Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 4 de febrero de 2023
Heojil Kyolshim
La Decisión de Partir (Park Chan-Wook, 2022)
Caleidoscópico recorrido que recorre minuciosamente el espeso y denso flujo del crimen; la linfa de todo aquello que lo corroe en la causalidad (fallo) y la consecuencia (culpa). Laberíntico entramado bajo sutiles y pulcras reminiscencias hitchcockianas que retrata cual radiografía -gracias a un muy creativo y manejo juego de capas- la trasfiguración de la equidad, la mutación del orden, en pasión que apertura el horizonte de la incomprensión y la crueldad, ensombrecida la lógica instaurada desde la sociedad y desnudado el raquítico peso de los valores morales universales; quid del gran cuerpo de la obra de este eficiente realizador surcoreano. Cinta fresca e hipermoderna que despliega una mezcla de recursos que dotan de un ambiente novedoso los ya tan reconocibles elementos del código noir. Estamos pues, quizá, frente a la inscripción de lo que este género pueda llegar a desenvolver en el marco de los años venideros bajo (y sobre) las situaciones que caracterizan la contemporaneidad.
La génesis no podría ser más ortodoxa, el pretexto es nítido dentro del soporte estilístico; la relación de las figuraciones y los conflictos no son inusitados. El encuadre dramático de Chan-Wook se mantiene fiel al cuerpo policiaco: un detective debe resolver una misteriosa muerte bajo una montaña, posiblemente un asesinato, comenzando así una relación con la viuda del difunto; quien al tiempo que se revela -in crescendo- como la posible responsable, enciende también la maquinaria del ímpetu y el frenesí generando una turbia simbiosis que trastoca y rebasa los lineamientos del ámbito laboral, la profesionalidad y el siempre hosco entendimiento del desenfrenado campo amatorio. Es entonces en el “como”, más que en el “qué”, donde el realizador toma el control con su característico tacto y desarrolla con fuerza su encadenado y nos introduce de lleno en una especie de cubo suprasensible donde las pocas fortalezas de nuestros protagonistas engrosan sus debilidades; abocándose a la también típica espiral crepuscular esperada, pero con una purgatoria resolución que tanto cierra todos los hilos presentados, como abre un litoral al imaginario de cada espectador. En dicho poliedro, entonces, somos capaces de deambular por escenarios que no se centran únicamente en el incidente central a resolver sino en el más recóndito advenimiento de sus aprensiones, vanidades y recelos. Todo en un mismo trazo que convierte el revestimiento fílmico en un juego de posibilidades que se tornan certezas y suprimen a la vez las capacidades de la deducción y la sensatez. El debilitamiento, pues, se irá haciendo el sello particular de sus impulsos derivándolos a un sinfín de contingencias, pero todas ellas tras el vaho de la tragedia.
Las vetas con que se compone este mosaico detectivesco enriquecen el camino cual laberinto argumental. Se nos separa del caso investigativo, pero se nos profundiza hasta el ahogo en la turbia vacuidad del acierto emocional en nuestros personajes centrales; el piso en que intentan sedimentar sus actos es inestable, lleno de dudas y temores. Cada paso puede ser tan sincero como peligroso. No existe la convicción ni la certidumbre; si bien en el lienzo de la pantalla rondamos entre paréntesis temporales, situacionales y condicionantes que nutren el subtexto, nuestros guías se encuentran perdidos entre sus anhelos y cometidos frente a la ventana de la validez social. Esto, claro, lleva a la película a tratarse con tacto y cuidado; es una trama que requiere de atención y retenimiento para hilvanar los finos cruces que se hayan en las entrañas del afecto y el dolor más que en el simple y llano seguimiento de pistas.
Si bien Park Chan-Wook ha demostrado ya con creces su labor como un director global, aquí sostiene su cosmovisión con creces, aportando texturas y modernizando su disertación sobre las secuelas del encarnizado y duro yugo social. Su “Decisión de Partir” termina por ser un recorrido directo a los entresijos del afecto, de promesas rotas que de sostenerse habrían de quebrar otras tantas más: bisagras vivenciales que exhiben y manifiestan el infortunio, la ironía de los pasos a seguir; el camino por continuar -que si bien se esquiva habrá de reencontrarnos más adelante. Somos, pues, víctimas de todo aquello que hemos hecho y todo aquello que no hemos logrado completar. Víctimas de nuestros roces, de nuestra totalidad y nuestra parcialidad. Víctimas de nuestras palabras. Y es que al final, ¿cuántas veces no hemos sido capaces de entender los precipicios a los que invocan nuestras voces? ¿Cuántas veces no hemos abierto la boca sin siquiera lograr escucharnos?

La Decisión de Partir de Park Chan-Wook
Calificación: 3.5 de 5 (Buena).
Fuente: https://www.facebook.com/100036159626395/posts/pfbid025SimH2uB9HR4DnTEeLSBfnhTFwaHEnJX8xeXxRdMxHjXz5fKoGgbff9DMPEks4NDl/?mibextid=cr9u03
Fotografía: IMBD