Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. 20/01/2019
Las guerras de la IV Transformación iniciaron muy pronto. A diferencia de las movilizaciones contra el gasolinazo en enero de 2017, los nuevos conflictos iniciaron desde el gobierno a principios de 2019. Se trata de lo que podríamos llamar la guerra contra el huachicol. Un conjunto estratégico de pequeños desafíos y combates, iniciados y comandados por el nuevo gobierno contra muchos más adversarios de los que había imaginado.
La guerra contra el huachicol es un combate estratégico entre las fuerzas de la IV y las de la corrupción neoliberal. Es lo que se llama un casus belli, es decir, un caso que concentra las fuerzas en disputa por la dirección del proceso histórico.
No podemos, en este espacio tan corto, resumir todas las características de esta peculiar guerra, solo enunciar algunos de sus principales ejes:
- La ruptura de las representaciones. El huachicol se pensaba como la acción grupuscular de forajidos locales que pinchaban los oleoductos y vendían hidrocarburos en bandas escondidas y minúsculas.
- El develamiento de la trama. Se trata de un robo en gran escala, con múltiples actores, que inicia desde las oficinas centrales de PEMEX, en el que participan técnicos, ingenieros, responsables de obras, directores, sigue con trabajadores, sindicalizados y no, transportistas, autoridades locales, federales, presidentes municipales, diputados y llega hasta el último punto de la cadena de transporte-distribución: las gasolineras, de todas las propiedades y marcas.
- Las capas del robo. No es solo la extracción de los hidrocarburos y su venta ilegal a gran escala, al grado que en Guanajuato se ha dicho que el 80% de la gasolina vendida provenía del huachicol; implica dobles contabilidades, elusión de impuestos, contratos de protección, alineación criminológica (el huachicol es un departamento más en las industrias criminales), la penetración financiera, el lavado de dinero, etc.
- Los pulsos manifiestos. La develación de la trama inició lo que AMLO denominó en su momento “jugar a las vencidas”. Cada acción del gobierno, cada táctica ha sido respondida por la trama huachicolera desde diversos puntos: desde los medios comunicativos y la oposición partidaria, usando el desabasto como resultado de la impericia del gobierno; desde los grupos locales, como reinicio de la intervención sobre ductos; desde las gasolineras como negativa a la venta o cierre; desde los bots como alarma y viralización del desabasto, desde los periodistas como propagación de rumores falsos y exacerbación de los ánimos, sobre todo cuando se descubrieron periodistas-propietarios de gasolineras, ahora siguen los robos a pipas, los ataques a ductos y demás. Justo en el momento en que se develaron las tramas de las gasolineras con periodistas, políticos y miembros del crimen organizado. Para pensarse.
Como se sabe, una vez iniciado un pleito con tantas derivas y tanta penetración, la única manera de ganarlo es exterminar las causas que lo generaron. O se arranca de raíz o volverá una y otra vez. Esta es la cuestión de fondo; no sólo la duración de los desabastos o los mensajes de odio y las mentiras propagadas una y otra vez en las redes. Tampoco si fue algo planeado o no. Los combates siempre son fluidos, siempre se desenvuelven entre tácticas y estrategias con resultados inmediatos que van alterando las condiciones de la lucha. Por eso, una vez iniciada la guerra, la única opción es ganarla.
El problema, sin embargo, es que el huachicol es solo una expresión localizada en el campo de la distribución de gasolinas; nada más de la distribución, no de la extracción, no de la búsqueda, no del manejo financiero. Todo esto junto es lo que podría llamarse el dispositivo de la corrupción neoliberal. Un dispositivo muy complejo, con muchas vertientes, muchos actores, muchos campos y agentes, en la sociedad y el gobierno, en los diferentes niveles y poderes del Estado.
El huachicol salta en los hidrocarburos, en la distribución apenas, dijimos antes, pero qué pasará en la electricidad, los transportes, la minería, los puertos, la agricultura, la salud y sí, en el campo educativo, ahí también hay huachicoles. Muchos: desde educación inicial hasta universitaria, desde la educación hasta la ciencia y la tecnología, desde los deportes hasta la cultura.
Y ahí empezarán otras tramas. La estafa maestra es otro nombre del huachicol entre la educación y la política social. Hay más. Muchas más. Ya se dijo en el Infonavit, en el CONACyT, medicinas, entre tantas cosas más. Ya está saliendo y saldrá más, a menos que las fuerzas de la corrupción le aten las manos al gobierno de la IV.
Lo único bueno de la finta de los recortes a las universidades públicas, fue poner en la agenda pública la corrupción que impera ahí. De nada sirve aumentar presupuestos si entran a ese hoyo negro de la corrupción.
Las universidades nacionales y estatales están llenas de huachicoleros educativos. Que se vea el presupuesto y su uso en la Universidad de Guerrero (UGRO), la UAEMorelos y estado de México, que se vea lo que ocurre en Guadalajara y demás, para tener claro que la lucha contra el huachicol es generalizada.
Peor: es una lucha pedagógica y política. Quizá no haya en estos momentos mayor aprendizaje colectivo, mejor transformación política y subjetiva que derrotar la trama huachicolera en todos los campos de lo social. Ahí veremos cómo esas tramas incluyen a muchos, ahí veremos como la lucha contra el huachicol es una parte sustantiva de la lucha contra el neoliberalismo. Porque la corrupción es el modo de existencia del mercado. Y así empezarán las cosas a quebrarse y mostrar que ninguna estrategia a medio camino entre la justicia y la decencia es posible en el marco del capital. Es la lógica eterna que desatan los gobiernos reformistas: o van más allá y son consecuentes, o los coletazos del capital serán peores. Como lo estamos viendo ya, cuando aun mostrando las corruptelas del huachicol, empresarios de Monterrey se juntan con el PAN e inician las escaladas de desinformación y odio. Apenas empiezan y ya sus mensajes fachos.
Develar las tramas particulares del huachicol en cada uno de los campos no debe ser acción del gobierno nada más, sino de todxs nosotrxs. En ese momento iniciará la IV Transformación, y si empieza a hacerse, los desafíos serán mayúsculos. De lo contrario, veremos el progreso acelerado de las fuerzas de una oposición que ya no tiene más salida que emular a Bolsonaro.
Fotografía: eleconomista