Por: Colectivo del Periódico El Zenzontle. 20/12/2021
Por Víctor Villanueva. Según el sociólogo William I. Robinson, la acumulación militarizada es la forma de acumulación específica en la que la globalización capitalista avanza en un momento en el que la taza de ganancia global se encuentra a la baja, la hegemonía norteamericana está en declive y la legitimidad de la democracia liberal se ha desgastado. La clase capitalista trasnacional tiende a la militarización de las funciones esenciales de los Estados nacionales y promueve la intervención en los territorios de los que se puede extraer materia prima con el objetivo de extender e intensificar la acumulación capitalista. Desde mi punto de vista, esto constituye una economía de guerra en contra de los pueblos originarios.
En mi experiencia etnográfica, he observado cómo la acumulación militarizada avanza por medio del militarismo y la militarización. El militarismo es el recurso ideológico desde el cual se intenta justificar la intervención que el conjunto de las fuerzas armadas del Estado mexicano realizan en tareas civiles como las de seguridad pública y sanitaria, la investigación científica-militar, el resguardo de zonas arqueológicas y turísticas, el desarrollo de infraestructura financiera, educativa, hospitalaria, de comunicaciones y transporte, así como la administración de puertos y aduanas.
El militarismo como recurso ideológico, acompaña a la militarización –que es la ocupación territorial de los pueblos y las calles de las ciudades- y también a la acumulación militarizada. Esta es una triada, no se explican las unas sin las otras. Por ejemplo, por medio del Acuerdo presidencial gestionado a través de la Secretaría de Gobernación el pasado 22 de noviembre, el Gobierno federal ha declarado oficialmente de “interés público y seguridad nacional” la instrumentación de proyectos y obras de infraestructura a manera de “blindaje” a favor de la acumulación militarizada. Lo cual es por demás preocupante y un retroceso en materia de ejercicio de los derechos humanos, en particular de los pueblos y sus autonomías.
Esta ha sido la manera más clara de la subordinación nacional a la lógica global del capitalismo transnacional, ya que precisamente la publicación de dicho Acuerdo presidencial se hace después de concluida la “IX Cumbre de Líderes de América del Norte” realizada en Washington, EEUU.
Además hay otros decretos, leyes y modificaciones constitucionales que ahora apuntan hacia la pretendida legalización de la intervención de las fuerzas armadas del Estado mexicano en tareas civiles y funciones públicas. Por ejemplo, recordemos el decreto expedido el 23 de abril del año pasado en el que se impuso austeridad a distintas áreas del gobierno y de atención pública por motivo de la emergencia sanitaria por Covid-19 y que fuera el pretexto ideal –“como anillo al dedo”, dijo López Obrador- para incrementar el presupuesto a la Secretaría de Defensa Nacional, la Marina Armada y la Guardia Nacional. Así, el presupuesto militar se ha incrementado en el Presupuesto de Egresos Federal para el año que entra lo cual facilitará el despliegue de por lo menos 80 mil efectivos militares en todo el país, concentrados especialmente en el sureste mexicano.
Otros ejemplos en los que despunta el militarismo, la militarización y la acumulación militarizada, además del muro humano desplegado en nuestra frontera con Guatemala, son el proyecto de reordenamiento territorial del Tren Maya, el canal seco y corredor industrial para el Istmo de Tehuantepec, el Proyecto Integral Morelos, la refinería de Dos Bocas y el nuevo aeropuerto internacional Felipe Ángeles, entre otros.
Algunas de las características de este tipo de proyectos y que se llevan a cabo en los territorios de los pueblos y comunidades originarias, son: 1) Como forma de intensificar la acumulación, atraen un sobrecosto económico y endeudamiento público. 2) Generan división política en pueblos y comunidades organizadas, así abundan los ejemplos en el país ya que exacerban los conflictos sociales internos y profundizan la desigualdad, el clientelismo partidista y la corrupción. 3) Rompen tradiciones de trabajo y costumbres solidarias, que por generaciones han formado la cultura local de los pueblos. 4) Desplazan población, fauna y flora endémica, pauperizan así la diversidad biocultural por efecto de la homogeneización. 5) Modifican el ecosistema e incrementan el cambio climático global por expoliación de la Madre Tierra. 6) Muestran que los gobiernos sirven al capital transnacional, y no al pueblo pobre organizado. 7) Los pueblos pierden soberanía sobre los territorios que habitan. Así opera la negación de la comunidad originaria como sujeto político, de su autonomía y autogestión.
Además, sabemos que de las fuerzas armadas del Estado mexicano se desprende el paramilitarismo y tienen intervención en el tráfico de enervantes y armas, entre otras situaciones graves.
Estas evidencias dejan claro que las comunidades y sus territorios siguen siendo una de las fuentes de abastecimiento de energía, alimento y fuerza de trabajo para la sociedad en su conjunto, ello explica el interés capitalista por apropiarse de sus bienes comunes. El problema con eso es que se deja en evidencia que los grandes centros urbanos que concentran el capital son en realidad insostenibles por ellos mismos, lo cual indica que el famoso desarrollo o modernidad capitalista no es más que dependencia, despojo y devastación de las condiciones de vida para todos y no únicamente para las comunidades indígenas. Por eso me parece que la lucha de los pueblos y comunidades organizadas en su conjunto son la lucha por la vida y el bienestar para todos. Y como se observa, entre las luchas populares urbanas y comunitarias rurales podemos encontrar respuestas, soluciones, alternativas reales frente al proceso desestabilizador que impulsa el capitalismo ahora transnacionalizado.
Para una genealogía del enemigo interno
Oscar Ochoa
El reciente acuerdo presidencial que considera a los proyectos y obras del gobierno federal de “interés público y seguridad nacional”, además de prioritarios y estratégicos “para el desarrollo nacional” deja ver una estrategia criminalizadora de la protesta social, además de exhibir su naturaleza militarista y depredadora de los territorios donde se van a construir tales obras.
Así, el pretendido objetivo de impulsar el desarrollo nacional oculta los beneficios inmensos para los inversores, mientras que con altavoces expresa la oportunidad de que los afectados terminen vendiendo artesanías u otras mercancías en las afueras de los proyectos que usurparon sus tierras. Sin embargo, los proyectos impuestos en estas tierras desde la llegada de los europeos han evidenciado la construcción de un enemigo multiforme, esquivo y llamado con mala fe enemigo del progreso.
Desde la creación de la Nueva España hasta nuestros días del Estado-nación llamado México, en las crónicas, noticias y relatos del poder aparece un ser intermitente pero constante en las miras de los cuerpos policiacos y militares, y que para mayor dato recibe el nombre de enemigo interno en los manuales de contrainsurgencia, no obstante que en sus momentos ha recibido otros nombres.
Son numerosos los informes novohispanos que dan cuenta de las decenas de alzamientos indígenas que fueron sofocadas a base pólvora y espada. En el sureste mexicano y otras regiones los conflictos tenían su origen en el despojo de tierras a los pueblos o por la falta de pagos en trabajos penosos bajo el látigo de los encomenderos; tales alzamientos terminaron muchas de las veces con la incursión de las tropas realistas. De igual forma, en las ciudades los pobres se amotinaron en las plazas por la falta de granos básicos, como lo consignó Sigüenza y Góngora en 1692.
Los proyectos del México independiente despojaron a los pueblos, sobre todo a los del norte, en la llamada Gran Chichimeca, de sus territorios para el paso del ferrocarril siendo muchos de estos pueblos perseguidos y masacrados en acciones coordinadas por el ejército mexicano. Los proyectos que Juárez no pudo terminar fueron continuados por Díaz bajo la consigna de darle a la oposición “encierro, destierro o entierro”.
El enemigo interno se hizo presente de nueva cuenta, una vez que la Revolución de 1910 se convirtió en gobierno y, funcionarios y empresarios nuevamente se hicieron uno. Las acciones de Arturo Gámiz en el Norte o Rubén Jaramillo en el sur, los colocaron en esta peligrosa categoría. Las ejecuciones extrajudiciales y los enfrentamientos directos expusieron el autoritarismo del régimen posrevolucionario, que se incrementó en los años posteriores contra los movimientos de Genaro Vázquez, Lucio Cabañas en el estado de Guerrero, y el movimiento estudiantil y popular de 1968 y 1971.
En años más cercanos, desde el levantamiento zapatista en 1994, las acciones militares y paramilitares se han hecho evidentes en Chiapas, Guerrero, Michoacán, Veracruz y otros estados donde reside gran parte de la población más pobre. Aun con el cambio de gobierno a la supuesta izquierda “progresista”, el juego sucio de desplazar, amenazar y asesinar a los defensores del territorio, la cultura y los bienes naturales continúa. Este breve esbozo permite observa que el llamado enemigo interno, para los que tienen el poder del dinero y del gobierno es cualquier habitante de este país que se atreve a defender sus derechos individuales y colectivos frente a la imposición, despojo y destrucción de las condiciones mínimas para la continuación de la vida en comunidad como herencia de una expresión particular, la cual resulta un obstáculo para los negocios de una élite, pero que representa todo para los pueblos, barrios y colectivos que se oponen a tales obras de muerte.
Nuevas agresiones paramilitares a las bases zapatistas en Moisés-Gandhi, Chiapas
Denunciamos las agresiones a las Bases de Apoyo al EZLN del Caracol 10 Moisés-Gandhi, perteneciente a la Junta de Buen Gobierno «Nuevo Amanecer en Resistencia y Rebeldía por la Vida y la Humanidad», Caracol 10 Floreciendo la Semilla Rebelde, por parte de los paramilitares de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO).
El pasado 21 de Noviembre los paramilitares de la ORCAO de la comunidad San Antonio Las Flores, que a la vez están dentro de la Región Siete de Febrero, hicieron un recorrido para revisar las tuberías de agua a las 10 de la mañana. Durante ese recorrido comenzarona a disparar desde diferentes puntos hacia la comunidad de Moisés Gandhi.
Así estuvieron disparando de manera intermitente, varios disparos de alto calibre impactaron en tres casas de la comunidad poniendo en riesgo a las BAEZLN de la comunidad.
A las 4.30 de la tarde, un grupo de los paramilitares se acercó hasta la Escuela Secundaria Autónoma Zapatista “Siguiendo el Caminar de los 2 Mártires” de la comunidad y prendió fuego a tres aulas. Cabe recordar que esta escuela autónoma ya sufrió otro ataque armado por parte de la ORCAO el pasado 14 de octubre.
Este grupo paramilitar ha llevado a cabo acciones al amparo de las autoridades del municipio de Ocosingo en donde su principal líder es funcionario del municipio. Actúan cobijado por el gobernador Rutilio Escandón Cadenas.
Entre los ataques que ha llevado a cabo la organización ORCAO y que se han denunciado públicamente, se envuentran los siguientes:
– El saqueo, robo y quema de la tienda el Arco Iris el 22 de agosto de 2020, ubicada en el crucero Cushuljá, municipio de Ocosingo.
– El día 8 de noviembre de 2020 la Junta de Buen Gobierno de Patria Nueva denunció “el secuestro y tortura de un compañero Base de Apoyo Zapatista de la comunidad de San Isidro, anexo de Moisés Gandhi, por parte de la organización paramilitar llamada ORCAO.”
– El día 11 de septiembre de 2021 el grupo paramilitar secuestró a dos integrantes de la Junta de Buen Gobierno a José Antonio Sánchez Juárez y Sebastián Núñez Pérez, manteniéndolos en calidad de desaparecidos hasta el día 19 de septiembre.
Exigimos al gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador actúe de manera responsable y detenga las agresiones por parte de la Orcao.
Exigimos al Gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, actué responsablemente y deje de desestabilizar al Estado de Chiapas.
Exigimos respeto al derecho a la autonomía de las comunidades Zapatistas y a su derecho de la libre determinación.
¡Los Zapatistas No están solos!
Desde Slumil K´Ajkemk´Op, 23 de noviembre de 2021
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Fotografía: El país