Por: Elizabeth Naranjo. 10/03/2024
Ante la evidente incapacidad gubernamental para controlar la ola de violencia y el terror que vive el país, el Gobierno decretó, el pasado 3 de marzo, un estado de emergencia y un toque de queda por 72 horas
El empleo de la delincuencia como medio para cambiar un sistema político nunca será una carta de triunfo para nadie, especialmente para la ciudadanía. Basta mirar hacia Haití.
El aumento de las bandas criminales en ese país hoy exacerba la compleja crisis que ya se vivía desde el asesinato, en 2021, del presidente Jovenel Moïse, lo que agrava la inseguridad y el temor de los haitianos.
Con la intención de derrocar al primer ministro Ariel Henry, el exoficial Jimmy Cherizier, actualmente considerado una de las principales figuras de la violencia pandillera, ha visibilizado, como una forma de alcanzar ese objetivo, la unión bajo su mando de varias de las bandas más peligrosas de Haití.
«Barbecue», alias que utiliza Cherizier, dirige el grupo «g-9 y Familia», y se caracteriza por utilizar las redes sociales para reclutar seguidores. Ahora mismo mantiene controlado alrededor del 80 % de la ciudad de Puerto Príncipe, e incluyó entre sus acciones el ataque a las principales instituciones de seguridad, dejando al país desprovisto de orden.
Sin embargo, su acción más peligrosa, de cara a la población, víctima mayor del caos, fue dirigir la operación que hizo posible la fuga de más de 3 000 prisioneros, una cifra estimada por la onu, aunque todavía fuentes oficiales no han logrado el dato exacto.
En un comunicado, el ministro de Finanzas, Patrick Boivert, informó que los ataques a dos centros penales causaron muertos y heridos entre la Policía y el personal penitenciario.
Ante la evidente incapacidad gubernamental para controlar la ola de violencia y el terror que vive el país, el Gobierno decretó, el pasado 3 de marzo, un estado de emergencia y un toque de queda por 72 horas.
Las bandas operan al margen de la ley, y han asumido roles de poder y autoridad en áreas principales del país, como es el caso de la capital, según reportan varios medios internacionales.
En redes sociales, Cherizier dijo: «Una vez más, la población no es nuestro enemigo; los grupos armados no son sus enemigos».
Sin embargo, las actividades delictivas de esos grupos armados incluyen extorsiones, violencia contra mujeres y niños, secuestros, enfrentamientos armados y saqueos, generan un clima de violencia que escapa a las soluciones internas que pueda dar el propio Gobierno.
¿Resolvería esta situación tan tensa la dimisión del primer ministro Ariel Henry, como pide el jefe de las bandas? Eso no parece posible.
La impunidad con la que operan estas bandas armadas, muchas rivales entre ellas, combinada con la corrupción, ha debilitado aún más la cohesión social y la confianza en las autoridades, además de que su influencia en la política y en la sociedad en general crea una atmósfera de conflicto que obstaculiza los esfuerzos por restablecer la paz en el país.
Mientras arde Haití por el descontrol, el Primer Ministro busca apoyo internacional.
El mundo debería apoyar que se tomen medidas urgentes y coordinadas para restablecer la seguridad y la estabilidad en la nación, lo que requiere un enfoque integral que combine acciones de seguridad con esfuerzos para fortalecer las instituciones y garantizar el acceso a la justicia para todas las personas afectadas por la violencia y la criminalidad.
La Embajada de Cuba en Haití atiende la situación actual de los cubanos residentes y de tránsito en ese país, dio a conocer a través de X el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, quien también agregó que funcionarios consulares mantienen estrecho contacto allí con la Asociación de Cubanos, y realizan gestiones para garantizar el retorno seguro de nuestros connacionales.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ