Por: JACOBO RIVERO. EL SALTO. 14/02/2019
Las cartas de George Jackson son un reflejo apasionante del recorrido vital hacia la liberación personal y colectiva de un hombre encarcelado que no se resigna a ser sometido por muchos cerrojos que le impongan.
“Contamos con un enemigo definido que nos acepta solo sobre la base de una relación entre amo y esclavo. Cuando yo me rebelo, la esclavitud muere conmigo. Me resisto a regresar a ella. En ese rechazo está fundamentalmente mi vida”. En octubre de 1970 se publicó en Estados Unidos el libro Soledad Brother. The Prison Letters of George Jackson, que en poco tiempo se convirtió en un bestseller y en los años siguientes fue publicado en multitud de países como reflejo del grito de rabia más radical de la comunidad negra estadounidense. Las cartas del preso George Jackson eran un alegato de denuncia en primera persona sobre las condiciones carcelarias de la población negra en Estados Unidos, pero también mucho más.
Con habilidad para trenzar palabras y sentimientos, se trata de una correspondencia brillante plagada de reflexiones afiladas sobre el capitalismo, el fascismo, las luchas de liberación anticoloniales, el internacionalismo y también el amor. Las misivas a familiares, compañeros de lucha y abogados están atravesadas por una intensidad vital que no deja indiferente al lector.
También aparecen las contradicciones de una vida joven encerrada tras unos muros donde solo hay miseria, racismo y violencia cotidiana. Apenas un año después de su publicación, Jackson fue asesinado en el patio de la cárcel de San Quintín. Poco después, Bob Dylan sacaría un sencillo con el título de George Jackson.Acertaba de pleno en una estrofa de la canción: “Tenían miedo de su poder. Tenían miedo de su amor”.
La editorial Virus publica de nuevo el manuscrito, manteniendo la excelente traducción que hizo Óscar Caballero en 1972 para la edición de Barral y añadiendo algunas notas de prensa que se publicaron en su día en España, la lista de libros que había en la celda de Jackson en el momento de su muerte y el discurso que hizo Angela Davis —con quién también se escribió— tras el motín de la prisión de Attica, dos semanas después del asesinato de George Jackson, que terminó en un exterminio de presos que solicitaban la mejora de las condiciones de vida y el reconocimiento de los derechos de los presos políticos encarcelados. Un libro apasionante entonces y que ahora se revela igual de imprescindible y necesario al hilo de movimientos recientes como Black Lives Matter!
“Recuerdo hasta el primero de mis golpes; yo he vivido a través del paisaje, he muerto sobre el paisaje, me he recostado en las tumbas, profundas y sin lápida de los millones de negros que fertilizan el suelo americano con sus cadáveres”
Jackson fue un chaval inquieto y rebelde desde el útero de su madre. Creció en el clima de opresión y segregación racial sobre el que galopó el capitalismo en Estados Unidos tras la Gran Depresión, manteniendo la herencia y lógica esclavista que había dominado la economía desde los primeros años de construcción del país. George Jackson entendió muy pronto que el “sueño americano” era una pesadilla para la población negra. En esa lógica, habitó la perversión de un sistema que excluía y maltrataba a su comunidad desde la escuela. Con 18 años fue detenido por el robo de setenta y un dólares y sentenciado a un año de prisión indefinida, revisable en función de su comportamiento.
No saldría con vida. Tras diez años por diversas cárceles lo asesinaron por ser un orgulloso militante de las Panteras Negras y cuando había un movimiento de solidaridad con los tres presos de las Panteras en la prisión de Soledad (Fleeta Drumgo, John Clutchette y el propio Jackson) que había ido creciendo precisamente tras la publicación del libro.
Las cartas de George Jackson son un reflejo apasionante del recorrido vital hacia la liberación personal y colectiva de un hombre encarcelado que no se resigna a ser sometido por muchos cerrojos que le impongan. En el trayecto reflexivo del autor se transita por la difícil relación con sus padres de los primeros años en la cárcel, hasta un estadio de libertad más allá de las cadenas por su toma de conciencia y determinación hacia una lucha que describe como un proceso histórico a través de su propia persona: “Recuerdo hasta el primero de mis golpes; yo he vivido a través del paisaje, he muerto sobre el paisaje, me he recostado en las tumbas, profundas y sin lápida de los millones de negros que fertilizan el suelo americano con sus cadáveres; el algodón y el maíz crecen en mi pecho, hasta la tercera o cuarta generación, la décima, la centésima”.
Casi cincuenta años después de su publicación estremece la actualidad de muchas de las reflexiones de George Jackson sobre el capitalismo, la lucha antifascista, el pensamiento internacionalista o la cuestión racial. Inevitablemente hay en su redacción una narrativa revolucionaria que abrazó las luchas de liberación que había en aquél momento en todo el mundo —desde Vietnam, hasta Cuba o China pasando por África—.
En el periódico La Vanguardia del 24 de agosto de 1971 se recogían unas declaraciones de su madre al enterarse de la muerte de su hijo en una rocambolesca operación policial que trató de simular su muerte como un intento de fuga: “Yo puedo decirles exactamente lo ocurrido. Querían matarlo y lo han matado”. Sin embargo, muchas de las palabras y reflexiones de George Jackson siguen vivas. Como señala Jean Genet en el prefacio el libro es un “impactante poema de amor y combate”. Puro Black Power. George Jackson en una de sus últimas cartas a Angela Davis apunta al lugar donde se encuentran tras la toma de conciencia que han asumido como identidad individual y colectiva: “somos los más poderosos”.
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Fotografía: el salto