Por: Germán Núñez Gutiérrez. 13/09/2023
Contexto histórico
Chiapas es considerado como una maravilla dentro de la República Mexicana por sus atractivos naturales, zonas arqueológicas, ríos, así como por su gastronomía y por su cultura en general. Quienes han tenido la oportunidad de visitarlo saben de esa enorme riqueza.
Sin embargo, algo sucede actualmente en Chiapas; en el ámbito social, económico y político parece que las cosas no caminan bien, este hecho no depende de algo sobrenatural, más bien tiene mucho que ver con la división de clases que existe en el país. En 1982 cuando en México se implementa el “neoliberalismo” por el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado se agudizan los problemas en las comunidades indígenas de Chiapas, trayendo como consecuencia: pobreza extrema, desigualdad, marginación, exclusión, explotación y opresión para la mayoría, mientras que los kaxlanes (mestizos) se volvieron más ricos a costa de la gente pobre.
Desde la década de los 50’s el estado de Chiapas ha estado muy marcado bajo un sistema de dominación, en la región de la Selva Lacandona que comprende los municipios de Ocosingo, Palenque, Chilón y las Margaritas, fueron lugares en los que se concentraba la población, mayoritariamente campesina, que tenían que salir a buscar trabajo en las “fincas”. Pero el trato que recibían era inhumano, porque sólo obtenían lo suficiente para poder comer.
“Cuando trabajamos en la hacienda JUNAKMEK (casa cuadrada) al cumplir los ocho días de trabajo, el patrón no nos pagaba, solo nos llamaba en el corredor de la casa para tomar una botella de trago” (Gutiérrez, 2008).
Nadie vivía en la hacienda por gusto, sino por necesidad, ¿dónde íbamos a conseguir tierra para trabajar? No había cómo ni donde porque todo lo tenían ocupado los kaxlanes. Con el transcurrir del tiempo en algunas partes, como en la hacienda JUNAKMEK, hoy conocido como Nuevo Progreso, perteneciente a la cabecera municipal de Chilón, la gente campesina comenzó a organizarse para comprar 1,600 hectáreas de tierra, y lo consiguen mediante el trabajo duro que realizaban para el dueño de hacienda (Abraham Juárez).
Al salir de la finca, los campesinos comenzaron a hacer su propia forma de vida. Sembraban café, frijol, chile y calabaza para vender, pero también para el autoconsumo; aunque la situación en general no cambió mucho, ya que los precios de cada producto eran sumamente bajos, por ejemplo, el kilo del café a $2.00, obviamente está situación no generó ninguna mejoría en las comunidades indígenas. La explotación siguió, posteriormente algunas haciendas fueron tomadas por los campesinos con sus propias manos (Rancho San José), mientras que otras se recuperaron con el levantamiento del EZLN el 1° de enero de 1994.
En la ciudad de San Cristóbal de las Casas entre el 13 y el 15 de octubre de 1974 se llevó a cabo el primer Congreso Indígena Fray Bartolomé de las Casas, convocado por Samuel Ruíz García, Monseñor de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, al cual acudieron indígenas Tzeltales, Tzotziles, Choles y Tojolabales. Para las comunidades indígenas, el Congreso significó un abrir de ojos y despertar de la conciencia, era la primera vez en que los pueblos originarios salían de sus comunidades para hacerse oír en los medios de comunicación locales y nacionales. En este encuentro de culturas los pueblos autóctonos escribieron en hojas de papel sus problemas y necesidades. A partir de allí, la diócesis de San Cristóbal de las Casas tomó la iniciativa de trabajar con las comunidades indígenas, principalmente con los creyentes católicos a través de la formación de catequistas y “principales”, donde comienzan a bajar pequeños proyectos para el beneficio social, tales como tuberías de agua potable, hortalizas, artesanías, la crianza de aves de corral, por mencionar algunas. Esta idea que surge en la zona de los altos de Chiapas, en la parte norte y la selva, viene desde 1968 cuando en Medellín, Colombia, tuvo lugar la conferencia episcopal de obispos, en la que estuvieron presentes Don Samuel Ruíz García y Raúl Verá López, figuras importantes del catolicismo en Chiapas; desde entonces surge la teología de la liberación, que se basa en las enseñanzas de Jesucristo: “el amor a los pobres”.
Por otra parte, la fundación de iglesias católicas en comunidades marginadas y olvidadas, representó la semilla de varios movimientos sociales. Cabe destacar que en Chiapas hay tres diócesis: la de San Cristóbal de las Casas, Tuxtla Gutiérrez y Tapachula, pero la única que ha contribuido en beneficio de las comunidades indígenas ha sido la de San Cristóbal. Con esto quiero mencionar que también existen católicos que se han alineado con los gobiernos y sólo han dividido a las organizaciones sociales campesinas.
Pero a pesar de los esfuerzos por mejorar la situación de las comunidades, se mantuvo la resistencia de los caciques que a como diera lugar querían despojar de sus tierras a los indígenas para seguir expandiendo sus fincas, tal y como quedo registrado en la matanza en Golonchán Viejo.
“El domingo 15 de junio de 1980 en la comunidad de Golonchán Viejo, municipio de Sitalá, Chiapas, se presentó un fuerte contingente de soldados. Primero con bombas lacrimógenas, y después con una nutrida balacera, provocaron la muerte de doce personas y cuarenta heridos, y expulsaron de su poblado a cientos de familias”.
Los campesinos de este poblado eran militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), en esta región geográfica abarcaba las comunidades de Nuevo Progreso, San Juan de la Montaña, Tzajalá y Tacuba. Días antes la policía municipal de Yajalón los había reprimido salvajemente cuando realizaban una marcha de protesta como medida de exigencia al gobierno del estado, el saldo fue de varios heridos y una persona muerta. Un hecho lamentable, sin embargo, los niveles de gobierno ya lo tenían planeado.
Lo sucedido en el poblado Golonchán Viejo mostró ante la sociedad el papel y el rostro del sistema capitalista, los indígenas cansados de hacer reclamos infructuosos hacia el gobierno del estado decidieron tomar sus derechos por sus propias manos, dejando como resultado esta gran masacre. Desde la invasión española en 1492 hasta la fecha, los indígenas siguen siendo carne de cañón por parte de los kaxlanes. El surgimiento del movimiento indígena en 1983, mejor conocido como Ejército Zapatista de Liberación Nacional, fue resultado de la situación que sufrían los campesinos que se vivía en las comunidades: el olvido, la marginación, la opresión y la explotación. Mientras que la burguesía vivía en la ociosidad y en el dominio.
El 1° de enero de 1994 cuando los medios de comunicación anunciaban la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), los campesinos ocuparon cinco cabeceras municipales: San Cristóbal de las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo y Chanal, declarando la guerra al Ejército Mexicano, que ha sido un pilar fundamental de la dictadura priista en el país, este movimiento de insurrección en su mayoría estaba conformado por indígenas, Tzeltales, Tzotziles, Choles y Tojolabales; los rebeldes demandaban, trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.
Durante los 12 días de guerra en Chiapas se abrió el espacio para el diálogo en el municipio de San Andrés Larrainzar, mejor conocido como los “diálogos de San Andrés”, cuyo propósito fundamental era que se reconociera en la Constitución, el derecho y la cultura indígena. Este proceso de análisis y debate se firmó el 16 de febrero de 1996 en el que los tres niveles de gobierno se comprometieron a garantizar la inclusión, el diálogo permanente y el consenso para el desarrollo. Sin embargo, al paso de unos cuantos meses todo lo discutido, analizado, consensado y escrito quedó en letra muerta, y la respuesta final del gobierno fue la militarización de las comunidades indígenas, así como la creación de grupos paramilitares como los de “Paz y Justicia” que se ubicaron en la parte norte de Chiapas, en los municipios de Tila, Salto de Agua, Sabanilla, Tumbalá y Yajalón, “las Máscaras Rojas” en los Altos de Chiapas, entre los municipios de Chenalhó, “los Chinchulines” y “los Aguilares” en Chilón. La formación de estos grupos paramilitares tuvo como finalidad contener la lucha de los zapatistas, es decir, fue un método de contrainsurgencia, conformados principalmente por gente adherida al priismo, ganaderos locales, etc.
Los secuestros, asesinatos y desplazamientos en Limar, Jolnishtie, Cerro Misopa, Miguel Alemán y Tila, fueron causados por el grupo paramilitar “Paz y Justicia” aliado con “Solidaridad Campesina Magisterial” (SOCAMA), las “Máscaras Rojas” provocaron la masacre en Acteal, asesinando a 45 personas entre ellos hombres, mujeres y niños. Los Aguilares mataron a un militante zapatista en Reforma K’an Akil. Esto fue la respuesta del gobierno, los caciques, ganaderos y guardias blancas. El actuar del gobierno hizo que el grupo de insurgencia rompiera totalmente con él, creando su propio sistema de gobierno conocido actualmente como las Juntas del Buen Gobierno en sus municipios autónomos (Los Caracoles).
Las amenazas, asesinatos y persecuciones a las comunidades zapatistas aún siguen vigentes.
El papel de los partidos políticos
Los movimientos sociales en Chiapas en la década de los 80 y 90 fueron contrarrestados y perseguidos por el Estado de manera directa a través de sus fuerzas represivas de granaderos, el Ejército y las guardias blancas. Pero en lugar de sofocar la llama de las movilizaciones, éstas se acrecentaron casi en todos lados, involucrándose la mayor parte de campesinos pobres. No obstante, para el régimen no bastó esta forma de control, y tuvo que hacer uso de los partidos políticos como herramienta de contención del movimiento. El papel histórico de los partidos políticos en la mayor parte de los municipios de Chiapas y dentro de los pueblos indígenas ha sido hasta hoy en día, el de ejercer un dominio sobre las comunidades, además, los partidos destacan como actores principales que provocan el divisionismo, de las desapariciones, de los actos de corrupción, así como de encarcelamientos ilegales.
Partidos políticos como el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) dentro de cada municipio y pueblos han sido muy reaccionarios, pues poseen todo el apoyo económico y político del gobierno estatal, convirtiéndose en sus mejores aliados. Estos partidos de la oligarquía y sus dirigentes actuaron de la misma forma que los grupos paramilitares, sus señalamientos condujeron al exterminio de dirigentes de las organizaciones sociales. Este mal nunca surgió de la nada, el mismo Estado fue el creador, como también creó a los grupos paramilitares para dividir a la sociedad, y que la gente con la misma cultura se pelee, se enfrenten, para así cubrirse con tal de que la opinión pública diga que es un pleito entre los mismos indígenas; también para que no se vea el enfrentamiento directo contra los movimientos de insurrección, sino que parezca como una guerra de baja intensidad.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) en los 90’s demostró ser un partido diferente dentro de la sociedad y en los procesos electorales, fue considerado para muchos como la evolución del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y la gente campesina, especialmente los creyentes católicos de la diócesis de San Cristóbal de las Casas se vieron en la necesidad de afiliarse y así lograr avanzar de nueva cuenta con la reorganización del pueblo, incluyendo zapatistas y no zapatistas. Cabe destacar que en todo el estado de Chiapas el PRD se desarrolló bastante. En la misión de Bachajón antes de que el EZLN saliera a la luz pública, los sacerdotes jesuitas en “1992 crearon el Centro de Derechos Indígenas, A.C.” (CEDIAC).
Después del movimiento armado de 1994, a través del trabajo de los sacerdotes católicos en las comunidades nace la organización campesina Yomlej, que en la lengua castellana significa “Unidos”. Esto ayudó el crecimiento del PRD, pues era considerado un partido digno, fiel, responsable y por supuesto de izquierda, para muchos era la esperanza de los pueblos indígenas.
En las elecciones de 1994, justamente en pleno movimiento indígena, y por la magnitud de esta insurrección, se logró que en la mayor parte de las cabeceras municipales ganaran los candidatos perredistas. En los municipios donde se dieron estos hechos, para los campesinos significó como el inicio de la paz, el comienzo de la buena nueva hacia la transformación.
El cambio de poderes en la mayoría de los municipios fue un golpe fuerte para los del PRI, significó el fin de su dominio; sin embargo, el gobierno del cambio, en sus inicios fue bueno, ayudó a la mayoría de los pueblos indígenas con programas sociales, pero posteriormente se burocratizó, echándose a perder totalmente a través de su divisionismo interno y se convirtió ya en un sin sentido dentro de las comunidades. De sus filas nace el Partido Verde Ecologista de México, que de igual forma quiso quedar bien con sus programas de reformas. Como toda cosa nueva, desde el principio avanzó en resolver las necesidades de las comunidades, pero con el paso del tiempo fue perdiendo eficacia, convirtiéndose en otro partido cualquiera.
¿Hacia dónde se conduce Chiapas?
En los cuatro puntos cardinales de Chiapas las cosas se han salido de control, se han puesto verdaderamente calientes, todo indica una ingobernabilidad, día a día la delincuencia organizada va creciendo. En el 2012 el Municipio de Chilón fue gobernado por un presidente municipal del Partido Verde. Durante el trienio surgió el grupo armado llamado “los Autodefensas del Pueblo”, cuyo centro de operación está en el mismo Chilón, pero después expandió su poderío en otras comunidades como Pechtón y K’anakil. Mientras este grupo delincuencial se dedicaba a los secuestros, asesinatos y narcomenudeo, los programas sociales por parte del presidente municipal en las comunidades no faltaban y el pueblo era feliz recibiendo los apoyos, mientras que en otras partes se vivía el miedo, la desesperación, la inseguridad y la tristeza. Ese periodo fue agridulce, los acontecimientos iban aumentando. En las elecciones del 2015 vuelve a triunfar el Partido Verde en medio de esta crisis de inseguridad. Mientras las cosas iban empeorando, el partido opositor iba ganando apoyo y cuando se dan las elecciones en el 2018 triunfa en Chilón el partido Morena, aunque con un candidato que tiene raíces dentro del PRI, es decir, para poder ganar tuvo que saltar al partido nuevo.
La inseguridad, el miedo, los secuestros y asesinatos, se acabaron cuando triunfa el candidato de Morena en este Municipio, pero ahora nos preguntamos ¿qué estrategia utilizó este gobierno municipal para poder controlar en un mes a toda la delincuencia? Resulta que la existencia del grupo criminal se debía al candidato contrario del Verde, en específico el que sigue gobernando con el partido de Morena actualmente en Chilón. Este señor tilda y alaba en todos sus aspectos a la cuarta transformación, pero lo hace con el único y verdadero propósito de engañar a la gente de las diferentes cañadas del municipio, porque de servir a los pueblos indígenas jamás lo haría.
La pandemia del COVID-19 le sirvió a la delincuencia organizada para expandirse y lo podemos notar a través de nuestros propios ojos, pues hoy en día prevalece la presencia del Cartel de Sinaloa y el Cartel de Jalisco Nueva Generación en la parte sur de Chiapas, entre la Mesilla y Frontera Comalapa, que desde el 2020 vienen peleando el control territorial, poniendo en una situación de terror a los habitantes del ejido San Gregorio Chamic. El crecimiento del narco en esta zona se debe a que es la parte fronteriza y la delincuencia organizada aprovecha el espacio porque desde allí trafican armas, drogas y también el reclutamiento de algunos migrantes. Todo este proceso no ha sido fácil, sino que ha tenido un costo elevado de muertes.
En junio de 2021, en el Municipio de Pantelhó surge el grupo armado llamado “los Machetes” integrado por campesinos Tzotziles y Tzeltales cuyo centro de reuniones es en el poblado San José Tercero, este grupo nace con la idea de hacerle frente y expulsar del poder al grupo “los Herrera” acusado de abusos contra las comunidades. Lo cierto es, que “los Herrera” eran los caciques del municipio, pero metidos en el narcotráfico y dentro de este círculo delincuencial dictaban las órdenes, es decir, ejercían el control en las elecciones, ellos ponían a quien debe ser el presidente municipal en cada periodo de elecciones. Con el surgimiento del grupo armado “los Machetes” tenían el respaldo de 83 comunidades indígenas, las que pertenecen al municipio. Las cosas se pusieron duras en Pantelhó, y tuvo efecto en las comunidades, cerrando salidas y entradas, sólo de esta manera fueron expulsados dentro del municipio los sicarios y los narcotraficantes llamados “los Herrera”.
Desde el inicio de la confrontación hasta la fecha no se ha resuelto nada, las cosas siguen calientes. El 11 de agosto de 2021, en la ciudad de San Cristóbal de las Casas, asesinaron a Gregorio Pérez Gómez, fiscal de Justicia Indígena, que estaba a cargo de las investigaciones de los hechos violentos suscitados en Pantelhó. Nada es casual, todo obedece a una causa, en este hecho violento tuvo mucho que ver el vínculo criminal de “los Herrera” con otro grupo criminal que tuvo origen en el 2020 en San Cristóbal de las Casas llamado “Los Motonetos”, integrado por jóvenes entre los 17 y 20 años en adelante, mismos que se ubican en la parte norte de la ciudad. Su trabajo ha sido la distribución de drogas, robos, y asaltos. Sin embargo, se sienten empoderados por la Santa Muerte y Malverde, ya que el crimen organizado les rinde culto para pedirles protección y seguridad en el negocio y por supuesto, valor en todo momento.
El crimen organizado se ha extendido bastante y al parecer el gobierno no puede erradicarlo o al menos controlarlo, o incluso existe alguna especie de complicidad. Pero no solo en estos lugares hay presencia del crimen organizado, en Altamirano y Ocozocoautla se han visto asesinatos y todo el trabajo sucio del crimen, mientras el gobierno estatal dice que en Chiapas hay tranquilidad y que el gobierno actúa. Las cosas son totalmente distintas de lo que los medios burgueses informan. Lo otro que se puede hallar dentro de esta situación tan lamentable es que la “democracia burguesa” no garantiza nada y no salva al pueblo, sino que todo es lo contrario. Tomar muy a pecho los planteamientos burgueses que dentro del sistema capitalista puede haber una mejoría o cierta estabilidad social es perder el tiempo, porque bajo este sistema de dominación no se puede alcanzar ninguna libertad, la libertad sólo se da a través del socialismo- comunismo, es decir, la toma del poder por el proletariado.
La tarea inmediata de los trabajadores
El escenario que actualmente se vive en Chiapas no puede sorprendernos de ninguna manera, más bien, debe generar conciencia de clase dentro de los trabajadores que día a día sufren el peso de la miseria, de la explotación y de la opresión. Bajo este sistema sanguinario capitalista no hay ninguna solución de las demandas que aquejan a los trabajadores. ¡Ah! pero la burguesía y sus operadores que a diario envenenan desde sus medios, gritan a los cuatros vientos que el capitalismo es inamovible y todo aquel que hace lo contrario es un loco.
Realmente, las cosas no son así. En diferentes partes del planeta vemos como los trabajadores han librado una fuerte lucha y han salido a las calles a protestar y a exigir solución a sus demandas más sentidas, como lo que apenas pasó en Francia ante la reforma de pensiones del gobierno de Macron. Esto nos ayuda a observar sin lupa que hay una vasta necesidad de organizarnos como clase trabajadora.
Trotsky dice en su programa de transición: “a situación política mundial en su conjunto se caracteriza principalmente por la crisis histórica de la dirección del proletariado”. Es bastante claro que, para combatir y acabar con la barbarie de este sistema, tenemos que luchar en conjunto, de manera organizada, bajo un plan, un programa y una buena dirección de lucha, que solo podemos conseguir a través del “marxismo”. Sin teoría revolucionaria, no hay práctica revolucionaria (Lenin).
A lo largo de la historia hemos visto como grandes movimientos sociales han librado fuertes luchas, pero al paso del tiempo se diluyen, pierden fuerza o sino desaparecen, ¿a qué se debe esto? Pues, a que no hay una dirección que oriente esa lucha, por lo tanto, para que realmente se llegue al objetivo, solo tendría que ser a partir de la organización, la formación de cuadros, la creación de un partido revolucionario, bajo el marxismo. No hay otra.
La democracia burguesa no soluciona nada, al contrario, perpetúan el sufrimiento, entonces, no hay otro camino que la organización. Todos los males del capitalismo se acaban organizándonos y luchando por construir un mundo mejor, socialista.
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Fotografía: Marxismo