Por: Lucila Andreozzi. 20/06/2024
Andreozzi observa la obra performática Bombril de la performer Priscila Rezende y reflexiona sobre la performance como arte corporal y su dimensión política en la instauración de la acción artística como denuncia de los hábitos y costumbres racistas del lenguaje. Así como propone que la acción performática puede promover el proceso de descolonización de los cuerpos
“Nuestros cuerpos también son territorios ocupados. Quizá la meta última del performance, especialmente si eres mujer, gay o persona “de color” (no anglosajona), es descolonizar nuestros cuerpos; y hacer evidentes estos mecanismos descolonizadores ante el público, con la esperanza de que ellos se inspiren y hagan lo mismo por su cuenta.”Guillermo Goméz Peña
El cuerpo como sujeto social se encuentra sometido y controlado por dispositivos de poder, de dominación y normativización que marcan los cuerpos entre aquellos que se consideran aceptados, regulados; y, aquellos indisciplinados, por fuera de la norma. Aquí ponemos en discusión dicha dicotomía ante cuerpos que pertenecen a una minoría (cuerpos negros) excluida, invisibilizados en su identidad.
Arte corporal: el género, la raza y la clase
Las relaciones entre body art y performance son ontológicas, se puede considerar el body art como una subcategoría de la performance arte, como una expresión artística de los años 60 en la cual se utiliza el cuerpo como soporte de la obra de arte, que está intrínsecamente ligado al surgimiento del arte de la performance y de los happenings. Muchxs artistas son conocidos por realizar acciones en las cuales ponen en riesgo su cuerpo; en general están desnudos y sus cuerpos ocupan un rol protagonista en una tenue línea entre ser el sujeto de la acción y el objeto de la misma.
Amelia Jones en su texto “Posmodernismo, subjetividad y arte corporal: Una trayectoria.” de 1998, propone revisitar las lecturas feministas postestructuralistas que, según ella, llevaron al arte corporal a un lugar marginal por considerarlo narcisista, exhibicionista y patriarcal. Las críticas al body art creen que el uso y la exposición del cuerpo solamente contribuyen a un mercado de consumo y cosificación de la mujer. Pero, sin embargo, como nos afirma Jones es muy importante analizar una obra comprendiendo “Los significados del contexto social y político de recepción así como de los deseos particulares del intérprete en cuestión” y así poder considerar el body art incluso como un medio de cuestionamiento social y político.
En este texto vamos a acercarnos al body art desde un punto de vista descolonizador, donde no hay distinción entre cuerpo y obra. Es un analisis de la obra performática Bombril realizada por la artista Priscila Rezende; en la cual el cuerpo es un territorio de investigación y la performance es el método a través del cuál se denuncia la racialización y el intento de invisibilización de los cuerpos negros. Priscila Rezende es performer, mujer, negra y brasileña: y a través de sus performances denuncia el comportamiento de la sociedad blanca normativa que se utiliza de muchos elementos para subjugar los cuerpos negros y femininos.
La acción performática Bombril es del año 2010, dura aproximadamente una hora y fue realizada en distintos espacios, en la vereda como una intervención urbana y también en espacios cerrados como centros culturales y galerías de arte. Antes que la acción empiece su espacio es delimitado por una pequeña instalación de objetos. Están dispuestas algunas ollas y una cuenca en aluminio, la cuenca contiene agua, la performer se acerca y empieza a mojarse el pelo y luego a hacer espuma con un jabón de coco. La acción de la performer es lavar las ollas usando su pelo como una esponja. Cabe destacar que el nombre de la acción Bombril, hace referencia a una marca de lana de acero comúnmente utilizada para lavar y abrillantar las ollas de aluminio en Brasil y que también hace parte de la extensa lista de apodos utilizados de forma peyorativa a una caracteristica de un individuo negro, en este caso los pelos afros.
Priscila Rezende es performer, mujer, negra y brasileña y a través acciones hace una denuncia del comportamiento de la sociedad blanca normativa que se utiliza de muchos elementos para subjugar los cuerpos negros y femininos. Al apropiarse de un acto perlocucionario, descrito por Austin como: “el acto perlocucionario, que consiste en lograr ciertos efectos por (el hecho de) decir algo”, la artista transforma el insulto en un enunciado performativo. La acción de lavarse las ollas con su pelo no tiene ninguna lógica práctica, pero en su contexto cobra el sentido de denuncia de las relaciones de poder racistas. Es importante destacar el contexto donde Priscila vive y realiza sus procesos de creación, ella es nacida en la provincia de Minas Gerais, que así como todo Brasil tiene en su población la mayoría negra, con el destaque que en esa provincia hubieron y hasta hoy existen muchos lugares de minería que explotaron y esclavizaron muchas personas, principalmente a través del tráfico y comercio de africanxs esclavizadx
Se puede pensar el procedimiento performático de la obra Bombril a partir de los conceptos de cita y apropiación desarrollados por Jacques Derrida, donde nombrar la acción como Bombril es cita a un insulto que vincula de modo despreciativo la apariencia de un producto a la apariencia del pelo afro, y, al mismo tiempo en la performance Bombril se produce un nuevo contexto posibilitando el acto de resignificación y apropiación del signo (palabra Bombril) al realizarse la acción de lavar las ollas con el pelo.
La denuncia y cuestionamiento sociopolitico de la performance es sobre las dinámicas de poder sufridas por los cuerpos negros, pero principalmente nos habla sobre los cuerpos de las mujeres negras, muchas veces asociados al trabajo domestico mal remunerado y explotador, como una más de las crueles herencias del sistema esclavista brasileño. En la obra lo que vemos es el cuerpo como sujeto y objeto de la misma acción. El cuerpo de Priscila no es solamente el medio por el cual se presenta la obra, pero es él que nos contextualiza en cuanto a roles y relaciones sociales a partir de todos los signos y significantes que contiene.
En el Arte de la performance hay un desdibujamiento de los límites entre vida y obra, al ejecutarse una acción esta no se presentará en carácter de cotidianeidad; y sí como acción desveladora de normativas sociales. Cuando la persona performática de Priscila lava las ollas, no está ejecutando la acción cotidiana de limpiar algo; y sí está denunciando el comportamiento blanco hegemónico que apoda e insulta todas las características de los cuerpos no blancos, como parte de las acciones del racismo estructural.
Podemos analizar la obra también a partir del concepto de interseccionalidad de la tercera ola femenista, la lucha de las mujeres negras siempre estuvo presente en toda las olas del movimiento pero fue a partir de la tercera ola de los feminismos que la lucha de las mujeres negras despunta como tema transversal, es decir que a partir de esos conceptos si debe tener el cuenta el género, la raza y clase en un análisis de una obra de arte corporal.
La autora Judith Butler forma parte del grupo de autoras y pensadoras feminista de la tercera ola y se refiere a la diferencia sexual, de género y raza regulada por procesos de iterabilidad y citación que responden a la performatividad de los mismos por parte del discurso de poder mediante la normativización permanente donde se definen los cuerpos que importan y los que no, considerados como abyectos. Dichos procesos responden a un “(i)deal regulatorio” (…)pues el sexo no sólo funciona como norma, sino que además es parte de una práctica reguladora que produce cuerpos que gobierna, cuya fuerza reguladora se manifiesta como una especie de poder productivo, el poder de producir (demarcar, circunscribir, diferenciar) los cuerpos que controla”
En el texto “Posmodernismo, subjetividad y arte corporal: Una trayectoria.” de Amelia Jones, se presenta el debate entre artistas y críticas sobre el body art y su lugar en el feminismo. Cuando se puede ampliar la mirada y realizar un análisis a través de un pensamiento no normativo y no colonizado, lo que se ve es el arte corporal como una posibilidad de denuncia y de contextualización social. El control se ejerce sobre la mayoría de los cuerpos, tratando de invisibilizar, racializar y debilitar todo aquél cuerpo que no pertenezca o no se encaje en los patrones. Hoy por hoy, se hace necesario que una investigación sobre cuerpo atienda a esos parámetros de contextualización de género, raza y clase.

Transformada en poesía
La performance, como lenguaje artístico, nos permite producir conocimiento y compartirlo, lo que a menudo ocurre desde el cuerpo y con el cuerpo. El arte corporal al ser un tipo de arte conceptual, amplía el panorama sobre el contexto y la práctica de cada artista.
Priscila Rezende con la performance Bombril, nos muestra algo que no sería posible de ser mostrado por otro cuerpo y tampoco en otro contexto. Bombril es la apropiación de un insulto, transformado en acción y ésta a su vez transformada en poesía.
La artista propone la descolonización no solo de la mirada sino también de las acciones del espectador, propone un cambio de paradigma y el fin de la repetición de hábitos tan arraigados.
Performar es resistir, es reafirmar su identidad y así proponer el fin de las prácticas colonizadoras del cuerpo
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Fotografía: Mundo performance