Por: Javier Contreras Alcántara. Global Media. 07/07/2016
Uno de los elementos centrales en la democracia es la existencia de controles al ejercicio del poder. No basta con el cambio constante de personas que ocupan los cargos públicos, se debe vigilar que en el ejercicio de autoridad se cumplan los límites legales establecidos para los ámbitos de decisión y acción. El principio básico detrás de esto es la protección del ciudadano y de los recursos públicos. Cuando nos referimos a conceptos como transparencia, rendición de cuentas, auditoria, es a este principio básico al que se alude.
Hay tres tipos de controles sobre el ejecutivo: el más conocido es el del proceso electoral, en el momento de votar se premia o castiga de acuerdo a la actuación en el cargo; el segundo es la vigilancia que desarrolla el legislativo sobre el ejecutivo al poder auditar su cuenta pública, y el tercero es la crítica que realiza la sociedad, organizada o no, a la actuación del ejecutivo y que comunica por diversos medios.
En nuestro país es cada día más común este último tipo de control, conocido como rendición de cuentas social. Podemos pensar que esto nos indica el crecimiento de una sociedad informada e interesada en la política, lo cual es cierto, pero cuando consideramos que este tipo de control es simbólico, que no hay más sanción que la misma exposición pública de los malos comportamientos y prácticas, tenemos que detenernos a preguntarnos por qué crece este control.
La respuesta la tenemos en la falla de los otros controles, particularmente del control de vigilancia y auditoria. Cuando estamos en regímenes con rasgos patrimoniales en sus instituciones y sus prácticas, la vigilancia y auditoria se realizan como simulación, el instrumento de control se utiliza como el recurso de un poder para someter al otro, se olvida el principio básico de proteger al ciudadano y cuidar el uso de los recursos públicos en aras de obtener una rentabilidad particular, sea política o económica. En otras palabras: el contrapeso, el control, se convierte en chantaje, extorsión o intercambio de favores. Cuando esto sucede el resultado es de todos conocidos: las cuentas públicas son aprobadas, pese a las dudas que toda la sociedad pueda tener sobre estas y el proceso mismo de revisión. Y, a veces, hasta se presumen.
Para el caso de nuestro país, de nuestro estado, de nuestro municipio, habríamos de preguntarnos cómo es que se dan estos procesos de control y rendición de cuentas. Si la respuesta es similar al caso descrito, entonces tendremos una respuesta a la pregunta de por qué los ciudadanos desconfían de las instituciones políticas, si a esta realidad le sumamos un discurso centrado en la transparencia y la rendición de cuentas, comprenderemos entonces por qué la sociedad se desencanta con la política realmente existente, con esa forma de hacer política que no es democrática sino juego de comparsas.
Mientras tanto no podemos claudicar, sigamos vigilantes, críticos y exijamos el cumplimiento de ejercicios de control reales. No olvidemos, la democracia se construye todos los días, con nuestras decisiones y acciones.
Fuente: http://globalmedia.mx/noticia/91293/contrapesos-o-comparsas-
Fotografía: nihilnovum