Por: Marcelino Guerra Mendoza, Lucía Rivera Ferreir y Roberto González Villarreal. Columna: CORTOCIRCUITOS. 07/05/2024
En estos tiempos electorales tan prolongados, es necesario recordar, mirar hacia atrás, revisar lo sucedido para poder vislumbrar a dónde vamos o a dónde nos podría llevar quien se ha comprometido a continuar la llamada cuarta transformación en materia educativa, particularmente en lo que respecta al cambio curricular para la educación básica.
En el principio fue un Marco Curricular retador
En la primera versión del Marco Curricular (MC) dada a conocer a fines de enero de 2022, la narrativa de la calidad educativa como máximo logro de aprendizajes fue duramente cuestionada y sustituida por otra muy distinta: educar para combatir las desigualdades de todo tipo. En ninguna parte se mencionaba a la Nueva Escuela Mexicana (NEM), herencia del neoliberal ex secretario de educación Esteban Moctezuma Barragán (EMB), amigo y colaborador del empresario evasor de impuestos Ricardo Salinas Pliego.
Cuatro versiones después terminaron por rotar las manecillas del Nuevo Marco Curricular (NMC) al revés. En cada versión se fue deslavando la narrativa de las desigualdades y junto con ello, las posibilidades de una transformación de fondo en la educación nacional.
Hasta los ejes y campos formativos, parecía que podía tejerse la transformación; la narrativa contra las desigualdades sostenida en la primera versión del NMC, parecía factible recuperarla. Pero el poder educativo conservador dentro y fuera de la SEP, no iba a permitir que esos dos elementos curriculares fuesen la base para definir el perfil de egreso.
Lo cierto es que siempre estuvo presente el rechazo y las resistencias de altos funcionarios priístas, de los protegidos de Esteban Moctezuma, los “especialistas” y burócratas de cepa heredados de administraciones anteriores que no conciben otra forma de gestionar la educación nacional más que a través del férreo control sobre el magisterio.
He aquí la segunda lección: los enemigos de la transformación educativa no están solo afuera, también están dentro, habitan las oficinas de la SEP.
Entre intervenciones cortesanas y desvíos intencionados
Conforme el reloj político fue avanzando, la presión para aclarar dudas y enfrentar la puesta en marcha del nuevo plan con alguna claridad, también fue en aumento. En estas condiciones, la confusión no se hizo esperar; después de presentarles la obra negra, a las y maestros se les pidió concretar la definición curricular, es decir, realizar los acabados finos, ésos que aclaran y dan pistas de cómo proceder.
Pronto se puso freno a los esfuerzos de colectivos docentes que comenzaron a analizar el contexto socioeducativo de su escuela o comunidad y a diseñar programas analíticos para contextualizar, incidir y eventualmente tratar de resolver problemas concretos, es decir, pensar y actuar en función de la polis, de lo común en tanto nos afecta a todos. Desde las oficinas de la SEP se apresuraron a aclarar que no se pretendía que resolvieran problemas sociales, simplemente que reflexionaran sobre ellos.
No podemos dejar de dedicar unas líneas a los cortesanos del poder que terminaron de hacer el trabajo sucio, reduciendo todos los esfuerzos previos por problematizar, contextualizar, identificar problemas concretos, formular programas analíticos, a cuestiones didácticas y metodologías para el diseño de proyectos, es decir, todos los esfuerzos se volcaron sobre la operación de unos programas y libros que nunca se articularon, precisamente por las pugnas y resistencias internas en la SEP.
La actual secretaria Leticia Ramírez, dejó avanzar a Marx Arriaga con la elaboración de los libros de texto gratuitos. De los programas de estudio solo se conocían versiones preliminares que en esa calidad, fueron distribuidos a todo el magisterio. Cuando comenzó el ciclo escolar 2023-2024 y se anunció la puesta en marcha del nuevo plan de estudios publicado en el DOF desde septiembre del 2022 y comenzaron a circular los nuevos libros de texto, los pedagogos y especialistas defensores de la calidad, los desplazados del sistema que añoran con volver y en general los sectores más conservadores del país, pusieron el grito en el cielo.
Responsables directos de alto nivel han brillado por su ausencia a lo largo de todo el proceso; es el caso de la actual subsecretaria de educación básica Martha Velda Hernández Moreno, con un sueldo neto estimado de 125,986 pesos mensuales según el portal de nómina transparente, está a cargo de las políticas nacionales para la educación básica.
Así, entre una lluvia de demandas interpuestas por los opositores en contra de los Libros de Texto Gratuitos, nuevos programas publicados a punto de iniciar el ciclo escolar, más confusas guías y materiales “de apoyo”, los docentes se vieron embarcados en la aventura de aterrizar didácticamente el nuevo plan con los estudiantes, al cabo que para eso está la autonomía profesional.
¿Qué sigue?
Como dijimos al inicio, en estos tiempos electorales es necesario mirar atrás. La candidata morenista a la presidencia está obligada a hacerlo, más aún cuando públicamente se ha comprometido a continuar con lo que ahora se identifica simplemente como Nueva Escuela Mexicana (NEM)[2]. Si la continuidad de la transformación va en serio, es preciso revisar lo hecho, reconocer errores, pugnas internas, contradicciones y un sinfín de problemas que conllevan riesgos de todo tipo.
Prometer la continuidad de un cambio educativo ofreciendo un aumento salarial sustancial, es bueno, pero no suficiente si se soslayan e ignoran las condiciones de trabajo, el número de alumnos por grupo, las jornadas intensas y extensas, la progresiva reducción del tiempo de descanso al que tienen derecho las y los maestros, entre otros muchos aspectos vinculados a su trabajo.
En este escenario, las promesas educativas de la candidata morenista pueden verse comprometidas; desde ahora puede ser presionada para tomar decisiones contrarias al magisterio, a la escuela y la educación pública.
[1] Nos referimos a Xóchitl Moreno, Carlos Ramírez, Gisela Salinas, Rosa Ma. Torres.
[2] Para nosotros existen diferencias importantes entre la Nueva Escuela Mexicana, el Marco curricular presentado en enero de 2022 y el Plan de Estudios 2022. La primera es herencia de EMB, nunca tuvo intenciones disruptivas, simplemente adaptativas, en línea con las reformas anteriores, sin ruptura efectiva con la anterior. El Marco Curricular constituye, con todas sus contradicciones e insuficiencias, un intento por adoptar otra narrativa reformista, desmarcada de la calidad. El PE-22 publicado en el DOF es una versión domesticada del MC, despojada de su filo original.