Por: Carmen Centeno Añeses. 14/10/2024
En el mes de septiembre del año 2021 en Chile se aprobó una ley protectora de los neuroderechos. Estos han cobrado gran importancia en todos los saberes y en el planeta debido a que si no se protegen se puede afectar la humanidad. Con esta ley sus autores buscan adelantarse a situaciones distópicas que pongan en peligro la especie humana. Chile es el primer país del mundo que regula los neuroderechos. Estos son el derecho a la privacidad de los datos cerebrales de una persona, el derecho al libre albedrío, el derecho a decidir sobre el cuerpo propio. Se entienden también como el derecho a la libertad cognitiva, la autopercepción identitaria o de la imagen propia.
Según informa la UNESCO, si no se regulan pueden desarrollarse desviaciones de las neurotecnologías, pues abren las puertas a la manipulación del cerebro, a su lectura con fines ilícitos y la manipulación de las funciones del cuerpo, inclusive a distancia mediante drones y nanotecnología. Esto implica, inclusive, manipular sentimientos o inducir diferentes estados mentales. Es paradógico que a su vez pueden ayudar a curar enfermedades como el Alzheimer y el mal de Parkinson. La UNESCO ha puntualizado que debe haber acceso equitativo a las neurotecnologías curativas.
Existe una Ley Modelo de los Neuroderechos en América Latina y el Caribe. En sus disposiciones generales establece que el objetivo del Proyecto de Ley Modelo “es posibilitar que progresivamente los países se comprometan efectivamente en la promoción y desarrollo de los neuroderechos, con una visión sociocultural, de cara al desarrollo sustentable y sostenible, dentro del criterio fundamental de la neuroética”. Esto es muy importante para los que residimos en una zona archipielágica que no tiene fronteras totalmente protegidas. Hay que reglamentar el uso de las neurotecnologías. Es un asunto que tiene que ver tanto con la criminalidad, la psiquis de los habtantes de Puerto Rico y de su la salud. Además de leyes que reglamenten las neurotecnologías debe haber acceso a ellas para mejorar la salud y enfermedades crónicas. No debemos permitir el neurocapitalismo.
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Fotografía: El postantillano.