“Todas las guerras son ajenas mientras no toquen a tu puerta” *
Jorge Salazar García. 29/06/2025
El enunciado del encabezado fue expresado por ciudadanos norteamericanos durante los atentados a las torres gemelas en 2001 y posiblemente después de ver las manifestaciones de júbilo en algunos países agredidos anteriormente por Estados Unidos (EE.UU). Para intentar poner en su justa dimensión azoro y júbilo, en este artículo se proporcionan datos, que de algún modo explican ese odio, no al pueblo estadounidense, sino a sus gobernantes.
Vivir de y para la guerra
EE.UU ha agredido a más de 70 naciones incluyendo, por mencionar algunas, Irak, Libia, Afganistán, Serbia, Vietnam, Somalia, Haití, Panamá, Guatemala, Nicaragua, Argentina, Chile, México, etcétera. Sin reparar en vidas ni leyes invade países para despojarlos de sus recursos naturales e imponer gobiernos títeres que cubran sus atrocidades. Para ello, debido a los fuertes nexos que tiene con las industrias productoras de armamento, el gobierno yanqui privilegia al ramo militar al momento de asignar presupuesto. Ningún presidente puede romper esa perniciosa relación; si lo intenta es bloqueado por los congresistas financiados por la banca judía (principalmente) que hoy controla casi el 90% de ese poder, o es asesinado independientemente de su militancia partidista. Pues los dos únicos partidos que han gobernado ese país, Demócrata y Republicano, perfeccionaron un sistema que sirve a la oligarquía vendiéndole al ciudadano la patraña de que vive la mejor democracia del planeta luchando contra las tiranías malignas que amenazan su “forma de vida”. Noam Chomski calificó el poder de EE.UU dañino para el mundo, porque “da todo lo que quieren las oligarquías” y, siendo la guerra su principal negocio, se convierte en el insumo principal de su economía. Atrás quedó el ideal de fundar una Nación justa donde el mérito, el trabajo, el respeto al otro y el esfuerzo fueran los valores que determinaran su progreso. Todo lo contrario: han acumula más de 200 años perpetrando genocidios y destrucciones en el mundo entero sólo para satisfacer la codicia de los más ricos. Ya no puede prescindir de la guerra, la necesitan como el aire que respiran. De no hacerla, sus ganancias y poder disminuirían; lo cual es intolerable para su codicia y narcicismo, respectivamente. Así se ha ganado a pulso el repudio de los pueblos.
Corporatocracia
Esa nación, de ser gobernada por individuos encumbrados por el dinero, pasó a serlo por sicarios de los grupo oligarcas, creadores de los partidos mencionados. Aquel espíritu democrático mostrado en sus inicios fue aniquilado sin remedio después de la segunda guerra mundial, cuando el poder fue asaltado por las grandes corporaciones (financieros, farmacéuticos, tecnológicos, bancarios y militares) con el propósito de “perpetuar, extender y fortalecer el sistema capitalista (Confesiones de un gánster económico, John Perkins, 2004). Estados Unidos así configurado funciona como una empresa; sus dirigentes e instituciones sirven a los dueños de las corporaciones a quienes conceden el “ius primae noctis” (derecho sobre la virginidad) sobre los dineros públicos generados por los trabajadores de la Nación. Eso explica la dependencia absoluta de la guerra, necesaria para extender la hegemonía imperial del capitalismo judío-estadunidense. Y dado que 100 de los 400 dueños de las más grandes fortunas son judías (Forbes) puede entenderse el servilismo yanqui mostrado a Israel. Este monstruo pantagruélico llamado Corporatocracia ha hecho posible el despojo de tierras a Palestina, ataque a Irán y el genocidio en Gaza.
Narcisismo y codicia.
Sabiendo que los políticos corruptos, lo mismo que los grandes empresarios, se piensan héroes, mesías y ejemplos a seguir, puede deducirse que su vulnerabilidad esté en su superego. Si este se desenmascara evidenciando sus mentiras, fracasos y desviaciones que los inhabilitan para gobernar o dictar consejos, su narcisismo podría colapsar. Y aunque ellos controlen los medios de comunicación, compren voceros, publicidad para lavar su imagen; y judicialicen, amenacen, encarcelen, desaparezcan o asesinen a quien exhiba su falsa superioridad la verdad se abrirá paso, tarde o temprano y su credibilidad caerá por los suelos. Respecto a la codicia, definida como el deseo de poseer lo ajeno, generalmente permanece controlada como emoción, pero si se desborda haciéndose irrefrenable entonces se convierte en aquel sentimiento perverso, dañino y autodestructivo, fuente de todos los crímenes contra la vida. Baruch Spinoza (filósofo racionalista) calificó a las personas codiciosas esencialmente enfermas, ya que ninguna cantidad puede saciarlas. Siempre quedan insatisfechas, presas de aburrimiento, exultante superioridad, soledad, drogadas, deprimidas o sinsentido existencial. Incluso, la Biblia en su mandamiento 10 la prohíbe, tal vez por esa razón los judíos, en cuya sangre y alma anida la codicia, motor de sus negocios, rechazaron el cristianismo.
Siendo E.U. el país donde se refugian los judíos más ricos del mundo, no extraña que sea, además de agresor el vendedor de armas número uno en el mundo quien, para mantener en auge sus negocios, le es indispensable inducir odios, inventar amenaza a su “seguridad y libertades”. Naturalmente, quien siempre paga el precio es el pueblo norteamericano trabajador.
¿Quién puede detenerlos?
Los efectos del capitalismo depredador (destrucción, inequidad, injusticia, pobreza, muerte y despojo) crecen. Y aunque las resistencias locales han contenido al imperio aún tiene poder suficiente para seguir dañando al planeta y asesinar a la población que no se someta a su dominio. Si bien es cierto que atraviesa por problemas de endeudamiento, violencia interna, drogadicción, crecimiento de la pobreza, desempleo, desigualdad, polarización política, aún posee la capacidad de engañar a los únicos que pacíficamente podrían exigir se eliminen los privilegios de las corporaciones: sus ciudadanos. Hacerlo a través de las urnas es pedirle se haga el Harakiri; lo cual no hará. El sistema prefiere instaurar regímenes autoritarios-militarizados antes que permitir la recuperación del sentido social del Estado. Lo grave de su contumacia y parafraseando a John Perkins (Confesiones de un sicario económico de EE.UU, 2004): es que si no cambia de rumbo (su país) su final será trágico, pues no es posible mantener por siempre la prosperidad de una minoría basada en la explotaciónde otras naciones. La salida debe partir de la resistencia pacífica-activa enfrentando al poder donde más vulnerable es: ilegitimidad y codicia.
Indudablemente, de mantenerse el ciclo guerra-negocio-guerra, de no ser roto, abonará más tragedias a este mundo abrumado de mentiras, sufrimiento y dolor ocasionados por ese sistema “moralmente repugnante y materialmente autodestructivo” concebido para complacer la codicia de seres desquiciados. El trabajador debe saber que la corporatocracia utiliza la “Doctrina del Shock,” (Naomi Klein) para inducir miedo e impotencia que llevan a tolerar sumisamente los cambio que desea la élite gobernante. También debe saber que existen recursos de lucha para superar el miedo y la pasividad inducidas, como organizar acciones de repudio, boicots (a productos, servicios, etc.), la autogestión y juicios populares públicos. El ciudadano norteamericanos debe estar consciente de que su gobierno “cada vez que salva a un pueblo lo deja convertido en un manicomio o un cementerio” (Eduardo Galeano). Agresiones que sin duda les traerá graves consecuencias y más odio, de no cambiar su sistema. Cuando lo haga, probablemente el odio de que son objeto, cese. Desde luego, lo difícil es llegar a acuerdos consensuados, pues estos implican una intensa y profunda relación social donde los individuos se interesen por la comunidad, no sólo por consumir y acumular.
Desde afuera, ante la inutilidad de la ONU, podría promoverse. Enlazando rebeldías, la creación de un tribunal como el propuesto (1966) por Bertrand Russel (premio nobel de la paz) creado para investigar los crímenes de guerra cometidos por EEUU en Vietnam y por las dictaduras militares de América Latina (1974-76). Claro está , todo lo anterior requiere sentir amor por la vida no por el dinero.
*Capitán insurgente Marcos.