Por Luis Bello Estrada. Insurgencia Magisterial. 22 de mayo de 2018
Después de escribir algo y desear haberlo hecho bien, viene la pretensión de ser leído, por ello agradezco al Dr. Oswaldo Antonio González, Director del portal Insurgencia Magisterial, el no solo haberme leído, sino argumentar lo que él considera un error de manejo conceptual: al definir a la reforma educativa como una narración metafórica usando el concepto de “mito”. He de confesar que me encanta debatir, después de discurrir en el amor, la dialéctica se ha ido convirtiendo en mi segunda pasión. Y qué mejor que hacerlo (debatir) con un reconocido crítico de los asuntos educativos, con quien comparto algunas posiciones.
En tanto estudiante de filología he apreciado el valor del concepto “mito”. Se le considera el cimiento de la filosofía, conforma la denominada “filosofía incipiente”. El mito es; una narración, que “no importa tanto lo que dice, sino lo que quiere decir”, el mito dice más de lo que expone, en su Edipo Rey Sófocles nos convence de que el destino es inexorable, aún para los dioses. En la modernidad, no se acostumbra el vocablo mito, sino ficción, dado que las palabras son contextuales, pudiera ser mejor referirse a la reforma educativa como una ficción. Así, podría argumentar que cuando se habla del mito de la reforma educativa se expresa en el sentido de ficción, porque la reforma educativa se usa y existe en discursos, pero en las aulas no. El mito es destino inexorable para los griegos, pero para los modernos la ficción suele institucionalizarse como políticas educativas. Los “modernos” asumimos “el destino” desde el paradigma marxista (materialismo histórico) de expresa un hombre que construye su propio destino. Se usa la palabra mito para significar “lo inexorable”
Los mitos de Homero y de Hesíodo preconizan la cultura, Platón y Aristóteles no paran de referirlos en sus textos tanto exotéricos como esotéricos. De estos mitos, diversos libros de la Biblia toman su sustento y con ellos la moral judeo cristiana se establecen en México. Hoy fieles a la cultura, se intenta explicar muchas cosas, e inclusive formar a las nuevas generaciones por medio de mitos, el “mito guadalupano” quizás el más importante para la idiosincrasia nacional. He de anotar que la telenovela “La rosa de Guadalupe” es el programa de televisión más visto y discutido por la niñez mexicana, por lo tanto el que tienen más presente al formarse una espiritualidad entre lo humano y lo divino, la educación y la dogmatización. Un pensamiento del destino inexorable o de un destino factible de ser transformado.
Regresando al debate, al decir que la reforma educativa es un mito, definiéndola esencialmente como una mentira pudiera ser irresponsable, al entender que está en la Constitución y que con ella siguen coaccionando y agrediendo al magisterio mexicano. Sin embargo, no lo es cuando –poniéndonos más académicos– reconocemos que la idea del concepto “Reforma” entendida como –una acción del gobierno para transformar mejorando a la sociedad–, está totalmente desacreditada y descontextualizada; funciona como una mentira para la coacción, pero paulatinamente pierde credibilidad. La idea de su contundente existencia en tanto que “diversidad de redes de intereses” la promovieron; no alcanza para decir que exista, sino que hay intereses atrás de ella. Veamos a un Aurelio Nuño que gasto 2 700% más de lo autorizado para hacer creer a la gente de la viabilidad y existencia del “mito”. Todo docente y cada vez más, la sociedad en general se da cuenta que el régimen mintió y lo sigue haciendo y la muestra más palpable de esto es la mala calificación del jefe del ejecutivo nacional y de su candidato presidencial. En cuanto a que con ella (la reforma) sí se les “reeduca” a los docentes al sometimiento, he de decir, que eso no es educación sino intento infructuoso de adoctrinar a los docentes en una especie de religión de estado neoliberal.
Considero que el Doctor Oswaldo no ve con claridad la diferencia entre las formas de doxa y episteme. Ya que estaría de acuerdo con su comentario en caso de que la redacción de nuestro escrito pretendiera funcionar como texto científico. Sin embargo, los periódicos o las revistas digitales (como lo es Insurgencia) son medios de doxa, definida como de opiniones y apariencias. Es un recurso mediático valioso, pero limitado para cierto fin. Entiendo el deseo del doctor de que el portal que atinadamente dirige eleve su nivel epistémico, pero al final no es el medio, ni tiene la estructura editorial para ello. Tampoco intento desestimar el medio que, junto a otros, han cobijado amablemente mis escritos, vertidos en él, como opinión y apariencia. Reconozco que las aportaciones del portal electrónico han constituido y fortalecido la defensa de la educación y a los educadores. Simplemente aclaro que el alcance del género es otro, y por lo tanto el uso de la figura de mito (como apariencia) es correcto para referirme a la condición de ficción y mentira que desde su nacer ha tenido la mentada reforma.
Fotografía: mitosyleyendascr,com