Por: Jaime García Chávez. 29/04/2025
El diputado federal Hugo Eric Flores ve un terreno barbechado para seguir agrediendo al laicismo desde una posición morenista en la Cámara de Diputados; lo hace con descaro y cinismo. Sabe que el comportamiento oportunista del gobierno no se quiere involucrar en una disputa a la que no le sacará provecho electoral
La “izquierda” que reformó la Constitución para declarar que México es una república laica, en los hechos ha claudicado de tan importante principio. La rica herencia liberal en México, estipulada centralmente en la separación de las iglesias respecto del Estado, se ha mantenido en la mira del conservadurismo y la reacción ultramontana para aniquilarla en favor de mezclar, perniciosamente, la independencia del Estado frente a la influencia religiosa o eclesiástica.
Las últimas décadas han sido devastadoras para erosionar al laicismo, importante legado de la Ilustración que se significa no por agredir a las religiones y los cultos –cosa distante de su espíritu– sino precisamente para que en un marco de tolerancia y seguridad todos los estados puedan convivir en las diversas expresiones sin inmiscuirse en los conflictos de la vida política y el Estado.
Pero la defraudación ha hecho presa a este laicismo con la bandera de que es “irreligioso”. Dos presidentes de la república han contribuido de manera monumental a devastar el patrimonio de la Reforma liberal mexicana, que tiene connotaciones específicas que la distinguen de lo que se ha hecho en otros países democráticos. Se trata de Carlos Salinas de Gortari, quien modificó la Constitución, en particular el artículo 130; y Andrés Manuel López Obrador, que no tal sólo ha dado acceso a las iglesias evangélicas, sino que, aparte de apoyarlas él mismo, empleó un lenguaje y un conjunto de símbolos cristianos que se torna en un maridaje entre la política y la religión, con el mezquino interés de convertirse personalmente en un mito histórico.
Este tema ha sido abordado brillantemente por el experimentado periodista José Gil Olmos en su libro El pastor de masas. AMLO: una religión populista (Grijalbo, 2023). Se trata de un texto fundamental para entender el uso del lenguaje religioso en la práctica política de su liderazgo, corroborado por la manga ancha que le concedió a las iglesias evangélicas durante su sexenio, y en sus actividades que precedieron al mandato que recibió en 2018.
Ojalá se opere una rectificación durante el gobierno de la presidenta Sheinbaum, sin que abrigue muchas esperanzas al respecto por un hecho reciente que se ha tolerado a pesar de que es totalmente violatorio de todas las leyes.
El diputado federal morenista, Hugo Eric Flores, desde una tribuna del Congreso lanzó una invitación para participar en un evento de naturaleza estrictamente religiosa. Sin duda tiene derecho a hacerlo, pero en otro lugar. En el Congreso está vedado que se realicen este tipo de actos y que no se finquen responsabilidades que la ley establece y que la Secretaría de Gobernación debiera aplicar, no obstante el parentesco político que media entre el legislador y la titular de esta institución.
No hacerlo, en el grado avanzado que lleva la agresión al laicismo, aparte de revelar una conducta totalmente oportunista, de privilegio por las ligas políticas, sería un paso más a tolerar que se siga prohijando la agresión al liberalismo que, insisto, vulnera el carácter laico de la república en favor de actividades facciosas que se soportan en el ejercicio de la representación política.
Vale la pena, así sea un simple resumen, dar noticia de quién es el diputado Hugo Eric Flores. De inicio, empleando el argot popular, es un político chapulín que ha brincado del PRI al PAN, a un partido evangélico e ilegal aprovechando las redes evangélicas, como el PES, que además es homofóbico, y de ahí a MORENA, que se ha distinguido por el cascajo que recoge.
Sus actividades académicas han redundado en la elaboración de un libro con el que se exonera a los militares por su intervención en la Masacre de Acteal. En diversas ocasiones ha participado de ritos políticos mediante los cuales ha contribuido a que la religión se inmiscuya en la vida del Estado, con la tolerancia obvia del beneficiario de todo esto en la persona de López Obrador, al que se tiende a presentar como un ente bíblico, mesiánico y claudicante del juarismo que algún día dijo profesar.
Pero Eric Flores no está en esto porque sea un desinteresado convencido de sus principios religiosos, sino porque eso le ha redituado ocupar diversos y jugosos cargos administrativos y legislativos, lo mismo en los gobiernos del PRI, que del PAN, y ahora de MORENA. Ha sido diputado local, diputado federal, suplente de una diputación priista, también suplente senatorial de la panista Teresa Ortuño, igualmente fanática religiosa que impulsó en Chihuahua la “defensa de la vida desde el momento de la concepción” en connivencia con ProVida.
Flores fue funcionario de la Secretaría del Medio Ambiente con Felipe Calderón, etapa en la cual, tras serle descubiertos algunos actos irregulares y de corrupción, fue inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta el 2020; sin embargo, fue designado por López Obrador como delegado del Bienestar en Morelos en 2018. Todo un privilegio, a pesar de la traba legal evidente.
Hugo Eric Flores ve un terreno barbechado para seguir agrediendo al laicismo desde una posición morenista en el Congreso; lo hace con descaro y cinismo. Sabe que el comportamiento oportunista del gobierno no se quiere involucrar en una disputa a la que no le sacará provecho electoral y que, por el contrario, eventualmente se le podría revertir.
El gobierno actual está en la misma línea de tolerar que se consagre al Sagrado Corazón de Jesús a estados completos, como lo hiciera César Duarte en Chihuahua en el cenit de su gobierno. En la cotidianidad ya se ha ido normalizando que los funcionarios adornen sus oficinas con símbolos religiosos, como lo hace el coordinador de los diputados morenistas, Ricardo Monreal, al lucir un ídolo del Santo Niño de Atocha en su espacio oficial. Seguramente por eso Monreal sólo pide “prudencia” en los excesos de Eric Flores, al que se le debiera aplicar rigurosamente la ley por parte de la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez.
Pasa el tiempo y no se reivindica con hechos al laicismo mexicano. Esta reacción política no pierde un minuto en ir dejando su huella, ante la indolencia e incuria de quienes debieran someterlos al dictado de la ley.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.
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Fotografía: La verdad Juárez