Por: Norberto Soto Sánchez. Psicólogo y Maestro en Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Actualmente es doctorante en la UPN Ajusco. Interesado en temas de violencia política en la educación superior.
La noche del 23 de febrero centenas de personas se manifestaron en la avenida camarón de la ciudad de Mazatlán, a las afueras del hotel El Cid. El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó ahí a pernoctar tras estar en un evento en el que inauguró el acueducto Picachos-Concordia junto al gobernador morenista Rubén Rocha Moya. Ambos fueron recibidos al unísono de las consignas “¡alto a la persecución contra la UAS!”, “¡fuera Rocha!” y “¡Rocha traidor!” (https://acortar.link/QJUFy1).
La mayoría de los manifestantes eran trabajadores de la Universidad Autónoma de Sinaloa. En menor medida hicieron acto de presencia personas desplazadas por la violencia pertenecientes a la zona serrana del municipio de Concordia cuya causa es muy justa. Cuando AMLO y Rocha llegaron en una lujosa camioneta tuvieron dificultades para entrar al hotel. El clima se puso bastante tenso cuando los manifestantes, dirigidos por al menos dos altos funcionarios universitarios ─Arnoldo Valle Leyva (director de Comunicación Social UAS) y Yamir de Jesús Valdez Álvarez (director de Asuntos Jurídicos UAS)- se aferraron a querer entrar al edificio, confrontando incluso con trabajadores del hotel a quienes les exigían que se quitaran de las puertas para poder entrar.
Al día siguiente las manifestaciones continuaron. Nuevamente cientos de trabajadores universitarios, acompañados en menor medida de estudiantes, marcharon por todo el malecón mazatleco, encabezados por el rector destituido Jesús Madueña Molina; el encargado de la oficina de rectoría, Robespierre Lizárraga Otero; los mencionados Arnoldo Valle Leyva y Yamir de Jesús Valdez Álvarez; así como por José Carlos Aceves Tamayo, secretario general del Suntuas sección administrativos.
El recorrido partió del polideportivo UAS y llegó un poco más allá del monumento de “los monos bichis” hasta un lugar donde AMLO y Rocha, llevaban a cabo la ceremonia cívica por el día de la Bandera. Una vez llegado ahí, el contingente de trabajadores universitarios, tras tumbar la valla que acordonaba el evento, fue reprimido por la policía municipal (https://acortar.link/mARlpu). La exigencia de los manifestantes era tener una audiencia con AMLO para “dialogar” sobre la “persecución política contra la UAS” que según ellos está llevando a cabo el gobierno de Sinaloa.
Derivado de esto un representante del gobierno federal salió para atender a una comitiva la comunidad universitaria. Dejaron pasar solo a los altos funcionarios mencionados. Tras unos minutos el encargado del despacho de rectoría y el rector destituido de la UAS, triunfantes, salieron a dar declaración a medios de comunicación donde aseguraron que supuestamente habían acordado una mesa de negociación en las oficinas de la Secretaría de Gobernación en Ciudad de México para tratar el tema. Jesús Madueña dijo expresamente que en ella quería la presencia de Luciano Concheiro Bórquez, subsecretario de educación superior, en quien no es la primera vez que manifiesta tener confianza (https://acortar.link/BC7iQ6). En redes sociales miles de cuentas que apoyan a la oposición de derecha aglomerada en la coalición Fuerza y Corazón por México replicaban los videos de la manifestación. Sinaloa está sumida en la ingobernabilidad, decían. Pero para entender qué es lo que pasa en el Estado y en la UAS, hay que hablar de un personaje: Héctor Melesio Cuén Ojeda.
¿Quién persigue a quién en la UAS?
Muchas veces he hablado de Melesio Cuén Ojeda en este medio (https://acortar.link/vsxNRv). Este personaje es exrector de la UAS (2005-2009) y, tras ello, se convirtió en un cacique universitario que tiene ya casi 20 años controlando a dicha universidad. Mediante mecanismos clientelares y violencia política logró en 2012 manipular a la estructura de la universidad para obtener el registro del Partido Sinaloense (https://acortar.link/OIB5wG), instituto político de extrema derecha a través del cual han sido diputados locales el propio Cuén, su esposa Angélica María Díaz, el actual encargado de la oficina de rectoría, Robespierre Lizárraga, y otros funcionarios y exfuncionarios de la UAS.
Actualmente el PAS está aliado a los partidos de Fuerza y Corazón por México. Cuén Ojeda ─experto en chapulineo- pretende tener fuero como diputado, para ello busca ser pluri abanderado por dicha coalición, pero hasta hace poco su candidatura había sido inhabilitada por una supuesta incongruencia en una declaración patrimonial que dio a la Secretaría de Transparencia de Sinaloa (https://acortar.link/tJHKyC). Parece ser que ya lo habilitaron, pues tomó protesta el 4 de marzo como candidato del PRI (https://acortar.link/E1Zqo9). Como sea, las manifestaciones que se llevaron a cabo el 23 y 24 de febrero tienen que ver con que en aquel momento dicha inhabilitación parecía ser un hecho, y se enmarcan dentro de una serie de acciones colectivas que el PAS y la cúpula universitaria de la UAS han dirigido desde hace varios meses (https://acortar.link/8eWZgj, https://acortar.link/31gGak & https://acortar.link/SoL5jA) a raíz de procesos legales que la Fiscalía del Estado interpuso contra funcionarios de dicha institución educativa por presuntos desvíos de recursos que ascienden a casi 700 millones de pesos. A través de movilizaciones callejeras el cacicazgo quiere ejercer presión política para que las denuncias penales no vayan hasta sus últimas consecuencias.
A este asunto se le conoce como el “Totopogate” porque buena parte de esos presuntos desvíos se hicieron a través de las compras de lo que equivale a alrededor de 2 mil 608 toneladas de totopos y tortillas (https://acortar.link/igu0WI) a una tortillería de un militante pasista. Melesio Cuén está muy preocupado porque además uno de los acusados es su hijo, Héctor Melesio Cuén Díaz. Madueña también es señalado, por eso, como medida cautelar, fue destituido del puesto de rector. Esta situación muestra el nivel de corrupción al que, amparadas en autonomías universitarias antidemocráticas, pueden llegar las castas doradas en las universidades. Buena parte de los trabajadores que salen a las calles en estas manifestaciones están contratados bajo el esquema de confianza como coordinadores. Su situación laboral está totalmente condicionada a su apoyo al cacicazgo. La UAS tiene más coordinadores que profesores de asignatura e investigadores (véase https://acortar.link/umEzu1). Es un ejército que funciona como base de maniobra para las campañas de activismo al servicio del PAS y como brazo represivo del cacicazgo. Es la revuelta de un cacique universitario que se niega a que él y su hijo sean llevados ante la justicia y que moviliza a miles de trabajadores para defender una autonomía universitaria antidemocrática a partir de la cual él, su familia y sus allegados, se enriquecen con dinero público.
Quienes hemos dado a conocer todo este asunto hemos sido sometidos a fuertes campañas de difamación para las que el cacicazgo ha cooptado a gente otrora de izquierda, las cuales han derivado incluso en atentados contra nuestra integridad física y psicológica (aquí hablo de mi experiencia al respecto https://acortar.link/ew8tUY). El poder de cooptación del cacicazgo es muy fuerte: tienen recursos económicos de sobra, provenientes en gran parte del presupuesto de la UAS, el cual asciende a alrededor de 8 mil millones de pesos anuales, así como el poder de prometer todo tipo de favores dentro y fuera de la universidad. No hay “persecución política contra la UAS”. Lo que les está sucediendo a los altos funcionarios y exfuncionarios acusados de presuntos desvíos de recursos es consecuencia de sus propios excesos y de sus imprudencias políticas. En cambio, los únicos perseguidos políticamente somos los trabajadores, docentes, estudiantes y periodistas que hemos dado a conocer lo que pasa en la UAS (véase https://acortar.link/7FT9s2). Yo mismo fui despedido injustificadamente por negarme a hacer activismo político para el PAS.
Pero no hay que dejarnos engañar, los procesos judiciales no significan que el gobierno del Estado, el Federal y la cúpula del Morena tengan una genuina intención de impulsar la defensa de derechos laborales de trabajadores universitarios y la democratización de la UAS y otras universidades públicas, así como de castigar a los funcionarios corruptos de las castas doradas universitarias. En 2021 Rubén Rocha Moya impulsó una alianza con el PAS y Cuén para llegar a la gubernatura de Sinaloa incluso contra la voluntad de las bases morenistas (https://acortar.link/fhm0CW). Los fortaleció innecesariamente tras una derrota política que llevó al PAS al borde de perder el registro en 2018. Pero esa alianza en los hechos ya existía desde 2019: en ese año, en el marco de la LV Asamblea de la ANUIES, cuando Rocha fue presidente de la Comisión de Educación del Senado, junto a Luciano Concheiro como subsecretario de educación superior, favoreció al cacicazgo cuenista para que su voluntad antidemocrática quedara plasmada en el artículo 2do de la Ley General de Educación Superior la cual fue publicada dos años después (esa cuestión la desarrollé en este artículo https://acortar.link/J2FMnG). Luego el cacicazgo cuenista se terminó peleando con Rocha por rencillas políticas. Al parecer con Concheiro la relación sigue siendo buena. Por eso Madueña pide que este último esté presente en la supuesta reunión con Gobernación, la cual es posible que se dé en secrecía aun cuando Rocha ha negado esa posibilidad. Antecedentes antidemocráticos del gobernador que permitan inferir eso hay de sobra. No hay que ser ingenuos, así es la realpolitik en clave burguesa.
Perspectivas de lucha
Los cacicazgos universitarios, tal cual los conocemos hoy en día en México ─con las universidades partido- y en otros países, son fenómenos burocráticos nacidos en el marco del capitalismo en su fase neoliberal y representan un gran mal para la educación pública. Combatirlos requiere cuestionar profundamente a las universidades y al modo de producción capitalista, así como desacralizar despiadadamente al academicismo. La autonomía universitaria que los movimientos estudiantiles conquistaron el siglo pasado en México y distintas partes del mundo se inspiró fuertemente en el Manifiesto Limiar de 1918. Se trató de conquistas democráticas de las masas que, aunque con ciertas limitaciones históricas particulares a cada caso, han beneficiado enormemente a la clase trabajadora y a sectores populares. Esos ideales han sido tergiversados por cacicazgos como el de Melesio Cuén Ojeda. Para conquistar una universidad verdaderamente al servicio de las grandes mayorías es necesario impulsar movimientos universitarios políticamente independientes de todos los partidos del régimen electoral mexicano que, a través de la organización y fuertes acciones colectivas, consigan crear nuevas formas de gobierno universitarios, donde sea anulada la figura del Rector y sean implementados gobiernos colegiados tripartitos, con mayoría estudiantil y participación de docentes y trabajadores que decidan el rumbo de las universidades en función de las necesidades de las mayorías pobres y trabajadoras. Es verdad que para eso se requiere una nueva Ley Orgánica, pero ella debe emanar de un proceso de discusión democrático/asambleario. Una Ley Orgánica que carezca de ese proceso y se dé “por arriba” o por propuesta por una cúpula de funcionarios ─como acaba de pasar con la otra universidad sinaloense, la UAdeO, cuyo proyecto de Ley entregó ni más ni menos que el rector recientemente impuesto, Pedro Flores Leal- es inútil en términos de lograr democracia y justicia laboral dentro de las universidades.
Asimismo, es necesario no dejarse llevar por toda tentativa de austeridad que se quiera imponer a las universidades bajo la justificación de luchar contra la corrupción pero que en los hechos sea cargada sobre los hombros de trabajadores universitarios y docentes a través de la superexplotación de su trabajo y del cercenamiento a sus derechos laborales.