. Se puede comprobar esto siguiendo el borde con un dedo, apreciando que se alcanza el punto de partida tras haber recorrido la totalidad del borde.
Es una superficie no orientable. Si se parte con una pareja de ejes perpendiculares orientados, al desplazarse paralelamente a lo largo de la banda, se llegará al punto de partida con la orientación invertida. Una persona que se deslizara “tumbada” sobre una banda de Möbius, mirando hacia la derecha, al recorrer una vuelta completa aparecerá mirando hacia la izquierda.
Si se corta una banda de Möbius a lo largo, se obtienen dos resultados diferentes, según dónde se efectúe el corte. Si el corte se realiza en la mitad exacta del ancho de la cinta, se obtiene una banda más larga pero con dos vueltas; y si a esta banda se la vuelve a cortar a lo largo por el centro de su ancho, se obtienen otras dos bandas entrelazadas. A medida que se van cortando a lo largo de cada una, se siguen obteniendo más bandas entrelazadas.
Crisis vilizatoria
Afuera y adentro
Hay que volver a pensar la relación entre el afuera y el adentro, también la relación entre la exterioridad y la interioridad. Es como una curva de Moebius, como el símbolo del infinito, no hay afuera ni adentro y, por lo tanto, tampoco hay exterioridad ni interioridad, sino que ambos, al final, son lo mismo. El afuera es inmanente en el adentro y el adentro trascienden en el afuera. Así mismo la exterioridad adquiere una composición subjetiva en la interioridad y la interioridad se exterioriza en prácticas y acciones, aunque también, de una manera estética, en la expresión artística, en la interpretación y en la narración.
De alguna manera sabemos que las las sociedades son diferentes en distintos periodos, también, y mucho más, en distintas etapas históricas. Esa fue y es todavía una manera de mirar o, mas bien, de narrar lo que ha ocurrido, lo que comúnmente se llama el pasado. Sin embargo, no se tiene suficiente conciencia de que no somos lo mismo, visto desde una manera subjetiva, exagerando, en cada coyuntura, no somos lo mismo en cada periodo, mucho más, en cada etapa histórica. Subjetivamente somos distintos, incluso podríamos decir que somos distintos en diferentes lugares, somos distintos en diferentes regiones, así como somos distintos en diferentes contextos.
Se da lugar al plegamiento de la fuerza en el adentro, de la exterioridad en la interioridad y, al mismo tiempo, se da lugar a la posibilidad del despliegue de la adentro en el afuera y de la interioridad en la exterioridad. La vivencia del afuera y de la exterioridad se convierte en experiencia, la experiencia se convierte memoria. Se puede decir que el substrato del sujeto se encuentra en la memoria, que se hace sujeto en la memoria, en la medida que usa la memoria para ser, para constituirse como tal, como sujeto.
En consecuencia, hablar de civilización en el presente no es lo mismo que hablar de civilización en un pasado, incluso en un pasado inmediato, exagerando un poco. Sabemos que civilización viene de ciudad y, de alguna manera, civilizado quuere decidir el que vive en la ciudad. Entonces, estamos hablando de sociedades urbanas o preponderantemente urbanas, cuyo centro administrativo llega a ser una metrópoli, que, antiguamente, puede haber combinado la administración pública con la iniciación religiosa y ceremonial.
Anteriormente hemos acordado, coincidiendo con Abdullah Öcalan, de que la civilización tiene como 5000 años, la sociedades y comunidades organizadas tienen como 15,000 años o más. Hablar de la humanidad es hablar de cientos de miles de años, una temporalidad más larga corresponde a la hominización. En cambio, para hablar de la humanización, la temporalidad es más corta, podemos remontarnos, en principio, al renacimiento. Incluso haciendo una arqueología del renacimiento, es decir, del humanismo, podemos remontarnos más atrás, por así decirlo a acontecimientos culturales y religiosos que abrían precedido al humanismo. El renacimiento es un acontecimiento estético y cultural, una actualización de la filosofía griega y del arte griego, así como también, en parte, de la arquitectura. Por ejemplo, el cristianismo primario, inicial, de las comunidades del desierto, que consisten en un desplazamiento crítico, por así decirlo, de la religión hebrea, da lugar, a lo que llaman Gilles Deleuze y Felix Guattari, a la internalización del rostro de Cristo, es decir, al acontecimiento de la rostridad; esto implica un plegamiento de subjetivación social en el campo religioso.
Civilización
La palabra civilización, así como la palabra civilization, proceden del término francés, surgido a principios de la Edad Moderna, siglo XVI, civilisé, civilizado), a su vez derivado del latín civilis, civil, relacionado con civis, ciudadano y civitas, ciudad.
En El proceso de la civilización de Norbert Elias, se describen las costumbres sociales, partiendo de la sociedad medieval hasta el período moderno temprano. En La filosofía de la civilización de Albert Schweitzer se exponen dos versiones, una, por así decirlo, materialista, y otra ética. El autor dice que la crisis mundial deriva de la suspensión de la idea ética de civilización. Se entiende por civilización «la suma total de todos los progresos realizados por el hombre en todas las esferas de acción y desde todos los puntos de vista, en la medida en que los progresos contribuyen al perfeccionamiento espiritual de los individuos como el progreso de todos los progresos».
Se puede decir que la concepción sobre «civismo» se desarrolla a mediados del siglo XVI. El sustantivo abstracto «civilización» significa «condición civilizada», este concepto surgió en la década de 1760. En 1757 Victor de Riqueti, marqués de Mirabeao, expuso este concepto. Adam Ferguson, en su Ensayo sobre la historia de la sociedad civil, escribió en 1767: «No sólo el individuo avanza de la infancia a la virilidad, sino la propia especie de la rudeza a la civilización». Desde esta perspectiva, civilización se opone a la barbarie. Adquiriendo el sentido de progreso durante el siglo de las luces.
En la arqueología del concepto, finales de 1700 y principios de 1800, durante la revolución francesa, «civilización» se utilizaba en singular, nunca en plural; significaba el progreso de la humanidad. El uso en plural, «civilizaciones», se dio lugar en el siglo XIX; se ha hecho de uso común a finales del siglo XX. Trayendo, a colación, la connotación de cultura. De esta manera, se entiende que, sólo en este sentido generalizado se puede hablar de una «civilización medieval», que desde la perspectiva de Elías habría sido un oxímoron.
Haciendo un recuento retrospectivo en los ciclos de larga duración, lo que compromete a las estructuras de larga duración, de las que hablaba Fernand Braudel, podemos preguntarnos: ¿qué había antes de los 5000 años de civilización? La respuesta no es fácil, requiere de más numerosas investigaciones, en todo el orbe donde se han dispersados los pueblos y las sociedades, donde han dejado sus huellas las comunidades. Empero dada la poca información que tenemos al respecto, en comparación de lo que se requiere, podemos lanzar hipótesis especulativas, que ayuden a la comprensión de esos contextos sociales, anteriores a las centralidad de las urbes, de las ciudades y de las metrópolis imperiales.
Podemos suponer que la vida social no se regía por estas centralidades, pues no estaban presentes, sino estaba basada principalmente en la agricultura, antes, quizás, como supone la antropología, en la caza y la recolección. Sin embargo, otros autores sugieren que, a partir de un determinado momento, se da una combinación entre agricultura, caza y recolección. Independientemente de estas circunstancias, de las composiciones habidas entre agricultura, caza y recolección, de cuándo comienza la agricultura, propiamente dicha, con el control de las semillas recolectadas, la configuración de estas sociedades radica en estas actividades de reproducción social, vinculadas a la territorialización, es decir a la codificación del territorio mediante relaciones consanguíneas, también alianzas territoriales, que se pueden entender también como alianzas de clanes.
Se puede suponer, en esas condiciones de posibilidad, que puede haberse dado el intercambio de productos y de bienes entre comunidades y sociedades. Las alianzas se establecían mediante lo que comúnmente se llama “matrimonios”, que corresponden a entrelazamientos exogámicos. Por los estudios antropológicos, en estas circunstancias sociales y de estructuras territoriales consanguíneas, se codifica, por así decirlo, la circulación de bienes, mediante la representación del don, correspondiente a la donación o, mejor dicho, usando el lenguaje de Jacques Derrida, del dar. En otras palabras, el acontecimiento, del que hablamos, integra lo que se viene llamar modernamente el campo económico, el campo social, el campo cultural, el campo de las representaciones, y el campo imaginario, por así decirlo. Dicho de otro modo, cuando ocurre algo, cuando acaece algo, que corresponde al acontecimiento social, este acontecimiento se da de manera integrada, integrando todos estos campos. No habría podido suceder nada socialmente sino de manera simultánea en estos campos integrados. El hecho tiene , por así decirlo, triple cara, es un hecho, a la vez, fáctico, a la vez, representativo, así como a la vez un hecho social.
¿Qué es lo que acontece cuando aparecen las urbes, la ciudades, las metrópolis? ¿Se da lugar un punto de inflexión? ¿Desde el cual el decurso social va a dar lugar a una bifurcación, que transforma la composición misma de las sociedades? Hipótesis: Cuando aparece la ciudad el intercambio se intensifica y adquiere extensidad. En esa concentración social, en la ciudad, que se vuelve urbe del intercambio, se da lugar al equivalente general, a la moneda, que mide, que evalúa y valoriza el intercambio. Por medio de la moneda, que servía de equivalente general, en un momento determinado, ya no se requiere tener bienes para intercambiar, sino tan sólo acumular monedas, mediante las cuales se puede acceder a todos los bienes, que se pueda y se quiera.
Sin embargo, no puede haberse dado la moneda, el equivalente general, de manera inductiva, como si se tratara de una acumulación cuantitativa, para dar un salto cualitativo; en la misma concepción dialéctica, se pasa de la cuantificación acumulativa que da el salto cualitativo a un fantasma, al fetiche moneda, que compra todo. Tiene que haber ocurrido algo más, tienen que haberse dado otras condiciones de posibilidad, añadidas, para que se dé lugar al equivalente general, a la moneda, al sello del rey, que garantiza el valor de la moneda y sus representatividad. Se puede decir que el oro, la plata, inclusive el cobre, eran los pesos y las materias de la garantía material del valor, inscrito en la moneda. Hay que tener en cuenta que no fueron las únicas monedas metálicas las del intercambio, las de la valorización y evaluación del valor de los bienes. Tiene que haber habido algo más que la materia metálica y su peso como garantía fáctica del valor, inscrito en la moneda. Sabemos que ese sello corresponde al Estado antiguo, es el sello del César, por así decirlo, del monarca, del rey, del déspota, del hijo divino del Sol, dueño de todos los territorios y las tierras. Por eso mismo los súbditos están obligados a pagar tributos por aposentar, usar las tierras pertenecientes al déspota. Desde esa perspectiva, el origen de la moneda no es exactamente el intercambio, aunque sea una de las condiciones de posibilidad, sino es, mas bien, el tributo, algo que corresponde al orden de las dominaciones, atañe al ejercicio del poder.
La bifurcación de la que hablamos corresponde al nacimiento del Estado, como máquina abstracta de poder, como síntesis adecuada de las dominaciones, aunque encarnada en el simbolismo corporal del déspota. Que la moneda, que sirve para el tributo, sirva, además, para el intercambio, mediante el equivalente general, es desde este punto de vista un anexo, incluso una complicidad, una concomitancia, entre poder e intercambio, realizada mediante el ejercicio del comercio.
Las religiones, ya se entiendan como culto o como sometimientos a Dios, incluso como código moral u otra aceptación, inventaron diosas, después dioses, para optar, en el desierto, por el único Dios, que exila al resto de los dioses. Lo sagrado es un espacio imaginario, pero también un ámbito institucional, las de las ceremonias, de los ritos y de los espectáculos dedicados a lo divino. En tanto imaginario, lo sagrado es representación, sobre todo narración, desde la teopoética, como dice Peter Sloterdijk. En tanto representación, en tanto gran narrativa, internaliza en la composición subjetiva, dando lugar a entramados contradictorios del sujeto y a conciencias culpables.
La religión viene a ser un sistema de dispositivos y tecnologías de subjetivación, es decir, diagrama de poder, que inducen comportamientos, hábitos, hasta convertirlos en hábitus. Todo combinado con hermenéuticas del sujeto, entre ellas el aislamiento, la ascesis, la abstinencia, el retiro, la meditación y la confesión.
La religión es parte de la compleja composición, que se denomina como civilización. Religión y Estado forman parte de esta composición, además, obviamente, de la matriz social, que es irrumpida por estos dispositivos de poder, por el Estado y la religión, cuyas repercusiones se dan en distintos campos y estratos, entre sus estratos, los subjetivos y corporales. Ciertamente, como hemos dicho, la centralidad de esta civilizaciones son las ciudades y las metrópolis, donde, además de servir de asentamientos del Estado, de los dispositivos del Estado, de los centros ceremoniales y cobijo de la arquitectura eclesiásticas, son espacios de comercio. A partir de un momento determinado, también de formación de élites, educadas para gobernar, administrar, difundir, propagar y guardar los secretos de la religión. No hay que olvidar, sobre todo en los grandes imperios, que el ejército también es un dispositivo primordial de poder, particularmente útil para la guerra, la conquista y la expansión.
Se puede decir que la civilización es el mundo, entonces, hablamos de la genealogía de la civilización, también de la genealogía del mundo. ¿En qué se distinguen ambos conceptos? Cuando hablamos del mundo hablamos desde el lenguaje filosófico, cuando hablamos de civilización lo hacemos desde lenguaje histórico, de la narrativa histórica. El concepto de civilización es teórico, pero su referente hace hincapié en una composición histórica, que tiene que ver con la ciudad, tiene que ver con el comercio, tiene que ver con el equivalente general, tiene que ver con el Estado y tiene que ver con el patriarcalismo. Cuando hablamos del mundo lo hacemos en el sentido de contexto, en el sentido también de totalidad, que puede adquirir características planetarias o universales. El mundo es mundo como exteriorización, vale decir como trascendencia. Entonces, hablamos de dos narrativas paralelas, quizás la más teórica es la que se refiere a mundo por su perspectiva filosófica. La filosofía supone pretensión de verdad, en tanto que, de alguna manera, el concepto de civilización pretende objetividad.
En las tesis sobre Feuerbach se decía que de lo que se trata no es de comprender el mundo, de entenderlo, de conocerlo, sino de transformarlo. Sabemos que esto no es suficiente, puesto que mundo es un concepto de exterioridad, sin embargo, se trata de la realidad efectiva, como sinónimo de complejidad. En este caso, se trata de liberarse del mundo, no de mantenerse en el mismo, tampoco sólo de transformarlo. En lo que respecta a la civilización, se trata de abolirla, de abolir sus genealogías, que son genealogías del poder y cartografías de la dominación. En ensayos y exposiciones anteriores decíamos que se trata de ocasionar el situarnos más acá y más allá de la civilización.
En consecuencia, la deconstrucción de la civilización es primordial como hermenéutica crítica. Esta deconstrucción es condición de posibilidad de la diseminación de las estructuras del poder, de los diagramas de dominación, de las cartografías políticas y de los mapas institucionales. De esta manera, desde la perspectiva de la crítica filosófica, podemos iniciar la salida del mundo, liberarnos del mundo, liberarnos del concepto del mundo y abrir la alternativa alterativa de otros mundos posibles, para decirlo de ese modo.
Crisis ecológica
Hemos venido hablando de crisis múltiple, considerando que la crisis ecológica contiene a las demás crisis, a la crisis civilizatoria, a la crisis capitalista, a la crisis del orden mundial de las dominaciones, a la crisis del Estado nación, a la crisis cultural, a la crisis ética, a la crisis de las subjetividades y de la constitución de sujetos. Que la crisis ecológica contenga las demás crisis no quiere decir que sea la primera, aunque si es la primordial, por que las demás crisis han repercutido en la ecológica. Se puede decir que la primera crisis estudiada ha sido la crisis el sistema mundo capitalista, con cierta antelación y cierta posterioridad también la crisis del Estado nación ha sido objeto de análisis. Posteriormente vinieron los análisis de las crisis culturales, para después hablar de la crisis civilizatoria, de una manera global. Los análisis de la crisis ecológica son recientes, sobre todo cuando se conoce esta crisis con el mote eufemístico de “cambio climático”, aunque, en realidad, se trata, desde la perspectiva planetaria, de una crisis ecológica, es decir, del Oikos.
Florent Marcellesi, coordinador de ecopolítica y miembro de la revista Ecología política, da una descripción cuantitativa de la crisis ecológica en su análisis titulado ¿Qué es la crisis ecológica? Dice que:
Entre la mitad y una tercera parte de la superficie terrestre ha sido ya transformada por la acción humana. Después, que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha incrementado más de un 30% desde el comienzo de la revolución industrial. Como tercera anotación dice que la acción humana fija más nitrógeno atmosférico que la combinación de las fuentes terrestres naturales. Como cuarta anotación establece que la humanidad utiliza más de la mitad de toda el agua dulce accesible en la superficie del planeta. Como quinta anotación dice que, aproximadamente una cuarta parte de las especies de aves del planeta ha sido extinguida por la acción humana. Por último establece que las dos terceras partes de los principales pesquerías marinas se hallan sobreexplotadas o agotadas.
Al respecto, en anteriores escritos y exposiciones, dijimos que la crisis ecológica se desata por la dominación de la civilización moderna, concretamente por la dominación del sistema mundo capitalista sobre la naturaleza; de manera más concreta e integral, tocando la nuez del asunto, se trata de la dominación civilizatoria sobre la vida. No hay que olvidar que también dijimos que la civilización moderna es el desenlace de las genealogías de las civilizaciones anteriores, por así decirlo. La contradicción entre civilización y naturaliza habría comenzado hace 5000 años.
El autor citado habla, en el ensayo mencionado, sobre qué es la crisis ecológica, nos presenta el triángulo de las crisis energéticas. Dice que los principales riesgos relacionados a la crisis energética se centran en torno a tres vértices: 1) Energía fósil, es decir, carbón, petróleo y gas; 2) energía nuclear; y 3) energía proveniente de la biomasa, es decir, leña y agrocombustibles.
Antes de entrar a tratar las energías concretas, de manera específica, hay que recordar que todo es energía, el Big Bang es una explosión fabulosa, descomunal y magnificamente desmesurada, además de demoledora, de energía superaltamente concentrada. Después, el universo se forma por la transformación misma de la energía, la transformación de la energía en materia, para decirlo de manera general. La materia es energía, entonces, asistimos al acontecimiento primordial de la energía y al acontecimiento primordial de la materia. Por otra parte hablamos de materia luminosa y materia oscura, hablamos de energía luminosa y de energía oscura, sabemos que el 95% es materia y energía oscura, en tanto que sólo el 5% es materia y energía luminosa. Esta ya es una medida de nuestro conocimiento escaso.
Ahora bien los humanos, como todos los seres orgánicos, nos alimentamos de aire, de agua, de energía solar, de plantas y, también, entre otras cosas, de carne cocida de animales y de peces. Así, también, usamos la energía corporal para realizar una serie de actividades, que tienen que ver con la reproducción social, recolección, caza, agricultura, así como minería, con el objeto del uso de metales, una vez fundidos. Efectuamos la invención y la construcción de armas de caza, después, convertidas en armas de guerra. A partir de un determinado momento, en las llamadas civilizaciones, se ha usado la energía corporal humana para explotarla en lo que se podría considerar trabajo, en el caso de descenlace bélico, de botín de guerra, como energía expropiada de los reducidos a esclavos, en el caso de relaciones de servidumbre como siervos. La dominación de los cuerpos forma parte precisamente de la estructuración de estas sociedades.
Se ha usado la energía del agua y la energía del viento para mover molinos, así como se ha usado la energía animal para mover arados, carros y otros aparatos de tracción animal, maquinaria rudimentarias. Se ha usado la fuerza humana para impulsar barcos a remo. Se ha usado energía del viento para mover barcos a vela, veleros, carabelas y bergantines. En cambio, durante la llamada revolución industrial las máquinas tecnológicas usaron la energía del vapor y después la energía fósil.
En la llamada primera revolución industrial, el carbón fue la fuente de energía usada para mover las nuevas máquinas de vapor. En cambio, durante la segunda revolución industrial, la electricidad y el petróleo sirvieron como insumos energéticos para efectos de los cambios e innovaciones tecnológicas en la industria. En esta mentada revolución industrial se dio lugar a la aplicación de la electricidad, alumbrado, transporte, al motor eléctrico, así como a nuevos procesos productivos, por ejemplo, la electroquímica y la electrometalurgia. La relevancia económica del petróleo está relacionada con dos trasformaciones tecnológicas, el motor de combustión interno y la elaboración de gasolina. En la tercera revolución industrial aparecieron, en las tecnologías de punta, el hidrógeno, las baterías recargables y otros procesos de almacenamiento de energía. En la cuarta revolución industrial se da lugar una transformación notoria en el ámbito energético, se trata del uso de las tecnologías no productoras de gases de efecto invernadero, hablamos de la eólica, la fotovoltaica, la solar térmica, la pequeña hidráulica, la biomasa, la geotérmica y la energía del mar.
En el texto citado Florent Marcellesi escribe:
“En este contexto, según Lipietz (2012), incluso podemos hablar hoy de una “segunda” crisis ecológica mundial, después de una primera, que sitúa durante la Gran Peste del siglo XIV. Al igual que la Gran Peste, la crisis ecológica actual tiene como origen un conflicto entre la Humanidad y la Naturaleza, a través de la relativa escasez de producción alimentaria y los peligros de su propio sistema energético para la población humana. Además, se transmite por los canales de la globalización económica y golpea civilizaciones muy diferentes aunque lo suficientemente parecidas como para poder producir y padecer efectos semejantes. Sin embargo, según el teórico francés, la crisis ecológica actual se diferencia profundamente de la crisis “exógena” de la Gran Peste (un microbio desconocido y devastador que ataca a sociedades debilitadas por un cambio climático de origen no antropogénico y la baja productividad agrícola), por ser el resultado de la dinámica social e histórica del propio modelo de desarrollo: el propio liberal-productivismo ha generado la tensión actual entre Humanidad y Naturaleza. De tal forma que la “segunda” crisis ecológica, esta vez “endógena”, se podría resumir de la forma siguiente:
[Es] la conjunción de dos nudos de crisis ecológicas, internas a la dinámica del modelo liberal-productivista: el “triángulo de las crisis energéticas” y el “cuadrado de los conflictos para el uso del suelo”, ellos mismos articulados sobre la crisis financiera, económica y social del modelo capitalista neoliberal que triunfa a nivel mundial desde principios de los años 1980. Este modelo liberal pesa mucho sobre la evolución de los dos nudos de las crisis ecológicas: incluso podemos decir que las engendra (Lipietz, 2012).”
En adelante, el autor citado por Macellesi, estudia, con mayor profundidad, estos dos nudos centrales de la crisis ecológica, con el objeto de entender mejor los retos a los que se enfrenta la humanidad, si quiere elegir la vía de la esperanza.
El triángulo de las crisis energéticas
“Los principales riesgos relacionados a la crisis energética se centran en torno a tres vértices: 1) Energía fósil (carbón, petróleo, gas), 2) energía nuclear y 3) energía proveniente de la biomasa (leña, agrocombustibles).”
“Como primer vértice del triángulo, encontramos los riesgos vinculados a las energías fósiles, que a su vez se dividen en dos vertientes: la capacidad de regeneración de estas energías (no renovables a escala humana) y la capacidad de asimilación de los residuos vinculados a su utilización. Asimismo, la humanidad se enfrenta al techo de los combustibles fósiles, que corresponde al punto de inflexión a partir del cual la extracción de una unidad de energía fósil por unidad de tiempo ya no puede incrementarse, por grande que sea la demanda. Coincide con el momento en que la extracción acumulada llega a la mitad de la cantidad total recuperable, y los esfuerzos humanos, técnicos y financieros pueden disminuir la tasa de declive, pero no invertir la tendencia a la baja de la extracción. Al mismo tiempo, la creciente incapacidad de ofertar más energía fósil se topa con una demanda en constante aumento, principalmente en los países llamados emergentes como China o la India, y con la especulación (Bermejo, 2008), lo que dispara el precio de la energía (y de otras materias primas). En concreto, esta tensión entre oferta (que depende de factores ecológicos y económicos) y demanda (que depende del modo de vida) al alza es paradigmática y altamente peligrosa para el modelo social y productivo actual. Esto es especialmente cierto en el caso del petróleo, puesto que la globalización económica se basa en un petróleo barato, abundante y de buena calidad. El despliegue del modelo de producción y consumo de masa y sus instituciones asociadas necesitan energía fósil al igual que el cuerpo humano necesita sangre. Por ejemplo: el complejo agroindustrial, basado en la maquinaria motorizada, la producción y consumo de abonos y fertilizantes, altos niveles de bombeo de agua, la manipulación industrial, la explotación intensiva de los suelos, la comercialización globalizada y el transporte de larga distancia hacia el lugar de consumo, nos da una buena idea de esta dependencia. Sin embargo al haber alcanzado el techo del petróleo (peak oil en inglés), esta era ha terminado: estamos entrando en la era del petróleo caro, escaso y de mala calidad. Esta nueva situación tiene repercusiones directas sobre el conjunto de la economía y sobre nuestros modelos de vida diarios. De hecho, la crisis financiera de 2008, que hoy ha desencadenado una ola de recesiones y planes de ajuste brutales, pone de relieve una relación directa entre crisis ecológicas y económicas. En este sentido, el economista estadounidense Jeremy Rifkin recuerda que la crisis de las subprimes, es decir el impago de las hipotecas en Estados Unidos, que luego se propagó a nivel mundial a través de los activos tóxicos, comenzó cuando el barril de petróleo en el verano 2008 alcanzó los 150 dólares y no en octubre cuando estalló la burbuja a la luz pública. Ese aumento de los precios hizo que subiera el precio de la gasolina y que en Estados Unidos mucha gente, principalmente las más empobrecidas e insolventes cuyo presupuesto familiar tiene dos partidas básicas en torno a la vivienda y al transporte, dejara de pagar la hipoteca (las subprimes) para mantener la tenencia de su coche privado (imprescindible en un sistema basado en su uso intensivo, por ejemplo para ir al trabajo y a su vez generar las rentas necesarias para sobrevivir).”
El problema ha venido ahondándose con la expansión e intensificación del modelo extractivista, inventándose e introduciendo nuevas tecnologías extractivistas. El investigador ecologista nos señala otra frontera extractivista, definida por tecnología del fracking:
“Por otro lado, apuntemos que para superar el techo de producción de los combustibles fósiles, existe una nueva frontera extractiva: la extracción del gas de pizarra a través del método llamado fracking o fracturación hidraúlica. Si bien el fracking ha permitido bajar el precio a corto y medio plazo del gas, es un nuevo espejismo altamente peligroso para el medio ambiente, el clima y la salud humana y que no afronta el mayor reto de la civilización industrial: rebajar el consumo energético dentro de los límites ecológicos del Planeta (para un análisis detallado del fracking, véase Marcellesi y Urresti, 2012).”
No solo se ha ahondado la problemática en cuestión, relativa al extractivismo, sino que las consecuencias globales se han convertido en catastróficas. Con relación a los efectos del paradigma energético en uso, que ha ocasionado lo que eufemísticamente se llama “cambio climático”, Marcellesi dice:
“En cuanto a los efectos del modelo energético sobre el cambio climático, hoy principal preocupación ambiental en las agendas políticas, existen claras evidencias de que crisis energética y crisis climática no son más que dos caras de la misma moneda. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (GIECC), “la principal causa del crecimiento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera desde la época preindustrial es el uso de combustibles fósiles” (2007, p2), que hoy se estima en torno a 75% (el resto se debe a la deforestación y al cambio de uso de suelos). A pesar de mejoras tecnológicas por unidad producida, el crecimiento demográfico y el actual modelo socioeconómico (basado en la acumulación material) provocan una presión insostenible sobre los ecosistemas. En este contexto, las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero sobrepasan la capacidad de autorregulación y asimilación por parte de los sumideros naturales (océanos, atmósfera), lo que está conduciendo a una situación peligrosa de no retorno. Para evitar tal caso que llevaría a sufrir cambios irreversibles e impredecibles, el GIECC recomienda que no haya aumento de más de 2 grados centígrados en 2100, en comparación con los niveles preindustriales, mientras que la muy institucional Agencia Internacional de la Energía pone 2017 como fecha límite para acotar el incremento de temperaturas. En caso contrario, ya sea el IPCC (2007) o el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2007) advierten de las mismas consecuencias ambientales y sociales. El cambio climático supondrá —y de hecho, ya supone— efectos en la agricultura y silvicultura (cambio de rendimientos según zonas frías o cálidas, aumento de plagas e insectos, etc.), en los recursos hídricos (extensión de las zonas afectadas por la sequía, empeoramiento de la calidad del agua, etc.), en la salud humana (tales como la mortalidad relacionada con el calor en Europa, aumento de enfermedades infecciosas, etc.) o en la industria, asentamientos humanos y sociedad (disminución de la calidad de vida de las personas en áreas cálidas sin vivienda apropiada) así como una mayor exposición a inundaciones costeras, unas condiciones climáticas extremas y un posible colapso de los ecosistemas.”
Hay otros vértices del triángulo de la crisis energética; son mencionados de la siguiente manera:
“Como segundo vértice del triángulo, encontramos la energía nuclear que tras la catástrofe de Fukushima —decenas de miles de personas evacuadas fuera del perímetro de seguridad, contaminación radiactiva hasta en Tokio, escándalos políticos y técnicos en torno a la gestión y a la seguridad de las centrales nucleares japonesas y del accidente post-tsunami, etc.— vuelve a apuntar sus altas deficiencias y riesgos para representar cualquier tipo de solución al cambio climático. Resumiendo los principales problemas (Marcellesi, 2011a):
- El riesgo de accidente, en este caso de probabilidad baja pero de magnitud alta, es más que nunca presente y real.
- Seguimos sin tener ninguna solución real a la gestión de los residuos radiactivos.
- La energía nuclear crea una fuerte dependencia con el exterior ya que el uranio, cuyas reservas son finitas, se compra a países fuera de Europa y cuya inestabilidad política no asegura un suministro seguro (el Chad, por ejemplo).
- Existe un riesgo de proliferación de la energía nuclear para fines militares (reforzado por la amenaza de uso terrorista de los residuos o de las centrales nucleares como posibles dianas de ataque).
- No es una alternativa para evitar sustancialmente emisiones de gases de efecto invernadero: si se tiene en cuenta el ciclo de vida global de la energía nuclear (extracción del uranio, suministro a Europa, construcción y desmantelamiento de las centrales, gestión de los residuos…), ésta produce más CO2 que las energías renovables.
- Es una fuente de electricidad, por tanto no sustituye nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
- Los puestos de trabajo por unidades energéticas están por debajo de las creadas por las energías renovables.
“El último vértice del triángulo lo ocupa la biomasa, cuyo uso energético es el más antiguo desde que el Homo Erectus domesticara el fuego, el más constante para una gran mayoría de la humanidad (la leña sigue siendo el principal combustible utilizado) y, seguramente, uno de los más prometedores de cara al futuro. Pero la biomasa también tiene riesgos asociados que analizaremos en el siguiente subapartado, puesto que se articula directamente con el uso de las tierras, principalmente con el auge de los agrocombustibles.”
Por otra parte, el autor se ocupa del denominado cuadrado del uso de la tierra. La exposición es la siguiente:
El cuadrado del conflicto del uso de las tierras
“Los anglosajones suelen decir que hacemos cuatro usos principales de la tierra, que pueden resultar excluyentes: Food, Feed, Forest, Fuel (las 4 Fs). Dicho en castellano, estamos hablando respectivamente de usos para 1. la alimentación humana, 2. la alimentación del ganado (natural —campos de pasto— o artificial —soja que se combina con maíz para las vacas europeas—), 3. los bosques (como sumidero o reserva de biosfera) y 4. la producción de biomasa (agrocombustibles, leña, etc.).”
“En este marco de análisis, intervienen dos factores cruciales: la dieta crecientemente carnívora de los países del Norte y emergentes, y la introducción cada vez más sistémica de agrocombustibles. Como lo relata Lipietz (2012), la polarización de los ingresos a nivel mundial provoca una transformación de la dieta humana que pasa de una dieta a base de proteínas vegetales con un poquito de carne (“el menú hindú o el menú chino”), a una dieta a base de carne (el “menú europeo o norte americano”). Sin embargo, las proteínas animales (feed) necesitan para su producción de 7 a 15 veces más hectáreas que las proteínas vegetales (food). Por tanto, esto representa un problema grave dado el aumento constante de la población con dieta carnívora (por ejemplo, en India y China el 10% de la población se alimenta con el mismo tipo de comida que en Europa y en Norte América). Por su parte, los agrocombustibles (fuel), que técnicamente son energías renovables obtenidas a partir de la biomasa, son la respuesta oficial a la crisis de los combustibles fósiles y del techo del petróleo. De hecho, en sociedades no dispuestas a ‘negociar su modo de vida’, los agrocombustibles despiertan un gran interés y cuentan con un fuerte impulso político, lo cual, junto a otros factores, provoca tensiones en los precios de la comida en el mercado mundial. En este contexto, Jean Ziegler, el relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación, llegó a postular en 2007 que la producción masiva de biocombustibles «es un crimen contra la humanidad».”
Sobre otros factores que inciden en las crisis alimentaria, que son de orden económico y relativos al ámbito ecológico, se los describe de la siguiente manera:
“Si bien los agrocombustibles juegan un papel central en las crisis alimentarias actuales, hay que añadir también otros factores sociales y ecológicos: la escalada de precios de la energía, las malas cosechas en los países productores de trigo como Australia, Rusia o Ucrania debidas al cambio climático, los modelos productivos globalizados que apuestan por economías de la exportación en detrimento de la soberanía alimentaria y que denigran la producción autóctona para abastecer a los mercados locales provocando dependencia de los mercados exteriores sobre todo para la importación de productos básicos, el mal reparto de la producción agrícola local o importada, así como movimientos especulativos a nivel mundial. Al igual que los fuertes cambios de régimen político en Europa en 1848 tienen como origen revueltas de la hambruna, Lagi et al (2011) muestran que existe una fuerte correlación entre el alza de los precios de los alimentos —debido a la combinación de los factores arriba mencionados— y las revueltas del hambre de estos últimos años en el mundo que, recordemos, han dado fin en pocos meses a gobiernos autoritarios —como los de Túnez y Egipto— que nadie veía posible derrocar.”
Después de esta evaluación descriptiva e ilustrativa de la crisis ecológica, el autor aborda el balance y la conclusión del estudio global. La conclusión a la que llega el análisis es la siguiente:
“En conclusión de este apartado, es interesante —y sobre todo preocupante— constatar que, además de lo que teorizaba gran parte del movimiento ecologista en sus inicios, esta crisis ecológica no solo compromete de manera decisiva a las generaciones futuras sino que nos afecta ahora directamente a las generaciones presentes. No solo se trata de una crisis de abundancia de una generación privilegiada (“pan para hoy, hambre para mañana”), sino también de una crisis de escasez que ya se está manifestando en el día a día de gran parte de la población mundial (el hambre ya es para hoy). Asimismo, pone de relieve que las llamadas crisis financieras, especulativas o alimentarias están vinculada a crisis subyacentes e interdependientes: no solo la de la economía real (o economía productiva) sino también la de la “economía real-real”, es decir la de los flujos de materias y energía que depende por una parte de factores económicos y por otra parte de los límites ecológicos del planeta.”[1]
Sobre el Antropoceno
El concepto de Antropoceno viene de la idea de que la influencia del Homo Sapiens sobre la biosfera se ha vuelto crucial; de todas maneras esta incidencia no es reciente, tampoco la consciencia de estas repercusiones en el planeta. En 1778, Buffon escribió en Les Époques de la Nature acerca de esta atribución de las actividades humanas. En el siglo XIX, Antonio Stoppani creó la configuración Antropozoico, buscando definir el periodo geológico correspondiente del ser humano. A su vez, Andrew Revkin puso en circulación el término Antroceno en su libro El calentamiento global: Comprensión de la Previsión (1992). Donde dijo que estamos entrando en una era que será definida como la relativa al Antroceno. Se trata de una era geológica, correspondiente a nuestra propia participación e incidencia. También Michael Samways recalcó otro término en 1999, en un artículo titulado «Traslocación de fauna a tierras extranjeras: aquí viene el Homogenoceno«. Esto lo escribió en la revista Journal of Insect Conservation. Samways utilizó el término Homogenoceno para determinar nuestra época geológica, cuando la biodiversidad está disminuyendo, además los ecosistemas se están transformando rápidamente. La misma palabra también fue utilizada por John L. Curnutt, en 2000, usando una lista corta titulada «Guía para el Homogenoceno». En la revista Ecology Curnutt se basó en el artículo “Especies exóticas en América del Norte y Hawái: impactos en los ecosistemas naturales” de George Cox.
El concepto de Antropoceno fue acuñado en el año 2000 por el ganador del Premio Nobel Paul Crutzen, debido a analogía con la palabra Holoceno. Crutzen explica cómo se le ocurrió, el motivo que lo llevó a acuñarlo: Yo estaba en una conferencia en la que alguien comentaba algo sobre el Holoceno. En ese momento pensé que tal término era incorrecto, porque el mundo ha cambiado demasiado. Así que le dije: ¡No, estamos en el Antropoceno!, creando en el ardor de ese momento la palabra. Todo el mundo estaba sorprendido. Pero parece haber persistido. Crutzen utilizó por primera vez el término en la prensa escrita en un boletín de 2000 del Organismo Internacional de la Geosfera y la Biosfera (IGBP), n.º 41. Poco después, en 2008, Zalasiewicz sugirió en un boletín de la Sociedad Americana de Geología que el término Antropoceno es el más apropiado.
El Antropoceno es un concepto propuesto para definir una época geológica, la correspondiente a los impactos de las sociedades humanas en el planeta. Se trata de una propuesta por parte de la comunidad científica, con el objeto de reemplazar al concepto geológico de Holoceno, en lo que corresponde al período Cuaternario en la historia terrestre; esto debido al ineludible impacto global ocasionado por las actividades humanas sobre los ecosistemas, particularmente elocuentes en la denominada extinción masiva del Holoceno.
No hay un acuerdo respecto a la fecha de su comienzo. Algunos científicos consideran que se inició con la revolución industrial, a finales del siglo XVIII, mientras que otros lo asocian al comienzo de la agricultura, solapando enteramente al Holoceno. El Holoceno, término usado desde 1867, tiene su inicio definido formalmente por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, desde 2008; está fijado con una sección y punto de estratotipo de límite global, datada en 11.700 ± 99 años antes del año 2000.
En resumen, Antropoceno significa época geológica, que corresponde a la tercera y última de la era cuaternaria o neozoica. Según las escuelas, la última del período cuaternario de la era cenozoica; sigue al holoceno, con el que se solaparía más o menos tiempo según los estudios, y llega hasta la actualidad.
La Nacional Geographic, en ¿Qué es el Antropoceno y por qué esta teoría científica responsabiliza a los humanos?, describe la situación de la siguiente manera:
“El cambio climático, la rápida acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) o los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de recursos naturales son un reflejo de las actividades humanas en el medio ambiente y sobre la superficie terrestre. Es tal el impacto que generan, que existe el planteo de que los seres humanos cambian la Tierra y sus procesos más que todas las demás fuerzas naturales combinadas. Lo cual hace pensar a los investigadores que el planeta experimenta el Antropoceno.”
¿Qué es el Antropoceno?
“Una nueva época geológica marcada por la humanidad está en proceso y se la ha denominado Antropoceno. Se trata de una hipótesis científica basada en la suposición de que, al igual que el clima, la biodiversidad, los mares, los océanos y la tierra misma, las personas se han convertido en un factor del sistema global, explica el artículo La incursión del Antropoceno en el sur del planeta, publicado en la revista Desacatos en 2017.”
“Sin embargo, todavía está en discusión si el Antropoceno se introduciría como una unidad geológica (al mismo nivel que el Pleistoceno o el Holoceno) dentro del período cuaternario o si más bien sería un nivel jerárquico inferior o sea, como una subdivisión dentro del Holoceno, comenta Manuel Tironi, sociólogo, académico del Instituto para el Desarrollo Sustentable y del Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.”
¿Cuándo comenzó el Antropoceno?
“Para que la existencia de una nueva división geológica sea considerada como tal, es necesario encontrar un “clavo de oro”. Es decir, un indicador sedimentado a escala planetaria, explica Tironi. Por ejemplo, durante una gran glaciación (periodo en que se congela el planeta) queda una capa geológica demostrativa en toda la superficie de la Tierra.”
“Así, existen divergencias entre los estudiosos respecto del inicio del Antropoceno y esa fecha aún está en discusión. Al respecto, el artículo de Helmuth Trischler «El Antropoceno, ¿un concepto geológico o cultural, o ambos?«, publicado en Desacatos, en 2017, menciona algunos de los hitos que, según consideran los científicos, podrían marcar el inicio de esta nueva época.”
“Según el escrito, Paul Crutzen y Eugene Stoermer presentaron, por primera vez, la idea del Antropoceno en el boletín del Programa Internacional Geosfera-Biósfera (IGBP, por sus siglas en inglés). Cuando lo hicieron, sugirieron que esta nueva “época de los seres humanos” comenzó con la revolución Industrial a finales del siglo XVIII y, en particular, con el desarrollo de la máquina de vapor.”
“Otros especialistas sugieren que arrancó en el siglo XVII como consecuencia de la colonización de América. Este evento provocó la muerte de unos 50 millones de comunidades originarias, lo cual tuvo como consecuencia que grandes extensiones de tierra antes cultivadas se convirtieran en selva. Ese aumento de vegetación capturó enormes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y dejó un rastro marcado en el registro geológico.”
“Otros expertos se sitúan más atrás en la línea del tiempo y señalan que el Antropoceno comenzó durante la revolución neolítica, continúa el artículo. Es decir, en el transcurso de la transición de las sociedades nómadas hacia el establecimiento de sociedades permanentes (hace alrededor de 11 700 años).”
“Durante esta época “los humanos alteraron grandes porciones del paisaje e intervinieron en el acervo genético natural mediante el cultivo de plantas para cosechas y la domesticación de animales y dejó huellas detectables en el registro geológico”.”
“Una datación propuesta más cercana en el tiempo es la década de 1950 durante la “gran aceleración”. En ese periodo comenzó a registrarse un aumento sin precedentes del consumo en masa, mayor crecimiento demográfico, desarrollo económico, y urbanización de las poblaciones, según el artículo «Antropoceno: la problemática vital de un debate científico» de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).”
“De acuerdo con el académico chileno, un clavo de oro sobre el que existe mayor consenso y que marcaría el inicio del Antropoceno sería la lluvia de iridio que dejaron las detonaciones nucleares de los años 50. “Esos eventos dejaron una capa que los arqueólogos y los geólogos del futuro van a poder ver”.”
Cuáles son las características del Antropoceno
“El experto explica a National Geographic que el Antropoceno tiene dos características fundamentales. Por un lado, que esta sería una época geológicamente marcada por la irreversible alteración de procesos biofísicos a escala planetaria. Y, por otro, que esta transformación es fruto de la actividad humana.”
“La tesis central del Antropoceno parte de que la humanidad ha afectado a la naturaleza al grado de ser responsable del nuevo estrato en el récord geológico”, sintetiza el artículo «La incursión del Antropoceno en el sur del planeta».
Con qué otros nombres se conoce el Antropoceno
“En su corta existencia, el concepto de Antropoceno ha suscitado varias controversias y se ha puesto en tela de juicio el propio vocablo, asegura la Unesco. “Historiadores y antropólogos se han interrogado sobre la referencia al anthropos (ser humano genérico). Y se preguntan si no son el hombre occidental y un determinado sistema económico los responsables de haber traspasado los límites biogeofísicos del planeta”. Tironi coincide con esa postura y considera que este concepto “biologiza y convierte a la humana en una especie genérica”. Es decir, responsabiliza a todas las personas por igual. Es por esto que, si bien Antropoceno es el término elegido para definir a esta época, también se han sugerido otros nombres. Entre las más relevantes, el experto chileno menciona los conceptos de Capitaloceno y Plantacionoceno.
En el primer caso, el concepto de Capitaloceno intenta hacer visible el rol y la responsabilidad que tiene el capitalismo a nivel global sobre el planeta. Mientras que Plantacionoceno hace referencia a la figura de las plantaciones como símbolo y figura del proceso de colonización que incluyó a la esclavitud y al genocidio, explica Tironi. “Esa lógica de la plantación se expande y se convierte en la propia lógica del Estado contemporáneo”.”
“El sitio web de la Unesco también menciona otro término que podría reemplazar al Antropoceno: Occidentaloceno. Esta palabra es sugerida por el historiador francés Christophe Bonneuil quien considera que “la responsabilidad del cambio climático no recae sobre los países pobres del mundo, sino sobre los países ricos industrializados”.”
El Antropoceno en Latinoamérica: un llamado a la acción
“Además del clavo de oro (proceso a nivel planetario demostrable a través de una capa sedimentada en la corteza terrestre), el Antropoceno tiene expresiones locales, asegura Tironi. Concretamente, en América Latina se manifiesta a través de la deforestación de la Amazonia o del extractivismo llevado a cabo en países como Chile, Perú o Argentina.”
“Si bien aún queda mucho por estudiar, el impacto de la actividad humana es evidente. Por eso, el Antropoceno es un llamado a la acción para hacer frente al impacto. La Unesco, en el artículo «Antropoceno: la problemática vital de un debate científico» sugiere que todos los países del mundo deben esforzarse en reducir sus emisiones de GEI.”
“Para Tironi, esta nueva época no solo debe procurar una sensación de urgencia, sino también debe invitar a la reflexión sobre cómo cada persona tiene la capacidad de hacer una transformación en el día a día.”
“La transformación nos tiene que invitar a repensar nuestras prácticas a una escala más individual: cómo habitamos este planeta; cómo nos relacionamos con la naturaleza y con nuestras comunidades; qué es la naturaleza para nosotros; cómo nos imaginamos un proyecto colectivo, la gobernanza y la política y cómo nos proyectamos cohabitando la diferencia” [2].
La huella humana perdida en las eras geológicas
El paso del ser humano en el planeta tierra es todavía muy corto si consideramos las eras geológicas, incluso las eras geológicas que tienen en cuenta los rastros de los seres orgánicos. La pregunta es: ¿Si el ser humano va a sobrevivir, si va a alargar su paso por el planeta, convirtiéndose en un registro importante y duradero en la historia geológica? Eso no lo sabemos, sobre todo ahora, que nos encontramos en pleno desenvolvimiento de la crisis ecológica, que amenaza la sobrevivencia humana. El problema radica en que parece que todavía no se ha dejado el egocentrismo, el antropocentrismo, incluso no se ha abandonado, del todo, las reminiscencias de las consecuencias imaginarias de el modelo tolomeico del cosmos.
Aunque se sepa que ya experimentamos e imaginamos el universo desde la perspectiva copernicana, todavía viejas reminiscencias tolomeicas persisten, convirtiéndose en obstáculos epistemológicos y, sobre todo, en obstáculos existenciales, que derivan en una distorsión de la información, que se convierten en en una amenaza para la sobrevivencia, puesto que sin información adecuada hay menos chance de sobrevivir. Resulta que en pleno capitalismo tardío, de la civilización moderna, el humano se considera el centro del universo y hasta eterno. Creencia que contrasta con lo que ocurre, con las señales de las huellas ecológicas, que se han dejado con el impacto contaminante, depredador y destructor del paso de las civilizaciones, sobre todo, la civilización moderna, que es el sistema mundo capitalista.
Se puede decir que hay un problema con el imaginario humano, el humano está atrapado en su imaginario. Ha confundido el mundo real efectivo con el mundo de las representaciones. Este gran equívoco lo ha llevado a cometer graves errores, incluso ha convertirlo en un asesino, en un genocida, en un etnocida y en un ecocida; incluyendo la perspectiva política, lo ha convertido en un democracida. Ha asesinado la democracia, que ecorresponde al autogobierno del pueblo, la matriz o la plataforma de la composición de consensos y de la construcción colectiva de las decisiones políticas.
El confundir la imaginación con la realidad, aunque la imaginación forme parte de la realidad, la fenomenología de la imaginación forme parte de los acontecimientos complejos de la realidad, situarse sólo en la imaginación, como si fuese la realidad lleva al suicidio, por así decirlo. Más de una vez la humanidad ha sido arrastrada al suicidio, llevada a la abismo, por el fanatismo y el fundamentalismo, el delirio imaginario, en unos casos religiosos, en otros casos nacionalistas y en otros casos ideológicos. Estas pretendidas verdades altamente elaboradas, discursivamente, retoricamente, altamente sesgadas, circunscritas a una emotividad delirante, han arrastrado al suicidio a las sociedades humanas.
Los ejemplos abundan, las guerras religiosas, entre las que se encuentran las cruzadas; las guerras de conquista, entre las que se encuentran las oleadas de conquista y las oleadas de colonización de Abya Yala; el fanatismo, supuestamente racionalista, jacobino, que ha arrastrado a la revolución social hacia el desencadenamiento del terror, seguidamente del termidor. Después, el fundamentalísimo, supuestamente justo, de la ideología bolchevique, que ha reducido la utopía socialista la gris versión totalitaria y fanática de un fundamentalismo burocrático sin imaginación. También hay que considerar, en este recuento panorámico, al nacional socialismo alemán, convertido en una utopía ultraconservadora y ultrareaccionaria, además de racista, que ha elevado, delirantemente, a la supuesta “raza germánica” a la predominancia sobre todas las otras “razas humanas”; en consecuencia, ha prometido el exterminio de las demás “razas”, en una descomunal guerra global delirante, entre un supuesto Occidente y un supuesto Oriente.
En la actualidad, en plena coyuntura álgida, dentro de un periodo de crisis ecológica desbordante, gobernantes de todo el mundo, jerarcas de los organismos internacionales, aunque amortiguando un poco el enunciado, miembros de la hiper burguesía de la energía fósil, consideran que la crisis ecológica es un invento de activistas ecologistas. Cierran los ojos antes la evidencia de los hechos, sobre la extensión y hendidura de las huellas ecológicas, de los datos científicos sobre el impacto de la contaminación, la depredación y la destrucción de los ecosistemas, prefiriendo encaracolarse en sus propios prejuicios antropocéntrico hedonistas y egocéntricos. La consecuencia de este comportamiento y de este imaginario capitalista, que no solamente ha reducido a un ámbito de cosas al mundo efectivo, sino lo ha convertido en mero referente cuantificable de la acumulación desbordada de capital. Estamos ante la marcha descomunal y descoyuntada hacia un nuevo suicidio de la humanidad, esta vez irreversible.
La huella en la memoria geológica
Se dice que una era geológica es una unidad geocronológica formal, de la escala temporal geológica, que representa el tiempo correspondiente a la duración de un eratema, la unidad cronoestratigráfica equivalente, que comprende todas las rocas formadas en ese tiempo. Las eras son una de las divisiones mayores del tiempo geológico, son subdivisiones de los eones y se dividen a su vez en periodos[3].
“Las tres eras del eón Fanerozoico reflejan, simplificando mucho, las tres divisiones clásicas de la historia de la vida del planeta, así el Paleozoico representa la «era de los peces», el Mesozoico la «era de los reptiles» y el Cenozoico la «era de los mamíferos». Tradicionalmente habían sido denominadas como Era Primaria, Era Secundaria, Era Terciaria y Era Cuaternaria (actualmente el Cuaternario es un período más de la era Cenozoica). El paso de una era a otra está definido por eventos de extinciones masivas globales, que suponen una renovación significativa de las biotas del planeta, tanto marinas como terrestres; así el paso del Paleozoico al Mesozoico está marcado por la extinción masiva del Pérmico-Triásico y el paso del Mesozoico al Cenozoico por la extinción masiva del Cretásico-Terciario”.
“Las siete eras de los eones Arcaico y Proterozoico, definidas mucho más recientemente, suelen reflejar grandes cambios ambientales (como el aumento del oxígeno en la atmósfera) o climáticos (caracterizados por largos e intensos periodos glaciales)”.
“La duración de las eras es muy variable, así las del eón Arcaico tienen una duración de 300 o 400 millones de años cada una, las del Proterozoico de unos 450 a 900 millones de años, mientras que las del Fanerozoico duraron: 290 millones de años, el Paleozoico, 186 millones de años, el Mesozoico y 65,5 millones de años, la actual, el Cenozoico. El eón Hádico, el más antiguo, no está dividido en eras, puesto que no se conservan rocas de ese tiempo, tan solo algún mineral reciclado conservado relicto en rocas más recientes”.
“Ninguna de las eras del Arcaico y del Proterozoico procede de una unidad cronoestratigráfica equivalente, y sus límites cronológicos se han establecido como unidades geocronométricas, con edades absolutas más o menos arbitrarias consensuadas internacionalmente”[4].
Conclusiones
- No hay ni afuera ni adentro, ni inmanencia ni trascendencia, solo el plegamiento y el desplegamiento de la existencia y la experiencia.
- La genealogía de las civilizaciones, ajustadas a las genealogías del poder y las dominaciones, corresponden al camino equivocado tomado por las sociedades humanas, en plena bifurcación, en el momento del punto de inflexión, cuando las comunidades y sociedades humanas, optan por las estrategias de poder, por los imaginarios religiosos, por la guerra permanente contra las mujeres y por la acumulación abstracta del valor, del capital, que no es más que la medida trágica de la muerte en el planeta.
- Es menester desandar el camino, parar la locomotor desbocada, suspender la historia, reiniciar las rutas creativas de las comunidades humanas, basadas en la potencia social y en la potencia creativa de la vida.
- Esto equivale a reinsertar las sociedades humanas en los ciclos vitales planetarios, construir sociedades ecológicas y comunicarse con los secretos del universo.
Notas
[1] Florent Marcellesi: ¿Qué es la crisis ecológica global?
https://florentmarcellesi.eu/2013/01/08/que-es-la-crisis-ecologica/.
[2] La Nacional Geographic, en ¿Qué es el Antropoceno y por qué esta teoría científica responsabiliza a los humanos?: https://www.nationalgeographicla.com/historia/2023/01/que-es-el-antropoceno-y-por-que-esta-teoria-cientifica-responsabiliza-a-los-humanos.
[3] Era geológica: Enciclopedia Libre: Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Era_geológica.
[4] Ibídem.
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Fotografía: Pradaraul