Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. Columna: Cortocircuitos. 25/08/2020
Empieza a configurarse algo inédito. Inimaginable. Impensable hace pocos meses. Algo que todavía no sabemos muy bien de qué se trata, ni su magnitud, sus dimensiones o su potencia; pero está ahí, moviéndose, serpenteando, a veces inaudible, a veces sotto voce, otras a viva voz; son acciones singulares, de maestras, maestres y maestros, también de estudiantes, padres y madres de familia, que el día de ayer, 24 de agosto, empezaron una gran movilización pedagógica junto y al margen de las clases por televisión.
En realidad, no iniciaron ayer, tienen ya varios meses desarrollando, probando, intentando, ajustando sus modelos, procedimientos y acciones pedagógicas, ante el fracaso monumental de Aprende en casa 1.0, y ahora el Aprende en casa 2.0.
Hay que decirlo: les, los y las profesoras de México le han enmendado la plana a Esteban Moctezuma Barragán una y otra vez.
Cuando Esteban inventó – ciertamente en condiciones inéditas, sin saber muy bien qué hacer, ni cómo, ni para qué-, el Aprende en casa 1.0, un modelo basado en las redes digitales, en un país con tantas carencias como México, fue la magisteria quien se adaptó a las circunstancias y con tal de no perder la relación pedagógica con sus estudiantes, desarrolló mil y una formas para atenderles y continuar el ciclo escolar. No tuvo más apoyo que sus propios recursos, los de las familias y estudiantes; mientras tanto, Esteban hacía encuestas anodinas de satisfacción y demás formas autoreferenciales a las que recurre todo político.
Todo eso fue posible porque se mantenía un gran relato: el regreso a clases presenciales, el regreso a la Nueva Normalidad, anunciado con bombo y platillos para el mes de agosto. Hoy sabemos que eso no será posible, ni en septiembre, ni en octubre o noviembre….
Frente a esta situación irremediable, Esteban hizo lo que sabe hacer muy bien: habló con sus amiguis y expatrones de la televisión privada, les consiguió un negocio de cientos de millones de pesos, para transmitir en canales alternos miles de horas de televisión con los contenidos del curso escolar. Es el programa Aprende en casa 2.0; el curso escolar en televisión. Más democrático, se dijo, pues el 90% de los hogares mexicanos cuentan con una. Y los que no, tendrán radio, cuadernillos, libros, orientación. Un programa con una mayor cobertura que el anterior.
Pues bien, a los pocos días, el discurso empezó a cambiar. Con pequeños giros: las maestras no estarían solas, sino acompañadas por comunicadoras expertas en el lenguaje televisivo, un dueto docente; más tarde, que no eran de la televisión comercial, sino educativa; que los contenidos serían producidos por la SEP; luego, ante los reclamos de una crítica pedagógica, dijo que en realidad, eso era una modalidad de apoyo nada más, que el magisterio seguiría teniendo su función de siempre; posteriormente, anunció que se contaría con centros de apoyo pedagógico; y así ha ido desdibujando cada vez más el Aprende en casa 2.0, ese gran acuerdo SEP-televisoras privadas.
Desde luego, ni Esteban, ni el Pacto por México, ni los expertos de referencia, preguntaron cuál era el papel específico de los, les y las docentes en esta modalidad; menos aún si continuar el ciclo escolar en estas condiciones era pertinente; ni mucho menos si en los contenidos del curso durante la pandemia son o deben ser los mismos que en tiempos no pandémicos; eso no está en sus preocupaciones. Tampoco que las familias han visto reducidos sus ingresos, que se han perdido empleos, familiares han enfermado y mueren, el riesgo de contagio está ahí, la pandemia continúa, aunque algunos digan que no hay virus ni pandemias. Mientras todo eso pasa, los y las niñas, jóvenes siguen con los mismos planes de estudio. Como si lo único que importa es continuar con el ciclo escolar, como si no pasara nada, ¡después de seis meses! Eso no está en las preocupaciones ni de Esteban, ni del SNTE, ni del presidente, de nadie.
Pues bien, en estas condiciones, ayer empezó este nuevo experimento educativo llamado Aprende en casa 2.0. Las clases iniciaron por televisión, y ahora sabemos que las primeras tres semanas serán remediales, o algo así; también sabemos que se trata de una pedacería televisiva, en la que se recortaron programas ya emitidos en canal 11, 22 o de contenidos educativos de la SEP; se trata de cápsulas informativas, mensajes de superación personal, clips de activación física por grandes deportistas, y demás. En eso consiste la programación televisiva que sustituiría, presuntamente, la presencial en tiempos de pandemia.
Pues he aquí que, en realidad, se trata de un gran timo. Lo que verdaderamente sucede, a nivel singular y molecular, son las micro-acciones docentes de miles y miles de maestras, maestres y maestros, que acondicionaron sus hogares y los transformaron en aulas, lugares de juego, de reunión; que los decoraron para recordarles a sus alumnos sus salones de clases, con mensajes de aliento, con juegos didácticos, con mil y una maneras de hacerse presentes, también para hacerles sentir, palpar, recordar, imaginar que la relación pedagógica continúa, aún en estas condiciones.
Y para hacer eso, tuvieron que recoger y cargar libros de texto, ir a las escuelas a entregarlos, recoger las listas, investigar correos, teléfonos, direcciones de sus alumnos, diseñar las clases, grabar mensajes, pequeños clips, podcasts, algunos incluso pusieron los nombres de sus alumnos en pizarrones improvisados, en las flores de un jardín improvisado, en los desfiles imaginarios de sus videítos. Todo eso con sus recursos, con su esfuerzo, con sus deseos y sus compromisos.
Así empezaron ayer las clases, las de verdad. Así continuarán hoy; basta darse una vuelta por las redes sociales para admirarse de la enorme movilización docente que está llevando a cabo esa magisteria revoltosa que fue denostada, mancillada, desvalorizada por las mismas televisoras que pretenden sustituirlos, esas a las que Esteban les consiguió cientos de millones de pesos. A ellas, mientras que a quienes se están fletando con las microacciones educativas, las verdaderas, las que llegan a las familias y estudiantes, solo el reconocimiento de dientes para afuera, cuando no el chantaje de tener un empleo en estos tiempos turbulentos.
Hay que decirlo: todo eso termina por ser romantizado “el gran compromiso magisterial”, “el gran amor del magisterio”, “la vocación de las maestras”, que en las “peores condiciones siempre están con sus alumnos”, porque donde hay “un maestro y un alumno, ahí está la escuela”. ¡Falso, falso, falso!
Digámoslo claro: la romantización de la práctica docente, no nada más en tiempos de pandemia, sino siempre, es un modo de encubrir la precarización, la sobreexplotación y el desprecio al magisterio. ¿Quiénes pagan la conexión a internet, quiénes comprar sus equipos de conexión digital, con qué recursos se acondicionan los domicilios docentes, quiénes gastan sus datos en atender alumnos? Los, las y les profesores de México; del SNTE, de la CNTE, de los sindicatos estatales, eso está más allá de afiliaciones ideológicas o gremiales. Son ellos, ellas y elles quienes lo hacen.
Para la magisteria no hay dinero, para las televisoras si; total, las maestras y maestros harán lo que sea por iniciar, preservar y nutrir la relación pedagógica, aún a costa de sus recursos.
Mientras el sistema continúa explotando los recursos, los esfuerzos, el talento y la imaginación de sus docentes, el secretario de educación pública le consigue cientos de millones de pesos a las televisoras privadas, para transmitir una programación anodina, que será, en el mejor de los casos, un mero acompañante de la verdadera educación a distancia: la realizada por la magisteria revoltosa; sí, esa misma que sostuvo durante años la resistencia a la reforma educativa del Pacto por México y que fue vilipendiada, insultada y desvalorizada por las empresas amigas de Esteban Moctezuma Barragán.
Cabe entonces preguntarse: ¿qué ocurriría si esta enorme movilización de las singularidades docentes, diera un salto adelante, y cuestionara ya no los medios de la acción pedagógica, sino los contenidos, los propósitos educativos, los mismos objetos educables durante la pandemia, ¿qué sucedería?
Y por qué no advertir, ya en el sueño de lo posible, ¿qué sucedería si las singularidades -esas maestras, maestros y maestres irreductibles al poder gremial y estatal-, se ensamblaran en moléculas de acción pedagógica autónoma? Es muy probable que ahí sí, iniciaría otra educación, para otro mundo. Es posible, ahí está, potencialmente ahí, está, lo estamos viendo hoy día…Es real, es posible, ¿quedará sólo en eso?
P.S. Lo que estamos viendo en estos mismos momentos, muestra que la opción de Esteban no era la única posible; no lo era, se está viendo en este mismo momento. Así que no vuelvan a decirnos nunca más, no nos vuelvan a salir con esas tonterías de que era lo único que se podía hacer, como se desgañitaron en gritar comentaristas, periodistas y expertos.
¡Nunca es lo único!, Las opciones están ahí, para quienes quieran verlas; quienes no, pues seguirán extendiéndole cheques a las televisoras y permanecerán indiferentes ante el hecho de que las maestras gasten de su dinero para continuar los cursos escolares. Ya sabemos quiénes son y de qué lado están.
Fotografía: facebook/pantitlánvice