Por: *Eréndira Munguía. Carabina30-30. 25/07/2016
Las mujeres están en el vórtice del actual remolino magisterial. Y hay mucho en juego. Al comienzo del sexenio de Peña Nieto la clase empresarial y sus lacayos en el gobierno declararon el recrudecimiento de la guerra contra la clase trabajadora vía el paquete de reformas estructurales. Hace falta dejarlo bien claro y decirlo bien fuerte: esa ofensiva está llegando a su clímax y el desenlace está apunto de darse –esperamos que a favor de la clase trabajadora mexicana vía la anulación de la reforma educativa.
Esta victoria está siendo liderada por un sector mayoritariamente femenino. Los mismos documentos oficiales confirman que “Las escuelas de educación preescolar y primaria son preferentemente atendidas por mujeres. En preescolar hay 93 educadoras por cada 100 docentes; en primaria la presencia femenina disminuye a 67%, mientras que en secundaria es ligeramente superior (52%) a la de los varones”. Este dato es similar alrededor del mundo: las mujeres siguen siendo las encargadas de la enseñanza en los primeros años de vida tanto en la casa como en la escuela.
Voy a aclarar que aquí no se trata de menospreciar el trabajo, la entrega y el compromiso de los profesores hombres, ni que dejemos de lado aquellos casos de liderazgo correcto y congruente llevado a cabo por compañeros, los cuales han contribuido de manera decisiva al estado actual de cosas. El fin de este artículo es resaltar la presencia femenina en el movimiento, tal y como se ha mencionado a propósito de las detenciones de líderes de la Sección 22 de la CNTE en las multitudinarias marchas de estos días. Por ejemplo, en una foto circulada en redes sociales, una maestra sostiene un cartel que dice: “Se llevaron a la cabeza del movimiento, pero nosotros somos el corazón”… y ese corazón es mayoritariamente femenino.
La marcha de mujeres contra la violencia del 24 de abril del presente fue una marcha de hartazgo, una marcha contra la violencia hacia los cuerpos de las mujeres, totalmente necesaria. Lamentablemente nuestro cuerpo es la última frontera que nos queda a las mujeres por defender. Si nos vemos en la necesidad de defender nuestros cuerpos es porque como colectivo, todo lo demás ya ha sido tomado: nuestro tiempo, nuestro trabajo, nuestro intelecto. Hoy las profesoras de la CNTE están defendiendo la frontera laboral, y con ello luchando contra el sistema capitalista y patriarcal.
¿Cuántas veces las abuelas y las madres nos han dicho “estudia para que luego trabajes y no estés a merced del marido” porque ellas vivieron en carne propia el patriarcado y llegaron a la acertada conclusión de que sin independencia económica una mujer no puede ser libre? A mi abuela y mi madre, a cada una de mis maestras de kinder, primaria y secundaria, cada una con mayor o menor conciencia de género, pude verlas sufriendo, pero también disfrutando las satisfacciones de la jornada fuera de la casa. El recuerdo feliz de cada una de ellas me susurra al oído: “tu educación valió la pena, tu salario es importante”. Hoy por hoy un ejército de hermanas me lo están recordando y lo están defendiendo con piedras, piel y sangre, contra gases y balas, ahora mismo.
No es sorprendente que las mujeres salgan a luchar con tal decisión y entereza para defender las conquistas ganadas, como huelguistas o desde sus trincheras con comidas y palabras de apoyo. Y esta no es una situación nueva, ha sido así siempre y en todas las latitudes, desde la Revolución Mexicana hasta la Francesa: las mujeres estuvieron en el frente de batalla, aunque la Historia las haya borrado de los libros de texto. No es casualidad: para una mujer todo es más difícil, sólo hay que ser mujer y pensar en una misma para saberlo. De por sí los trabajos asociados a las mujeres son los peores pagados, una embestida general hacia la clase trabajadora deja a las mujeres aún en peores condiciones y no sólo laborales, sino también para defenderse de las otras violencias que las aquejan. Para defender su propio cuerpo es indispensable que las mujeres tengan trabajos dignos y bien remunerados.
Más aún, como siempre, la lucha exige de ellas más que de sus compañeros. Exige, desde su perspectiva, un mayor sacrificio al estar lejos de la familia. Ellas necesitan realizar malabares aún más complicados para compensar que sus energías y recursos estén siendo usados en la movilización y no en los cuidados del hogar. Esto contribuye decisivamente a que no las veamos justamente representadas en los puestos de decisión del mismo movimiento. Pero están ahí, en el mero corazón.
Si es deseable o no que las mujeres realicen la mayor parte de los trabajos de cuidado en el hogar es una discusión muy interesante –igual que el análisis histórico de cómo llegamos a esta situación– pero no lo discutiremos ahora. El hecho es que las mujeres siguen haciendo estos trabajos. Esta condición de cuidadoras es un arma de doble filo. Por un lado les resta energías para involucrarse aún más en los movimientos, pero por otro las hace conscientes de la importancia de cuidar a los demás. Los hombres muchas veces soportan trabajos que no les permiten atender a su familia, pero para la mayoría de mujeres esta no es una opción. Por eso las mujeres deben estar en los puestos de decisión de los movimientos por el mejoramiento o la defensa de los derechos laborales. Ellas tienen plena conciencia de que el trabajo fuera de la casa no puede ser la vida entera. Si así lo fuera para cada persona, el mundo colapsaría (y, dicho sea de paso, nadie podría cocinarte ese platillo que “nadie hace como mi mamá”). Las mujeres tienen plena conciencia de que no deben ser explotadas al grado de no poder pasar tiempo con sus seres queridos. Para que la insurrección popular que estamos viviendo tenga el mejor desenlace posible, las mujeres deben estar no sólo en el corazón, sino también en la toma de decisiones. Ellas deben ser parte activa del cerebro colectivo que decidirá su rumbo.
De acuerdo con el Observatorio Laboral, el gremio con más presencia femenina es el de los servicios de educación; el segundo, el de los servicios de salud, y son precisamente estos dos sectores los principales convocantes contra la ofensiva neoliberal del gobierno actual. Hermana, amiga, madre, compañera: sé que estas ahí defendiendo el derecho al trabajo, a la libertad y a la vida. Te veo, te agradezco, te reconozco y te apoyo. Estoy contigo porque sé que tu lucha es justa y que mi lugar es a tu lado.
Crédito de foto: R. Ramírez.
*Eréndira Munguía es profesora universitaria en Oaxaca y dirigente del Partido Obrero Socialista.
Fuente: http://www.30-30.com.mx/maestra-estas-luchando-por-todas-nosotras/
Fotografía: irtodayblog.wordpress