Por: Mara Fernández Brozzi. La Negra del Sur. 09/01/2018
Una postal de época que fragmenta la mirada, distorsiona el foco sobre el que se contempla, nubla la mentira del que la pregona. Se caen las caretas delante de los uniformes, se ven los rostros de la orden del disparo, la cacería desnuda al verdugo y lo arroja delante de ese carro de asalto, los ojos del represor se multiplican en los chorros amarillos que nos marcan y nos manchan y nos hace visibles en una multitud que avanza, sin retroceder, sin doblegarse, con miedo, pero con coraje. Una multitud que enarbola los ejemplos que nos sobrevuelan.
Los derechos se conquistan, se conquistan y se defienden, se defienden y se abalanzan sobre todo aquél que quiera desterrarlos. Muestra de ello fue la enorme movilización de ayer, una foto que atraviesa este continente y se extiende como efecto ejemplificador de la fuerza de una decisión tomada en colectivo. El límite puesto justo ahí, donde se avanza sin vergüenza y sin reparos, donde se avanza en la aniquilación de los otros, esos otros que somos nosotros vistiendo la historia que nos determina.
Las columnas al frente, entrelazados los brazos de los Compañeros, los pañuelos en el cuello a la espera de subirlos ante el ataque que pretende enceguecernos, cuando todo se hace humo, allí podemos seguir viendo, podemos seguir viéndonos, atravesar la nube nociva, secarse los ojos y permanecer erguidos en la marcha hacia la defensa de lo que nos pertenece, como derecho todo, como derecho firme, como derecho inamovible, más allá que estén derribando muchos de nuestros ladrillos. Los ojos de los Compañeros frunciendo el ceño y contagiando la sonrisa, al oír de uno, dos, tres, cientos, miles, “se levantó la sesión”. El abrazo de a todos, el abrazo que contiene de las ruinas, el abrazo que enuncia una batalla dada y ganada, ahí, en la calle, donde siempre nos vemos los motivos y las ganas, allí donde siempre nos encuentra ese enemigo que, despiadado, retroalimenta la violencia que lo calma. A los tiros pretendieron y pretenden detener nuestra avalancha, pero ignoran que ella nunca se detuvo, ni siquiera en las matanzas, ni siquiera bombardeando, ni siquiera desapareciendo. Nuestra marcha arremete contra sus violencias y se lanza, hacia aquel futuro que no sólo merecemos y soñamos, sino que es raíz de cada paso en toda nuestra andanza. Esa Patria que nublada avanza, despejará el camino de las hienas y toda su calaña. Esa Patria es grande y digna, y en la calle y en las plazas da enseñanzas, y esa Patria que sangrando grita, sangrando enseña y sana.
No podrán corrernos de la escena con su fuerza represiva desplegada, no podrán borrarnos de la historia con sus ganas, no podrán aniquilar ni una milésima de esta Patria decidida a volver a sus caminos de justa, libre y soberana.
Nos verán volver, portando nuestra convicción como arma.
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ.
Fotografía: La Negra del Sur