Por: Iberoamérica Social. Eloy A. Gómez Motos. 08/01/2018
La imaginación emerge con fuerza, aupada por una juventud rebelde y antiautoritaria en un mundo (el de los años 60 y 70) tremendamente autoritario en muchos lugares del mundo.
Autores como Marx o Proudhon pusieron de manifiesto en el siglo XIX el antagonismo de intereses que supuestamente gobierna la Historia. No es de extrañar esas fechas, pues se empezaban a vislumbrar las terribles consecuencias que la Revolución Industrial había de traer a la humanidad, en forma de mecanización y deshumanización brutal de los sistemas productivos, lo cual se tradujo, entre otras cosas, en el triunfo de las revoluciones liberales en algunos lugares del mundo, como nuevo sistema político a la medida del capital(ismo).

El término lucha de clases sirve igualmente para reflejar, por un lado, la realidad del sistema productivo capitalista: Los pobres, empujados por su situación mísera, y concienciados de la misma y de los culpables (los patronos), inician entonces (siglo XIX) su andadura en pos del protagonismo de la Historia vislumbrado por aquellos intelectuales comprometidos, en forma de revueltas organizadas por los incipientes sindicatos obreros con el fin de alumbrar un mundo más justo y equitativo.
Otra idea es de suma importancia para entender este proceso de lucha social1: La idea de plusvalía, mediante la cual los patronos se apropian de parte de la vida de los obreros con el propósito de engordar sus ganancias.
Igualmente, el concepto de conciencia de clase es fundamental para entender todo este proceso histórico que caracteriza la conocida como lucha de clases, o sea, la lucha entre proletariado y burguesía. Esta idea es esencial si queremos entender la formación de una conciencia obrera contemporánea, en oposición a los intereses de la burguesía. Por ello, se pretendió hacer una clara distinción entre obrero y burgués, ideas e identificaciones sociales identitarias de una u otra clase.
Tuvo que llegar la Revolución Rusa de 1917 para que los burgueses del mundo temblaran verdaderamente ante el poderío del movimiento social y político obrero y sus ideas de libertad, si bien esta revolución traicionó bien pronto, a mi entender, las promesas de Marx, por parte de Lenin y sobre todo por parte de Stalin. Con todo, creo que este episodio histórico no carece de importancia de cara al mundo vislumbrado por Marx y Engels ya que, como digo, consiguió meter el miedo en el cuerpo a la burguesía internacional, que reaccionó echando mano, cuanto menos, de políticas conservadoras, cuando no aupando al poder a diversos genocidas de carácter fascista, si hacemos caso a algunos historiadores contemporáneos.

Pero la Revolución Rusa y su devenir autoritario no pudo, tampoco, apagar la voz de los muchos sin voz que había aun en Europa y el mundo. Ahí habría que entender los sucesos de mayo del 68, con sus múltiples manifestaciones de rebeldía a lo largo y ancho del globo, aupando la idea de libertad más allá de los parámetros democráticos del mundo libre, así como de algunos países de la esfera soviética.
¿Son los sucesos de mayo del 68 el punto de partida del mundo actual tal y como lo conocemos en Occidente? Yo no diría tanto, sino que se trataría de una expresión de la rebeldía juvenil ante un mundo entre corsés conservadores desde el punto de vista de la libertad en su más amplia expresión.
La imaginación emerge con fuerza, aupada por una juventud rebelde y antiautoritariaen un mundo (el de los años 60 y 70) tremendamente autoritario en muchos lugares del mundo. Del mismo modo, el obrerismo parece perder fuerza en la historia más reciente en favor de otros valores emancipatorios orientados a una esfera más personal de libertad, si bien se corría el riesgo de vulgarizar la idea misma de libertad, lo cual ha tenido, a mi parecer, efectos contradictorios dentro de lo que se conoce como “mundo libre”…
LEER EL ARTÍCULO COMPLETO AQUÍ
Fotografía: Iberoamérica Social