Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. Columna: Cortocircuitos. 18/07/2020
El PES, PAN Y PRI han logrado instalar el pin parental en la agenda pública y en las conversaciones políticas del país. Hace unos meses no se conocía el tema, ahora preocupa a diversas instancias gubernamentales -como la SEGOB-, organismos de derechos humanos (como la CNDH y algunas comisiones estatales), colectivos de maestros y maestras, de mujeres, de la diversidad sexual, de educación especial, académicxs, investigadores y agencias internacionales, como la ONU y la UNESCO.
La iniciativa del PIN Parental ya se encuentra en estudio en el Senado y en ocho legislaturas estatales (Querétaro, Nuevo León, Chihuahua, Ciudad de México, Baja California, Hidalgo, Veracruz y Morelos). Sólo en Aguascalientes se aprobó una reforma a la ley estatal de educación con el mismo propósito, aunque sin hacer explícito el Pin Parental y con énfasis en las cuestiones de moralidad, sexualidad y valores. La comisión estatal de derechos humanos ya ha reclamado su inconstitucionalidad.
Se ha puesto mucha importancia a los efectos del Pin Parental sobre los derechos a la educación conculcados por esta iniciativa; sobre los riesgos que tiene sobre la educación integral, la lucha contra la discriminación, la violencia hacia los niños, niñas y adolescentes, los embarazos adolescentes y la educación en derechos humanos; por eso no es casual que sean las comisiones de derechos humanos, los colectivos feministas y de la diversidad sexual, los organismos internacionales, así como académicxs e investigadorxs, quienes hayan sido los y las primeras en pronunciarse en contra y advertir sus peligros. Sus aportaciones son fundamentales, tanto para la lucha conceptual como para la política. Han sido, y serán, la primera línea.
Insistimos: hay un riesgo de focalizar el Pin Parental en todo eso que llaman la ideología de género, la educación sexual, los derechos sexuales y reproductivos; eso es muy cierto, está en las iniciativas, abundan en eso, son repetitivas, obscenas podría decirse; de ahí salen campañas llamativas como “No te metas con mis hijos”, “En la educación de mis hijos mando yo”, “Familia natural”, y demás. Evidenciar las mentiras, las consecuencias y los peligros de esos pseudo-argumentos es parte fundamental de la lucha. Sin embargo, no debemos olvidar que es una contienda elegida, marcada y definida por el PES, PAN y PRI. Hay que contestarles para no aceptar el modo como quieren que se discuta, ni el campo que eligen, ni los términos del debate.
La construcción de un enemigo, tan inasible como eficaz, en este caso la ideología de género, es el gancho de la ultraderecha, el modo como incidir en la cognición social y establecer los marcos de referencia para recibir y procesar la información que dan. Es un anzuelo eficaz, pues acude a los miedos, a los instintos más básicos, a los prejuicios mas acendrados, los exalta, los convierte en peligro y reacciona frente a ellos -con argumentos ilógicos y anticientíficos, como el binarismo sexual y demás tonterías, pero que pueden calar en la conciencia popular cuando dicen barbaridades como que en las escuelas se enseñan el sexo oral, se promueve la homosexualidad y el aborto-. Mentiras y falsedades eficaces, para que todo lo que se relacione con el género sea considerado un enemigo, un peligro y algo a detestar. Más aún cuando se invoca la religión.
Ese es el campo definido por la cruzada de la ultraderecha. Frente a eso se ha reaccionado -con justicia-, pero pareciera que es un problema entre las feministas, los defensores de derechos humanos e integrantes del movimiento LGBTIQ contra los proponentes del PIN PARENTAL; así se encapsula una lucha, se aísla de las preocupaciones del magisterio y de los directivos, a los que se les deja únicamente el papel de reproductores de contenidos educativos abstractos o neutrales.
Esa parte es la que no es cierta. Eso es aceptar las condiciones del problema planteado por la ultraderecha. No es un asunto entre padres de familia que exigen los derechos a la educación de SUS hijos versus colectivos de feministas y de la diversidad que quieren imponer la agenda de la ideología de género -cosa que ni existe ni tiene sentido-; esa definición de los adversarios es parte de la estrategia del PES-PAN-PRI para distanciar a las maestras y los maestros de la discusión y, sobre todo, de la toma de posición.
Hasta la fecha, solo grupos locales del magisterio (Chihuahua, Veracruz, Michoacán), y las secciones del SNTE en Nuevo León se han pronunciado sobre el tema. Parecería que no es un tema que les afectaría. ¡Nada es más falso que eso! En realidad, como en la reforma educativa neoliberal, el Pin Parental es un mecanismo de control de la práctica educativa, del desempeño de los y las docentes y de vigilancia externa sobre la escuela.[1]
Para ver las afectaciones en la práctica educativa y el cotidiano escolar, vamos a analizar la iniciativa propuesta en Nuevo León, que es prácticamente la misma de Querétaro, Chihuahua, Ciudad de México, Hidalgo y Veracruz. La de Baja California tiene detalles diferentes, lo mismo que la del Senado, quizá porque son las de militantes del PAN. Destacaremos en negritas lo que nos parece más significativo para el argumento.
UNICO.- Se reforma por adición la fracción Vl del artículo 92 de la Ley de Educación del Estado de Nuevo León para quedar como sigue:
Artículo 92.- Son derechos de quienes ejercen la patria potestad o la tutela:
…
Vl.- Los padres o tutores tendrán el derecho, de prestar su consentimiento previo, conjunto, o por escrito el cual se Denomina PIN Parental, sobre el contenido de las clases y actividades que se impartan en los centros educativos que sean contrarios a sus convicciones éticas, morales o religiosas. Así mismo tendrán derecho a manifestar su oposición o negativa a que sus hijos participen en actividades, talleres, pláticas o charlas que contravengan sus principios morales, éticos o religiosos.
Las autoridades educativas están obligados a recabar por escrito autorización expresa o consentimiento informado a los tutores o a quienes ejerzan la patria potestad vía PIN Parental, con 30 días mínimo de anticipación previa a la impartición de talleres o pláticas impartidos por organizaciones ajenas al centro escolar mediante PIN Parental (Iniciativa de reforma por adición a la fracción VI del artículo 92 de la Ley de Educación del Estado de Nuevo León, 2020)
Las y los maestros no dejarán de advertir la peculiar gramática y sintaxis de la propuesta; más de una maestra habrá advertido la cantidad de sic que se podrían poner; pero dejemos de lado esas cuestiones. Centrémonos en las partes inadmisibles en un texto legislativo, pongamos atención a los efectos que esta iniciativa tendría sobre la práctica docente, las actividades escolares y la formación de los y las estudiantes de educación básica.
- ¿En qué consiste el derecho de los padres?
Prestar su consentimiento sobre el contenido de las clases y actividades que sean contrarios a sus éticas, morales y religiosas.
- ¿Cómo lo ejercen? A través del consentimiento previo, conjunto o por escrito, denominado Pin Parental.
- Relacionado con el anterior, a mostrar su oposición que sus hijos o pupilos participen en actividades, talleres, pláticas o charlas que contravengan sus principios morales, éticos o religiosos (los de los padres, por si alguien lo dudara).
- ¿Cuáles son las obligaciones de las autoridades educativas? A recabar por escrito autorización expresa o consentimiento informado a los tutores o a quienes ejerzan la patria potestad vía PIN Parental, con 30 días mínimo de anticipación previa a la impartición de talleres o pláticas impartidos por organizaciones ajenas al centro escolar mediante PIN Parental
¿En qué se traduce todo esto para los maestros, las maestras y las autoridades educativas?
1º. Las autoridades educativas están obligadas a:
a). Informar por adelantado de los contenidos de clases y actividades que se impartan en los centros educativos.
b). Informar por adelantado de la impartición de talleres o pláticas impartidos por organizaciones ajenas al centro escolar.
c). Recabar los PIN Parental, sobre los contenidos de las clases y actividades que sean contrarios a la ética, la moral y la religión de los padres de familia; y con 30 días mínimo de anticipación los PIN Parental, previa a la impartición de talleres o pláticas impartidos por organizaciones ajenas al centro escolar.
La escuela se convierte, entonces, en una suerte de administradora de la voluntad de los múltiples padres de familia; los directivos, informadores de contenidos y recogedores de pines parentales; las y los maestros, proveedores didácticos en perpetua vigilancia, por si trasgreden la voluntad de los padres de familia; tantas voluntades como niños, contenidos, actividades, materias, grados, religiones, criterios éticos, morales haya.
En los hechos, de seguir la lógica de la iniciativa, una escuela a contentillo de padres de familia, estaría sujeta a la variabilidad de tantas religiones y criterios éticos y morales como sea posible; cualquier cosa, repetimos, cualquier cosa puede ser objeto de controversia ética, moral y religiosa. ¡Cualquier cosa! Desde la evolución hasta el ADN; desde el lenguaje hasta el civismo; desde los fundamentos bioquímicos hasta la creación del universo, para no hablar de los procesos históricos, los deportes y las artes. Podría haber padres monárquicos, fascistas, nazis, pero también terraplanistas, antivacunas, machines, misóginos, racistas, clasistas, homofóbicos, acosadores, golpeadores, discafóbicos, y cualquier otra cosa. Porque lo que la iniciativa pone por encima de todo, hasta de la Constitución, ¡son los prejuicios, las opresiones, las ignorancias y los fanatismos disfrazados de creencias religiosas y criterios morales!
La iniciativa de Pin Parental cuestiona la viabilidad de la escuela pública; que quedaría sometida al bombardeo cotidiano de quienes están en contra de los postulados constitucionales de la educación pública. El Pin Parental no es para los padres y madres de familia que se acogen al artículo 3º; es decir, de la educación pública, laica, obligatoria, gratuita; no, no es para ellos. Es para los que están en contra de la democracia, de la lucha contra la injusticia, que promueven el odio, que disfrazan su racismo, su clasismo, su homofobia, con argumentos religiosos y diferencias éticas. ¡No hay diferencia ética entre la opresión y la igualdad! ¡No hay criterios morales diferentes entre quien promueve el fanatismo y quien aspira a la igualdad! La iniciativa del Pin Parental es para ellos, para hacer imposible la labor de los maestros, los directivos, las maestras y trabajadores educativos del país; para hacer imposible la escuela pública, sometiéndola al ataque permanente de los fanáticos religiosos; de todos los que quieren continuar la dominación de las mujeres; los que llaman a la opresión de los diferentes y discriminan a quienes no son como ellos.
El problema de fondo es que el Pin Parental hace inviable la escuela pública, aquélla comprometida con la equidad, la igualdad, la no discriminación, el pensamiento científico, la promoción de los valores de la democracia, la igualdad y la fraternidad. Sus promotores insisten en que por encima de la educación para la democracia, están los criterios éticos, morales y religiosos de los padres de familia, que se los impondrán, sí, se los impondrán a niños, niñas y jóvenes, a quienes consideran objetos de su propiedad.
Los niños, niñas y jóvenes no son propiedad de nadie; son sujetos de derechos, entre ellos a una educación integral y al desarrollo pleno de su personalidad, en una sociedad democrática, donde la diferencia de cada uno se respete y se valores, y no se someta a los dictados de la ignorancia, los prejuicios y los fanatismos; donde no haya cabida a la discriminación y a la opresión por razones de sexo, género, clase, etnia, idioma, preferencia sexual, expresión de género, nivel educativo, color de piel, y todo lo contenido en el artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Contacto: [email protected]
[1] Podrían plantearse incluso otras hipótesis estratégicas, como por ejemplo la relación del pin parental con la educación en casa, la elección de contenidos, etc. Lo dejaremos para otra ocasión.