Por: Cristina Alewy. negra del sur. 10/07/2019
“A veces desde la estructura del trabajo se encuentra ciertos límites” decía una de las integrantes del grupo Villalonga Viva. Dicho grupo surgió hace dos años por iniciativa de algunas mujeres del pueblo y el equipo social e interdisciplinario del municipio, “encontrarnos para empezar a charlar sobre la problemáticas de las mujeres buscando el bienestar y la situaciones más urgente a resolver tanto en los barrios como en el resto de la ciudad”
Villalonga es una localidad que queda al sudoeste de la provincia de Buenos, con una población de menos de 5.000 habitantes, allí donde todes se conocen con todes, al menos de vista. Su población cuenta con comunidades boliviana y paraguayas de agricultores chacareros.
El proyecto inicial consistía en trabajar con la mujer, la familia, les chiques desde lo emocional y lo sensitivo, ahondar en las inquietudes, el fortalecimiento personal y visualizar los maltratos. Trabajar la autoestima es otra forma de abordar la prevención y educación sexual entendiendo que las charlas tienen mucha fuerza para motivar desde lo personal y colocarse en otro lugar para poner límites o pedir ayuda ante situaciones de abusos y violencias, el objetivo es colocar el foco y la energía en lo positivo. La primera idea fue ir en busca de personas vulnerables, pero con el correr de los días y los encuentros, el trabajo se fue direccionando a otro tipo de población. “A veces se cree que las mujeres en situación de vulnerabilidad son las que pertenecen a zonas rurales o inmigrantes, pero el trabajo nos fue modificando nuestra primer hipótesis
Villalonga Viva es un grupo independiente compuesta por Lili, profe de yoga, quien dio el punta pie inicial hablando con el delegado municipal, a partir de allí se acercaron María de los Ángeles, Valeria y Karina las trabajadoras sociales del municipio y Tatiana, psicóloga y trabajadora municipal, después se sumó Norita, ella es docente jubilada.
Trabajar ciertas temáticas en una comunidad chica no es lo mismo que en una ciudad con mayor número de habitantes. En los lugares más pequeños hay otras características que no se pueden desconocer. Pero igual ellas sintieron que se podía hacer otras cosas por fuera de las estructuras. Romper los prejuicios, resignificar conceptos, aceptar los desafíos de esa primera idea que se iba transformando, le agregaba un extra de adrenalina importante. Descubrieron que escuchar era la respuesta a las incertidumbres.
“La mujer tiene varios espacios de interacción: dentro del hogar y dentro de la comunidad, trabajar unidas para fortalecerla, es una manera de aprender a participar y entre todas sanar. Juntas somos más fuertes, no es casualidad que todas somos profesionales vinculadas a lo social y creemos que eso es un mandato naturalizado por la condición de mujer. Vamos de a poco con mucha conciencia” Se trabaja desde lo transversal y en su segundo año de existencia en la comunidad están muy contentas por los logros y la visibilización que están generando, fueron invitadas a dar charlas a diferentes instituciones y eso no es poca cosa. Ellas van por más porque están convencidas que desde la alegría de encontrase y conversar desde la amorosidad y en la fraternidad construyen y aportan a las páginas de esta nueva e imparable historia que un mundo mejor es posible, en la unidad de lo plural y diverso.
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Fotografía: La negra del sur