Por: Ira Hybris. 02/05/2025
Anneke Necro es una trabajadora y creadora pornográfica, investigadora y pensadora anticapitalista. En su nuevo ensayo Deseo disidente (Levanta Fuego, 2024) ella nos propone situar el placer y el eros en el centro de la política radical. En esta entrevista hablamos de imaginación revolucionaria, de las necesidades materiales de las trabajadoras sexuales, las grietas del deseo en la lucha de clases y la necesidad de salir de la intimidad burguesa.

I.H.: En Deseo Disidente reivindicas el “gozo del pueblo”, una suerte de potencia subversiva de las formas en que las capas populares y subalternas han desobedecido históricamente a los mandatos de la conducta sexual de sus respectivos tiempos. ¿De qué forma podemos leer el deseo a través de la lucha de clases y viceversa?
A.N.: El deseo es atravesado por un montón de discursos, en cuanto a que es una construcción cultural y social. Del mismo modo que la familia como concepto se sostiene por una necesidad de las élites culturales, sociales, políticas y religiosas de establecer unos roles muy específicos y unos valores que constriñen el significado de comunidad y cuidados, para poder sostener un sistema que les beneficie, las ideas en torno a el deseo juegan también un papel fundamental en la construcción de la idea de familia y sobretodo en cuanto a establecer un orden natural de las cosas. Es decir, la contrucción de una idea de una sexualidad naturalmente heterosexual, la construcción de una erótica cis, hetero y normativa, beneficia directamente a las élites, que por otro lado siempre han sido quienes han podido acceder a la erótica sin censura y a los espacios donde la sexualidad se podía experimentar al margen de las leyes que la regulan. La élite crea las normas en cuanto al deseo, pero solo el pueblo las sufre.
Algo común a tu creación pornográfica y la militancia anticapitalista es la necesidad de generar nuevos imaginarios deseables y deseantes, de incitar una “sed de otra cosa” ¿De qué forma están ligadas para ti la imaginación radical política y la imaginación erótica?
Creo que la imaginación no se puede separar de la voluntad de emancipación. Me resulta muy difícil que podamos construir una alternativa política y sexual sin poder imaginar otro mundo y aquí es donde la erótica, en materia de deseo, se vuelve fundamental para dinamitar los antiguos valores y crear una nueva visión del deseo que parta del placer, la libertad y el consenso. La imaginación es el impulso de cualquier transformación. Por eso creo que también es muy importante tener muchos referentes y diversos para poder alimentar la imaginación individual y colectiva compartiendo saberes y vivencias.

En tiempos de pánicos morales, auge reaccionario y un giro antiderechos de parte del movimiento feminista ¿Qué crees que podemos aprender las feministas revolucionarias de aquellos colectivos en los márgenes del deseo normativo, como las personas asexuales y arrománticas, las bedesemeras o les queer?
Creo que somos un buen ejemplo de resistencia, el mismo deseo lo es. Siempre hemos estado en el punto de mira de las políticas represivas, solo hace falta revisar un poco la historia para ver que quienes hemos transitado los márgenes sexuales prácticamente se nos ha borrado, a veces literalmente, y el único interés que hemos generado, sobretodo a partir del S.XIX, es el del estudio patológico con todas sus terribles consecuencias de medicalización, encierros en instituciones psiquiátricas, quitas de custodia y detenciones. Pese a este panorama poco esperanzador, seguimos existiendo y resistiendo, del mismo modo que el deseo siempre encuentra una grieta para darse paso.
En este libro cartografías la persistencia del estigma contra las putas, así como su criminalización, a lo largo de la historia de la sociedad de clases. ¿Hasta qué punto las formas de opresión social e institucional del pasado siguen ligadas a las dificultades materiales que viven las trabajadoras sexuales en el presente?
En el caso del trabajo sexual no es solalmente que sigamos arrastrando las consecuéncias de la opresión del estigma y de la violencia institucional, sino que en los últimos años se han recrudecido las propuestas que criminalizan los espacios de trabajo tanto físicos como online, teniendo un efecto devastador en la salud mental de las trabajadoras sexuales y obviamente precarizando mucho nuestras vidas. Las formas de control, las ideas higienistas y la criminalización simplemente se han adaptado a las nuevas tecnologías como la censura online, el espionaje de activistas o la sofisticación de los métodos de control de fronteras, por ejemplo con el reconocimiento facial.
¿Qué demandas concretas dirías que debemos abrazar para construir un programa anticapitalista en torno al deseo disidente?
Para empezar creo que debemos darle la importancia adecuada a ciertas cuestiones como el deseo, el amor o el placer. Muchas veces siento que son reivindicaciones menospreciadas, como si fueran cuestiones que no deben salir del ámbito privado, cuando a mi parecer tienen una carga tanto simbólica como material muy importante en la construcción de un horizonte anticapitalista. Como algo más concreto, creo que el acceso universal a la información y a los saberes del deseo es un pilar para poder crear una visión crítica anticapitalista en torno al género, la sexualidad, la familia como institución, etc. Crear espacios de pensamiento y debate, al margen de la cultura del zasca, si no nos sentamos a hablar está todo perdido. Garantizar condiciones materiales dignas para todes, especialmente para las personas que habitamos los márgenes, es algo muy básico, pero indispensable. La carga mental de soportar inestabilidad constante por las malas condiciones laborales y por el precio de vivienda sumado también a la ansiedad por la crisis climática, no dejan espacio al placer. Derechos laborales para las trabajadoras sexuales, necesitamos ser reconocidas como trabajadoras.
Por último, recuperemos el valor de la utopía. La revolucionaria bolchevique Alexandra Kollontai llamó a que el comunismo abra “paso al Eros alado”. ¿Cómo te imaginas el placer y el deseo en un futuro socialista queer?
Me lo imagino fuera de la idea de intimidad burguesa, un placer accesible y honesto, no necesariamente ligado a la pareja y a la institución del matrimonio. Me imagino una sociedad que tiene una buena cultura de la erótica que permite a las personas tomar decisiones en torno al placer de forma libre porque tienen los conocimientos para poder consensuar las prácticas que desean. Que entienda cómo el deseo y el placer poseen muchas formas, incluso que a veces ni siquiera tienen que ver con lo sexual. En definitiva, un lugar al margen de los juicios y la moral burguesa donde se pueda experimentar el placer por el placer.
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Escrito por:
Ira Hybris
Militante transfeminista y comunista del Área de Disidencias LGTBIQA+ de Anticapitalistas.
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Fotografía: Poder popular