Por: Pablo Stefanoni. 16/05/2025
La postulación del joven presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, ha movido el tablero político boliviano. Con las elecciones presidenciales cada vez más cerca, el bloque ligado al Movimiento al Socialismo (MAS) se encuentra inmerso en una fuerte guerra interna y la derecha, aunque dividida y sin nuevas figuras, se entusiasma con un triunfo en la segunda vuelta.
Con su «acepto», el sábado 3 de mayo, Andrónico Rodríguez se ha decidido a terciar de manera más decisiva en la guerra interna entre evistas y arcistas que amenaza con destruir al Movimiento al Socialismo (MAS) y mover el tablero electoral. Con casco de minero, el joven presidente del Senado (de 36 años) le dijo que sí, que competirá por la Presidencia de Bolivia el 17 de agosto próximo, a las organizaciones sociales que lo vitoreaban en Oruro, en lo que fue su acto de proclamación formal.
Con el presidente Luis Arce Catacora en el piso de las encuestas y Evo Morales inhabilitado para postularse, Andrónico, como todos lo llaman, busca posicionarse como la cara renovadora de un espacio político debilitado por la lucha intestina, que estalló apenas el MAS regresó al poder en octubre de 2020 tras el derrocamiento de Evo Morales por un movimiento cívico-policial en 2019.
La decisión inicial de Arce de dejar fuera de su gabinete a las figuras más relevantes del evismo derivaría en una guerra sin tregua: el gobierno persiguió a Evo Morales, que acabó «exiliado» en la zona cocalera del Chapare, su bastión político y territorial, custodiado por milicias sindicales campesinas para evitar ser detenido. Mientras que este buscó debilitar todo lo que pudo al presidente puesto por él, al que hoy considera la «derecha endógena».
El gobierno de Arce reactivó una denuncia por abuso y trata de personas contra Morales por una relación con una menor de edad, en una causa en la que la Fiscalía actuó de oficio. Se trata en realidad de una denuncia motorizada por el gobierno de Jeanine Áñez a la que el arcismo echó mano para neutralizar al ex-mandatario. Este, por su parte, organizó una serie de bloqueos de rutas para tratar de evitar su inhabilitación, pero no logró su objetivo y terminó encerrándose en esa «zona segura», aunque el ataque a balazos contra su vehículo, en octubre de 2024, muestra que no existe seguridad en medio de semejante enfrentamiento político.
La mediación de diversas figuras de la izquierda continental, incluidos presidentes y ex-presidentes, para tratar de acercar a las partes no dio el menor resultado, y el MAS se encaminó a un proceso de verdadera autodestrucción. Tampoco funcionaron los esfuerzos para preservar la relación Evo-Andrónico. Al final, no fue la derecha, debilitada tras el gobierno de Áñez y la derrota electoral de 2020, sino las confrontaciones en su interior -sumadas a la crisis económica- las que convirtieron al poderoso partido campesino, capaz de articular un bloque político indígena-popular tanto en las urnas como en las calles, en un espectro de sí mismo, atravesado por un marcado clima de descomposición política.
En esa guerra interna, Arce logró primero que la justicia «interpretara» de una forma caprichosa la Constitución en el sentido de que no es posible la reelección no consecutiva tras dos mandatos presidenciales, lo que deja fuera de juego a Morales, y luego consiguió arrebatarle al líder cocalero la sigla del MAS mediante un congreso paralelo organizado desde el aparato estatal y reconocido luego por los jueces. Pero el actual mandatario le puede sacar poco provecho a esa sigla otrora imbatible: su gestión, considerada menos que mediocre por analistas de todos los espacios ideológicos, sumada a una fuerte crisis económica, lo ha hundido en las encuestas, con alrededor de 5% de apoyos. La imagen de Arce como el artífice del milagro económico boliviano se ha esfumado y pasó a ser visto como un mandatario incapaz de gestionar el Estado. La caída de las reservas de gas aceleró la erosión del modelo impulsado desde 2006, que durante años dio buenos resultados en términos de crecimiento económico y acumulación de divisas pero que hoy se muestra agotado.
Morales está bastante mejor ubicado en los sondeos (con más de 20% de las preferencias), pero el rechazo que genera su figura en una parte de la población vuelve casi imposible su triunfo en una segunda vuelta. Recluido en el Chapare, se ha reafirmado en un discurso bolivariano cerrado y ha llegado a acusar de traidores a figuras como Álvaro García Linera, quien lo secundó en el poder durante casi 14 años: al ex-vicepresidente se le ocurrió decir públicamente que quizás era mejor que Morales y Arce depusieran sus aspiraciones presidenciales para habilitar a una nueva figura renovadora. Esa figura de unidad, imaginaba, podía ser Andrónico Rodríguez.
Impulsado por Evo Morales como su sucesor en los sindicatos cocaleros, Andrónico fue elegido en 2018 vicepresidente de las Seis Federaciones Cocaleras del Trópico de Cochabamba. Forma parte de las nuevas generaciones de líderes campesinos, con una relación mucho más fluida con las ciudades -lo que la antropóloga Alison Spedding llamó «semicampesinos» por su vínculo urbano-rural-. Nacido en Sacaba, capital de la provincia del Chapare, estudió Ciencias Políticas en la Universidad Mayor de San Simón y luego volvió al campo. Según su propio relato, acompañaba desde niño a su padre a las reuniones de los sindicatos campesinos y se fue dando cuenta de la necesidad de la educación formal. «A mi padre le faltaba un poco de conocimiento y pensé que [yo] debía superar eso. Debo leer, debo estudiar y ver cómo colaborar con mi comunidad con mayor sabiduría académica, técnica». En 2020 llegó al Senado y fue elegido para presidirlo. Percibido como el «delfín» de Evo Morales, comenzó a mostrar capacidad de liderazgo desde la Cámara Alta y a distanciarse de la facción evista, sin recalar en la arcista, a medida que el conflicto asolaba al MAS.
Midiendo cada paso, para evitar que pequeños errores se volvieran yerros catastróficos, y sin aspavientos, Andrónico fue ganando en autonomía frente a Morales. Se volvió una comidilla de la política y la prensa locales el hecho de que, últimamente, cada vez que era convocado a una reunión evista en el Chapare, el senador aparecía de manera sorpresiva en algún viaje en el exterior. Un impresionante timing para no quedar pegado a un Evo replegado sobre sí mismo y con discursos radicales -difundidos en su programa en la radio Kawsachun Coca- que lo fueron alejando de una gran parte de sus antiguos votantes.
Andrónico quedó bajo un permanente escrutinio de su mentor para detectar posibles actos de «traición». Primero el temor era que saltara hacia las trincheras arcistas, pero cuando eso no ocurrió, la sola autonomía de lo que comenzaba a percibirse como una tercera línea «androniquista» aparecía igualmente como una amenaza para un Evo Morales que insiste con postularse para un nuevo mandato, para lo cual lanzó el movimiento EVO Pueblo (Estamos Volviendo Obedeciendo al Pueblo). La reacción del ex-presidente a la postulación de Rodríguez siguió la misma tónica: «Los que se alejan son funcionales al imperio», señaló.
Andrónico Rodríguez parece consciente de que el contexto político de Bolivia y de la región es muy diferente al del entusiasmo antineoliberal de 2005, cuando Morales se impuso con 54% de los votos y abrió paso al llamado «proceso de cambio» con un discurso nacionalista popular e indigenista a la vez radical y pragmático. Ya candidato -aunque sin definir aún su sigla-, Andrónico ha criticado la construcción de fábricas estatales ineficiente para satisfacer las demandas corporativas de regiones y organizaciones sociales. En un foro organizado por el diario cruceño El Deber, el senador enfatizó que el Estado debe enfocarse en sectores claves, como hidrocarburos y energía, y no dispersarse en emprendimientos menores. «El Estado no necesita acaparar, sino ser protagonista donde realmente importa», puntualizó. Incluso acusó a Arce de haber convertido el modelo económico del MAS en un «Estado paternalista que relega a la economía privada, comunitaria y cooperativa».
La candidatura de Andrónico, que cosecha más de 20% de las preferencias -lo que lo ubica en el podio de las encuestas junto al empresario Samuel Doria Medina- podría tener un buen desempeño, según las mismas encuestas, en una eventual segunda vuelta. El espacio del centro a la derecha se encuentra dividido y sin caras nuevas: el propio Doria Medina, al igual que Jorge Tuto Quiroga -alineado con la derecha de Miami- y el alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, son figuras desgastadas y que remiten a la era pre-2005. Quiroga asumió la Presidencia en 2001 tras la muerte de Hugo Banzer y Reyes Villa fue uno de los principales candidatos presidenciales en 2002. La campaña de Doria Medina, como economista y empresario liberal-desarrollista, conecta mejor con el contexto de crisis, pero no deja de formar parte de la «vieja política», lo que se suma a su legendaria falta de carisma. Aunque los intentos de formar un bloque unitario del centro a la derecha fracasaron, todos los candidatos de ese espacio sueñan con vencer fácilmente al MAS en una segunda vuelta -en una suerte de «efecto Ecuador»-. ¿Alterará este escenario la candidatura de Andrónico?
El histriónico millonario Marcelo Claure, que aspira a ser una suerte de Elon Musk en el próximo gobierno sin definir claramente su preferencia entre los candidatos opositores en liza luego del fracaso de la unidad de la derecha, ha festejado la decisión de Andrónico y trató de meter cizaña con su verborragia de corte trumpiano: «Andrónico es mil veces mejor que un pedófilo [en referencia a Evo Morales] o un incapaz [Arce] y tengo mucha fe que todos trabajaremos juntos para sacar a Bolivia de este hueco».
Aunque no irá por la sigla del MAS, la apuesta de Andrónico Rodríguez es representar al mismo bloque «indígena plebeyo», que da cuenta de la abigarrada sociología popular boliviana, marcada también por potentes formas de emprendedorismo, y reconstruir en los hechos el MAS. El flamante candidato es autocrítico con los últimos años de gestión masista y ha comenzado a reivindicar a Evo Morales más como una figura histórica que como un líder indiscutido del presente.
Su perfil dialoguista -que le permitió mantenerse a la cabeza de la Cámara Alta en medio de los vaivenes políticos- es un activo, en un contexto en el que la izquierda debe recuperar a quienes se fueron alejando y, eventualmente, gobernar en un contexto crítico. Entre sus debilidades, está su limitada experiencia política y el rechazo social a la gestión actual del MAS bajo el gobierno de Arce. El hecho de quedar al margen del arcismo (que cuenta con los recursos estatales) y del evismo, que aún cuenta con base social, tiene doble filo: le permite reforzar su discurso renovador, pero le quita estructura de movilización. Con todo, muchos sectores sociales, cansados de la pelea interna, han comenzado a ver en Andrónico el nombre de una candidatura que aparece a priori como competitiva, cuando hasta hace muy poco solo se avizoraba una derrota del «bloque popular» ante una derecha que, aunque antigua, puede canalizar el malestar reinante.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ
Fotografía: NUSO