Top Posts
La distopía de Nauru
¿Hemos entrado en la era de la “geoeconomía”?
Redadas migratorias en EEUU: nacionalismo Trump vs el...
El dedo que señala el bloqueo y la...
Comunicado: Intimidación institucional contra el Ejido Atotonilco, autoridades...
Un balance de la lucha de la CNTE:...
Asamblea de Daniel Noboa aprueba instalación de bases...
La (des)nazificación de Alemania
El sistema de castas y los dilemas de...
AgroALBA arrancó en Venezuela: estrategias solidarias para producir...
  • Colectivo Insurgencia Magisterial
Portal Insurgencia Magisterial
Banner
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Espacio principalEspacio secundario

Cinco siglos y nuestras venas siguen abiertas

por RedaccionA mayo 31, 2021
mayo 31, 2021
671

Por: Aram Aharonian. 31/05/2021

Estaba en pleno encierro covidense, escuchando el tema de León Gieco, “cinco siglos igual”, lo que, obviamente, me llevó a recordar que hace medio siglo apareció un libro que recorrió primero América Lapobre y luego el mundo entero. Un texto que quizá se adelantó a su tiempo pero que nos contagió con el virus de ponernos a saber mucho más de nosotros mismos, de nuestra historia.

Para muchos de nosotros, veinteañeros, era una de las pocas veces que veíamos a Latinoamérica como si fuera con nuestros propios ojos. Eduardo Hughes Galeano tenía 27 años cuando comenzó la ardua labor de recolección de datos, de historias, de vivencias. Lo terminó cuatro años después, tras entrevistar a la gente real, a escuchar sus historias y las historias de sus padres y abuelos, de viajar por territorios no aptos para intelectuales de escritorio, y también tras tres meses de encierro para poder escribirlo.

Para muchos, ya el comienzo fue una bofetada: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder”. Y nuestro Uruguay, que soñaba con la revolución, iba a empezar ese año una de sus horas más negras, la de las medidas prontas de seguridad, la injerencia de la CIA y sus manuales de tortura, la persecución y prisión de militantes, la represión. Como si el poder hubiera leído Las Venas: “El Imperio, incapaz de multiplicar los panes, hace lo posible por suprimir a los comensales”.

No era raro que la mayor publicidad del libro no llegara de los críticos literarios sino de nuestras dictaduras y dictadores, que lo prohibieron. Y si bien alguno creyó que era un libro de medicina, otros hasta dijeron que era un instrumento de corrupción de la juventud. Y Galeano se fue del país, dejando a los amigos que, dicho sea de paso, muchos de ellos se fueron yendo en los años siguientes.

Pero sería algo mezquino empezar el relato en 1970 o 1971. Vayamos hacia fines de la década de los 50 cuando un botija, un chiquilín carilindo visitaba la Casa del Pueblo y el semanario El Sol, bastiones de Partido Socialista. Cuando le preguntaron qué quería, dijo que afiliarse al partido y colaborar con el semanario.

Y despertó la curiosidad de los dirigentes como don Emilio Frugoni, Vivián Trías, Raúl Sendic, Guillermo “Yuyo” Chifflet, José Díaz, Reinaldo Gargano. Una crónica de aquellos años –El botija Gius, de Garabed Arakelián- narra que el Bebe Sendic (luego máximo dirigente del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros) lo convenció de que primero se afiliara a la Juventud Socialista, y también que don Emilio “lo atendió, habló mucho con él y a menudo lo invitó a ir al cine y tomar un café”.

Eduardo se incorporó a la redacción de El Sol, colaboró con sus dibujos que firmaba como Gius (es Hughes en uruguayo, me explicó una tardecita) y sus notas; asistió a los cursos de formación con Enrique Broquen así como a las charlas y las discusiones con Vivián Trías por quien sentía cariño y respeto.

Arakelián recuerda, asimismo, las largas “sesiones” en el café de Don Alfredo, en la esquina de Soriano y Yí, con los hermanos Dubra, los hermanos Brando, Gloria Dalesandro, Carlitos Machado, los Díaz Maynard y muchos otros, en las que buscaba respuestas a las tantas interrogantes que ya se planteaba este sentipensante (vocablo que inventó Galeano). Excelentes maestros –don Emilio, Trías, el Bebe Sendic, Chifflet- para comenzar a ver Latinoamérica con ojos propios.

Cuando se le dio por empezar a garabatear Las Venas, hacía un tiempo que había dejado el periodismo. Ya no dirigía Época y sólo colaboraba en Marcha, con el viejo Quijano. Se dedicaba a viajar y escribir. Una vez le pregunté qué opinaba del mexicano Juan Rulfo, un escritor que me había sorprendido y hasta me dejó pensando.

“Rulfo fue mi maestro. Me enseñó a escribir con el hacha además de con la pluma y yo te diría que escribir para mí es una persecución, una suerte de cacería de la palabra que huye, y una vez que me parece que la atrapé, la descubro muy vestida, entonces hay que desnudarla”. Una forma de explicarme que nunca el texto original que uno escribe es el definitivo: hay que releerlo mil veces, e ir podándole todas las ramas secas, las que se desvían, las feas, las abundosas, hasta que queda el texto desnudo, para ofrecérselo a los lectores.

Tras que lo fueran de Montevideo, pasó por Argentina, donde recogió a Helena Villagra, su compañera hasta el final, para refugiarse en España. Hasta el regreso al paisito, ese que en el mapa casi no se ve.

En 1978, recuerdan sus editores, señaló que “desde la primera edición… el sistema ha multiplicado el hambre y el miedo; la riqueza continuó concentrándose y la pobreza difundiéndose. Cuando en 1970 lo escribí, el sistema toleraba más náufragos que navegantes. Hoy veo con asombro que la proporción de náufragos es mucho mayor”.

Apenas lo terminó, Galeano presentó su detallada, documentada y dramática memoria del saqueo a la Casa de las Américas, en La Habana. “Perdí. Según el jurado, el libro no era serio”, pese a que las tremendas consecuencias de las acciones de “los proxenetas de la desdicha” que denuncia en la introducción y las dos partes de Las Venas, estaban (y están) todavía vigentes: desocupación, analfabetismo, miseria, enfermedades, violencia, exclusión, colonización, explotación, dependencia, intolerables inequidades.

Quizá estos jurados se hayan suicidado colectivamente, cuando supieron que una editorial universitaria uruguaya y una trasnacional con oficinas en México, lo iban a publicar. Quizá había un prejuicio fundamentado: Galeano era conocido como periodista, no como académico ni escritor barroco. Eduardo siguió siempre muy cerca de la Casa de la Américas, a pesar de ello.

Las Venas fue el texto base que tuvimos varias generaciones para aprender historia nuestramericana. Y en él se nutrieron –dicen- Lula da Silva, Hugo Chávez, Evo Morales. Me consta lo de Chávez, que quedó tan impresionado que se lo regaló al presidente estadounidense Barack Obama. “Es de no creer: Chávez le regaló una edición pirata colombiana del libro en lugar de darle una edición en inglés”, me dijo cuando lo felicité por teléfono.

En un par de días el libro superó miles de puestos hasta instalarse en la lista de los cinco más pedidos en el mundo.

Algunos se lo tomaron como una autocrítica. Lo dijo en Brasilia, durante la Bienal del Libro y la Lectura, en 2014, creo: “No volvería a leer Las venas abiertas de América Latina, porque si lo hiciera me caería desmayado”. Otros interpretaron que releer todas esas historias le causarían daño. Y luego dijo algo en lo que seguramente tenía razón: “No tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí”. Tenía menos de 30 años cuando lo escribió.

“Escribí Las Venas -decía- para difundir ideas ajenas y experiencias propias que quizás ayuden un poquito, en su realista medida, a despejar los interrogantes que nos persiguen desde siempre: ¿es América Latina una región del mundo condenada a la humillación y a la pobreza? ¿Condenada por quién? ¿Culpa de Dios, culpa de la naturaleza? ¿No será la desgracia un producto de la historia, hecha por los hombres y que por los hombres puede, por lo tanto, ser deshecha?”.

Decía que su intención era divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente. “Sé que pudo resultar sacrílego que este manual de divulgación hablara de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas. Creo que no hay vanidad en la alegría de comprobar, al cabo del tiempo, que Las Venas no ha sido un libro mudo” .

¡Que va! Fue la verdadera biblia para aquellos que comenzábamos nuestra militancia, nuestro verdadero texto de historia americana, muy diferente a los textos que nos obligaban a leer y estudiar en el liceo y en preparatorios. Era la biblia atea –iniciática, el pasaporte para entrar definitivamente en América Lapobre- que nos prestábamos unos a otros, apurados por leerla, porque muy posiblemente la prohibirían.

Lo único que no logro asimilar hoy es que ya hayan pasado 50 años, que Las Venas haya atravesados generaciones, golpes, torturas, revoluciones, exilios, desaparecidos… No logro asimilar que Eduardo haya muerto y que ya no nos tomemos un café, una cerveza, un ron, unos vinos, en algún café céntrico montevideano, en su casa malvinera de Dalmiro Costa , en las cantinas de Buenos Aires, en Porto Alegre o en la terraza de mi apartamento de Caracas.

A Galeano le molestaba hablar siempre de Las Venas, como si el tiempo no hubiera pasado y no hubiera escrito, entre otras cosas, El libro de los abrazos.

“Me fui de Uruguay porque no me gusta estar preso y de Argentina porque no me gusta estar muerto”, decía con cara de serio. Joan Manuel Serrat, uno de sus tantos amigos, lo describe mejor: “Galeano amaba reír. Practicaba la risa como una defensa contra las miserias cotidianas”.

Eduardo se paró al borde del camino el 13 de abril de 2015, hace seis años ya. Las verdaderas venas latinoamericanas siguen aún abiertas. En el siglo 15 y siguientes los filones a arrebatar eran el azúcar, el café, la banana, el oro, la plata, el caucho. Ahora son la soja, el litio, el petróleo, el agua, las tecnologías o las mismas vacunas anti-Covid que, ya sabemos y sufrimos, no serán para todos. Cinco siglos igual.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

LEER EL ARTICULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: Question Digital

Compartir 0 FacebookTwitterWhatsapp
RedaccionA

noticia anterior
Colombia: Una palabra que crece desde Cali y se expande por todo el país: Resistencia.
noticia siguiente
¿Dolor de cabeza para EEUU?: Corea del Norte puede hundir portaviones de EEUU en una guerra

También le podría interesar

Entrevista a Aram Aharonian, fundador de TeleSur “Una...

julio 25, 2018

Fundador de Telesur: ”La izquierda se ha quedado...

septiembre 2, 2017

Visitantes en este momento:

534 Usuarios En linea
Usuarios: RedaccionEM,51 Invitados,482 Bots

Blog: Perspectivas comunistas

Desde el Plantón magisterial en el Zócalo de la CDMX

Nuestras redes sociales

Blog de la Columna CORTOCIRCUITOS

Nuestros grupos de difusión

Artículos publicados por mes

Síguenos en Facebook

Síguenos en Facebook

Artículos por AUTORES

Artículos publicados por FECHA

junio 2025
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30  
« May    

Artículos más leídos esta semana

  • 1

    Del Acuerdo Educativo Nacional al Plan de estudios 2022.

    septiembre 13, 2022
  • 2

    Redadas migratorias en EEUU: nacionalismo Trump vs el deep state

    junio 12, 2025
  • 3

    Milei, una bomba de tiempo.

    diciembre 3, 2023
  • 4

    “Érase una vez la colonización”: Carlos Vives cree que la conquista fue una película de Disney

    septiembre 19, 2024
  • 5

    Luce, la polémica “mascota” con que El Vaticano busca acercarse a los jóvenes

    noviembre 16, 2024
  • 6

    REDALYC se deslinda de “Artículo” con denuncia de “plagio”

    noviembre 14, 2023
  • 7

    Incongruencias de la NEM de Marx Arriaga: luchar contra el neoliberalismo promoviendo un concurso de Círculos de estudio sobre Freire, con premios de 10 mil pesos a los ganadores y con mecanismos de exclusión

    septiembre 25, 2024
  • 8

    El fraude de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García. Segunda parte

    diciembre 29, 2024
  • 9

    BRICS debe discutir regulación de redes e inteligencia artificial

    enero 7, 2025
  • 10

    DESPUÉS DEL DÍA 1, ¿QUÉ ES LO QUE VIENE PARA EDUCACIÓN?

    octubre 4, 2024
  • 11

    La preservación de la lengua ch’ol a través del teatro y los medios digitales

    noviembre 14, 2024
  • 12

    La Casa de los Famosos: ¿es posible no mirar?

    septiembre 19, 2024
  • 13

    Geopolítica del despojo: biopiratería, genocidio y militarización

    noviembre 8, 2023
  • 14

    ¿Qué es la acumulación originaria de capital?

    diciembre 21, 2024

Rolando Revagliatti. Argentina

Raúl Allain. Perú

Juan Antonio Guerrero O. México

Vanesa Monserrat. Argentina

Carolina Vásquez Araya

Ilka Oliva-Corado

Javier Tolcachier

Columna: CORTOCIRCUITOS

Manuel I. Cabezas González

Luis Armando González

Iliana Lo Priore

Jorge Salazar

Adolfo del Ángel Rodríguez

Oswualdo Antonio G.

José Eduardo Celis

Daniel Suárez

Güris J. Fry

Jorge Díaz Piña

Ángel Santiago Villalobos

Andrés Brenner

Alejandra Cortina

José Carlos Buenaventura

Luis Palacios

@2020 - Insurgencia Magisterial

Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
@2020 - Insurgencia Magisterial

Leer también:x

Fundador de Telesur: ”La izquierda se ha...

septiembre 2, 2017

Entrevista a Aram Aharonian, fundador de TeleSur...

julio 25, 2018