Por: Editorial Opinião Socialista. 25/09/2021
Bolsonaro sufrió una derrota el 7 de setiembre, pero no abandonó su proyecto de dictadura. Al contrario, ya ha indicado que todavía tiene esa carta bajo la manga por si pierde las elecciones del próximo año. Para concretar el “Fuera Bolsonaro” y acabar con sus amenazas, es necesario tomar las calles y realizar manifestaciones mucho más grandes que las que ya hemos hecho.
Movimientos de la derecha liberal, como el MBL y Vem Pra Rua, convocaron manifestaciones este pasado 12/9 para fortalecer una “tercera vía” electoral. Sectores del PT y el PSOL, así como otras organizaciones de menor tamaño, como el PCO, declararon que no irán a las calles al lado de estos sectores. Pero, si era correcto no acudir a los actos del 12, los cuales no fueron convocados de forma unitaria, es absurdo vetar, en la unidad de acción, a cualquier sector que esté a favor del “Fuera Bolsonaro” y en contra de su golpismo.
Y no deja de ser contradictorio que planteen como si fuese la misma cosa la unidad de acción para luchar y la unidad electoral. Principalmente, no dicen nada sobre la alianza para gobernar que construye el PT con los pesos pesados de la burguesía, sus partidos e incluso hasta con el centrão.
Para masificar la lucha por el “Fuera Bolsonaro“ es necesario hacer unidad de acción con todos los que están dispuestos a acabar con este gobierno y detener la preparación de un golpe. Nadie debe ser vetado, inclusive el MBL. Otra cosa es que la clase trabajadora no pierda su independencia política, ni limitar su agenda a este punto unitario.
La necesidad de la huelga general
Incluso en unidad de acción con sus enemigos, la clase trabajadora no puede perder su independencia política y su capacidad de acción. No hay ninguna garantía de que estos sectores lleven hasta el final la movilización por el Fuera Bolsonaro. Por el contrario, la burguesía y sus representantes, como Doria, MBL, Temer, el centrão y la mayoría del Congreso ya han dado señales de que prefieren mantenerlo allí. Pero ni Lula ni la dirección del PSOL quieren realmente, de hecho, derrocar ahora a Bolsonaro. Su prioridad es 2022.
La clase trabajadora necesita sacar a Bolsonaro y Mourão ya, poniendo fin a las amenazas a las libertades democráticas. La acción más fuerte para esto es la Huelga General. La construcción del día 2 de octubre, de forma unitaria, debe ir de la mano con la preparación de la Huelga General y la defensa de nuestras agendas por dos motivos: el primero es que no hay ninguna garantía de que los liberales vayan hasta el final en la lucha por derrocar este gobierno. El segundo, porque la clase trabajadora también quiere derrotar también las pérdidas de derechos que ellos quieren arrancarnos pasando por encima de nosotros.
Autodefensa y llamado a los policías rasos y soldados de bajo rango.
En este contexto de profundización de la polarización y amenaza de la ultraderecha, se hace cada vez más importante la necesidad de organizar la autodefensa de la clase trabajadora. Y también el llamado a los soldados y policías rasos o de base para que no embarquen en el falso discurso de Bolsonaro. El gobierno quiere organizar sus propias milicias en la base de los militares. Sin embargo, al mismo tiempo en que privilegia la alta cúpula de las Fuerzas Armadas con salarios astronómicos y cargos en las estatales, las bases, tanto de soldados como de las Policías Militares, sufren los mismos ataques y la misma política económica que el resto de la clase trabajadora.
Es necesario hacer un llamado a los policías rasos y soldados de base a que no respondan a la campaña del bolsonarismo y, por el contrario, apoyen a los trabajadores y a la población pobre en su lucha. Que no atiendan las órdenes de reprimir las manifestaciones y que se coloquen al lado de la clase.
Organizar un polo socialista y revolucionario
Es cierto, que para sacar a Bolsonaro debemos unir en la lucha a todo aquel que concuerde con eso, pero cuando se trata de discutir qué implementar, qué queremos colocar en su lugar, y qué proyecto de país estamos defendiendo, la historia es otra. Por eso, precisamos luchar para derrocar a Bolsonaro, pero también debemos luchar por empleo, salario y derechos. La burguesía, en cambio, quiere continuar atacando a la clase y arrancándole derechos, y es lo está haciendo con Bolsonaro.
Para apuntar una salida de la clase para la crisis capitalista del país, que enfrenten a los banqueros, grandes empresarios y multinacionales, latifundistas, organizando a los de abajo para luchar y defender el empleo, los salarios, la tierra, la salud, la educación y la soberanía, así como el fin de toda opresión sobre los negros y negras, mujeres, LGBTI, indígenas, inmigrantes, etc., necesitamos un polo independiente sin el rabo preso a la burguesía, capaz de defender y luchar por la igualdad y hacer que los ricos paguen por la crisis.
Un polo que, al contrario del frente amplio de Lula, del PT, defendido por la mayoría del PSOL, con banqueros, empresarios y políticos de la burguesía; logre unir a los de abajo para luchar por la reducción de la jornada laboral sin reducción de salarios; un plan de obras públicas necesarias y ecológicas para acabar con el desempleo; por la defensa del SUS y de la educación pública (estatales, gratuitos y bajo control de os trabajadores); en defensa de las tierras indígenas, quilombolas y por la reforma agraria; en defensa del medio ambiente; por el fin de la carestía y por aumento general de los salarios, con el fin de la precarización del trabajo.
Para eso, es necesario suspender el pago de la deuda a los banqueros, anular las privatizaciones y reestatizar las empresas privatizadas, bajo el control de los trabajadores; imponer un impuesto altamente progresivo y tasas de 50% a las grandes fortunas así como a las ganancias e ingresos de las 200 empresas más grandes (bancos, industria, comercio y agronegocio); y revocar las reformas laboral y previsional. Un polo que defiende la lucha contra Bolsonaro hasta el final, pero que, además, plantee la necesidad de que los trabajadores gobiernen, a través de consejos populares, para cambiar de hecho al Brasil.
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Fotografía: LIT-CI