Por: MANU BICHINDARITZ. 17/05/2024
Sondeo tras sondeo, Rassemblement National (RN-Extrema derecha), dirigido por Jordan Bardella, gana espacio. Hay que decir que es probable que en junio la extrema derecha obtenga su mejor resultado en unas elecciones desde la instauración de la V República.
La peligrosa dinámica de los frutos podridos del sistema
Muy por delante en cabeza, con el 30-33% de intención de voto para RN, el bloque racista y autoritario que ha formado con el apoyo de Reconquête de Zemmour se acerca ahora al 40%. “Hoy quisiera dirigirme a los franceses que durante mucho tiempo se creyeron a salvo de la desintegración de Francia. A esa Francia que, hasta ahora, tenía la sensación de que le iba bien (…) No cambiaremos la situación del país votando a los de siempre, no enderezaremos Francia votando una y otra vez a los mismos”[1].
RN está suavizando su imagen, denuncia la “inmigración masiva” y arremete contra la “ecología punitiva”, presentándose como una alternativa con vistas a 2027 [elección presidencial]. Sin embargo, sus diputados no hacen gran cosa –ni en lo que respecta a sus actividades parlamentarias en la Asamblea Nacional, ni en los 18 escaños en el parlamento europeo–, más allá de algunas declaraciones en respuesta a determinados incidentes con el objetivo de alimentar la histeria islamófoba y securitaria.
Ahora bien, la extrema derecha busca ampliar su base para ganar la respetabilidad que le abrirá las puertas del poder; quiere dirigirse directamente a “esas élites que están descubriendo que hacemos el diagnóstico correcto y a veces que tenemos las medidas adecuadas, pero que quizás todavía no se atreven a dar el paso”, diciéndoles: “libérense del conformismo, del pensamiento prefabricado, únanse a nosotros y atrévanse a tener un reflejo patriótico”… De esta forma, pretende aprovechar los frutos podridos de las políticas del gobierno.
La estrategia de Macron pretende reducir la secuencia política a optar entre las políticas del gobierno y de la extrema derecha…, que se considera como la opción fundamental. Esto ha beneficiado totalmente a la extrema derecha. La combinación de la acumulación de contrarreformas antisociales desde que Macron llegó al poder (incluido el episodio de la contrarreforma de las pensiones en 2023) y el reciclaje de las ideas y la retórica de la extrema derecha (por ejemplo, la ley Darmanin [ministro del interior], promulgada el 26 de enero “para controlar la inmigración, mejorar la integración”), no ha tenido otro efecto que proporcionar una cierta credibilidad a RN.
Con la llegada de Attal [primer ministro desde el 9/1/2024)] a Matignon, Macron creía que tenía el contricante perfecto para Bardella, (encarnando los valores de una derecha rigorista paternalista combinada con una juventud portadora de futuro). Pero la situación no sólo no ha mejorado, sino todo lo contrario. Así que, lógicamente, para la cabeza de lista para las europeas de Renaissance [partido de Macron], Valérie Hayer, las señales son más que preocupantes. En varios sectores electorales, que eran nichos de voto macronista, su lista se ha visto superada por la de RN: entre los pensionistas (21% frente a 25%) o entre las categorías socioprofesionales más altas (19% frente a 24%)… En cuanto a LR [derecha tradicional], ya no es capaz de encontrar espacio político entre las medidas ultraagresivas del gobierno y la verborrea de la extrema derecha.
¿Retorno de la izquierda gobernista?
“Esta campaña va a permitir trazar las líneas de la izquierda sobre la cuestión de la geopolítica de Europa, la relación con las dictaduras, con los derechos humanos y con la violencia”[2]. Hace unas semanas, Raphaël Glucksmann, que encabeza la lista de su pequeño grupo Place publique y sobre todo del PS, expuso claramente lo que está en juego en las elecciones. de cara a las elecciones de 2027, nadie en la izquierda institucional oculta su deseo de disputar la relación de fuerzas que se había establecido en la NUPES tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2022 [favorable a la LFI] . En las condiciones en las que se encuentra nuestro campo social, la amenaza de guerra a escala internacional y el impetuoso avance de la extrema derecha, estos cálculos mezquinos son trágicos.
Apoyándose en la reunificación de un Partido Socialista profundamente fracturado desde las últimas elecciones legislativas, su plan consiste en reconstruir una izquierda que se presente como responsable, candidata seria y alternativa electoral para gestionar el sistema. Como dice Hollande[3], ferviente partidario de Glucksmann: si esta lista logra un resultado significativo la noche del 9 de junio, “sería una victoria, relativa, pero victoria, y se convertiría en la formación líder de la izquierda; a partir de ahí es posible una recomposición…”.
Por el momento, Glucksmann se beneficia de una pequeña dinámica de voto útil en la izquierda, impulsada en gran medida por las principales categorías sociales que votarán en las elecciones europeas (pensionistas, cuadros): encontrar una papeleta que nos permita existir frente a Macron y la extrema derecha… como lo fue la candidatura presidencial de Mélenchon en 2022, solo que la de Mélenchon con un perfil diferente y agrupando a categorías sociales más amplias (jóvenes, gente asalariada, etc.). Sin embargo, existe un riesgo real de que esta izquierda de gestión vuelva a las andadas, que se haga con el liderazgo y deje definitivamente de lado el radicalismo de la LFI.
La entrada en campaña de la lista de la Unión Popular [impulsada por la LFI] dirigida por Manon Aubry no ha cambiado la situación por el momento. Los primeros mítines han contado con una buena asistencia y un visible entusiasmo por un perfil relativamente ofensivo, abriendo espacio a la solidaridad con Palestina a través de la candidatura de Rima Hassan[4]. Aunque no cabe duda de que los desacuerdos que pudimos tener durante las discusiones con LFI hace unas semanas siguen ahí –que, en particular, cristalizaron en torno a la solidaridad con las fuerzas progresistas de Ucrania–, podemos compartir la singularidad de una lista cuyo programa[5] afirma desde el principio su deseo de enviar representantes electos al Parlamento Europeo para “librar batallas concretas, no para hacer funcionar el sistema eurócrata”. “La emergencia social nos exige construir un programa que rompa con el pasado: garantizar el acceso a las necesidades básicas y a unos ingresos decentes, defender nuestros derechos fundamentales frente a los liberales y la extrema derecha, devolver el poder al pueblo, hacer pagar a las y los ricos, a quienes contaminan y se atiborran, planificar la bifurcación ecológica”, y para ello, “no dudar en recurrir a las relaciones de fuerza y a la desobediencia”.
Sin duda, estas palabras habrían cobrado un sentido más claro si la política de LFI hubiera consistido en aglutinar a la izquierda combativa, la izquierda que no ha renunciado a cambiar la sociedad, extrayendo todas las lecciones del fracaso de la NUPES, una de cuyas tristes consecuencias fue haber servido temporalmente de muleta a un Partido Socialista desangrado para recuperar fuerzas sin cambiar un ápice su orientación de base. También nos preguntamos por la voluntad expresada por la dirección de la LFI de “dar un carácter nacional” a estas elecciones, de convertirla en una verdadera ronda de calentamiento para la elección presidencial destinada a preparar la era post-Macron, que es probable que produzca un alto nivel de desmovilización, e incluso una cierta desmoralización de los sectores militantes cuando se anuncien los resultados.
A pesar de todo, contribuir a aglutinar las fuerzas del cambio
Tradicionalmente, las elecciones europeas no entusiasman a las multitudes, y en este caso los sondeos también dan indicios de que es así. Por ejemplo, sólo menos del 45% de las personas encuestadas declararon que irán a votar, con una participación que oscila entre apenas una cuarta parte entre la gente más joven y el 70% entre la gente de más edad… Pero en la situación actual, con unas urnas que podrían reflejar una relación de fuerzas muy pobre para rearmar políticamente a nuestra clase, los resultados de estas elecciones podrían dejar huellas duraderas en el terreno de las luchas o de la reconstrucción de un proyecto de emancipación.
Por tanto, en la izquierda es importante consolidar una ruptura con el pasado, aunque sólo sea parcial en cuanto a las medidas que propone, aunque se apoye en una estrategia reformista que sea coherente. La necesitamos ante todo para luchar contra la extrema derecha, porque el desarrollo de ésta puede conducir a una polarización del campo político que permita reconstruir una perspectiva progresista, en la que una izquierda revolucionaria que combine radicalismo y unidad pueda desempeñar un papel. También es necesario en el debate actual de la izquierda, porque la política aborrece el vacío, y el retroceso de una oposición radical al gobierno, tal y como la que encarna actualmente en las instituciones de la LFI, corre el riesgo de conducir a una recomposición acelerada en la izquierda, cuyo centro de gravedad sea la postura adaptacionista adoptada por el PS y Glucksmann en esta campaña.
Existen límites y desacuerdos con la lista encabezada por Manon Aubry, como el hecho de que haga campaña contra la adhesión de Ucrania a la Unión Europea, una cuestión internacional que afortunadamente ha pasado a un segundo plano en las últimas semanas frente a la solidaridad con Palestina. Pero las posiciones adoptadas por la lista de la Unión Popular siguen siendo puntos de apoyo, incluso de referencia, para amplios sectores que militan en los movimientos sociales, en las movilizaciones de solidaridad con el pueblo palestino, en las luchas recientes, como las movilizaciones agrícolas (en un claro rechazo a los acuerdos de libre comercio, la exigencia de precios mínimos, etc.). La crítica a la Unión Europea y a sus instituciones (incluido el BCE) y las medidas antiliberales del programa NUPES, redefinidas para estas elecciones, son un paso en la buena dirección, al igual que la voluntad de “hacer callar a todos los belicistas”…
Por último, para promover la necesidad de construir una nueva herramienta, una fuerza política para las personas explotadas y oprimidas, en esta campaña electoral necesitamos dirigirnos a quienes comparten esta preocupación y defienden un amplia unión de toda la izquierda luchadora, antiliberal y anticapitalista, lo que no será la lista de Unión Popular, lamentablemente bloqueada por la dirección de la LFI.
A pesar de la ausencia de una lista aglutinadora, en un contexto difícil, es razonable pensar que, a la vista de lo que está en juego, nuestro campo social tiene interés en que la lista de Unión Popular –que, de hecho, es la mejor situada para reunir a gran escala los votos que expresan la voluntad de no resignarse y de luchar contra el sistema y sus defensores– obtenga el mayor número posible de votos.
Éstas son las preocupaciones que el NPA tratará de hacer oír en las próximas semanas, en consonancia con nuestras propias posiciones a favor de una Europa obrera y popular, contra el imperialismo europeo y la OTAN, por la libertad de circulación y de establecimiento, la requisición de los bancos y las grandes empresas energéticas, por una transición ecológica que rompa con el capitalismo y el productivismo, y una armonización por arriba de los derechos sociales europeos.
Con vistas a dirigir estos debates necesarios, también hemos firmado una petición[6] que pide que estas elecciones sean “una oportunidad para afirmar y reforzar, en Francia y en Europa, una izquierda radical arraigada en las luchas sociales, feministas, antirracistas y ecologistas y en los barrios obreros, capaz de frenar el ascenso de la extrema derecha y de promover la perspectiva de una alternativa global al sistema capitalista, ecocida, patriarcal, racista, imperialista y validista”.
Manu Bichindaritz, de la dirección del NPA
Traducción: viento sur
Notas:
[1] Discurso de Jordan Bardella en el Palacio de Congresos de Royan, 13/04/2024
[2] Entrevista a Raphaël Glucksmann en BFMTV, 17/04/2024.
[3] Entrevista a François Hollande en France 3, 13/04/2024.
[4] Rima Hassan, abogada franco-palestina, es 7ª en la lista encabezada por Manon Aubry en las elecciones europeas.
[5] Las citas proceden del programa de la Unión Popular para las elecciones europeas del 9 de junio de 2024.
[6] Tribuna: “Européennes: une gauche radicale, unitaire et démocratique pour une véritable alternative”, publicado en Mediapart el 9/04/2024.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: Viento sur