Por L.E.F. Keidy Kareninne Ordaz Rios. BENV. 21 de junio de 2017
Aún recuerdo perfectamente el día en que un Gran Maestro me preguntó: Bueno maestra, y… ¿Por qué la danza en la Educación Física? ¿Cómo puede vincular una cosa con la otra?, a lo cual, respondí con grato precepto y semejante pirueta, cual docente kinestésica: porque la danza, que es una de mis grandes pasiones, combina con todo, porque puede hacer palpable, vivencial, y motriz cualquier concepto, palabra o idea que el ser humano tenga… y en cuanto a lo segundo, considero que son habilidades que un docente llega a desarrollar gracias a esa pasión que lo mueve sumado al conocimiento de las didácticas de enseñanza.
Vivencias como la anterior, me han motivado a compartir con mis colegas, alumnos y conocidos, conocimientos y experiencias de mi labor docente y el sentido “artístico” que imprimo día a día en mis sesiones de educación física.
Es trascendental cómo la expresión corporal ha influido en las artes hoy en día, sobre todo en la danza, donde uno de los elementos principales es el cuerpo, sus emociones y cómo transmite un mensaje hacia las demás personas, conjugando música, movimiento, gestos y sentimientos; piezas cruciales para fortalecer aquellas actitudes que son poco tomadas en cuenta en un sistema educativo que sólo persigue el logro de estándares curriculares excesivamente limitados en ese ámbito, con ello me refiero a que la danza puede llegar a fortalecer actitudes resilientes, de autoestima, seguridad personal, confianza y valor en las personas. La práctica de la danza en las escuelas, permite que los alumnos completen una educación integral, puesto que desenvuelve habilidades psicomotrices que en un aula sería complejo adquirir.
Este bello arte, retomado como una herramienta más dentro de la Educación Física, me ha permitido estimular todas aquellas capacidades y habilidades de mis alumnos que los investigadores Castañer y Camerino, dentro de su enfoque global de la motricidad, clasifican en “físico motrices, socio motrices y perceptivo motrices”. Siendo este último el que se estimula con mayor frecuencia debido a la importancia que tiene el conocimiento y control del cuerpo (a través de la coordinación, lateralidad, temporalidad, espacialidad, etc.), para que posteriormente pueda desenvolverse y ubicarse en el entorno físico y social. Por lo cual, abordo la danza también como un privilegio que podemos gozar los individuos, respetando nuestro cuerpo y el de los demás, abriendo posibilidades de aprendizajes para todos.
Tengo la entera convicción que la expresión corporal y la danza van estrechamente ligados y se complementan a medida en que se desarrollan una y otra, de lo contrario sería algo totalmente soporífero y por ende, no sería un estímulo que realmente motive a los alumnos a conocer más sobre ello.
Desde luego, la danza por sí sola no es una maravilla si no fuera por la forma en como nosotros docentes generamos las situaciones necesarias para que fluyan aquellas ideas, propuestas, aportes, inquietudes, opiniones y aprendizajes por parte de los alumnos.
Con lo anterior mis estimados lectores, quiero llegar al punto del tipo de intervención pedagógica que realizamos a diario; han reflexionado en algún momento: ¿Qué es la intervención docente?, ¿Qué y cómo podemos desarrollar en los alumnos aprendizajes?, ¿Quién nos enseña a enseñar?… Una de las tantas cosas que aprendí al inicio de mi labor docente es hacer uso de las habilidades y conocimientos previos que me han proporcionado otras disciplinas (en este caso, la danza) para variar la práctica educativa y propiciar mayores ambientes de aprendizajes para mis alumnos, lo cual me ha conllevado a experimentar con los cambios de espacios y zonas de juego, materiales, actividades y estrategias.
Generar este tipo de intervención docente dentro de la educación Física, abre un sinfín de posibilidades de aprendizaje para nuestros alumnos, que a través de la acción, comprende y concientiza los aspectos conceptuales que comúnmente se abordan con penuria, construyendo un aprendizaje integral.
Como dice Susan Capel:
“Los maestros de educación física tienen sus propias prioridades para la materia. Éstas se basan en sus valores personales, los cuales a su vez tienen un impacto importante en la aplicación de los programas. Los valores personales son resultado de varios factores: personalidad, experiencia previa y pasado.”
Retomemos todas aquellas habilidades, conocimientos y destrezas que nos complementan como persona y que a su vez, nos ayuden a definir un tipo de intervención docente que impacte en el desarrollo de los aprendizajes de nuestros alumnos. En mi caso, el valor personal que asocio a mi labor docente es la danza, ¿y el de ustedes, dilectos lectores?
Fuente: 8o Foro “La Gestión Escolar en la Educación Física” efectuado en la Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen el 21 de junio de 2017.
Fotografias: Keidy Kareninne Ordaz Ríos