Por: Eleocadio Martínez Silva. 07/08/2023
Las luchas estudiantiles del pasado, como las de 1968, han heredado una imagen de estudiantes y profesores en lucha constante para mejorar la vida académica y democrática en la Universidad. Sin embargo, en la actualidad, cuando es tan escasa la movilización estudiantil y magisterial, dejamos de prestar atención al contexto universitario que, en las últimas décadas, limita fuertemente la participación política debido al carácter autoritario y antidemocrático en que devinieron las estructuras de gobierno en la universidad pública. Hagamos un recuento somero para el caso de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
En nuestra pseudo-democracia universitaria en la elección del director(a): 1) Todos los alumnos tienen derecho a votar; en la Facultad de Medicina se excluye de ese derecho a los alumnos de primer ingreso; 2) Los profesores, no todos tienen ese derecho, únicamente quienes ostentan el nombramiento especial de “Profesor Ordinario”. Nombramiento que es a voluntad de los directores, por lo que solamente una minoría de maestros participa en el proceso electoral; 3) El peso electoral de esa minoría de Profesores Ordinarios avasalla a los estudiantes, debido a que la legislación universitaria establece una elección paritaria en la que el voto de esa minoría le corresponde el 50 por ciento de la votación total. Un ejemplo: en el pasado proceso electoral en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) el voto de un profesor equivalió aproximadamente a 50 votos de estudiantes.
Una vez que la elección paritaria arroja resultados, la Junta Directiva de la dependencia correspondiente se reúne para integrar una terna de profesores, aunque en la elección sólo haya habido uno o dos candidatos, con lo que se vulnera la elección universal. La terna que nombra la Junta Directiva se entrega al Rector y este la hace llegar a la Junta de Gobierno, reliquia autoritaria impuesta desde 1971, la que designará a cualquiera de los tres incluidos en la terna. ¡Vaya democracia!
Por otro lado, lo no tan visible desde fuera de la UANL sobre nuestra seudo-democracia, que exacerba aún más el autoritarismo universitario, son las numerosas prácticas y acciones de directivos para mantener el control en escuelas preparatorias y facultades. Las autoridades se han encargado de enfriar todos los espacios de participación universitaria, llámese juntas directivas, asambleas sindicales, juntas de academias, asambleas estudiantiles.

Por ejemplo, para enfriar la participación estudiantil, la Rectoría de la UANL creó la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE), con la finalidad de tutelar las actividades de las mesas estudiantiles, dirigiéndolas básicamente a celebraciones del día del estudiante, de inicio y fin de semestre. La creación de la DAE desnaturalizó la esencia de las mesas estudiantiles, puesto que de ser un instrumento de acción de los alumnos para enfrentar sus numerosos problemas, pasaron a asumir un rol marginal en la estructura administrativa de la UANL.
Es este contexto autoritario que se desarrolla la participación política en la UANL. De ahí la relevancia de los esfuerzos que recientemente realizaron estudiantes, profesores y trabajadores universitarios, que cuestionaron y enfrentaron al poder autoritario en la UANL. Veamos tres ejemplos.
La Facultad de Filosofía y Letras. Una mayoría de estudiantes y un reducido grupo de profesores lograron, primero, restituir los procesos democráticos obligando a las autoridades, mediante diversas acciones, a convocar a elecciones para elegir a un nuevo director(a); segundo, votando de forma masiva en contra del candidato que las autoridades buscaron imponer. En este caso, la Junta de Gobierno tuvo que respetar la decisión de la comunidad de FyL.
La Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Es una institución con una histórica cultura política autoritaria y semillero de cuadros políticos para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y en general del partido en el gobierno, su poder y control ha sido retado en diferentes momentos. En este contexto, un grupo de alumnos agrupados en el Colectivo Frente Políticas UANL, se encuentra actualmente en lucha por democratizar la vida estudiantil y buscan arrebatar el control que ejerce la dirección de la facultad para imponer las mesas estudiantiles. En esta lucha los alumnos han sufrido violencias de diferente tipo por parte de la dirección de la escuela.

El movimiento #MeToo UANL. Plantea profundos cambios en la universidad, pues al evidenciar el acoso y violencias de género denuncian la estructura de poder y dominación con la que funciona la UANL y que ha configurado relaciones sociales basadas en la fragmentación, individualización y dominación.
Más allá del derrotero que seguirán estos acontecimientos, son experiencias que dejan algunas enseñanzas. Señalaré tres: 1) aprender en la práctica lo difícil y riesgoso que es la participación estudiantil en este espacio universitario (nos atrevemos a pensar que es una situación común en la mayoría de la universidades públicas mexicanas); 2) Que en la actualidad, la única posibilidad de transformación de la UANL provendrá de los estudiantes. Tienen más motivos por los cuales luchar y protestar que sus predecesores: Altas cuotas escolares, exámenes de admisión, violencia y acoso en los espacios universitarios, y una deteriorada calidad académica debido a la situación de grave precariedad laboral y desindicalización de sus profesores. En la lucha por transformar la universidad y enfrentar sus problemas los estudiantes están solos, pues desde años atrás sus profesores se alejaron o ignoran los ideales de una mejor Universidad y con ello dejaron de ser los aliados naturales de los estudiantes; 3) No obstante, como se mostró en la FFyL y ahora en la Facultad de Ciencias Políticas y el #MeToo UANL, hasta en los espacios de mayor autoritarismo en la universidad, el control no es absoluto.

Estos casos citados son tan solo unos ejemplos que reflejan el profundo descontento por el funcionamiento de la UANL, en particular por su precaria o casi inexistente democracia. La UANL ha fundado su legitimidad en torno al crecimiento de su infraestructura y en las cuestionadas acreditaciones académicas, optando por la continuidad y no por la reforma del sistema autoritario heredado. En la actualidad el único grupo factor de cambio son los estudiantes, y en especial las alumnas. Generemos puentes de reciprocidad y apoyemos su energía, talento y creatividad para impulsar la transformación de nuestra universidad.
30 de mayo de 2022
Portada: Estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas dirigiéndose al rector Santos Guzmán para denunciar el clima político y regresivo. Foto proporcionada por el autor.
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Fotografía: academicxsmty43