Por: Joan Santacana. 03/09/2024
Joan Santacana escribe sobre la red social china y su posible utilización política por el Gobiero de aquel país.
Les voy a contar un cuento; un cuento chino. En los años sesenta del siglo XIX, la gran prensa estaba en auge en todo el continente europeo, y también en América. Los periódicos eran portadores de todas las noticias importantes y la gente creía lo que aparecía en letra impresa. Las clases ilustradas devoraban la prensa con avidez y el movimiento obrero no tardaría mucho en crear la suya propia. También era una novedad la telegrafía; los telegramas empezaban a llegar a casi todas las ciudades. Posteriormente, en el primer tercio del siglo XX, la radio se generalizó, y millones de personas escuchaban las emisoras que emitían música y boletines de noticias. En los años veinte y treinta del siglo pasado, la radio era un instrumento fundamental, ya que la inmediatez de la noticia le confería un valor indiscutible: «Está ocurriendo, señores, ahora». Luego, a mitad del siglo pasado, parecía que la televisión sustituiría a la radio. Quien controlaba los canales de televisión controlaba el poder. La imagen era poderosísima e influía de forma decisiva en la vida de la gente. La televisión invadía las casas, se filtraba en la cocina, en el comedor e incluso en el lecho conyugal.
En cada uno de estos avances en el sistema de comunicación se escondía un cambio en la forma de ver el mundo, y hay hechos históricos que no se explican sin conocer las nuevas condiciones que cada uno de estos medios imponía e introdujo en la mente de las personas. Es bien sabido que sin la manipulación de un famoso telegrama enviado por Napoleón III al rey Guillermo de Prusia, que la prensa alemana difundió, difícilmente se hubiera producido de la misma manera la guerra francoprusiana. Y no es menos cierto que el fascismo y el nazismo no pueden explicarse sin tener presente cómo las cadenas de radio difundían sus discursos por todos los rincones del país. Tampoco cabe dudar de que las cadenas de televisió,n fuertemente controladas, alimentaron durante años la llamada guerra fría.
Hoy ninguno de estos medios es lo decisivo que fue en el pasado, pero hay nuevos medios, anclados en las redes sociales, que, como antaño hicieran prensa, radio o televisión, condicionan la vida de todos nosotros. Cuando los analistas estudian, por ejemplo, el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo, nos damos cuenta de cómo los algoritmos de TikTok fueron prolijos en vomitar contenidos, imágenes y gags del partido extremista germano Alternative für Deutschland (AfD), de modo que todo aquel que buscaba información se topaba con sus mensajes falsos con exageraciones, sus noticias fuera de contexto, sus mentiras groseras mediante chistes más o menos obscenos y sus ideas basadas en el odio racial. Estos llegaron a dominar la plataforma china. El efecto es bien conocido: normalizar el discurso, hacer que aquello que no hubiera uno creído si se lo hubieran intentado explicar, se convierta en tan habitual que nuestra mente ya no lo rechace. Es el triunfo de Goebbels, que sostenía —con razón— que una mentira repetida de forma continua se transforma en una verdad. De esta forma los discursos mas absurdos se normalizan, los aceptamos y acabamos creyendo en ellos por saturación.
Estas tácticas las vimos ensayar por Rusia en las elecciones norteamericanas, en muchos países europeos y ahora, de forma brutal, en Alemania. Y el sistema es eficaz: obtiene lo que se propone. Ante esta amenaza, que no es una nimiedad, hoy el Departamento de Estado norteamericano se plantea luchar contra ello y ha dado un ultimátum a la compañía china propietaria de TikTok, la ByteDance. Cabe preguntarnos si, bajo la apariencia de una simple aplicación pensada para el entretenimiento, con muchas adolescentes en faldas cortas o sin ellas y con gags musicales o cómicos en bucle de entre 3 y 30 segundos, en realidad no se trata de una herramienta gubernamental china para manipular procesos electorales. No lo sé, aunque todo apunta a que así es. Esta app, de origen chino, nació en 2016 y en 2018 ya era la aplicación más descargada en Estados Unidos. La aplicación utiliza inteligencia artificial para analizar los intereses de los millones de usuarios así como sus preferencias; su algoritmo elige qué contenido está recomendado para cada persona.
Además, toda esta brutal información es compartida por las agencias gubernamentales de China, que de esta forma disponen de una fuente fiable y segura de las tendencias dominantes en Occidente. Ello les permite influir de forma decisiva en las opiniones públicas. Cabe preguntarnos: ¿lo hacen? Constituye un indicador de que en realidad lo están haciendo el que, en las sociedades democráticas de todo el mundo, desde la aparición de TikTok, se haya acelerado notablemente el proceso de radicalización política e ideológica que, por otra parte, tanto beneficia a la posición internacional del Partido Comunista Chino, en cuyo país el control ideológico es ejercido directamente por el poder central. Por esta razón, resulta casi imparable entre nosotros el auge de populismos en países hasta hace poco libres de este daño. Es una realidad la cantidad de partidos políticos de extrema derecha o anarquizantes de izquierda que irrumpen en el panorama actual y hacen temer que, como ocurrió en el pasado, un nuevo medio poderoso, en manos de alguien interesado, pueda torcer la Historia. Y no nos engañemos: lo conseguido en España y en las sociedades democráticas no fue un regalo que nos dieron nuestros padres. Lo ganaron con sangre, y nosotros lo podemos perder. Lo malo es que tan solo nos daremos cuenta de la pérdida cuando esta no tenga remedio.
Joan Santacana Mestre (Calafell, 1948) es arqueólogo, especialista en museografía y patrimonio y una referencia fundamental en el campo de la museografía didáctica e interactiva. Fue miembro fundador del grupo Historia 13-16 de investigación sobre didáctica de la historia, y su obra científica y divulgativa comprende más de seiscientas publicaciones. Entre sus trabajos como arqueólogo destacan los llevados a cabo en el yacimiento fenicio de Aldovesta y la ciudadela ibérica y el castillo de la Santa Cruz de Calafell. En el campo de la museología, es responsable de numerosos proyectos de intervención a museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Entre ellos destaca el proyecto museológico del Museo de Historia de Cataluña, que fue considerado un ejemplo paradigmático de museología didáctica.
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Fotografía: El cuaderno