Por: Tlachinollan. 05/11/2024
Nuestra indignación y exigencia de justicia por el cobarde asesinato del padre Marcelo Pérez Pérez, defensor de los derechos de los pueblos tzotziles y tzeltales de Chiapas. Este domingo, después de celebrar una misa en el barrio de Cuxtitali en San Cristóbal de Las Casas, dos hombres armados a bordo de una motocicleta, le dispararon a quemarropa.
En este mes de octubre conmemoramos los cruentos asesinatos de Rocío Mesino Mesino, Bruno Plácido Valerio, Arnulfo Cerón Soriano y Ranferi Hernández Acevedo junto con tres miembros de su familia. Destacaron por su lucha y compromiso en la defensa de los derechos del pueblo pobre de Guerrero. Fueron denostados por los gobiernos y perseguidos; dos de ellos fueron encarcelados, uno tuvo que exiliarse en Francia y lo trágico es que a todos los asesinaron.
Trabajaron en comunidades rurales impulsando la organización de los pueblos y gestionando obras en beneficio de las familias más vulnerables. Rocío y Ranferi abanderaron la lucha de las viudas de los 17 campesinos asesinados en Aguas Blancas, municipio de Coyuca de Benítez, y crearon la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS). Bruno Plácido impulsó la conformación de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) en Ayutla de los Libres y en Tlapa Arnulfo fue cofundador del Frente Popular de la Montaña (FPM).
Nunca se arredraron ante las amenazas constantes y peligros inminentes. Tuvieron el valor y la casta para denunciar el terrorismo de Estado implantado por militares y caciques que tuvieron entre sus filas a pistoleros uniformados de policías. Desenmascararon las tropelías del poder, los pactos de impunidad que siguen intactos entre los perpetradores de crímenes atroces con los grupos del crimen organizado.
Fueron blanco de campañas de desprestigio, de denostaciones públicas por parte de los gobernadores en turno y los presidentes municipales. Los tildaron de lucradores sociales y de estar vinculados con la guerrilla. Estuvieron fichados por el CISEN y catalogados como personajes subversivos, como peligrosos para el sistema político dominante. Encontraron en la gente el respaldo necesario para sobrevivir y las razones de su lucha. A pesar de las críticas y cuestionamientos en su actuar, nunca traicionaron los ideales de justicia y permanecieron siempre en las trincheras de la lucha social. Sacrificaron comodidades y superaron tentaciones de solo buscar beneficios personales anteponiendo los intereses de la colectividad. Mermaron su salud y no tuvieron ingresos seguros para solventar los gastos personales y familiares.
Ningún gobierno ha reconocido su trayectoria como defensores de derechos humanos como lo estipula la declaración de defensores de la ONU, mucho menos se han interesado en impulsar las investigaciones para dar con los responsables de estos crímenes atroces. Más bien persiste un continuum de impunidad perversamente armado, para que más allá de cualquier gobierno se garantice protección a los violadores de derechos humanos. El entramado delincuencial se mantiene intacto desde hace décadas, porque las élites militares y políticas gozan de inmunidad y los mismos criminales, que hacen el trabajo sucio de los gobernantes, también son cobijados por el manto de la impunidad.
Rocío Mesino Mesino, nació el 21 de enero de 1974, justo en el año del asesinato de Lucio Cabañas el 2 de diciembre del 74, en la comunidad del Escorpión, municipio de Atoyac de Álvarez. Hija de Hilario Mesino Acosta y de la señora Alicia Mesino Castro.
Rocío junto con Hilario, Ranferi y varios compañeros de la Sierra de Atoyac fundaron la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS). Dedicó su vida para exigir al gobierno la libertad de los presos políticos, denunció los actos de corrupción, defendió la tierra y el territorio y en todo momento exigió justicia y verdad para sus compañeros
ejecutados.
En julio de 1996 Hilario fue detenido arbitrariamente como consecuencia de sus actividades en defensa de los derechos de los pueblos y comunidades campesinas. Fue incomunicado, torturado y amenazado por supuestamente pertenecer al Ejército Popular Revolucionario. En el 2005 Miguel Ángel Mesino, hermano de Rocío, había recuperado su libertad tras pasar 10 meses en prisión. Fue ejecutado extrajudicialmente en presencia de testigos, sin embargo, el caso continúa en la impunidad. En ese mismo año Rocío fue elegida regidora del municipio de Atoyac de Álvarez. Fue víctima de amenazas y atentados. En el 2007 un grupo armado realizó varios disparos en su domicilio. Nada la hizo desistir en su exigencia de justicia contra los caciques y militares que la tenían en la mira. En marzo 2013 la acusaron de secuestro. Fue detenida y a los pocos días obtuvo su libertad. En esos días, su hermana Norma Mesino recibió un mensaje de texto en el que le advertían que matarían a Rocío.
El 19 de octubre del 2013, cuando acudió con las compañeras que estaban atendiendo el comedor popular de Mexcaltepec y justo cuando supervisaba la construcción del puente que había sufrido daños por las tormentas Ingrid y Manuel, dos hombres se aproximaron a Rocío para hacerle algunas preguntas, al darse la vuelta, uno de ellos sacó
un arma corta y apuntó hacia Rocío. Las balas impactaron en la nuca de la defensora de 39 años.
Ranferi Hernández Acevedo encontró en la lucha social su proyecto de vida. Sus pensamientos y sus acciones giraban en torno a cómo enfrentar las injusticias y los abusos que padecen los pueblos indígenas y los campesinos de Guerrero. Tomó conciencia de la desigualdad social trabajando como repartidor de refrescos en la capital del país. Siempre contaba la indignación que sentía al ver la ostentación con que vivían los dueños de las grandes empresas en Lomas de Chapultepec. En 1984 fue intendente en la primaria de Cruz Quemada, municipio de Tecoanapa.
Participó en el movimiento social en 1987 cuando se conformó el Frente Democrático Nacional. Fue parte de los fundadores del PRD en Guerrero. Su liderazgo se arraigó en el movimiento social. Impulsó la creación de la Organización Campesina de la Sierra del Sur y otras organizaciones más. Padeció el fraude electoral de 1988 y estuvo dispuesto a levantarse en armas. Fue fundador del PRD y buscó ser alcalde de Ahuacoutzingo en 1989. En 1993 apoyó la candidatura de Félix Salgado. El PRI se robó los comicios y empezaron las protestas.
Ranferi era copresidente estatal del PRD y diputado local el 28 de junio de 1995, cuando ocurrió la matanza de 17 campesinos en la sierra de Coyuca de Benítez. Responsabilizó al gobernador Rubén Figueroa Alcocer. Por esta razón fue perseguido: el Congreso local lo desaforó y sufrió varios atentados. Tuvo que salir exiliado en 1997. En 2001 pudo regresar a México para continuar la lucha en defensa de las comunidades. En 2017, Ranferi participó en la conformación de la Coordinadora Pro AMLO en Guerrero. La Coordinadora lo había propuesto para contender por la diputación federal del distrito sexto. Su arraigo en las comunidades de la región de Chilapa y su experiencia política serían muy importantes para la campaña que se avecinaba. Estos planes fueron truncados por su asesinato.
Arnulfo Cerón Soriano nació en 1972 en la comunidad nahua de Coyahualco, municipio de Huamuxtitlán. Desde niño acompañaba a su papá a Tlapa para comercializar el poco producto que cosechaba del campo. Un día su papá y su hermano fueron a comprar un “marrano” en la comunidad de Cualac, pero al regreso unos hombres armados los asesinaron en la Barranca de Coyahualco. La muerte de su papá marcó la vida de Arnulfo por la pobreza que padecieron. Trabajó muy duro al lado de su mamá para salir adelante.
En 2013 Arnulfo participa en el movimiento que emerge contra la reforma educativa del presidente Enrique Peña Nieto. En Guerrero la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG) aglutinó a varias organizaciones y creó un referente que se denominó Movimiento Popular Guerrerense (MPG). En la Montaña
Arnulfo Cerón y Antonio Vivar fueron los dirigentes.
En 2014 se vuelve a cimbrar Guerrero con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. En esta eclosión en el estado que sacuden las estructuras del poder Arnulfo renuncia radicalmente a los partidos políticos. Se suma a las movilizaciones sociales de gran trascendencia en la Montaña. En septiembre de 2019 Arnulfo recibió amenazas de muerte de manera directa del grupo de la delincuencia que operaba en Tlapa. Después vendrían otras amenazas hasta que el día 11 de octubre del 2019 fue desaparecido, no se supo más de él hasta el 20 de noviembre cuando fue encontrado en una fosa clandestina en el lugar conocido como Los Tres Postes.
Por la violencia que había en Buenavista, Bruno Plácido Valerio nació en Azoyú. Fue hijo de Manuel Plácido y doña Porfiria Valerio. A los 5 años se fue a trabajar con Luis Justo, el rico del pueblo. Se desempeñó como vaquero y tuvo la oportunidad de estudiar la primaria y la secundaria. Siempre demostró tener habilidades para el trabajo en el campo y el cuidado de los animales. Hasta que se casó con Patricia, Bruno fue el caporal de su padrino Luis. Al regresar a Buenavista se incorporó a la lucha de los pueblos indígenas por la seguridad. Adquirió una gran visibilidad por su arrojo y formó parte de la primera generación de comandantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de la Policía Comunitaria (CRAC-PC). Fue también fundador de la Unión de Pueblos y Comunidades del Estado de Guerrero (UPOEG).
Bruno Plácido fue un personaje polémico, un líder carismático. Su pragmatismo lo llevó a que muchas de sus actuaciones fueran cuestionadas. Su lucha fue auténtica, dio la batalla para desmantelar los grupos de la delincuencia, sin embargo, ante la falta de controles al interior de la UPOEG varios comandantes hicieron causa común con el crimen organizado. Sus múltiples enfermedades diezmaron su liderazgo. Aún en estas condiciones servía a las comunidades. El 17 de octubre de 2023 acompañó a su comisario a la Secretaría de Salud y en ese lugar le quitaron la vida.
Es muy grave que los gobernantes de Morena se hagan cómplices de estos crímenes que cometieron autoridades coludidas con el crimen organizado.
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Fotografía: Tlachinollan