Por: María Belén Lucumí Arias, Laura Marcela Pascuaza, María Alejandra Coral, Sandra Patricia Gómez. 02/07/2021
Taller semilleros Umariana
El desarrollo de espacios que invitan al estudiante a la construcción de procesos reflexivos, más allá de la aplicación de conceptos metodológicos,permite vislumbrar un camino importante dentro de la formación en investigación. Desde la Coordinación Institucional de Semilleros se ha hecho un esfuerzo importante por articular cada una de las acciones que conducen al estudiante a ampliar el panorama en materia de investigación. El día 19 de febrero de 2021, a través de la plataforma Zoom, se contó con la participación de Herman Van de Velde, coordinador de ABACOenRed, una ruta alternativa popular de educación basada en la cooperación genuina, quien introdujo a los diferentes miembros de los Semilleros de Investigación en la relevancia de la interdisciplinariedad a partir del trabajo colaborativo.
Efectuar una comparación entre la educación actual -más flexible a alternativas- y la educación más antigua –rigurosa en métodos- es un tema de gran relevancia para estudiantes y para los docentes que acompañan el proceso investigativo; la comparación simbiótica nos conduce a comprender la educación en evolución y cambio y, como la única manera de formarse como miembros activos de la sociedad, procurando hablar y hacer el bien, no solo como investigadores, sino también como personas.Sin duda alguna, la investigación es fascinante; aún más, cuando se puede incluir como parte de la realidad educativa del día a día en la enseñanza y el aprendizaje; y, si bien es una realidad a la que a diario se enfrentan miles de estudiantes, ¿cómo comparar la educación actual con la de hace 20 años? Muchos podrán decir que toda situación es diferente y ésta ha evolucionado; sin embargo, es increíble saber que son más de 20 años en los que va atrasada la educación actual. Siempre hemos considerado que cada persona tiene su manera de enseñar y, por ende, también de aprender; si decimos que esta enseñanza está algo retrasada, es en el sentido de saber que no nos hemos adaptado al uso de lo más actual; estamos viviendo una situación para la que debimos estar preparados. Sin dudar, podemos afirmar que esta pandemia nos golpeó de frente a una realidad que habíamos evitado; fue casi un paso obligado al uso de la tecnología, algo que hace muchos años se debió haber implementado en la educación. El tiempo pasa y cambia; junto a él, se debe aprender a cambiar también; no se puede ser mediocre y quedarse en el pasado, sobre todo cuando nos preparamos para el futuro. Los docentes tienen un objetivo claro y conciso, aunque eso no significa que sea fácil: formar verdaderos ciudadanos, personas que aporten al bienestar de una comunidad. Decimos ‘personas’ y no adultos; de hecho, éste es un término que solemos confundir, en gran medida, porque creemos que un adulto es aquel que gana dinero y trabaja; creemos que un adulto es aburrido; es el que paga cuentas y, por el contrario, un niño es alguien inmaduro, que no tiene preocupaciones, que juega y que hace cosas, muchas veces sin sentido; es un estereotipo no solo molesto, sino también un poco infundado, algo sin sentido. Utilizamos los términos ‘ciudadano’ y ‘persona’, porque es irresponsable seguir estereotipos tan absurdos como que un niño no puede hacer algo útil, como que una mujer debe limpiar la casa, como que un hombre no puede llorar o que los estudiantes solo aprenden y esto nos lleva a un punto más grande: estamos en un constante aprendizaje, pero también en una constante enseñanza; es decir, en nuestro pensamiento tenemos un concepto muy erróneo: solo los adultos enseñan y los niños aprenden.
No obstante, lo cierto es que nunca terminamos de aprender; no somos seres perfectos; vivimos en un mundo imperfecto, cometemos errores a diario y es por eso que, lo mejor que podemos hacer es comprender y aprender un poco de cada persona; buscar lo bueno que tiene cada ser y hacerlo una parte viva de nuestra realidad, nuestro diario vivir, nuestra personalidad y nuestro conocimiento; todo esto lo quisiéramos expresar con un ejemplo: el Semillero de Investigación Pacha Kawsay forma en el presente, por y para el futuro, sembrando semillas de esperanza en un mundo agobiado por la guerra, por los estereotipos; formamos personas en el bien, en la investigación integral y en el aprendizaje significativo, construido a base de la experiencia y no de la teoría. Formamos en la felicidad que, al fin y al cabo, es nuestro objetivo de vida: ser y hacer felices a los demás, a través del uso de la razón en lo subjetivo y lo objetivo del pensamiento; esto lo pudimos evidenciar después de escuchar a Herman, como nos dijo que lo llamáramos durante el desarrollo del taller. En este escenario se vivencia la cooperación genuina, el desarrollo de potencialidades propias de cada semillerista, aplicando cada elemento descrito en este importante taller. Aprender a investigar investigando desde la cooperación genuina nos permite reconocer al otro como un ser capaz de enriquecer los procesos de aprendizaje; nos ayuda a vislumbrar un escenario diferente en el que los aportes nos enriquecen, nos ayudan a ver las cosas desde diferentes puntos de vista y nos acercan un poco más a la comprensión del mundo actual; escuchamos al otro, interpretamos sus ideas y pensamientos, compartimos las experiencias vividas, los saberes y cuestionamientos, tomamos una postura de acuerdo con nuestras vivencias, logrando tener una visión más general del proceso investigativo; nos llevamos muchos aprendizajes del doctor Van de Velde, que nos permitirán seguir abriendo caminos para continuar aprendiendo a investigar, investigando.Cuando hablamos de los procesos investigativos, es indiscutible reconocer que el trabajo en equipo se constituye en un papel fundamental para adelantar proyectos e ideas de investigación; en este sentido, el proceso se enriquece y fortalece, indagando, argumentando, construyendo y mejorando el conocimiento. Como lo afirman Caballero y Van de Velde (2014) “se trata, pues, de dar preeminencia a los procesos educativos que destaquen la colectividad y la construcción de oportunidades de aprendizaje para todas y todos, rescatando la cooperación desde un sentido didáctico, conceptual y cultural” (p. 41).
En palabras de María Belén Lucumí, del Semillero GEAN del programa de Administración de Negocios Internacionales, la concepción de la investigación, como un eje transversal de la formación, permite que se identifique y aprecie aspectos relevantes a tenerse en cuenta para consolidar la metodología de enseñanza-aprendizaje más apropiada. Si bien es cierto que, a lo largo de la historia han existido varias teorías al respecto, en la actualidad, la cercanía y la apropiación de los conceptos y temas, hace posible que el investigador cree y descubra un nuevo conocimiento, iniciando por descubrirse a sí mismo y luego a su entorno, con el objeto de que la apropiación de los temas se transfigure en la razón de ser de quien investiga. Es así como los investigadores que consiguen apropiar este concepto, son capaces de lograr, a través de sus investigaciones, grandes resultados que se evidencian en cambios importantes. Otro aspecto fundamental es la interdisciplinariedad en la investigación, por lo que la participación de especialistas de diferentes áreas con intereses y propósitos similares, permite que el desarrollo de un trabajo tenga un mayor alcance, además que el conocimiento científico que cada uno posee, soporta cada parte del proceso. La cooperación genuina se consolida como un mecanismo que permite la interacción apropiada de los participantes, al construirse un ambiente para el desarrollo de conocimientos con conciencia social; al no enmarcarse dentro un paradigma específico, el entorno de aprendizaje y deliberación conjunta se centra en el respeto por las posturas de los demás, donde el saber escuchar, interpretar, compartir, defender e integrar pensamientos, se convierte en el eje central de la dinámica de construir con los otros. Es importante destacar que, cuan mayor sea el contacto que tenemos con nuestro entorno, que se amplía más allá de nuestra individualidad, mayores serán las incógnitas que surgen en cada uno de nosotros y mayor será nuestro redescubrimiento y crecimiento personal, lo que a la vez se verá reflejado en la construcción de una sociedad ética y responsable. Aprendemos de lo que nos es significativo, de la realidad que impacta y permea nuestra mente; el cúmulo de experiencias producto de la relación con el entorno, propicia el autoaprendizaje. De ahí que, la investigación debe considerarse como una fuente inagotable de conocimiento, con la capacidad de impactar contextos reales; no se investiga para sí mismo; se investiga por y para otros, con el fin último de dar significancia a aquellos fenómenos que se presentan con asombro ante nuestros ojos. Realizar un ejercicio investigativo debe lograr que el estudiante sienta un grado de pertenencia con lo que hace, una identificación y un gusto por los sucesos o fenómenos a investigar, donde la aplicación de herramientas metodológicas y cognoscitivas sean traducidas en un aporte real para su disciplina o profesión.
Referencias
Caballero, Y.C. y Van de Velde, H. (2014). Construcción colectiva de ‘actitud cooperativa’ desde un escenario virtual de aprendizaje. Revista Científica de FAREM-Estelí, (13),41-50.
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Fotografía: Youtube