Por: Rafa G.B. 02/02/2019
Años después supe que uno de mis maestros había
subido a la azotea para intentar componer uno de los
fusibles… ya no bajó. Falleció en el intento. Recordé
entonces aquella larga plática arriba del bus. Quizá el
recuerdo más nítido que conservo de él.
.
Hay rincones donde habitan los adioses inesperados,
los irremediables, como el suyo, y el de Duque, el
perro de mi abuelo; el de Theodore y Catherine en la
última escena de Her, cuando finalmente él le dice
adiós, o el de Cleo en Roma. Todos ellos habitando
una azotea para siempre.
.
Me gusta creer que allá arriba los adioses vuelan
libres, sin correr el riesgo de quedar atrapados entre
paredes.
.
Por eso, después de cerrar aquella puerta y bajar, los
beatles dejaron hace medio siglo y sin saberlo, su mítico
adiós volando eternamente.
.
Las azoteas suelen ser ese rincón donde de pronto se
liberan historias aladas, dejando su adiós como un
frágil suspiro, como una melodía cargada de
nostalgia.
Fotografía: culturaocio