Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. 08/12/2019
Oprimió el botón y esperó, sabía –según los cálculos hechos- que el tiempo de espera decía ser largo, no sabía cuánto, pero había que esperar porque lo que se había propuesto suponía una gran empresa; sabía que, aunque era lo mismo de siempre, había antepuesto sus intereses a los de los demás, había dedicado mucho tiempo a su proyecto, había pasado hambre, desvelos y despistes.
Oprimir el botón y esperar, en eso parecía resumirse su vida. Esperar, esa era la palabra con la que siempre había querido resumir su existencia y al parecer ahora le satisfacía. Ahora repasaba cómo había concebido este último proyecto, recordaba ese momento en que observaba a través de su pantalla el comportamiento de la sociedad, cómo había ideado uno y mil planes para armar uno que resultara y, solo después de tantos años, había podido tener claro qué y cómo hacerlo. Su aspecto era desaliñado, descuidado completamente.
Construir esa gran esfera lo mantuvo ocupado durante años, colocar cada una de las partes que la conformaban, el agua, la tierra, distribuida de tal manera que se crearan mitos en una y otra parte para que unos creyeran ser mejores que los demás, para que unos creyeran que poseían la verdad defendiendo cada quien su territorio. Con sorpresa observó cómo habían creado sistemas de vida que les permitían vivir en grupo, organizarse y que aunque había muchos progresos en ese sentido, aun se veían conflictos armados, incursiones en otros sistemas por los mejores organizados en los que, hábilmente, seducían a unos cuantos para convencerlos de lo que había mejores formas de convivir, aunque solo querían sacar provecho de su condición.
Ahora todo era un resumen. Observó como las divisiones que había hecho se convirtieron en territorios delimitados por las vidas que había colocado ahí, cómo defendían ese espacio creado por ellos mismo, cómo las formas de opresión habían cambiado con el tiempo y se habían hecho cada vez más sutiles, incluso llegando a convencer a los oprimidos que las cosas sucedían así por su bien. Incluso le sorprendía que al interior de las delimitaciones hechas por ellos mismos se organizaban en grupos y proponían formas de organizarse, de oprimir a las mayorías haciendo variantes que dividían a sus iguales, cómo habían propuesto pequeñas instituciones en donde se privilegiaba la convivencia de quienes procreaban, otras en donde se adoraba a seres ficticios, otras en donde se adoctrinaba a los futuros ciudadanos, todas con miras a darle forma al grupo que conformaban.
Ahora todo era insostenible, de lo que había puesto originalmente ahí no quedaba nada. Todo había sido revuelto, todo estaba confundido. Veía con tristeza cómo incluso las formas de vida que puso ahí intentaron modificar de fondo su constitución morfológica, cómo cambiaron incluso algunas de sus partes físicas porque se mostraban inconformes con lo que tenían. Observó cómo incluso el bienestar de los demás lo convirtieron negocio, cómo la acumulación se convirtió en una necesidad y desató confrontaciones que terminaron en el exterminio de algunas formas de vida que no sabían de qué se trataba todo. Así que suspiró. Todo terminaría pronto. Recogió sus tentáculos, suspiró hondo y siguió esperando para ver cómo lentamente se derrumbaba lo que había creado con tanto afán.