Por Güiris J. Fry. ECO’s Rock. 6 de febrero de 2021
Jodaeiye Nader Az Simin
Una Separación (Asghar Farhadi, 2011)
Una pareja aparece a cuadro ante un juez con una petición de divorcio. Ella lo ha solicitado, pero él se niega a aceptarlo. El dilema que hay detrás de la situación es por demás cáustico: ella ha obtenido su visa estadunidense y quiere mudar a su familia a dicha nación, pero su marido opina lo contrario. El padre de este tiene alzheimer y desea permanecer en su país para sus cuidados, sumado a esto hay una hija en cuestión que solo puede hacer el viaje si ambos padres están de acuerdo. Las causales del divorcio no son aceptadas por las leyes de dicha nación y la solicitud del viaje para la menor es de la misma manera prohibido. Hay aquí claramente una disolución mayor que se coloca ante nuestra mirada; la puesta en cámara de esta secuencia inicial nos pone en el espectro visual del juez: habremos de ser entonces un ente regulador de todos los actos que han de suscitarse durante todo el entramado. De una manera tan clara como concisa, el realizador iraní Farhadi nos ha posado en un espectro fijo en el que esta ruptura matrimonial será solo el inicio de una exploración naturalista y portentosa de lo que una separación significa en todo aspecto y arista. Nos ha delegado una espesa labor.
La separación de Asghar Farhadi, pues, no se trata únicamente de un desencanto amoroso que llega a su fin por tener objetivos a futuro contrastantes, va mucho más allá; a una separación mordazmente personal de los valores y la moral reinante en los momentos de calma. La exploración, asimismo, se envuelve en el intento de reencuentro de los mismos sentidos e intereses en momentos de crisis –auxilios ante un pretérito de cariño y estima– que con las resoluciones de estos las frágiles brechas que se intentan unir terminan aún más separadas que en el conflicto inicial. Estamos ante un íntegro y universal retrato del propósito social; un desinteresado pacto de honestidad por ser un buen ciudadano, una atenta pareja, una excelsa persona, cuya corteza es una epifanía de buenas intenciones bajo presión de reglas pactadas que someten y ahogan ante las leyes edificadas por los hombres y las divinamente aceptadas.
Construida a través de un tono franco y pasmosamente humanista, el tratado que logra aquí Farhadi es de alturas mayúsculas e insospechadas. La cinta resulta ser una amplia apertura no solo a lo que sucede tras las ventanas de cualquier hogar, sino también dentro de las puertas de cada individuo y su indisoluble y singular interpretación de lo bueno y lo malo. De lo edificado como tal y la afrenta brutal de quizá habernos fallado a nosotros mismo. ¿De dónde podemos amarrarnos entonces a un mundo que nos hace desconocerlo? ¿De dónde nos sujetamos al errar ante una prueba tan sencilla como cruenta? Y no es que la forma de salir avante nos distinga, no, lo que hemos hecho previamente es lo que nos ha de definir, pues eso somos: a esa naturaleza pertenecemos.
La labor de Asghar Farhadi ante sus elementos para la construcción fílmica es de un ataque feroz y a la vez sutil para lograr el mejor de los balances. La fotografía de Mahmoud Kalari, el montaje de Hayedeh Safiyari, el diseño de Keyvan Moghaddam se amalgaman a las intenciones dramáticas, no sobresalen, se ajustan y apoyan por completo esa atmósfera realista que las agridulces notas de la partitura de Sattar Oraki alzan en los momentos indicados, generando así un acento que nos abraza en torno a la emoción expuesta. El trabajo actoral es sobresaliente, no hay momento alguno donde el coeficiente de verosimilitud se ponga en juego. Siempre es estable.
Al final la cisma que se intenta, irónicamente, desmembrar, termina por hacer mella, por lograr poner las cosas en el objetivo juicio de la lógica humana: en los desacuerdos y los apremios cotidianos que generan nuestros roces de interactividad. Algunos de los temas expuestos aquí volverán a ser utilizador por el director en su consecuente película “Forushande” (2016), que, aunque no logran la misma redondez, sí los continúa manteniendo en un alto grado de interés. “La Separación” de Fahadi es, sin duda, una de las mejores películas de los últimos 15 años, un reflejo bello y atroz que nos mira sonriente y decepcionado desde un punto en el que jamás habremos de querer de estar pero donde habremos de ubicarnos, desde un rincón donde no querremos manejarnos nunca pero que siempre nos llamará para tomar ese camino al que nos han enseñado a negar, pero al que en realidad siempre hemos pertenecido.
Una Separación de Asghar Farhadi
Calificación. 4.5 de 5 (Excelente).
Fuente: https://www.facebook.com/1598949577050090/posts/2824442197834149/
Fotografía: Minimal Movie Posters