Por: Carlos Saiden. La calle central. 13/11/2019
El Sindrome del Rey.
Lecciones democráticas latinoamericanas.
Al flagelo de la pobreza en Latinoamérica se le tiene que sumar la frágil democracia que existe en los diversos sistemas políticos de los países que la integran . Las constituciones políticas respectivas varían de país en país pero con un común denominador: sistemas de elecciones sin autonomía y dominados en su mayoría por los grupos en el poder.
Exceptuando a Cuba quien mantiene un sistema político de partido único, la mayoría de los países latinoamericanos se rigen por un sistema presidencialista, algunos son reeleccionistas y otros no como el de México donde no se contempla la reelección en
su constitución política. La tentación de perpetuarse en poder pareciera proclive de los sistemas socialistas. Así lo dice la historia.
Latinoamérica a través de su historia moderna ha sido escenario de numerosos golpes de estado que han convulsionando políticamente a la región. El más recordado sin duda es el chileno en los setentas con Salvador Allende con un trágico final y con la implementación del pinochetismo como dictadura militar el cual duró décadas hasta volverse a instaurar la democracia en ese país.
Pareciera que los gobiernos de izquierda son proclives al reeleccionismo. Así nos lo demuestran los casos de Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Ortega y Maduro han sorteado crisis políticas en el último año hecho que ha puesto a sus países en la mira mundial, sin embargo a pesar de estas crisis han logrado mantenerse en el poder con el control de sus fuerzas armadas.
El caso de Bolivia fue diferente. La cuarta reelección de Evo Morales no tuvo un final feliz. Los reclamos populares de fraude electoral y la postura de abandono de las fuerzas armadas a su presidente obligaron que renunciara al poder, desatando un caos en su país y refugiándose en México en donde AMLO le ha brindado protección humanitaria.
Sin embargo el análisis debe centrarse en preguntarnos ¿que motiva a estos líderes a aferrarse al poder? Pareciera que a estos gobernantes les da el Síndrome del Rey o del Tirano, término utilizado en la psicología para conceptualizar a los hijos que ejercen un poder dominando a sus padres mediante el chantaje.
El sentirse todopoderoso los lleva a sentirse dueños del destino manifiesto de su pueblo y de la necesidad de conducirlo casi divinamente hacia la esperanza prometida. En el más alto sentido democrático esto no debería ocurrir. En una democracia nadie debe perpetuarse y tratar de reelegirse infinitamente. El hartazgo social llega tarde o temprano y las consecuencias serán la lucha intestina por el poder público y el daño irreversible a quienes pretendían proteger: al pueblo.
Las lecciones democráticas de Latinoamérica parecen interminables. Cada país es un laboratorio donde pareciera que la democracia debe reinventarse cada día y en cada episodio. Lo sucedido en Bolivia nos hace reflexionar el papel de las fuerzas armadas en cada país y preguntarnos sobre quien realmente ejerce el poder popular en cada nación. Los reyes a través de la historia cayeron de su trono por la fuerza del descontento del pueblo, pero también por el abandono de sus fuerzas militares.
El escritor Luis Gonzalo Segura exmilitar español y autor del “El libro negro del ejército español” habla sobre la existencia de un ejército democrático y señala que: “en la democracia los ejércitos son instrumentos al servicio de los ciudadanos”.
Si el ejército de un país es pueblo y es garante de la existencia del Estado mismo, luego entonces al estar en peligro su existencia este deberá defenderlo de cualquier ataque extranjero, pero también de cualquier fuerza interna que comprometa su existencia.
Antonio Senillosa en su artículo “El ejercito de la democracia” señala que “las dictaduras militares solo aparecen y funcionan en el mundo no desarrollado, donde los niveles socioeconómicos y culturales no permiten el libre funcionamiento de un régimen democrático pleno”.
En el caso de Bolivia fue diferente, los militares no asumieron el poder, pero sí obligaron la renuncia de su presidente. Golpe de estado o no Evo Morales decidió renunciar.
Orlando Goncalves consultor político en su artículo “Aferrarse al poder, la lepra de la política” nos dice: “todo poder tiene una fecha de comienzo y de vencimiento, esta última es dado por las leyes.”
Luego entonces si un gobernante bajo los efectos del síndrome del rey o del tirano pretende aferrarse al poder, atentar contra su pueblo y crear una dictadura, surgirá un ejército popular y democrático que deberá garantizar la existencia misma del Estado y oponerse a esta dictadura?. Estamos ante algo inaudito hasta ahora en las democracias latinoamericanas, aunque esté parece ser el caso de Bolivia.
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Fotografía: Prensa Celam