Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 15-02-25
Pigen Med Nålen/La Chica de la Aguja (Magnus von Horn, 2024)
Resulta interesante la mixtura con que Magnus Von Horn ha preparado su tercer largometraje, un brebaje que, si bien roza los espectros genéricos del terror y el suspense, su edificación manifiesta en gran medida un manejo serio, sutil y a la vez feroz de una estructura melodramática; estamos pues ante una ponderación cruel del código antes mencionado. El seguimiento ante la (s) tragedia (s) de nuestra protagonista resulta un camino recto y sin vías de escape, un andar simple que no tiene más que ofrecer horizontes perniciosos y lesivos, pasos torvos y consecuencias hoscas a las elecciones sugeridas con insistencia. No estamos, pues, ante un pesadillezco laberinto donde se puedan ir ocultando las nociones que habrían de hacer perder las facultades de quien se ha sumergido en el. La trama comienza cuando el mundo se torna “libre”, la guerra ha terminado y ahora, en el albor de las esperanzas, se habrán de enfrentar las derivaciones del conflicto: una sociedad resquebrajada por una violencia suscitada sin su comprensión, sin su pertenencia. Sus ciudadanos no tendrán que verse en un espejo resquebrajado para intentar reconocerse, no, tendrán que rozarse con los restos y cenizas de aquello que navega, que flota y se mece entre sus anhelos de un nuevo mundo y una nueva vida.
Situada en el armisticio de la primera guerra mundial, la pieza que presenta el realizador sueco teje tensiones y menoscabos ataviados en disfraces de certidumbre y desvarío; niveles de presión que remontan la convicción y la transmutan en desdicha. En el grisáceo mundo que se nos proyecta todos se han olvidado de mirar hacia atrás, pretenden omitirse los hechos pasados; nadie hace por perdonar o pedir perdón y se ajustan somnolientamente a diseñarse una felicidad que por naturaleza no puede darse. Los sigilos resquebrajan y cuando las verdades aparecen, estas no son más que una muestra del yunque de la realidad, retazos de la cortina rasgada en que la sociedad pretende revelar los augurios.
Irradiada estéticamente con cierto dejo expresionista, el trabajo de von Horn nos remite también en tono y textura al Liston Blanco de Haneke (Das weiße Band, 2009); su postura es similar aunque cuenta con personalidad propia, su particular manejo la distingue –incluso se da el gusto de mirar de reojo a Paris, Texas (Wenders, 1984). Basada libremente en el caso de Dagmar Overbye, su ritmo es parsimonioso, aunque las acciones se hilvanan con soltura, se encadenan en un cuerpo dispar que se va completando y trozando mientras avanza el metraje. Su lógica se mide a través de la ciudad en la que habita una casta que mira para sus adentros y que al no encontrar lo que busca, alza la cara y camina como si la decisión estuviera en sus manos.
Los elementos que pone a su disposición el director nórdico se entrelazan de manera eficaz en pro de su feroz cuento, su mano la carga con el impulso de lo impío y severo; a sus personajes les deja saborear y olfatear la dicha y el goce para después arrebatárselos de tajo como a un niño; en este caso cual recién nacido.
Al final, la tercera entrega de Magnus von Horn resulta ser un cruento corolario, una deriva del destino puesto a mano de los hombres y sus reglas autoimplantadas, un terreno aplanado por las buenas intenciones donde las consecuencias terminan por ser ahogos y después pasan a ahogarse. Su trazado es áspero pero el arado social que acuña es uno que ha dejado sus marcas: en aquellos que se dan la espalda, en aquellos que prometen y después se esconden tras su debilidad y agotamiento. La belleza aquí no puede existir, se pierde entre los recovecos de la emoción y la pena. Es un mundo que nos puede parecer terrible, pero al mismo tiempo reconocible; aquél donde en el horizonte nos miramos de frente sin saber en realidad quienes somos y seremos. Donde nadie sabe lo que ha de pasar pues nadie en realidad sabe lo que pasa realmente.

La Chica de la Aguja de Magnus von Horn
Calificación: 3.5 de 5 (Muy Buena)
Fuente: https://www.facebook.com/share/p/18zzHbhyY5/?mibextid=wwXIfr
Fotografia: vanguardia.com