Por: JESSICA DOS SANTOS, RICARDO VAZ. 14/03/2021
Mientras por todo el mundo los titulares se dedican al Covid-19 y a las vacunas, hay otra “pandemia” que sigue descontrolada: las sanciones unilaterales de Estados Unidos. Pero para esta enfermedad no hay vacuna.
En Venezuela, el gobierno, movimientos populares y hasta la oposición que no es servil a Washington tienen años denunciando algo obvio: las sanciones tienen consecuencias terribles para el pueblo. El gobierno de Nicolás Maduro ha incluso entregado una demanda en la Corte Penal Internacional, argumentando que las medidas coercitivas unilaterales constituyen un crimen de lesa humanidad.
Y es una realidad cada vez más difícil de ocultar, por mucho que se esfuercen los medios corporativos, siempre alineados con Estados Unidos cuando toca a política exterior.
La relatora especial de la ONU sobre medidas coercitivas unilaterales y derechos humanos, Alena Douhan, visitó el país caribeño y presentó sus conclusiones el 12 de febrero. Su reporte demuestra las consecuencias de esta “guerra” impuesta a todos los venezolanos.
- El ingreso petrolero, el más importante de la economía, ha caído en más del 90 %.
- Los salarios, entre US $150 y $500 en 2015 han caído y se ubican de US $1 a US $10. No se cubre ni el 1% de la canasta básica.
- Se perdió del 30 al 50 % del personal de los servicios públicos y empresas del Estado, con consecuencias graves en el caso de personal calificado
- 2,5 millones de personas sufren inseguridad alimentaria severa. Comen menos veces diarias, menos alimentos y de menor calidad.
- Hay trabas significativas para la importación de alimentos. Como resultado, el programa de alimentos subsidiados CLAP tiene una menor diversidad de productos y se distribuye con menor frecuencia.
- Deterioro severo de los servicios públicos, incluyendo escasez de gasolina y el colapso del sistema eléctrico.
- Hay falta o insuficiencia severa de medicinas y vacunas, lo que ha significado el resurgimiento de enfermedades que ya estaban erradicadas.
En el caso de las medicinas la situación es aún más grave, ya que el gobierno ha sido impedido de utilizar sus recursos en el exterior, congelados por órdenes de la administración Trump, para enfrentar la pandemia del Covid-19. Un ejemplo son las reservas de oro “secuestradas” por el Banco de Inglaterra, que el gobierno venezolano pretende usar para importar alimentos y medicinas en coordinación con las Naciones Unidas.
La conclusión de Douhan, experta en derechos humanos, es que las sanciones son devastadoras, además de ilegales, y que deben ser inmediatamente levantadas y revisadas.
La administración Trump, que intensificó una política iniciada por el gobierno de Obama, siempre intentó vender la idea que las sanciones sólo afectaban a Maduro y sus aliados. En algunos casos, oficiales confesaban entredientes que el objetivo era “presionar” al gobierno democráticamente electo.
Pero hasta en Washington esta narrativa es cuestionada. La Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) publicó un informe el 8 de febrero donde concluye que las medidas coercitivas del Departamento del Tesoro han empeorado la crisis económica en Venezuela. Más aún, afirma que el bloqueo estadounidense impide la entrega de ayuda humanitaria, mayoritariamente en manos de ONGs alineadas con la oposición venezolana.
Al informe del GAO se siguió una carta a la administración Biden firmada por varios congresistas y senadores demócratas, entre ellos Elizabeth Warren, Ilhan Omar y Jesús García. Los firmantes cuestionan el uso de sanciones en medio de una pandemia global y llaman a que la Casa Blanca “revise” esta política y evalúe sus consecuencias.
Y frente a este coro, ¿qué dice la Casa Blanca? Que “no tiene prisa” en levantar las sanciones contra Venezuela, exigiendo que sea el gobierno venezolano a “dar pasos” que agraden a la administración Biden. El nuevo inquilino de la Casa Blanca ya había dado varias señales que no iba a diferir de su antecesor en lo que respecta a Venezuela, y que buscaría que las sanciones fueran “más efectivas”.
Al final, hay pocos temas tan comunes entre los dos partidos en Washington como el imperialismo. Para países como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, Siria, etc., es muy difícil ver a Joe Biden como “el mal menor”.
Pero el pueblo venezolano ya ha dado muestras de sobra de su capacidad para resistir, incluso con la soga cada vez más apretada. Y esa heroica resistencia es lo único con lo que se puede contar, ya que cualquier esperanza de un cambio en la política exterior norteamericana, o de una institucionalidad que haga respetar el derecho internacional, es una ilusión en el mejor de los casos. ¡Sólo el pueblo salva al pueblo!
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Fotografía: Investigaction