Por: Oswualdo Antonio González. Director General del Portal Insurgencia Magisterial. 23/06/2024
Este fin de semana la Mtra. Lupita no viajó para estar con su familia, se quedó en la Comunidad, el próximo viernes será quincena y entonces espera poder salir, ya que las lluvias han estado muy fuertes y el río amenaza con desbordarse.
Aunque es domingo, lleva todo el día revisando libretas, trabajos de sus alumnos y sus notas para cumplir con una de sus “obligaciones” la asignación de calificaciones finales. Hace memoria y no recuerda otro ciclo escolar donde este proceso le hubiera causado tantos dolores de cabeza.
El día va cediendo el paso a la noche, la luz del foco no ayuda mucho para seguir con la revisión de los materiales, pero debe hacerlo. Se arrepiente de haberle hecho caso a lo que se les dijo en diversas reuniones oficiales en el sentido que los exámenes estandarizados deberían desecharse y que debía trabajarse atendiendo a las características de cada estudiante. Ella, fue de las que pensó que antes de finalizar el ciclo escolar la SEP enviaría un nuevo ACUERDO para evaluar los aprendizajes, acreditar, promover, regularizar y certificar a las alumnas y los alumnos pero no sucedió, la autoridad indica que los aprendizajes construidos comunitariamente deben traducirse en números individuales.
La Mtra. Lupita trabaja en una escuela multigrado. Todo el ciclo escolar ha probado diversas formas para asignar los “números” que le pide la SEP. Recuerda que en un momento, revisó los expedientes de forma individual, contrastó con sus notas y valoro avances en relación con como cada estudiante había iniciado el ciclo escolar. Pero no pudo escapar de la ponderación del contexto familiar y entonces los números finales les parecieron injustos y no reflejaban necesariamente lo que se sabía. Pensaba que un 9 le gustaría mucho a los tutores y al mismo estudiante, pero al compañero maestro que lo atendería el próximo ciclo escolar se le debería explicar que en ese número se tomó en cuenta su proceso de participación comunitaria y por ello, ese calificación, pero que aún le hace falta manejar bien la lectoescritura y las operaciones matemáticas básicas, pero en la boleta no hay donde poner esas precisiones interpretativas.
Desesperada, en otro momento, junto expedientes por equipos de trabajo de acuerdo a cada proyecto y asignó un “numero por equipo” una especie de promedio, que aunque reconocía no reflejaba los “aprendizajes” de cada uno, le parecía más justo.
El canto de los gallos, le avisaron a la Mtra. Lupita que ya era otro día y que debía revisar su planeación para las actividades de ese día. Mientras se preparaba para bañarse, revisó su celular y le dio “play” a un vídeo de Marx Arriaga que le habían compartido, este funcionario de la SEP defendía con vehemencia el enfoque sociocrítico y la evaluación formativa, cuanto “exceso verbal” pensó. Volteó hacia las carpetas de sus estudiantes que ya invadían su cama y pensó tanto rollo para que al final la SEP nos ordene evaluar como evaluábamos antes, de forma “neoliberal” como dice Marx Arriaga.
Mientras la campana de la escuela avisaba del inicio de “clases”, Pedro, uno de sus alumnos, corrió a abrazarla y le entregó unos “pámpanos”, le dijo que ya estaban “cayendo”, se veía feliz. Recordó que a él le había puesto un “6”, ya que faltaba mucho y no participó en varios proyectos, aunque repasaba y entregaba algunas actividades de forma individual. A la mente le vino una frase que no sabía donde la había escuchado “5 en la escuela, 10 en la vida”.
Fotografía: redhnna