Por: Saskia Fischer, Manuela Zechner. 26/03/2021
Los incendios provocados intencionadamente están asolando un territorio largamente disputado, en el que las comunidades indígenas y otras se enfrentan al avance depredador de las industrias extractivas y la especulación de la tierra
Arde la Patagonia. El 10 de marzo se declararon seis incendios en apenas dos horas, con una diferencia de kilómetros, en la Comarca Andina, una región de llanuras y montañas que limita con las provincias de Río Negro y Chubut. Estos incendios se suman a los que comenzaron a arder en la región en enero. Numerosos pueblos y aldeas de ambas provincias han sido arrasados, y muchos miles de hectáreas de bosque se han quemado.
El mapa de los incendios está cambiando rápidamente. Se están extendiendo velozmente gracias a los fuertes vientos, la sequía, la incompetencia del Estado y las vastas plantaciones de pinos exóticos, altamente inflamables, que pueblan la región. Unos cuantos miles de personas, muchos de ellos pequeños agricultores y trabajadores rurales, han perdido sus casas, sus lugares de trabajo, sus animales y sus campos, muchos siguen desaparecidos y dos personas han muerto hasta ahora. El complejo ecosistema de bosques y estepa de la zona ha quedado profundamente dañado y tardará mucho tiempo en recuperarse.
Sixto Garcés Liempe, trabajador rural mapuche, es la primera persona fallecida. Lo encontraron calcinado junto a su caballo y sus perros, en unos pastos de verano cerca del pueblo de El Maitén, donde buscaba refugio para sus animales. Cuando desapareció, las autoridades locales no pusieron en marcha ninguna brigada para buscarlo. En su lugar, fueron los miembros de la vecina comunidad mapuche de Lof Cañio, quienes lo encontraron. En los últimos días, han pedido reiteradamente ayuda a la municipalidad ante el avance de los incendios hacia el Cerro León donde viven, sin embargo, según denunciaron en un comunicado, no se ha recibido ninguna ayuda.
De todos modos, los Cañio siempre se han visto obligados a depender de su propio apoyo y de los recursos de sus vecinos, ya que la municipalidad de El Maitén tiene una larga historia de negarse a atenderlos, a pesar de su obligación de hacerlo. Hace unos diez años, su negligencia se convirtió en una forma más activa de hostilidad, ya que impulsó los planes para construir una estación de esquí en los pastos de verano del Lof en contra de las objeciones de los Cañio, y en violación de su derecho a la autodeterminación como comunidad indígena reconocida.
Uno de los primeros ataques de los promotores fue la tala de una franja de bosque autóctono en el Cerro León. Frente a la intensa intimidación, el acoso y los abusos racistas de las autoridades locales, de los medios de comunicación y de la provincia, el Lof Cañio sigue resistiendo, acompañado por la radio local mapuche-argentina Petü Mogeleiñ, que tiene una larga historia de apoyo a las luchas indígenas -y de otro tipo- en la zona. Hasta ahora han conseguido frenar el proyecto. Pero hoy, las montañas que rodean su territorio están en llamas.
La Comarca es una región de impresionante belleza, en la que ríos aún prístinos cruzan las exuberantes estribaciones de los Andes hasta las llanuras abiertas de la estepa patagónica. No es de extrañar que acoja diversos tipos de turismo, entre ellos las formas de turismo de lujo, devastadoras para el medio ambiente, y la especulación del suelo, de la que forma parte el esquí. Multimillonarios de todo el mundo han comprado cimas de montañas, accesos a masas de agua y nacimientos de ríos.
La Comarca es también un territorio disputado, uno de los frentes de la actual guerra colonial de los colonos argentinos contra sus numerosos pueblos indígenas. Manteniendo viva la llama de la infamia colonial, numerosos políticos locales y sus colaboradores en algunos de los periódicos más importantes del país, especialmente Clarín, acusan hoy a los mapuches de iniciar los incendios. La perversidad de tal afirmación fue denunciada en un comunicado por la vecina Coordinadora del Parlamento Mapuche de Río Negro, que subrayó que “nosotros, como pueblo mapuche tehuelche, somos los que más nos esforzamos por proteger la tierra de la codicia de los promotores que vienen después de los incendios (…) y los que defendemos el territorio contra las garras extractivistas de las empresas mineras, hidroeléctricas y forestales.” Ilusiones ópticas.
Las empresas mineras con intereses en la meseta de Chubut llevan mucho tiempo presionando para que se levanten las prohibiciones mineras y las protecciones medioambientales
Mientras tanto, los movimientos sociales y la gente en las redes sociales exigen responsabilidad y justicia mientras organizan la ayuda básica sobre el terreno. Como dice el activista medioambiental local Pablo Palicio Lada en twitter: “Todo fuego es político. Además de la fuerte sospecha de intencionalidad, es desidia de un gobierno incapaz, que solo piensa en habilitar la megaminería y tiene a la provincia en condiciones paupérrimas. Curiosamente se quemaron casas en dos tomas de los que menos tienen, ¿casual?.”
Las empresas mineras con intereses en la meseta de Chubut llevan mucho tiempo presionando para que se levanten las prohibiciones mineras y las protecciones medioambientales. Los cientos de emplazamientos de exploración y explotación previstos reportarían enormes beneficios a las empresas y a los aprovechados políticos, al tiempo que envenenarían el agua potable del río Chubut y destruirían los maravillosos hábitats patagónicos. En cualquier caso, esto es lo que prevén los planes de zonificación.
En los últimos años, la poderosa lucha de décadas contra la minería ha cobrado un nuevo impulso. Las comunidades locales organizadas están diciendo #NoalaMegamineria a las empresas mineras canadienses como Pan American Silver, Yamana Gold y El Dorado Gold de forma muy clara y contundente. La campaña “No a la Mina Esquel” lideró en 2003 el primer referéndum popular contra la minería en el mundo, un modelo que luego se replicó en muchos otros países. Acompañado de fuertes luchas, el plebiscito mostró que el 81% de la población local estaba en contra de cualquier tipo de minería de oro y plata. Mientras tanto, las empresas mineras e inmobiliarias siguieron presionando para que se levantaran las prohibiciones mineras, lo que provocó una fuerte resistencia de la población local.
Más recientemente, el 3 de marzo, la provincia debía votar la zonificación de los proyectos mineros. Pero el día de la votación se produjeron movilizaciones tan masivas de personas en toda la región -con una huelga medioambiental, bloqueos de carreteras y montones de gente ante la legislatura provincial- que acabó siendo aplazada. Apenas una semana después, toda la zona está en llamas.

No cabe duda de que los incendios han sido provocados, no casuales, y de que los responsables últimos no serán llevados ante la justicia. Si se yuxtapone el mapa de los incendios con el de las zonas de exploración y explotación minera proyectadas, se sugiere una serie de coincidencias aterradoras. Independientemente de quién resulte ser el causante de los incendios, está claro que éstos crean condiciones poco favorables para quienes viven en Chubut. No sólo se han destruido viviendas, sino también lugares y medios de producción, y es probable que vuelva a resonar el argumento de la creación de empleo a favor de la minería, así como el reclamo de que se abandonen tanto las leyes de protección ambiental de la tierra como la violación de los derechos territoriales indígenas.
No es sólo la Comarca la que arde. En las últimas semanas también se han producido incendios más al sur, en Chubut. Moira Millán, portavoz del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, denuncia que el fuego también se está produciendo en la zona de Corcovado, cerca del Lof Pillan Mahuiza. Este incendio en particular está consumiendo la sección del parque nacional que se planea como el sitio para la primera de una serie de presas, impugnadas localmente, que conformarían el mega proyecto hidroeléctrico La Elena.
Al referirse a las acusaciones contra tres sospechosos mapuches no identificados por iniciar los incendios en la Comarca, Millán dijo de los medios de comunicación y de los funcionarios del gobierno que “siempre tratan de desviar la atención, de enmarcarnos (a los mapuches) como un enemigo interno para militarizarlo todo y que las cosas terminen como en Temuco (en Chile, donde la resistencia mapuche es regular y brutalmente reprimida)”. Añade que, empezando el 14 de marzo, el Movimiento va a liderar una marcha desde Corcovado hasta Buenos Aires para llamar la atención sobre la lucha contra el Terricidio, el acaparamiento y la destrucción del territorio, basándose en la que organizaron el año pasado.
#BastaDeTerricidio es un eslogan que señala lo inextricablemente unidas que están las luchas por los derechos de los indígenas, la autodeterminación de las comunidades, el cuidado de la tierra, la protección del hábitat y la justicia climática, a medida que el capitalismo empuja las últimas fronteras de nuestro(s) mundo(s) común(es).
Ya sea por las minas, las presas o los complejos turísticos, el uso de tácticas de tierra quemada es una señal de que la lucha por una relación justa entre los seres humanos y con la naturaleza se está intensificando. En la Patagonia, como en muchas otras partes de América Latina, los pueblos indígenas suelen ser los que más sufren la violencia del extractivismo. También son los que se articulan y luchan para salir del estado en el que nos encontramos.
La lucha sigue, no se apaga con los fuegos…
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Fotografía: Open democracy