Por: Vivian Palmbaum. Marcha. 08/04/2018
El sábado 17 y domingo 18 de marzo se realizó el 9º Encuentro de Pueblos Fumigados y 2º Encuentro de Agroecología bajo la consigna: “Caminando Hacia el Buen Vivir”. Una iniciativa que colectiviza las organizaciones comunitarias, abre el diálogo para enfrentar a la producción agraria a escala industrial y promueve la agroecológica. Mientras tanto los ecosistemas se siguen alterando, con graves perjuicios para todo tipo de vida.
Más y más veneno
Argentina es el país con mayor consumo de agrotóxicos -mal llamados fitosanitarios- por habitante: casi 400 millones de litros por año. Hace más de 20 años que se aprobó el ingreso al país de la semilla transgénica Monsanto en un trámite express firmado por Felipe Solá, desde entonces cada año las dosis de venenos aplicados por hectárea aumenta. Hoy el 60% de la superficie cultivable está ocupada por transgénicos, con un aumento de la superficie cultivada alrededor del 30%, mientras el uso de agrotóxicos lo hizo en alrededor del 900%, lo que significa más y más veneno por hectárea.
El Encuentro de Pueblos Fumigados pone sobre la mesa que “la liberación de venenos también llega a las grandes ciudades a través de la industria alimentaria, que utiliza derivados de la soja y el maíz en prácticamente todo. Se han encontrado restos de venenos en donde menos te lo imagines: algodón, isopos, toallitas femeninas, miel, cerveza, y cada uno de los productos que contienen derivados de la soja y el maíz (hamburguesas, snacks, salchichas, gaseosas, chocolates, etc). Llegamos a tal punto que se encontraron restos de glifosato (el herbicida estrella, de mayor uso mundial) en la leche materna. Los problemas de salud han cambiado: a medida que avanzan los transgénicos y los venenos, aumentan los casos de cáncer, problemas de tiroides, los abortos espontáneos, los nacimientos con malformaciones y otros. Los estudios que dan cuenta de esta relación no tardaron en aparecer de la mano de investigadores independientes, desmintiendo la supuesta inocuidad y ausencia de riesgos para la salud que argumentan las corporaciones que los producen y venden. Muchos de esos investigadores han sido perseguidos y hostigados por el lobby transgénico que opera con fuerza desde muchas esferas”.
Encuentro
Tal como expresan desde la asamblea de Pueblos Fumigados, “Vamos mucho más allá del reclamo de no convivir con agrotóxicos”. En este 9º Encuentro se trabajaron los siguientes ejes temáticos: Salud, Legales, Arte y Comunicación, Ciencia Digna, Agroecología (experiencias y redes), Educación y escuelas rurales, Construcción social y Mujeres y Agroecología.
Asistieron unas 400 personas que integran 50 colectivos y asambleas de toda la provincia de Buenos Aires, junto a personas que llegaron de Entre Ríos y Santa Fé. Agrupaciones de vecinos y vecinas, abogados/as, médicos/as, docentes rurales, agrupaciones culturales, entre tantas otras estuvieron presentes para encontrarse, poner las problemáticas en común y pensar en construir alternativas a este modelo de muerte.
Agroecología, hacia el Buen Vivir
Al finalizar el Encuentro, se expresó con un documento: “Somos un movimiento diverso que en muchos territorios desarrolla una gran cantidad de actividades, y es un desafío lograr mayor alcance y visibilidad. Necesitamos ir más allá de los espacios de militancia, llevando el debate al conjunto de la sociedad.
El Agronegocio no es sólo un modo de producir comodities de exportación. Quienes lo sostienen y fomentan apuestan a construir un tipo de sociedad. Con sus esquemas de valores y lógicas han impregnado a amplios sectores, mucho más allá de quienes participan concretamente de esta actividad. Muchas veces, a quienes nos oponemos a estas nociones de ‘desarrollo’ y ‘progreso’, se nos interpela diciendo que ‘no tenemos alternativas’. Sin embargo, cada vez más, las y los productores del campo y las y los consumidores de la ciudad buscamos acceder a alimentos sanos a precios justos, y ya existen miles de hectáreas donde se produce desde otros paradigmas.
La Agroecología nos devuelve no sólo a formas de producir nuestros alimentos en forma sana y en armonía con el medio ambiente del que somos parte; sino que nos invita a construir nuevas formas de estar en el mundo, avanzando hacia lo que llamamos Buen Vivir”.
Ni las abejas se salvan del daño. Hace pocos días se conoció la triste noticia de millones de abejas que murieron en el valle de Traslasierra, por el daño que causan los venenos. Una situación que no solo afecta a las y los productores apícolas, sino que muestra que el medio ambiente está siendo alterado, y que esto puede ser irreversible. Monocultivo, tala indiscriminada, uso de agrotóxicos, son algunas de las causas de una ecuación que mientras favorece los negocios se destruye la vida.
Desde ya hace algunos años los Pueblos Fumigados de todo el país se vienen organizando, junto a la iniciativa de los Médicos de Pueblos Fumigados, abogados ambientalistas, agrónomos, vecinas y vecinos, trabajadores y trabajadoras, entre otras y otros comprometidos con el derecho a la salud y a la vida. Este reclamo continuamente silenciado y ocultado ha llegado a los tribunales internacionales que reconocieron el delito de “ecocidio”, una nueva figura legal para el daño. Hasta la OMS ha tenido que empezar a reconocer, a pesar de los lobbys del Agronegocio, el daño que producen los agrotóxicos, cuando ya es imposible silenciar la cantidad de evidencias que así lo demuestran. Sin embargo, esto no ha tenido consecuencias que se traduzcan en políticas públicas que cuiden la vida de las personas.
También las y los docentes rurales no son ajenos a estos graves sucesos, y constituyeron una red federal: Docentes por la vida, para denunciar y proteger lo que cada día ven ante sus ojos; escuelas fumigadas, niñas y niños rociados de veneno cuando se trasladan a la escuela, enfermedades y padecimientos de las familias y los propios docentes afectados por la peste del extractivismo que privilegia ganancias y descarta personas.
Este encuentro de debate, construcción de redes y alternativas se acompañó de murgas y expresiones culturales y artísticas, porque se trata de luchar y organizarse contra estos gigantes aliados a las políticas públicas, en un marco de alegría compartida. La alternativa no parece ser otra que la organización colectiva y recuperar otras prácticas como la agroecología, que ha demostrado ser igualmente rentable e intenta construir otro tipo de prácticas que ponen por encima de cualquier cosa el valor de la vida. Otro mundo es posible basado en el respeto a la madre tierra de la que todas y todos somos parte.
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Fotografía: Marcha