Top Posts
El 68 mexicano: 2022, 1988
Posicionamiento de la Red de Mujeres Sindicalistas sobre...
¿Qué vemos, cuando la mentira es la verdad?
Victoria Lovell: “Somos lo que leemos”
Fresco de rosa Jamaica
Olas de calor: olas de silencio
LA UTOPÍA DE LAS LETRAS
La Corte Caucásica Internacional: Justicia selectiva en tiempos...
Acercamiento a FAUSTO de Johann Wolfgang von Goethe
¿Se han desviado los propósitos de Davos, devenidos...
  • Colectivo Insurgencia Magisterial
Portal Insurgencia Magisterial
Banner
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Espacio principalEspacio secundario

¿Es la izquierda posmarxista un producto de mercado?

por La Redacción abril 20, 2020
abril 20, 2020
792

Por: Ricardo Jiménez. Nueva Revolución. 20/04/2020

Allá por el año 2004 Andrew Potter y Joseph Heath sacaron el libro ‘Rebelarse Vende‘ por tal de exponer cómo a lo largo de la historia los movimientos contraculturales han sido absorbidos y asimilados por el capitalismo. Su conclusión, sin duda, resultaba llamativa, a la vez que un tanto polémica: «es más probable que vuelva el nazismo al poder a que pueda instaurarse ningún tipo de sociedad o país comunista».

Frente a esta afirmación es casi obligación cuestionarse si la izquierda, con un propósito de llevar a cabo un proyecto contracultural, ha acabado convertido en ser parte de aquello que presuponía rechazar.

A finales de los 70 y sobre todo a partir de los 90, la izquierda, como símbolo de derrota absoluta comenzó a buscar nuevas salidas y vías para la revolución lo más alejadas del economicismo marxista posible. De este modo acabaría aceptándose como único marco de lucha la democracia liberal.

Esta democracia liberal fue definida por Jameson, en ‘Posmodernismo. La lógica cultural del capitalismo avanzado‘, como un gran «mercado ideológico donde, como en un enorme sistema combinatorio, estarían disponibles todas las variantes y combinaciones posibles de valores y opciones y soluciones políticas, con la condición de que pensemos que tenemos la libertad de elegir entre ellas. Como si la ética, los valores o la opinión política pudieran modificarse libremente y de forma independiente a los comportamientos y al funcionamiento del conjunto de relaciones sociales que identificamos con el modo de producción por la decisión consciente o la persuasión racional».

La excusa recurrente para este devenir ha sido la figura, del ya mártir, Anonio Gramsci y su «guerra de posición», que como define Perry Anderson, se trata de «una larga e inmóvil guerra de trincheras entre dos campos y posiciones fijas, en la que cada uno intenta socavar al otro culturalmente».

Las estrategias que surge, con este pretexto, son las de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, de largo recorrido sobre todo en América Latina, y que con la primera oleada de gobiernos progresistas en el cono sur se convirtieron en un basto caldo de cultivo para las posiciones ideológicas de la izquierda europea.

En resumidas cuentas, y sin mucha dilación porque no es lo que concierne, el propósito ideado por estos pensadores del posmarxismo era y es el de permear la democracia liberal por tal de producir diversas modificaciones que beneficien a las clases más desfavorecidas.

Esto podría decirse que ha sido una postura abiertamente corta de miras, ya que en el mismo esquema gramsciano, la ‘guerra de posiciones’ era el intento organizado de ganar consensuada e ideológicamente a las masas para el socialismo por tal de concluir en la batalla final y coercitiva contra el Estado burgués.

Librar esta batalla, como escriben Silvina Romano e Ibán Ibarra en ‘Antipolítica‘, tratando a «la democracia liberal como un pacífico mercado de sistemas políticos requiere ignorar la existencia de algo que se denomina capitalismo».

La ‘guerra de posiciones’ y de desgaste no puede obviar que asumir el capitalismo como páramo de lucha es olvidar que «para su funcionamiento este tiene una ideología dominante, que requiere ocultar sus contradicciones fundantes, posibilitando toda una serie de comportamientos y presupuestos, relaciones sociales e instituciones que son también su base».

Atilo Borón expone en el prólogo del texto de Romano e Ibarra que «vivimos en una época en donde la ideología dominante predica, para los dominados, las virtudes de la antipolítica, lo novedoso, lo no organización y el impulso espontáneo de los sujetos políticos, modo subrepticio de rendir culto a un componente central del neoliberalismo: el individualismo, el sálvese quien pueda y al margen de cualquier estrategia de acción colectiva».

Quedaría así expuesta esta deriva a la que conduce el posmarxismo como una situación de pospolítica, donde no se cuestiona el ‘statu quo‘ del sistema preestablecido. «La situación pospolítica podría así entenderse como una situación de dominio ideológico total instrumental al capitalismo».

Es cierto que a partir de los 70 se han producido grandes movilizaciones sociales, que abrieron la posibilidad de realizar una política antagonista y de posiciones que han socavado un amplio paraje de progreso hacia la inclusión de minorías y de la lucha por la igualdad de la mujer.

También es cierto que estas construcciones microutópicas, como las definen Romano e Ibarra, «son interesantes y suponen modelos experiementales necesarios». Su problema es que «es fácil que se desarrollen de forma independiente a lo que sucede a su alrededor. Salvamos una casa mientras perdemos la ciudad, y un pueblo mientras perdemos un país».

El ADN de movimientos como Ocuppy, Yosoy131 o el 15M como únicos paradigmas de lucha han resultado ahogados fugazmente ante la desorganización y el fetichismo del momento «bonito» de la indignación en la que nadie se atreve a mancharse para la superación de lo preestablecido. Cambiar el mundo sin cambiar el poder, como decía en su manifiesto Holloway.

No debe creerse tampoco que estos movimientos sociales siempre han sido pasto de lo efímero, puesto que en América Latina han logrado constituir diversos gobiernos progresistas bajo y frente al imperialismo y al colonialismoracializado. Aunque también debiera ser interesante analizar cómo estos posteriormente han dado pie a posiciones de reacción.

Álvaro García Linera hace unos años exponía las tensiones creativas de los gobiernos de progreso, es decir, la cuestiones de lucha interna y contradicción a las que se daba pie con estos gobiernos en la medida que no terminan de constituir el poder hegemónico, sino simplemente en gestores del capitalismo de un país.

Y si, durante un tiempo han supuesto un beneficio para las clases bajas, pero el desarrollismo capitalista ha producido que los mismos movimientos sociales acaben por volverse en su contra, ya bien por no comprender la situación (ambos, gobierno y movimientos sociales) y contexto o ya bien por los ataques mediáticos y económicos organizados desde las grandes potencias mundiales.

«La forma en que el realismo de izquierda evita hablar de capitalismo y de mercado – exponen Romano e Ibarra – es solo una forma más de reforzar su inevitabilidad y su naturalización. Esto no es un detalle sin importancia, sino que en el ámbito decisivo de la lucha política actual. Es asumir el capitalismo como natural y el capitalismo como inevitable, y desplazar la atención hacia otros aspectos, cualquiera, en los que no se cuestionen estos principios fundamentales».

De este modo y en este sentido, una vez estipulado el posmarxismo pospolítico como única vía, se han abierto debates estériles incluso sobre el sexo de los ángeles. El abrazo al posmodernismo neoliberal, atomizador y principio fundamental de parte de la izquierda actual, finalmente ha terminado por convertirse en un negocio de egos y posiciones confrontadas.

Estas, desde hace tiempo han sido adoptadas como significantes vacíos por ciertos dirigentes y acogidas por parte de la escasa militancia, y sobre todo en el mercadeo cultural.

Este mercantilismo de la izquierda meme, a la espera de una recuperación de la ideología marxista y de la comprensión de que en la sociedad organizada existe el potencial revolucionario, ahora puede ser superada por visiones idealistas, por la dirección de un gran líder, como sucedió con Mussolini y la visión de Gentile.

Todos sabemos lo que esto comportaría pero mientras se prime el negocio a la victoria no habrá derrota, porque tampoco hay intento más que lo individual e inconexo por hacer soportable la sumisión. Que bien vendría aquello de: «¡Proletarios de el mundo uníos!«

LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Fotografía: Nueva Revolución.

Compartir 0 FacebookTwitterWhatsapp
La Redacción

noticia anterior
Clases Virtuales: Deudas y Perspectivas.
noticia siguiente
“La investigación con fines de detectar el humor social es ilegal”

También le podría interesar

¿Quién le asigna el valor a tu profesión?

febrero 6, 2025

¿Debemos confiar nuestra vida cívica al mercado?

febrero 3, 2025

Más allá del Estado y del mercado 

diciembre 23, 2024

Visitantes en este momento:

862 Usuarios En linea
Usuarios: 270 Invitados,592 Bots

Blog: Perspectivas comunistas

Gracias por informarte con nosotros…

Desde el Plantón magisterial en el Zócalo de la CDMX

Nuestras redes sociales

Blog de la Columna CORTOCIRCUITOS

Nuestros grupos de difusión

Artículos publicados por mes

Síguenos en Facebook

Síguenos en Facebook

Artículos por AUTORES

Artículos publicados por FECHA

julio 2025
L M X J V S D
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031  
« Jun    

Artículos más leídos esta semana

  • 1

    Escuelas Normales mexiquenses en jaque

    junio 30, 2025
  • ¿Cuáles son los elementos de una historieta?

    febrero 15, 2017
  • 3

    ”¡Dios mío!, ¿Por qué nos odian tanto?”

    junio 29, 2025
  • 4

    TEMPORADA DE ENGAÑOS

    junio 24, 2025
  • 5

    Pronunciamiento estudiantil frente a la elección de rector en la UAM

    junio 26, 2025
  • 6

    Acercamiento a FAUSTO de Johann Wolfgang von Goethe

    junio 30, 2025
  • 7

    El Congreso legaliza el espionaje sin supervisión: colectivos denuncian retroceso autoritario

    junio 29, 2025
  • 8

    ¡Parar la guerra! ¿Anti-imperialismo o lucha de clases?

    junio 26, 2025
  • 9

    “La austeridad sirve para disciplinar a la clase trabajadora”

    junio 24, 2025
  • 10

    30 años de Aguas Blancas: mi palabra sentipensante y la mirada de estrella

    junio 28, 2025
  • 11

    “Pensamiento crítico”: una expresión devaluada

    junio 26, 2025
  • 12

    “El zapatismo permite encarar el regreso del fascismo”

    junio 24, 2025
  • 13

    Vivian Gornick: “La era Trump es muy dolorosa, pero el feminismo sobrevivirá”

    junio 24, 2025
  • 14

    “La escuela no puede servir de hospital para los daños que la sociedad causa en los niños”

    junio 24, 2025

Rolando Revagliatti. Argentina

Raúl Allain. Perú

Juan Antonio Guerrero O. México

Vanesa Monserrat. Argentina

Carolina Vásquez Araya

Ilka Oliva-Corado

Javier Tolcachier

Columna: CORTOCIRCUITOS

Manuel I. Cabezas González

Luis Armando González

Iliana Lo Priore

Jorge Salazar

Adolfo del Ángel Rodríguez

Oswualdo Antonio G.

José Eduardo Celis

Daniel Suárez

Güris J. Fry

Jorge Díaz Piña

Ángel Santiago Villalobos

Andrés Brenner

Alejandra Cortina

José Carlos Buenaventura

Luis Palacios

@2020 - Insurgencia Magisterial

Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
@2020 - Insurgencia Magisterial

Leer también:x

El «cuarteto temible» y el «poder de...

agosto 5, 2020

Identificar y desmentir los tres grandes discursos...

octubre 4, 2020

¿Quién le asigna el valor a tu...

febrero 6, 2025