Por: Alma Gonzalez. 27/06/2025
El tópico central de la problemática que subyace en el cruce del oficio periodístico y la utilización de la IA es referente a la precarización de la tarea del trabajador de prensa. Dialogamos con diferentes especialistas para abordar los alcances y consecuencias del uso de la inteligencia artificial en este rubro.
La inteligencia artificial está en su momento de auge en la práctica periodística y cada vez es más utilizada dentro de las redacciones. Para abordar sus alcances y consecuencias, tanto como las motivaciones que hay detrás de su promoción y desarrollo, dialogamos con diferentes especialistas al respecto: Esteban Magnani, docente especialista en IA y periodista; Irina Sternik, periodista de cultura digital y tecnología principalmente en LadoBnews y colaboradora en otros medios como Diario Perfil y La Nación; Matias Cervilla, secretario de Asuntos Profesionales del SiPreBA; y Agustín Colombo, periodista de revista Cítrica y Diario Perfil.
“La inteligencia artificial depende de la inteligencia humana, justamente porque no es inteligencia. En la medida en que vos reemplaces inteligencia humana por inteligencia artificial y uses esos productos para entrenar nuevos modelos, lo que va a aumentar es el sesgo, los errores, las alucinaciones en una endogamia tremenda, como si todo el mundo tuviera la enfermedad de los Habsburgo”, analizó Magnani acerca de la mecánica de funcionamiento de la inteligencia artificial en su capacidad de invención.
“El problema que tiene la IA es que va al promedio estadístico con los datos que le dieron. No piensa, ni reflexiona. Los modelos más grandes recientes acumulan una cantidad de datos enorme, entonces juntan mucha basura de internet y alucinan”, agregó Magnani en torno a la imposibilidad de la IA de discriminar con criterio la veracidad de la información que enuncia. En este sentido, al analizar los insumos con los que se nutre la IA, determinó que ésta no tiene la capacidad de generar datos propios ni de generar recursos innovadores. Regurgita información que le es propiciada por seres humanos. Aquí nace una contradicción y verdad insoslayable. “El periodismo trabaja con novedades”, indicó Magnani.
“Según los datos que recabamos en la encuesta del Sipreba, el 66 por ciento de las empresas está implementando la inteligencia artificial. Lo usan directamente para realizar más tareas en menos tiempo o la misma tarea en menos tiempo y tener más tiempo libre para hacer otro trabajo en otro lugar. Obviamente, con los sueldos bajo la línea de pobreza que tenemos, es algo que está muy extendido”, expresó Cervilla respecto a la extensión de esta práctica en el rubro. En la misma línea, los resultados de la encuesta muestran que hay un porcentaje grande de trabajadores que tiene miedo por su futuro profesional y consideran que la inteligencia artificial puede amenazar ese futuro.
El tópico central de la problemática que subyace en el cruce del oficio periodístico y la utilización de la IA es referente a la precarización de la tarea del trabajador de prensa, que repercute en la calidad de la información. “Si vos tenés periodistas a los cuales se les exigen 30 notas por día, no hace falta que les digas que usen IA, no les va a quedar otra. Entonces la calidad del periodismo cae”, indicó Magnani. Para ilustrar el problema, mencionó el caso de la nota de La Nación que se publicó sin borrar la parte final, lo que indicaba el uso de IA para su realización. Aquí Magnani se enfocó no en juzgar lo ocurrido, sino en tratar de desandar por qué ocurrió: “Hay algo estructural que empuja a los periodistas a hacer eso. Probablemente sea un pasante al que le piden 40 notas por día y no le queda otra que empezar a usar inteligencia artificial. Hay una presión que no tiene que ver con la tecnología, sino con ahorrar costos aun a costa de la calidad del producto que vos estás haciendo”. A la vez, indicó que esta profundización de su uso supone una mayor automatización, que a largo plazo, repercutirá en el grado de profesionalización de quien ejerza la tarea del periodista: “No vas a tener gente en condiciones críticas que sepa cómo debería ser una nota y decir ‘esto es una porquería, no sirve’”.
“El uso de la IA eleva enormemente el nivel de productividad y eso hace que las empresas, ni lentas ni perezosas, pidan más cantidad de contenidos. Hay que tratar de resistir a no hacer 70 notas por día simplemente porque se hacen más rápido”, apuntó Cervilla. En el mismo sentido, puntualizó en que esta situación registra un nuevo desafío como trabajadores: “Nos lleva a la pérdida de puestos de trabajo, porque si una persona puede producir 50 notas en un día y antes podía producir dos, ya de movida está reemplazando el trabajo de 10 personas. Entonces no van a necesitar tanta cantidad de trabajadores para producir lo requerido para sus portales”.
Sternik aportó un análisis acerca de las tareas que se realizan con inteligencia artificial en las redacciones, en articulación a la posibilidad de desplazamiento del trabajo humano: “Con la precarización de los trabajos, cualquier innovación que pueda prescindir de ellos los pone en riesgo. En Infobae, contaba días atrás Daniel Hadad, ya son cada vez más las tareas que hace automáticamente el sistema de notas de IA. En ese caso, el periodista pasa a hacer otro tipo de actividad más creativa y necesaria. Pero depende de cada redacción. Las tareas repetitivas o las notas que son un listado de información, son plausibles de ser realizadas por estos sistemas. Pero una nota de investigación o que requiera análisis de datos, requiere sí o sí del toque humano”, destacó.

“La transparencia en el uso me parece que es el camino correcto: para qué la usan, cuándo se usa y quién escribe la nota. Hay que capacitarse para detectar la veracidad de los contenidos, escritos y visuales. Esto también sucedía antes de la IA y tiene que ver con la desinformación y el retoque de imágenes que ahora se hace más sofisticado”, sostuvo Sternik. A la par, puntualizó en la importancia de la capacitación para el periodista, formación que requiere tiempo y gimnasia: “El rol de los verificadores es muy importante, pero requiere de aptitudes específicas”. Para ello, indicó que es fundamental poner en evidencia la precarización de los periodistas, que ante la falta de tiempo y de capacitación ven dificultada la posibilidad de especializarse: “El periodismo generalista por sí solo no puede sobrevivir”.
La lógica de productividad no deja demasiado lugar a la posibilidad de decisión por parte del periodista, en torno a elegir si utiliza o no la inteligencia artificial en su trabajo. “Si vos tenés que elegir entre el hambre y la posición ética, es complicado. Si no aceptás utilizarla, en algunas redacciones posiblemente te digan ‘no estas produciendo todo lo que necesitamos’ y la única forma de producirlo es con la inteligencia artificial. No es solamente un mal periodista, es una presión de las estructuras sociales que habilitan que eso ocurra”, sostuvo Magnani. En ese marco planteó la imposibilidad del periodista de generar piezas sustanciales: “El olfato periodístico de anticiparse y de buscar información original se va perdiendo porque no es rentable”. Por su parte, Cervilla destacó: “Si bien hay personas que se resisten al uso de la inteligencia artificial, la tendencia en el mundo del trabajo en general y en la prensa en particular es hacia su uso. La cuestión ética, por supuesto, tiene que ver con la responsabilidad de los contenidos, con la autoría propia, con muchas cuestiones que tienen que ver con ese rol social y de responsabilidad que tiene el trabajo de la prensa”.
En este sentido, otro vector a considerar -que muchas veces pasa desapercibido- es el sesgo informativo que tiene la IA: “Todas las inteligencias artificiales de las que disponemos por ahora son productos hechos por empresas particulares, como puede ser OpenAI en el caso de ChatGPT, o Google en el caso de Gemini”, repuso Cervilla y agregó: “No digo que cada periodista tenga que hacer una investigación de la ingeniería de software que hay detrás de ChatGPT, sino de tener idea que hay un sesgo en la forma que eso fue construido. Muchas veces las personas que desarrollan estos proyectos tienen un sesgo cultural”.
El sociometabolismo del capital
“Es un capitalismo caníbal, se come las condiciones necesarias para el funcionamiento del negocio”, sostuvo Magnani, desde una mirada estructural acerca del tema. Aquí puntualizó que el desarrollo de la IA -lejos de emparentarse a una necesidad de la comunidad humana y de la sociedad- responde a una necesidad empresarial: “Hay una necesidad financiera por parte de estas grandes corporaciones de subirse a lo que parece ser el gran negocio que está de moda, que es la inteligencia artificial, pero es tan monstruoso el gasto de dinero que están haciendo que es difícil realmente saber si alguna vez lo van a recuperar”, se preguntó Magnani y alertó: “El daño social, político, cultural, económico y subjetivo que van a producir en la sociedad va a ser monstruoso, porque te va a sobrar un montón de población. Aparte, ¿quién te va a comprar algo si nadie va a tener trabajo?”.

“El único parámetro que miden es el de la ganancia. No hay ningún otro parámetro. No hay límites éticos, no hay límites artísticos. No hay ninguna otra variable que esté en juego. Entonces, avasallando el copyright, los derechos de autor, pueden dejar a un montón de personas en la calle” reflexionó Magnoni. A la par, lo comparó al taylorismo, que en su revolución productiva trataba de hacer un análisis científico de lo que hacían los trabajadores para descomponer esos trabajos complejos en trabajos simples y contratar obreros más baratos: “Esto no es tan distinto, se está desempoderando a trabajadores intelectuales, programadores, locutores, abogados, arquitectos, diseñadores, ilustradores y músicos, porque simplemente es más barato”.
¿Es puro Hype?
Todo lo que refiere a la IA es una incógnita, un augurio y una tentativa. Aquí se produce un parteaguas acerca de lo que se espera de ella. Sternik analizó: “vivimos en la era del Hype de todo: contenido bite, títulos clickbait y, ahora con la IA, una espectacularización de lo que se puede hacer con cada lanzamiento”. Magnani, por su parte, se posicionó y reflexionó: “Si separas el humo y ves que lo que hay en concreto, es bastante poco. ¿Cómo haces para que la inteligencia artificial te escriba el resultado del partido de Huracán-Platense? Se necesita que alguien lo haya visto, lo haya relatado y de ahí tomar información que va a ser necesariamente más pobre de lo que era el original”, sostuvo y ejemplificó con una metáfora: “Si vos agarrás una cosa de la realidad, le sacás una foto, a esa foto le sacás una foto y a la foto esa le sacás una foto, cada vez vas perdiendo más definición. Esto es lo que hace la inteligencia artificial. Entonces no va a tener un producto de calidad. Necesitás mucha supervisión humana y tenés que ver en qué partes podés automatizar y en qué medida el costo de editar lo que hizo la inteligencia artificial termina siendo más alto que hacerlo directamente por un humano”, analizó.
En un laudo de esperanza y claridad en esta interrogante que genera profundos temores, Colombo reflexionó: “Por más de que la inteligencia artificial crezca, por más de que las fake news se reproduzcan incluso más, no se va a poder reemplazar el rol de la producción de calidad de los contenidos periodísticos. Nadie va a poder reemplazar una información de primera mano, nadie va a poder reemplazar una escritura de calidad para contar un suceso o un acontecimiento puntual, nadie va a poder reemplazar una entrevista y el clima que puede generarse allí. Tampoco nadie va a poder reemplazar el cross a la mandíbula que implica el inicio de una nota bien narrada. El futuro por supuesto que es difícil y complejo, pero siempre va a dar lugar para la claridad y para el contenido de calidad”.
Cervilla aseveró: “Son todas incógnitas, pero lo cierto es que si nosotros no nos organizamos y no pensamos políticas concretas en términos amplios, como lo estamos haciendo desde el sindicato, si no nos encuentran organizados nos van a encontrar complicados”.
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Fotografía: El grito del sur