Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 4 de mayo de 2024
Perfect Days/Días Perfectos (Wim Wenders, 2023)
Después de un tiempo apartado de los altos escaparates de la ficción, Wim Wenders regresa con mano firme y absoluta madurez para regalarnos no sólo una bellísima historia de un hombre aislado y silencioso sino todo un ejercicio de sutileza, sencillez y grandeza. Lo que Wenders logra con sus Días Perfectos es un desenvolvimiento rico en matices, un manejo concreto de la sensibilidad humana; el ojo con el que edifica su espacio es, sin duda alguna, el de un autor delicado y dedicado; su mirada no ha perdido sagacidad y la manifiesta notablemente entre recovecos sumamente emotivos: campos abiertos que nos invitan a vivirlos, a elucidarlos, presagiarlos y, de esta manera, claro, a declamar la vida.
Su regreso no podría ser más eficaz que el de plantarse ante su carrera fílmica y reintegrar parte de sus primeros pasos. Aquel Wender joven que se presentó ante el mundo con su trilogía de road movies “Alice In The Cities” (1972), “Wrong Move” (1975), y “King Of The Road” (1976) retoma esos ruedos donde la soledad, la reflexión, la comprensión del tiempo -pretérito y futuro-, así como la música, forman parte elemental del viaje. Aquellos encadenados, pues, no versaban únicamente en personajes viajando de un punto a otro, sino que todas sus inquietudes, agitaciones, y estremecimientos los acompañaban. De sobra está decir que el recorrido no era un pretexto meramente físico/exterior, sino que el paso mismo era hacía sus adentros. El trazo, si lo pensamos de cierta forma, terminó por ser también una parte vital del propio camino del realizador alemán, aquel que lo llevase a unos de sus puntos más álgidos en su carrera: Paris, Texas (1984).
Es así, entonces, que Perfect Days se presenta y manifiesta, con soltura y experiencia, con sabiduría y sensatez; cómo una inscripción mayúscula dentro de ese almanaque de proyectos que por más de 50 años ha ido fabricando. Es, pues, con Perfect Days que Wenders rinde cuentas con los andares, con los trayectos y las jornadas rutinarias. Su personaje, un hombre de mediana edad taciturno, melancólico y cauteloso no sólo es un disciplinado trabajador que hace sus labores con la mejor cara y actitud posible, es un testigo de los hechos que le dan substancia a los segundos, al morar y al coexistir. Hirayama, nuestro protagonista, es un miramiento crítico y agraciado a la sociedad actual, avasalladoramente sumida -ésta- en un álgido ritmo que no se detiene, que no sabe esperar, que no sabe escuchar ni mirar la naturaleza. Que no logra balancear lo moderno con lo orgánico porque simplemente se ciega a dichos hechos. La sociedad a la que impugna Wenders es aquella que no sabe contemplar y pierde así los detalles de una belleza gratuita y universal, una belleza básica y fundamental que se da porque se tiene dar, porque esa es su razón: ser. Dicha belleza, claro está, es rica para el alma, pero dura escasamente. ¿Quién es capaz de capturarla? ¿Hemos perdido dicha capacidad?
Podríamos acaso, citar esta trama como una celebración de lo trivial, de lo ligero pero sustancial de los días: una hoja que se mueve, una semilla que ha germinado, la voz de un hombre moribundo (¿acaso no todos nos estamos muriendo?), los tesoros que nos hemos ido adquiriendo a través de las experiencias que construyen nuestra personalidad; los sonidos que hemos decidido acompañar nuestros pasos. Los Días Perfectos de Wim Wenders son, al final, una oda a lo humilde y lo espontáneo. En el silencio de su entramado se vislumbra portentosamente un grito por reencontrarnos como individuos, por conectarnos y recolectarnos como entes afectivos antes que exitosos. Nos llama a una unión que comienza con nosotros mismos. Nos brinda un pequeño atisbo de esperanza y un abrazo que obsequiarnos. La obra de Wenders no es fortuita, es un cálculo que los años gestaron para poder entendernos ante los oscuros horizontes que se vislumbran. Al final de cuentas, las mejores respuestas son las que todos podemos entender con simples palabras y actos igual de simples pero profundos. ¿O acaso también hemos perdido esa capacidad?

Días Perfectos de Wim Wenders
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena)
Fuente:
https://www.facebook.com/share/p/Hb8KoAVFw4v9Ygd1/?mibextid=WC7FNe
Fotografía: filmaffinity